miércoles, 9 de septiembre de 2015

DIANA CAROLINA HIDALGO [17.017] Poeta de Colombia


Diana Carolina Hidalgo Echeverri

Anserma, Caldas. Colombia  1986. Poeta y docente de talleres de creación literaria: Cometa de colores (Fundación Enfances 2/32) y La Casa Pintada (colectivo artistas). Cofundadora del semillero de hermenéutica simbólica de la Universidad Tecnológica de Pereira. Ha publicado en La astilla en el Ojo (Revista virtual UTP, 2011), Revista de poesía Luna de Locos (vol. 22, 2011). Su primer libro de poesía, De este lado de las cosas, obtuvo beca de creación literaria Estímulos 2011, Ministerio de Cultura. Antología de poesía Tocando el viento (Relata-Ministerio de cultura 2012). Antología de poesía Poetas del Gran Caldas (Revista literaria Santo y Seña, Alcaldía de Neira, 2013). Antología de ensayos Memorias de un imaginario colectivo (Universidad Tecnológica 2013)

Diana Carolina Hidalgo realizó el lanzamiento del Libro “Poemas con un Fondo de Agua”, 2014 durante un evento especial realizado en la Alianza Francesa de Pereira.



Poemas de Carolina Hidalgo



III

Es propicia la casa del lenguaje
y en ella la cámara nupcial
despojo del deseo
La cocina de los antojos
que practican los ancestros
sagrados lugares de la palabra
En el baño se piensa
sobre los hijos y el secreto de
la eternidad
Sentarse con estilo y paciencia
con el olor y lo que se es
En la sala nacen las creaciones
se observa a los transeúntes
y se inventan sus historias
Penetra el mundo 
en la casa del lenguaje
se desvanecen las civilizaciones
Nacen otro hombre
otra mujer



Solidaridad

Donde comen uno comen todos 
reza la sabiduría popular 
que me enseñaron en casa
Hasta que la abundancia llegue a la mesa  
y sea también la abundancia del vecino
Estoy iluminada cuando el amigo amoroso
comparte mi sueño
e iluminado junto a mí
se retira al despuntar el día con un beso tímido
en la frente
Dejándome servida la mesa
de frutas y chocolates rellenos
En la tormenta surgen uniones gigantescas.



Biografía

Ya no me importa el yo quiero,
¡Yo hago!
Tengo 25 años. Y he cumplido mi mayoría de edad.
Soy Diana Carolina Hidalgo Echeverri. Poeta. Partera de sueños.
Le debo y le agradezco
mi corazón al espíritu universal;
mis sueños al arte;
mi visión a tierra y cielo.
Le debo y le agradezco
mi cuerpo al hombre que deseo;
mis respetos a mi madre
y a mi padre obrero.
Le debo y le agradezco
mis entrañas a la justicia;
mi dinero al hedonismo;
mi locura y sabiduría a mi abuelo;
mi venganza a mi tío campesino muerto.
Ya no me importa el yo quiero,
¡Yo hago!
Soy partera de sueños.




Reino

Si esto es. Descubrirse ficción. Ella se queda en casa
cocina colaciones o reparte carteles de propaganda. 
Una versión de ciudad.
Escribe historias sobre el universo
vórtice tejido para el día que esto sucediera.
Ofrendó la tinta del sentido corazón
 soltó el hilo que le lleva a la cueva del Minotauro
para declararse mujer libre. Poeta.
 Ha mutado de poemas con un fondo de agua. 
 No necesitó ser una princesita carnada, en ello,
algo de transparencia. 
Soberana, y feliz de tener reino en la fantasía
 hermana de los sueños que sólo alcanzan los valientes.
 Sueltos los hilos convendría danzar en puntas de dedos
apenas tocar el suelo,
cantar a coro abierto:
¡pureza!
aún saltos de cascada
aún ojos de pantera
la brisa sigue fluida.



Señales

Mi perro ladraba torpe a las puntitas del reloj
entrecruce de horas y fantasmas templando acordes celestes 
su olfato detectó el movimiento vasto de las cosas
replegadas sobre sí mismas hacen un ruido extraño
de piel que cede a la uña
Una señal intacta del cuerpo recuperado en la modorra
Mi perro tonto dio un salto sobre el minutero que no deja de bostezar
la ergástula le escupió en segundos, dándole un revolcón 
que le envió a esconderse con la cola entre las patas






LADY LAZARUS

Logré otra vez
Exponerme al sol
Que no entre por la ventana la locura,
Y los huesos se endurezcan de días relucientes,
Así la piel fresca atrapa retazos de lucidez.
Mis amigos se emocionan,
Me dicen:
Estás bella, joven, vital, cósmica.
Y yo sólo quiero estar sentada al lado de la ventana.
Que ni me digan, no me opinen, no me toquen,
Que sus voces se escurran por las paredes,
Ni siquiera me alcancen.
Los susurros otra vez, dicen de mí,
Me buscan aquellos, aquellos
Me observan, me temen, o me quieren apalear.
Los oigo, veo como sus ojos se desvían en direcciones,
Afanosos me persiguen, están en las esquinas
Observándome, midiendo mis pasos,
Leyendo mis movimientos.
No quiero salir, tal vez en casa esté segura,
Tal vez en casa mis sueños solo sean míos.
Logré otra vez
Exponerme al sol
Que no entre por la ventana la locura.




Carolina Hidalgo y su mundo de agua (Prólogo)


Por: Hernando López Yepes *


Soy Diana Carolina Hidalgo Echeverri.
Poeta. Partera de sueños.
Le debo y le agradezco
mi corazón al espíritu universal.

(En su poema BIOGRAFÍA)


La lectura de “POEMAS CON UN FONDO DE AGUA” sumerge nuestra lengua en la aspereza de la miel salvaje; impregna nuestra piel con el sudor terroso de los caminantes; nos trae a la  memoria los insomnios de nuestra adolescencia y su anhelo de otra carne. También, y, ¿por qué no? invade nuestro olfato con  el olor a sangre de la mujer que pare el fruto de su  amor, en la oscuridad de un cuarto pobre. Carolina Hidalgo se aparta, en su escritura,  de aquellos que han cantado los motivos  “DE LA  INMENSA MINORÍA.”

Haciendo uso de las palabras de Hermann Hesse:

La autora de POEMAS CON UN FONDO DE AGUA:


“escucha la sabiduría que la sangre dice en sus oídos.”

Carolina Hidalgo conoce la verdad enunciada por OSCAR WILDE, hace más de cien años:



“Siempre que una comunidad o una poderosa mayoría de ella.
Siempre que un gobierno, de la clase que sea, intenta
dictar a los artistas lo que tienen que hacer, el arte
desaparece por completo, toma una forma estereotipada
o degenera en una especie de oficio servil e innoble.”


Trozos de su escritura nos recuerdan   al poeta León Felipe (Su poema “VAMOS HACIA EL INFIERNO”), por el tono desafiante:

¡Aquí van cantos!
rompiendo la placenta,
por vez primera,
de mujer que se parió a sí misma
en un lenguaje deseado.


Cofundadora del semillero de hermenéutica simbólica de la Universidad Tecnológica de Pereira,  Carolina Hidalgo ha dirigido numerosos talleres de Creación Literaria.  Sus poemas pueden ser leídos  en numerosas revistas y publicaciones: LA ASTILLA EN EL OJO, REVISTA DE POESÍA LUNA DE LOCOS, ANTOLOGÍA DE POESÍA TOCANDO EL VIENTO, ANTOLOGÍA DE POETAS DEL GRAN CALDAS, Antología de Ensayos MEMORIAS DE UN IMAGINARIO COLECTIVO (Universidad Tecnológica). Su primer libro de poesía DE ESTE LADO DE LAS COSAS, obtuvo beca de creación literaria Estímulos 2.011. En pocos años, Carolina Hidalgo ha logrado ser reconocida como un nuevo valor, entre los poetas colombianos. En su gesta de caminante, “por tierras de esta América”, ha comido el plato magro de los pobres. Su carne ha descansado, muchas noches,  sobre el lecho duro de los peregrinos. Sé que ella, en su periplo por el sur:

“Si en algún momento tuvo hambre, pidió pan
y un libro”
(Federico García Lorca)


Ser poeta es convocar, con el poder de la palabra, la violencia de las olas; es escuchar el canto de la savia, en su ascenso tranquilo de la raíz al tallo; es poder transcribir, de una manera  nueva, el  reclamo del amor; es permitirse contemplar, arrojado sobre el suelo, la lucha de la hierba por penetrar la piedra. Es revivir el grito jubiloso del infante que encuentra un mundo nuevo en cada despertar.

La autora de POEMAS CON UN FONDO DE AGUA nos regala, en sus poemas,  la dureza de sus imágenes, el sentido profundo  de sus versos:


Al ojo del pavo real
triparte ciencias del espíritu.
Versos donde pintura y poesía se hacen       hermanas:
La hortensia agasaja sus vestidos;
las palmeras verdean en la canícula,
y una ciudad de granos de azúcar,
se deshace sobre la mesa.


Carolina Hidalgo proclama los orígenes de su sentir poético en  fuentes milenarias. Se nombra, en sus poemas, hija del universo. Hombres, mitos y mojones, son convocados en sus versos: Onetti, los héroes griegos, arlequines y santos; Sor Juana Inés y las madonas, las cartas de la baraja, diosas y emperatrices, lecturas del I Ching; Safo y Balzac; Alfonsina recibida, amorosamente, por las algas y los peces. A su lado, Cerati, luna y payasos; Isolda,  junto a Adonis. Sangre y dolor en la hoja del cuchillo, en el encuentro de los sexos y en los pies inflamados de la  bailarina; sangre diluida en el agua que lava la violación de la doncella. Samuel Becket, y después… la novela negra.

Hay entrega de sí, fe en la palabra, anhelo de romper caminos nuevos, ansiedad de sentir el golpe de la lluvia sobre la piel desnuda, esperanza de ver correr las aguas en el cauce de los arroyos muertos. La autora de estos versos no reclama para sí: el cielo protector, los mundos de cucaña, la torre de marfil.

En cuanto se refiere a su raíz biológica: su gracia juvenil de figura de Tanagra nos muestra sus orígenes. Todos los meridianos, todos los paralelos, vienen a confluir en la magia de su carne. Pájaros de origami, cansados de su vuelo,  hallaron el reposo en el regazo  de su abuela. Arcángeles con dos pares de alas iniciaron su viaje en las manos del abuelo. Aún les vemos volar, en lo alto de las cúpulas, en  iglesias de  pueblo. Este anciano pintor alentó, con su palabra, el genio de su nieta. La madre le ha entregado, como una bella herencia, su manera tranquila de estar entre los hombres.

La poética es una manera de actuar,
Una manera de estar en el mundo
y convivir con los seres y las cosas.

ALDO PELLEGRINI.

Ser poeta es consumirse en un fuego  que se nutre de la propia carne. No existe mano amiga que  pueda sostener a los poetas, montados a horcajadas en nubes y  arco iris; buscadores de gemas en abismos insondables. No existe “ábrete sésamo” que les permita entrar, gratuitamente, en la vigilia  creativa. Toda OBRA DE ARTE , del carácter que sea, se forja en el esfuerzo silencioso y cotidiano.

Amordazar la voz de Carolina Hidalgo; negarnos a escucharla; maltratarla con la indiferencia; obligarla a transitar senderos que no le pertenecen; pedirle que se pierda en la grisura de la sobrevivencia…

Sería pintar con sangre de lagarto la más preciosa flor, acallar el lamento de los ángeles caídos, degollar una paloma; sacrificar la palabra en el último de los altares.


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