jueves, 12 de marzo de 2015

JOSEPH DE LITALA Y CASTELLVÍ [15.190]


Joseph de Litala y Castellví

Nacido en España. Siglo XVII.
Poeta. Caballero de la orden de Calatrava.
Caballerizo de su Majestad en el Reino de Cerdeña.
Pregonero y Gobernador de los Cabos de Caller.
Publicación por Onofrio Martín, en 1672.
No se han podido encontrar referencias bibliográficas sobre este poeta.


Sonetos
Joseph de Litala y Castellví
Ramón García González (edición literaria)



Calíope
Musa I


- I -

A don Carlos II, rey de España


   Empuña el Real bastón Carlos Segundo,
veate Francia con arnés tranzado,
y sepa el Asia, que vincula el hado
a tu poder los términos del mundo.

   Entienda el sucesor de Pharamundo,
que te ha de ver en la campaña armado,
y tu Bridón del polvo fatigado
ha de beber del Nilo en lo profundo.

   Por ti el cielo milita en tus clarines,
vasallo el aire suene conducido  
llenando de victorias los confines.

   Ruge León de España esclarecido,
desnuda alfanjes, péinate las crines,
al espejo del Ganges extendido.




- II -

Al mismo


   Carlos invicto, Carlos soberano,
   en cuyas venas Reales bien se exalta
el esplendor de aquella sangre Baltha,
que es honor al Imperio Castellano.

   Carlos Imperial, Carlos Germano,
Austriaco clavel, en quien se esmalta,
la púrpura Real Augusta, y alta,
y Carlos, que serás Carlo Otomano.

   Crece, o pimpollo Rey, León de España,
crece a los años, y al valor nativo  
de tanto esclarecido Héroe ascendiente.

   Veate el Protestante en la campaña,
respire en ti Ataulfo redivivo,
Carlos te informe, y un Don Jaime aliente.



- III -

A Luis XIV, rey de Francia


   Generoso Luis, Sire Sagrado,
que empuñando el Bastón, con la trompeta
vagaroso tu Campo el Norte inquieta
pisando tu confín yerto y helado.

   Ya el Belga y el Inglés te han visto armado,
quejoso el parche al son de la baqueta,
y espumoso el Bridón en la corbeta
incita a escaramuzas el Estado.

   No es gloria tuya, no, que la campaña
numeroso te cuente en escuadrones
estando Infante el Grande Rey de España.

   Deja que crezca y junte sus Leones,
que el pelear entonces será hazaña,
y tendrán más disculpa tus pendones.



- IV -

A Felipe IV cuando vino el Príncipe de Gales a Cádiz con su armada


   Cristales arroyando al Océano,
y rompiendo la espuma el mar salada,
velero bosque los espacios nada
desde Pelmua al Ponto Gaditano.

   Conducida del Príncipe Britano  
gimió en tus ondas la feroz Armada,
pero a los golpes de tu heroica espada
dejo la barra, y retiróse en vano.

   Pasos primeros fueron de tu infancia
limpiar el Mar de Luteranos leños,
y postrar de Estuardo la arrogancia.

   Tiemblen las medias lunas tus diseños,
el Asia tiemble, pásmese la Francia,
si emprende tu valor otros empeños.



- V -

Al emperador Carlos V, sobre Argel


   En formidable horror te vio el Levante,
poblando el Ponto de una y otra quilla,
y la impura de Argel Pagana orilla
temió tu brazo, y te admiró triunfante.

   Pero Plutón soberbio y arrogante
sus infernales Huestes acaudilla,
y horrorosa la playa no se humilla
alborotado el Cielo en un instante.

   Gime furiosos el Mar, la blanca bruma
acotan fieros Euro, Cierzo, y Noto,
sorbiendo leños, destrozando entenas,

   Salpica el Cielo su salada espuma,
falta el Timón, desmáyase el Piloto,
y tocan en los Astros las arenas.



- VI -

Al rey don Felipe II, cuando tomó Portugal


   Aunque Segundo fuiste (o Rey) primero
en la Fe, Religión, en la prudencia,
y supo cuidadosa tu advertencia
tener en suspensión el mundo entero.

   Por caudillo, por justo y por guerrero
Portugal te prestó fiel obediencia,
y Lisboa rendida a tu clemencia
te Coronó con muy feliz agüero.

   Huyó el Bastardo rotas sus Banderas
el Mondego dejando, y claro Tejo
sus tropas infectaron las Terceras.

   El Océano te sirvió de espejo
donde tus huestes tus armadas vieras
y todo lo venció tu gran consejo.



- VII -

A las obras del Reverendo Padre Fray Cristóbal Bas


   Primorosa cultura de tu mano
es la que ostenta hoy el Thespio Choro,
pues si te escucha Cisne en lo canoro,
también Héroe te admira soberano.

   Si Marcial, si Virgilio, si Lucano
en ti recobran su mayor tesoro,
que pluma habrá bañada en rayos de oro,
que no adore tu estilo Cortesano.

   Tus obras son la voz de tus acentos,
que a los siglos publican tus grandezas,  
porque así inmortalicen tu renombre.

   Si mi fe te consagra rendimientos,
divino culto erige a tus proezas,
y al Templo las dedica de tu nombre.



- VIII -

Respuesta del Rev. Pp. Fray Cristóbal Bas a don Joseph


   Tan docta, tan suave, tu Armonía,
o Cisne de Cerdeña se consiente,
que entre sí se equivocan dulcemente
el nombre de Litala y de Talía;

   ceda a tu lira la zampoña mía,
el número, y las voces reverente,
pues rústica no puede, aunque lo intente
imitar acordada melodía.

   Sólo a tu heroica frente se dedique
la Augusta Rama, que el desdén esquivo
de tu ingenio a la luz depone sólo.

   De la fama el Clarín veloz publique,
que es por la gloria de tu nombre altivo
Parnaso Caller, y Litala Apolo.



- IX -

A la fuente de Roselo


   Prodigio undoso, admiración de gentes,
ninfa veloz, que en húmedos cristales
produces de una Mina doce iguales
bocas de plata en líquidas corrientes.

   Todas las maravillas excelentes
fueron del tiempo términos fatales,
y sólo han merecido tus raudales
el hacer sus despeños permanentes.

   Con cuanta gloria tus Vecinos viven,
puesto que a tu hermosura no se igualan
el Tiber, Ganges, Tigris, Tajo, y Nilo.

   Todos tu nombre en mármoles escriben,
todos tu fama en láminas señalan,
y todos en Roselo hallan asilo.



- X -

Al príncipe don Pelayo, resplandor de España


   Embraza el fuerte escudo (o Gran Pelayo)
y desnuda el valiente y limpio acero,
y a tanto alfanje moro, airado y fiero
será muerte fatal, y Español rayo.

   Servirán tus reflejos de desmayo
restaurando la Patria el postrimero
estrago, de aquel bárbaro guerrero,
que de turbantes la bordó, cual Mayo.

   Sal de esa gruta, deja la montaña,
y pisa valeroso el verde llano
abandonando la Africana saña,

   vean que en este brazo soberano
libra su redención cautiva España,
y que su libertad está en tu mano.



- XI -

Al Cid Campeador


   Esplendor generoso de Castilla,
ínclito Godo, valeroso Atlante,
que teñiste vestido de diamante
en sangre Mora la fatal cuchilla.

   Coronada de España maravilla,
que en huestes Africanas el radiante
acero, a tanto rojo fue Turbante,
rayo invencible, que su orgullo humilla.

   Estudien en tus hechos soberanos,
copiando tu valor y tus acciones
los Griegos, los Latinos, y Romanos.

   Tú solo afrentarás tantos blasones,
díganlo los Cenetes Africanos,
callen Pericles, César, y Scipiones.



- XII -

Al rey invicto Jaime de Aragón


   Celebren tus hazañas inmortales,
o Marte Aragonés, Jaime Sagrado
del caudaloso Ebro más dorado
hasta el Pactolo en líquidos cristales.

   Treinta y cinco batallas, y campales,
del Agareno dio tu brazo armado,
sacando tu Pavés despedazado
de los reencuentros de la lid Marciales.

   Dos mil Templos y más, a la memoria
de María Purísima fundaste
en su alabanza, nombre, honor y gloria.

   La Tierra y Mar del Árabe triunfaste;
serás empeño heroico de la Historia,
y el mármol a tus hechos será engaste.



- XIII -

A Bernardo del Carpio


   Qué bien manchado está el heroico acero,
qué bien teñida miro la cuchilla,
que es timbre generoso de Castilla,
y el renombre te ha dado de guerrero.

   Fuerte Campeón, Ilustre Caballero,
el Ebro te admiró en su verde orilla,
y el Borrén oprimido de la filla
tu lanza dio a Marsilio el fin postrero.

   Qué paveses, qué feudos, qué pendones
qué glorias, qué trofeos militares,  
no alcanzaron tus ínclitos Leones.

   Todos penden Bernardo en los altares,
y en el Templo de Marte por blasones
de tu brazo, que admiran ambos mares.



- XIV -

Al P. Maestro Fray Merodio, en la vida que hizo de san Lucífero, arzobispo de Caller


   Si Águila de Agustín Cisne es tu canto
que da ha estos Cielos numeroso acento,
registrando en sus luces un portento,
que fue de Arrio muerte, horror, y espanto.

   Prodigiosa virtud de un celo santo
nos describe tu pluma, y tan atento
rayo a rayo le bebes el aliento,
cuanto se admira en tu elocuencia, tanto.

   Débate Caller una fe rendida
al honor que le das, y reverente
te consagre el laurel de agradecida.

   Que si una vida es paga dignamente
del que una vida ofrece, fe a tu vida
la que en los bronces tus elogios cuente.



- XV -

Al mismo


   El Laurel que ganaron los Romanos,
y las glorias que en Césares se vieron
todas hoy en tus sienes se ciñeron
convencidas de afectos cortesanos.

   De Divinos discursos, no de humanos
bañas tu pluma, pues de un Héroe fueron
los méritos, que en él tanto lucieron.

   Que por suyos se vienen a tus manos
erija estatua el ínclito desvelo,
pues de elocuencia un Templo levantaste.

   Que siendo tú el artífice, recelo
haya quien le profane, pues su engaste
son nuevos rayos del Divino Apolo.



- XVI -

Al rey don Fernando el Católico


   Tú sólo fuiste Rey, sólo tuviste
el arbitrio de Europa Gran Fernando,
dando timbres a España, y leyes dando,
y Marte, y Numa a un mismo tiempo fuiste.

   Con prudencia, y con valor venciste
enemigos domésticos triunfando,
y desarmaste el uno, y otro bando,
que con poder en tus coronas viste.

   Por ti la Fe se veneró exaltada
el pérfido agotando Indaismo,
y la Morisma, dígalo Granada.

   Libraste a España sí de un barbarismo,
y tu celo divino con tu espada,
Católico te aclama hasta el Abismo.



- XVII -

Al rey don Felipe III de las Españas


   Cerró del Templo del Bifronte Jano
las puertas que en su fausta Monarquía,
y ceñido de oliva admiró el día
su quietud en su Solio Soberano.

   Extirpó con valiente armada mano
de la fértil famosa Andalucía
la bárbara canalla, que crecía,
reliquias del intrépido Africano.

   Himnos a Dios cantó con reverencia,
observando sus santas justas leyes,
y venció su oración, más que su espada.

   Ejemplo fue de amor, y penitencia,
modelo de Monarcas, y de Reyes,
y estrellas pisa en celestial morada.



- XVIII -

Al rey nuestro señor el día que recibió al embajador del Emperador de Rusia


   Vestido de Zodíacos flamantes
te admiró en tu salón el Moscovita,
y en Solio que nevó la Margarita
te encendieron la silla los diamantes.

   La grandeza pasmó a los circundantes,
y el Sol que tanta luz avaro imita
su coche, que Piropos sí vomita
le adornó de esplendores radiantes.

   Sereno Infante, y con prudencia cana
la Embajada de Rusia le escuchaste,
ardiendo Tiria la purpúrea grana.

   A quien rojo rubí sirvió de engaste,
adoró tu deidad su pompa vana,
y sus acciones, y su voz ataste.



- XIX -

A Séneca, filósofo moral y ético


   Sólo supiste despreciar riquezas
ciñendo tu poder a corto espacio,
y sólo tú las glorias del Palacio
tuviste en poco abanderando Altezas.

   De Nerón, las Hidrópicas grandezas
el pálido Rubí rojo Topacio
son piedras para ti bajas del Lacio,
son asco su esplendor y sus finezas.

   Todo lo diste, y sólo has reservado
el tesoro de tu Filosofía,
que Maestro en lo Estoico te ha aclamado.

   Notaste de Nerón la tiranía,
burlaste su poder, venciste el hado,
y te alcanzó sereno el postrer día.



- XX -

Al Gran Cham de la escala Señor de Verona


   Tu origen, y tu cuna fue Verona,
que tus leyes, y Imperio obedecía,
la Marca sujetaste, y Lombardía
estuvo para darte la Corona.

   Alumno esclarecido de Belona,
tu Bastón imperó con valentía
Lucca, Parma, con Feltrio, y Brigia unía
tu poder, que tembló la helada Zona.

   El Gran Cham te llamaron las naciones,
por tu grande valor, juicio profundo,
Temió Italia tus ínclitos Pendones,

   vio tu Progenie Coronada el Mundo,
mas fue Milán Ocaso a tus blasones
por ti sitiado, o Marte, sin segundo.



- XXI -

Al mismo asunto


   Con la Escala blasón de tu apellido,
y el Águila en dos cuellos dividida
intentó tu soberbia embravecida
escalar el Olimpo más erguido.

   Tu Bastón respetaron por temido
las Cabezas de Italia esclarecida,
temiendo ser sus feudos, y su vida
trofeos de su acero no vencido.

   Tuviste al Lacio en un perpetuo miedo
mirándote arrestado en la campaña,
manteniendo sus máximas neutrales.

   Batalla fue a sus huestes tu denuedo,
victoria tu valor, tu voz hazaña,
y moriste con glorias inmortales.



- XXII -

A don Juan de Castelvi y Lanza


   Tantos blasones cuantos veo ceñidos
en tu gloriosa frente, Héroe dichoso
son de tus prendas timbre generoso,
como admiran los bronces repetidos.

   Bien la Trinacria a tu Castillo unidos
sus pedernales da, y Majestuoso
ostenta en su grandeza lo famoso,
con que exalta los hechos más lucidos.

   Desde su cuna a la más alta cumbre
subiste de las puntas del Parnaso,
ilustrando su más florida rama.

   Y al fatigar su excelsa pesadumbre,
quiso tu ingenio acelerar el paso,
y se pasó a los ecos de la fama.



- XXIII -

Al rey Salomón edificando el Templo de Jerusalén


   El Líbano tu fábrica desnuda
vistiendo de sus Cedros su techumbre,
cuyos clavos del Sol fueron la lumbre
bordando a trechos su materia ruda.

   Rompieron tus Armadas la sañuda
Cerúlea, y tormentosa pesadumbre
del Mar de Tharsis, y en su undosa cumbre
nado tu flota a sus bramidos muda.

   De el pálido metal de sus veneros
ceñiste el Sacro, y estupendo Templo
bañando en lluvia de oro sus cruceros.

   Un milagro erigiste sin ejemplo,
que vestido de espléndidos luceros
Casa de Dios, y aun gloria le contemplo.



- XXIV -

Al incendio del mismo Templo


   Arde en llama preciosa el Pirineo
corriendo arroyos de metal dorado,
pálido queda el floreciente prado
con tanta inundación harto el deseo.

   No de otra suerte el sacro devaneo,
que fue de Salomón alto cuidado;
en incendios preciosos anegado
es de la llama bárbaro trofeo.

   Arde en Jerusalén el Templo Sacro,
desatadas las Piedras y Zafiros,
que son del Sol flamante bizarría.

   Profanaste el Sagrado Simulacro,
y lame el fuego en abrasados giros
la máquina que fue gloria del día.



- XXV -

Al gran capitán Viriato Portugués


   Del pellico pasaste a Militares
adornos, enlazando la celada,
y en Portugal se vio tu diestra armada
llenando de trofeos los Altares.

   Temiendo tu valor entrambos mares
al mirar tu denuedo en la estacada,
y los filos ardientes de tu espada
calentaste con venas Consulares.

   Venciste una traición, mas no el Romano,
que compró la victoria con tu muerte
ejecutada de alevosa mano.

   De tu caída fabricó su suerte,
dueño quedó de la campaña, y llano,
pero con medio infame si se advierte.



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