martes, 3 de febrero de 2015

JOAQUÍN E. DE LA TORRE [14.675] Poeta de México


Joaquín E. De La Torre 

(Cd. de México, 1991). Escribe poesía y ensayo. Trabajo suyo aparece en antologías como Diez años sin Octavio Paz (UNAM, 2009), ¿Somos poetas y qué? (HNE, 2012) y es autor de la plaquette Soñé con una sombra (HNE, 2013). Es colaborador de la revista TRAMA Magazine y ha publicado en revistas como La Cigarra, la Gaceta Río Arriba y en Periódico de Poesía además de distintos medios electrónicos. Asistió al curso de Creación literaria para jóvenes convocado por la  la f,l,m, y la UV en Xalapa (2012, 2014) y fue alumno del 8vo Diplomado en Creación Literaria organizado por Conaculta y el INBA (2013-2014). Estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la FFyL, UNAM en donde actualmente es profesor ayudante en la materia de Lit. Iberoamericana.


GRITOS

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo.
Gonzalo Rojas


Que el llanto me ciegue pero no me calle.
He visto a la gente llorar sus muertos:
se diría que las lágrimas son como la sangre,
que Dios en su pereza las creo tranquilas y secretas,
mas la sangre como el llanto
siempre está esperando una oportunidad
para derramarse: empieza y no desea
detenerse. Cada noche
veo un cadáver golpear contra mi
ventana para desprenderse del silencio,
para dejar sobre mi boca su flor salina.
Entonces grito para ahuyentarlo,
y mi propio grito me despierta violento,
y me doy cuenta de que sólo
era un sueño cuando me sorprendo a mí mismo
invadido por una risa de terror al descubrir el irrecuperable
tiempo que permanecí callado.
Porque me río y nuevamente siento que un ángel
juega en mí carne, sé que los sueños todavía son
gritos que mantienen intocable a mi calavera
frente a la tierra enamorada y su queja.
Gritos que Dios tarde o temprano se cansará de escuchar
y callará con su mano.



LA NOCHE NO SE ASUSTA


El alba que esperabas no es para hoy
J.E. Pacheco



Después de morir sobre un febril monumento
de huesos, despierto con una resaca de insomnio
en la boca. El alba golpea más violenta que nunca
contra las persianas precipitándose sobre mi rostro
que intenta hacerse de un sueño que no le pertenece.

Con mi dolor, vestido de una harapienta pasión,
cuento cada pluma que se desprendió
del mustio resplandecer amarillo que se insinúa
en el cielo: como pétalo que intenta no rendirse
sobre el lodo, las miradas de mis amigos.
No éramos nueva semilla del día, sólo el despunte
de su vuelo, con suerte. Bebimos amor en negros vasos
de ceniza para aullar la valentía y asustar la noche; sin embargo,
ya teníamos en plena mirada aquella resaca de todos los días.

No fuimos más que aquellos esclavos
que fusilaron a su capataz el siglo pasado y que prolongan todavía
su silencio, sin más camino, sin más
rebelión que embriagarse con las gotas de botellas vacías.

Anhelamos ser los hombres que, de nuestro propio polvo,
de nuestra propia guerra, de nuestro propia enfermedad,
renacieran iluminadamente angustiados,
pero seguimos aquí pisoteados mientras
empiezan a barrer nuestros dientes y a limpiar el día
para las nuevas risas que llegaran a enfrentar los gritos de la noche.






madrigal

como tus ojos pocas cosas/ claros
como el aire que se debe respirar
nada queda/ verde
cual germen de algo
tu mirada cae como un tajo de cielo
y el cielo se expande en mí
              así empieza todo
              parece la claridad peligrosa





avenida

si tú y yo
caminamos por una calle despoblada
por esa avenida que termina allá
donde empieza el atardecer
si tú y yo
al paso vamos dejando una llovizna que incomoda
que se escapa
por entre las grietas del concreto hasta la tierra
si con nuestra risa hacemos volver con rareza
los rostros de la gente
si tú y yo
hacemos que calle la multitud
que refrenen sus vasos brindando
que encuentren de pronto
en sus bolsillos
la llave que perdieron hace tantos años atrás
si con nuestra respiración/ fatigada
de alegría­/ calla la música que revienta cada noche
es porque el amor atraviesa tan pocas veces por ahí
que a algunos pocos les despierta nostalgia
y más veces les resulta extraño/
es hablar ese idioma que alguna vez todos supimos
y del que apenas queda una ruina entre los labios

jalisco 2014





luna

en mí un sol muerto de frío
resiste brillando como luna
contra tus inconmovibles dedos
             en algún sitio del sueño
pellizcas mi arteria y me revientas/ las estrellas
buscan su sitio en el cielo
mientras yo persigo la mañana que me es extraña ya
y en este letargo oscuro sólo tus dedos brillan





nunca

no hace mucho tiempo te soñé con otro rostro
te prendiste al corazón
y entre el alar de mis venas me descarnó tu vuelo
alguna vez te oí cantar y fue como si soltaras vida
en mi pecho/ poco a poco fue crujiendo un sueño
fuiste llenándome de vuelo
y estrujaste un cielo entre mis costillas
y aun así necesitaste abrirte más espacio
y ahora cuando me muera
y los buitres intenten comerme
sólo tragaran la palabra nunca
porque no dejaste nada más





cadenas

tras conocer la miseria del mundo
en un rincón
abandoné mis maletas
el único clavo del que no me descarné
fue mi sangre militante
por la mujer/ los ángeles realmente alzan el vuelo
con el esplendor del sexo
sin el esplendor de dios
aleteando en lo más oscuro/ ese lugar
donde las mujeres guardan su risa
            se destaca el cielo
cuando ondulante y tiznado de rojo
hombres y mujeres emprendemos el vuelo
            que revienten los cuerpos contra la furia
si nos hiere algo si esperamos una masacre
que sea la del amor
            conozco bien la carne lacerada
y no me equivoco
sólo se justifican las cadenas
con unos labios insomnes
            son ellos los pilares del mundo
sosteniendo la noche





tesoro

algo delimita en el aire nuestra sonrisa
sin gran cosa ya en su fondo/nace/
se petrifica/ a un terrible ritmo
cesa su palpitación/ entre sus deseos
cruza el recuerdo de la infancia
sin encontrar alivio/ crece
como canto de golondrina/ recae/
no obstante es nuestra pertenencia aún




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