lunes, 3 de abril de 2017

ERICH HACKL [20.064]


ERICH HACKL

Erich Hackl (Steyr, 26 de mayo de 1954) es un escritor y traductor austríaco.

Erich Hackl pasó su juventud en Steyr, en cuyo instituto estudió. Más tarde realizó estudios de Filología Germánica e Hispánica en las universidades de Salzburgo, Salamanca y Málaga. A partir de 1977 fue lector de lengua alemana y literatura austríaca en la Universidad Complutense de Madrid. Entre 1979 y 1983 fue profesor de español y alemán en Viena. Entre 1981 y hasta 1990 realizó esta labor en el departamento de Románicas de la Universidad de Viena. En 1983 comenzó su carrera como escritor y realizando numerosos viajes a diferentes países de Latinoamérica. Entre los autores traducidos por él, figuran Rodolfo Walsh, Idea Vilariño, Ana María Rodas, Eduardo Galeano, Juan José Saer, Humberto Ak'abal y Rodrigo Rey Rosa. Como editor, Hackl ha publicado varias antologías con textos literarios sobre la Guerra civil española, la sublevación de los obreros austriacos en febrero de 1934 y la situación de los pueblos indígenas de Guatemala. Junto con Hans Landauer ha editado el Diccionario de los voluntarios austriacos en la España republicana 1936-1939 (en castellano 2005, trad. Bettina Linares Pérez). Otro tema recurrente en su obra es la resistencia de los presos españoles en el campo de concentración de Mauthausen.

Erich Hackl es miembro de la Academia de la Lengua y Poesía Alemana y ganador de numerosos premios, entre ellos del Premio Hidalgo, otorgado por la asociación española Presencia Gitana.

Obras

Auroras Anlaß. Erzählung, Zürich 1987 (en castellano: Los motivos de Aurora, trad. Jorge A. Pomar Montalvo, La Habana: Arte y Literatura 1991 y Montevideo: Trilce 1996)
Abschied von Sidonie. Erzählung, Zürich 1989 (en castellano: Adiós a Sidonie, trad. María Esperanza Romero y Richard Gross, Valencia: Pre-Textos 2002 ISBN 978-84-8191-490-0)
König Wamba, Zürich 1991
Sara und Simón. Eine endlose Geschichte, Zürich 1995 (en castellano: Sara y Simón. Una historia sin fin, trad. María Esperanza Romero y Richard Gross, Barcelona: Galaxia Gutenberg 1998, ISBN 978-84-8109-163-2)
In fester Umarmung. Geschichten und Berichte, Zürich 1996
Entwurf einer Liebe auf den ersten Blick, Zürich 1999 (en castellano: Esbozo de un amor a primera vista, trad. María Esperanza Romero, Barcelona: Laertes 2010 ISBN 978-84-7584-673-6)
Abschied von Sidonie: Materialien zu einem Buch und seiner Geschichte, Zürich 2000
Der Träumer Krivanek. Eine Geschichte zu Bildern von Trude Engelsberger, Salzburg 2000
Die Hochzeit von Auschwitz. Eine Begebenheit, Zürich 2002 (en castellano: La boda en Auschwitz, trad. María Esperanza Romero y Richard Gross, Barcelona: Destino 2005 ISBN 978-84-233-3749-1)
Anprobieren eines Vaters. Geschichten und Erwägungen, Zürich 2004
Als ob ein Engel. Erzählung nach dem Leben, Zürich 2007
Familie Salzmann. Erzählung aus unserer Mitte, Zürich 2010 (en castellano: El lado vacío del corazón, trad. Richard Gross, Cáceres: Periférica 2016 ISBN 978-84-16291-25-0)
Con Máximo Eseverri y Laura Malena Kornfeld: Traspasar la tierra de nadie. Desaparecidos austríacos o hijos de austríacos en la memoria de sus familiares y amigos. Buenos Aires 2013, ISBN 978-987-28921-9-7.
Dieses Buch gehört meiner Mutter, Zürich 2013 (en castellano: Este libro es de mi madre, trad. Pilar Mantilla en colaboración con Manuel Lara, Madrid: Papelesminimos 2017 ISBN 978-84-94645-50-1)
Drei tränenlose Geschichten, Zürich 2014
Literatur und Gewissen, Innsbruck 2016

Entre sus libros traducidos al español figuran  Adiós a Sidonie (Pre-Textos, Valencia, 2002), La boda en Auschwitz (Destino, Barcelona, 2004), Esbozo de un amor a primera vista (Laertes, Barcelona, 2010) y El lado vacío del corazón (Periférica, Cáceres, 2016).





Este libro es de mi madre. Erich Hackl. Traducción y notas Pilar Mantilla en colaboración con Manuel Lara. 
Papeles Mínimos, 2016. 




Erich Hackl, memoria, verdad y belleza

Publicado por Martín López-Vega 

El escritor austriaco Erich Hackl (Steyr, Austira, 1954) no es en absoluto un desconocido para el lector español bien avisado; muchos leímos con admiración libros suyos como Adiós a Sidonie  (Pre-Textos, 2002) y otras narraciones suyas han ido viendo la luz en Galaxia Gutenberg o Periférica, entre otras editoriales. Lo que tal vez muchos no supieran es que es también (además, por cierto, de traductor del castellano: de Idea Vilariño o Roque Dalton, entre otros) un sobresaliente poeta. Papeles Mínimos, en otra de sus cuidadas y hermosísimas ediciones, edita ahora en castellano, en traducción de Pilar Mantilla en colaboración con Manuel Lara, Este libro es de mi madre, acompañado de un álbum de fotos que ilustra pero ilustra peor, curiosamente, que los poemas, tan reveladores de un mundo que en este caso las palabras resucitan mejor que las imágenes.

Pocas veces un título habrá expresado tan a las claras lo que vamos a encontrar en su interior. Lo que Hackl ha intentado, como confiesa en una nota final al libro, es volver al mundo de la infancia y juventud de su madre, en el Mühlviertel, una región de colinas al norte del Danubio, cerca de la frontera checa, y de ese modo “asegurarme este mundo anterior, percibirlo con su mirada, y sus palabras”. “Los cuentos no se inventan, se heredan”, afirma la cita de Edgardo Cozarinsky que abre el volumen y que sirve, de algún modo, para legitimar la pretensión del autor de ser él quien cuente una experiencia que no fue la suya, como si lo fuera.

Naturalmente, por más empeño que le ponga se tratará de una memoria mediada, pero ese es parte del encanto de un libro así. Cuanto más imposta la voz para darnos la experiencia de su madre, más escuchamos a Erich Hackl, del mismo modo que sólo cuando interrumpimos una narración ajena llegamos a alguna almendra de verdad, rompiendo el relato que está preparado para propiciar la aparición de lo inesperado.

La memoria que se nos transmite comienza por ser casi estadística: 


“Avena, centeno y patatas a montones.  
Además remolacha. Lino. La tierra no daba para más”.  


Poco a poco entra la vida: la primera bicicleta, los primeros esquís, la primera moto, el primer barco… Hackl quiere ser minucioso y preciso, pero lo es de una manera que no niega lo poético, sino que lo recrea mediante un uso magistral de la enumeración. 


“Un panecillo costaba cinco céntimos.  
Una onza de chocolate diez céntimos. 
De la romería, una bolsa grande de dulces  
con hojaldre de merengue y cocadas, un chelín”. 


Sólo un lector muy apresurado se limitaría a ver precios en esa lista.

La voz que nos habla, con todo, no es la de la madre; se trata de heredar el cuento, no de suplantarlo. 


“Madre leía de pie o sentada / casi siempre entre tareas, / al hacerlo movía los labios en silencio”, nos revela en otro tramo. El encanto de este libro, y de cada uno de los poemas que lo componen, es su acierto para lograr la reconstrucción de un mundo ido que vuelve a estar vivo porque se nos trae de un modo nada plano, lleno de detalles y aristas, con una ironía siempre amable y una amabilidad que no esquiva la mirada cercana y distante a la vez. Dice así uno de los poemas:



Un entierro así
llegó a ser más divertido que una boda.
Sólo que durante la comida
no había música para bailar.
El muerto no racaneaba:
había sopa de albóndiga de hígado,
carne de vaca cocida con rábano picante
y de postre una tarta contundente.

Cerveza y aguardiente a voluntad.
Licor de huevos para las viejas.
Té con ron para los acatarrados.
café con leche para los niños.
Vino caliente para el señor cura.

El viejo Schinböck había dispuesto
que la banda de música de San Leonardo
tocase en su entierro
con una buena melopea.
Su último deseo se cumplió,
y resonó lastimosamente en los oídos.
Al aprendiz del zapatero de Rebuledt,
que tocaba el tambor grande,
se le escapó la baqueta durante el desfile,
salió volando en círculos
y se ahogó en la charca de apagar incendios.

El viejo Schinböck no había caído
en que los que llevaban el féretro
también formaban parte de la banda.

La traducción suena transparente en su recreación de un habla coloquial y popular. También la verdad se inventa, decía nuestro clásico. No hay otra opción que inventarla si queremos que sea verdad. Esta de Hackl, aunque el libro sea de su madre, está tan bien tallada, tan lograda en cada mínimo detalle que es como una muestra de ADN con la que reconstruir un mundo ya perdido. Cualquiera diría que aquel, el de su madre, no era más que el borrador de este que él ahora ha levantado en sus páginas. Exagero, claro. Pero en este mundo escrito es más fácil hacer trampas a la hora de echar las cuentas entre verdad y belleza.

















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