viernes, 13 de enero de 2017

ROALD DAHL [19.860]


Roald Dahl

Roald Dahl (Llandaf, Cardiff, Gales, 13 de septiembre de 1916-Oxford, Inglaterra, 23 de noviembre de 1990) fue un novelista, poeta y autor de cuentos, británico de ascendencia noruega,1 famoso escritor para niños y adultos. Entre sus libros más populares están Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante, Matilda, El gran gigante bonachón, Las brujas y Relatos de lo inesperado.

Roald Dahl nació en el distrito de Llandaff de la ciudad de Cardiff, en Gales, el 13 de septiembre de 1916, de padres noruegos, Harald Dahl y Sofie Magdalene Hesselberg de Dahl. Le impusieron el nombre de Roald en honor al explorador Roald Amundsen, considerado un héroe nacional de Noruega durante esos tiempos. Cuando Roald apenas tenía tres años, su hermana Astri murió de apendicitis y algunas semanas después su padre, Harald, falleció, víctima de una neumonía, a la edad de cincuenta y siete años. A pesar de su viudez, su madre prefirió mantener la familia en Gales a retornar a Noruega a vivir con sus parientes, para cumplir el deseo de su marido de que sus hijos fueran educados en escuelas británicas.

Roald asistió a la Escuela de la Catedral en Llandaff. A los ocho años, Roald Dahl y cuatro de sus amigos fueron azotados por el director después de poner un ratón muerto en un tarro de dulces (concretamente, de inflamofletes) en una tienda del barrio, castigo que su madre consideró desmedido, retirándolo de la escuela. Cuando tenía nueve años, Roald Dahl fue enviado a la St. Peter's School, un colegio privado en la ciudad costera de Weston-super-Mare, a la que asistió desde 1923 hasta 1929. Desde los trece años fue educado en la Repton School, en Derbyshire, donde fue ayudante del prefecto, se convirtió en capitán del equipo escolar de fives y desarrolló su interés por la fotografía. Durante sus años en Repton, Cadbury, una fábrica de chocolates, enviaba ocasionalmente cajas de sus nuevos productos a la escuela para que fueran probados por los alumnos. Dahl solía soñar con inventar una nueva barra de chocolate que sería el asombro del mismo señor Cadbury, lo que le sirvió como inspiración para escribir su segundo libro para niños, Charlie y la fábrica de chocolate.

A lo largo de su infancia y adolescencia, pasaba sus vacaciones de verano en Noruega. Su niñez es el tema de su libro, Boy (relatos de infancia), en el que insiste que dicho libro no es su autobiografía, ya que a el insiste que nunca se le ocurriría escribir una autobiografía. Roald dice que Boy (relatos de infancia) son unas historias y recuerdos de una infancia colmada de diversión.

Después de terminar el colegio, pasó tres semanas explorando Terranova con el Public Schools Exploring Society. En julio de 1934 empezó a trabajar en la empresa petrolífera Royal Dutch Shell. Tras dos años de formación en el Reino Unido, fue enviado a Dar-es-Salaam, Tanganica (actual Tanzania). Junto con los otros dos únicos empleados de Shell en todo el territorio, vivió lujosamente en la Shell House, en las afueras de Dar-es-Salaam, con un cocinero y ayudantes personales. Suministrando combustible en Tanganica, se enfrentó a hormigas y leones, entre otros peligros.

En noviembre de 1939 se unió a la Royal Air Force. Después de un viaje en coche de casi mil kilómetros desde Dar-es-Salaam hasta Nairobi, fue aceptado para el entrenamiento de vuelo junto con otros dieciséis candidatos, trece de los cuales morirían en combate aéreo más tarde. Con siete horas y cuarenta minutos de experiencia en su De Havilland Tiger Moth, comenzó a volar solo y apreció la vida silvestre de Kenia durante sus vuelos. Continuó con el entrenamiento avanzado en Habbaniya (ochenta kilómetros al oeste de Bagdad), Irak. Tras seis meses volando Hawker Harts, fue nombrado oficial y asignado al escuadrón número 80 de la RAF, volando obsoletos Gloster Gladiator. Dahl se sorprendió al descubrir que no sería entrenado en combate aéreo ni en cómo volar los Gloster Gladiators.

El 19 de septiembre de 1940, Dahl volaría su Gladiator desde Abu Suweir, en Egipto, hasta Amiriya para recargar combustible, y luego hasta Fouka, Libia, por una segunda carga. Desde ahí volaría a la pista del escuadrón 80, cincuenta kilómetros al sur de Mersah Matruh. En el tramo final, no pudo encontrar la pista y, corto de combustible y con la noche cayendo, se vio forzado a intentar un aterrizaje en el desierto. Desafortunadamente, el tren de aterrizaje golpeó una roca y el avión se estrelló. Roald se fracturó el cráneo, se rompió la nariz y quedo ciego. Logró arrastrarse lejos del avión en llamas, y se desmayó. Más tarde, escribió acerca del accidente en su primer trabajo publicado. En una investigación de la RAF acerca del suceso, se descubrió que la ubicación a la que se le había ordenado volar era completamente incorrecta, habiendo sido enviado a una zona entre las fuerzas británicas e italianas.

Dahl fue rescatado y llevado a un puesto de primeros auxilios en Mersah Matruh, donde recuperó la conciencia (aunque no la vista), y fue trasladado en tren al hospital de la Royal Navy en Alejandría. Allí se enamoró de una enfermera, Mary Welland, que fue la primera persona que vio al recuperar la vista, tras ocho semanas de ceguera. Los doctores dijeron que no había ninguna posibilidad de que volviese a volar, pero en febrero de 1941, cinco meses después de ingresar al hospital, fue dado de alta y pasado a tareas de vuelo. En esos momentos, el escuadrón número 80 se encontraba en Elevsis, cerca de Atenas, Grecia, combatiendo junto con la British Expeditionary Force contra las fuerzas del Eje, sin esperanzas de derrotarlos. Ahora en un Hawker Hurricane, en abril de 1941, Dahl atravesó el mar Mediterráneo para finalmente unirse a su escuadrón en Grecia, seis meses después de convertirse en miembro.

Allí conoció a un cabo cínico que se preguntaba cuánto tiempo sobreviviría el nuevo avión, acompañado sólo por catorce Hurricanes y cuatro Bristol Blenheims en toda Grecia, contra miles de aviones enemigos. El líder del escuadrón tampoco se mostraba entusiasmado por tener sólo un nuevo piloto. De todos modos, Roald se hizo amigo de David Coke, quien, si no hubiese muerto más tarde en combate, se hubiese convertido en Earl de Leicester.

Dahl tuvo su primera acción sobre Calcis, donde Junkers Ju 88s se encontraban bombardeando barcos. Sólo con su Hurricane contra seis bombarderos, logró derribar uno. Escribió sobre todos estos incidentes en su libro autobiográfico Volando solo.

Más tarde prestó servicio en Siria.

Comenzó a escribir en 1942, cuando fue trasladado a Washington, como agregado aéreo adjunto. Su primer trabajo publicado, aparecido en la edición del Saturday Evening Post el 1 de agosto de 1942, fue un cuento titulado «Pan comido», describiendo su accidente con el Gloster Gladiator. El título original en inglés era «A piece of cake», pero fue cambiado a «Shot down over Libya» («Derribado sobre Libia»). A pesar de que el accidente no tuvo nada que ver con la acción enemiga.

Estuvo casado durante treinta años (desde 1953 hasta 1983), con la actriz estadounidense Patricia Neal. Tuvieron cinco hijos (incluyendo a la autora Tessa Dahl), uno de los cuales, Olivia Twenty Dahl, falleció de encefalitis por el virus de sarampión a la edad de siete años, en 1962. Theo, su único hijo varón, sufrió un accidente durante su infancia que le provocó hidrocefalia. Como resultado, su padre se involucró en el desarrollo de lo que más tarde se conocería como válvula de Wade-Dahl-Till, un dispositivo para aliviar esta condición.2 Su hija Ophelia Dahl es directora y cofundadora (junto con el doctor Paul Farmer) de Partners in Health, una organización sin fines de lucro dedicada a proveer cuidados médicos a algunas de las más empobrecidas comunidades del mundo. La hija de Tessa, e inspiración para un personaje de El gran gigante bonachón, es la modelo y autora Sophie Dahl. En 1983, se casó con Felicity Ann d'Abreu Crosland, la mejor amiga de su primera esposa.

Murió de leucemia el 23 de noviembre de 1990, en su casa, Gipsy House, en Great Missenden, Buckinghamshire, a la edad de setenta y cuatro años y fue enterrado en el cementerio de la parroquia de San Pedro y San Pablo. En su honor, la Roald Dahl Children's Gallery fue inaugurada en el Bucks County Museum, en la cercana Aylesbury. Los compromisos solidarios de Dahl en los campos de la neurología, la hematología y la alfabetización han sido continuados tras su muerte a través de la Roald Dahl Foundation. En junio de 2005, el Roald Dahl Museum and Story Centre fue inaugurado en Great Missenden para celebrar el trabajo de Roald Dahl y avanzar en sus esfuerzos en la alfabetización.

Escritura

Impulsado por Cecil Scott Forester, Dahl escribió su primer trabajo publicado, Pan comido, que fue comprado por el Saturday Evening Post.

Su primer libro para niños fue Los Gremlins, que trataba de unas pequeñas criaturas malvadas que formaban parte del folclore de la RAF, fue publicado en 1943; el libro había sido encargado por Walt Disney para la película Gremlins. Dahl continuó creando algunas de las historias para niños más conocidas del siglo XX, tales como Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, James y el melocotón gigante, Los Cretinos o Boy (Relatos de Infancia) donde cuenta su infancia.

Paralelamente, tuvo una exitosa carrera como escritor de macabros cuentos para adultos, usualmente apelando al humor negro y a los finales sorpresivos. Muchos de ellos fueron originalmente escritos para revistas estadounidenses, tales como Ladies Home Journal, Harper's, Playboy y The New Yorker, y luego recogidos en antologías, ganando la aclamación mundial para el autor. Dahl escribió más de sesenta cuentos y han aparecido en numerosas colecciones, algunas sólo publicadas en forma de libro después de su muerte.

Uno de sus cuentos para adultos más famosos, Hombre del Sur (The smoker o Man from the South), fue filmado como un episodio de Alfred Hitchcock Presenta, y fue además adaptada en el segmento de Quentin Tarantino de la película de 1995 Four Rooms. Su colección de cuentos Relatos de lo inesperado fue adaptada para una exitosa serie de televisión del mismo nombre. Algunos de sus cuentos son supuestamente extractos del diario de su (ficticio) tío Oswald, un caballero rico cuyas hazañas son el tema de estas historias.

Por un breve período en los años 1960, Dahl escribió guiones para obtener dinero. Dos de ellos, la película de James Bond, Sólo se vive dos veces (You only live twice) y Chitty Chitty Bang Bang, fueron adaptaciones de novelas de Ian Fleming. Además, adaptó su propio trabajo para realizar Willy Wonka y la fábrica de chocolate, de 1971.

Memories with Food at Gipsy House, escrito con su esposa Felicity y publicado póstumamente en 1991, es una mezcla de recetas, recuerdos familiares y reflexiones de Dahl acerca de sus temas favoritos, como el chocolate, las cebollas...

Muchos de sus libros infantiles tienen ilustraciones de Quentin Blake.

Controversias

La controversia del Literary Review

En el verano de 1983, Dahl escribió una crítica para el Literary Review de God Cried, un libro ilustrado sobre la Guerra del Líbano de 1982 del escritor del Newsweek Tony Clifton. Según Clifton, durante la guerra los israelíes mataron a miles de civiles beirutíes al bombardear escuelas, hospitales y bloques de apartamentos indiscriminadamente. La crítica de Dahl sentenciaba que durante esta invasión fue cuando «todos empezamos a odiar a Israel» y que el libro haría a los lectores «violentamente anti-israelíes». Según el biógrafo Jeremy Treglown, Dahl había escrito en un principio «cuando todos empezamos a odiar a los judíos», pero el editor de Literary Review Gillian Greenwood cambió entonces el término de Dahl «judíos» a «israelíes».3 Dahl insistiría posteriormente diciendo «No soy antisemita. Soy anti-Israel»."3

Dahl contó a un periodista en 1983 que «hay un rasgo en el carácter judío que provoca aversión... Quiero decir que siempre hay una razón por la cual lo anti-algo crece en cualquier sitio; incluso un apestoso como Hitler no los escogió a ellos sin razón.»3 4 No obstante, según Treglown, Dahl mantenía amistad con un puñado de individuos judíos. El filósofo judío Isaiah Berlin, que estuvo en el ejército junto a Dahl en Washington durante la Segunda Guerra Mundial,5 dijo: «pienso que pudo decir cualquier cosa. Pudo haber sido pro-árabe o pro-judío. No hay ni una sola línea consistente. Era un hombre que se guiaba por caprichos, lo que quiere decir que arremetería en cualquier dirección, por decirlo de alguna manera».3

Años después, Dahl incluyó un compasivo episodio acerca de refugiados germano-judíos en su libro Volando solo, y en otra ocasión dijo que se oponía a la injusticia, no a los judíos.6 Creía que los medios de comunicación habían suprimido detalles sobre las acciones militares israelíes tales como la matanza de civiles, y mantenía su firme postura política contra Israel, diciendo en el periódico británico The Independent poco antes de morir en 1990: «Desde luego que soy anti-israelí; y me he vuelto antisemita de la misma manera en que un judío en Inglaterra podría fervientemente defender el sionismo. Creo que deberían ver ambas caras. Es el tema de siempre: sabemos sobre los judíos y el resto del asunto. No hay editores no-judíos en ningún lado; controlan los medios de comunicación —lo cual resulta muy inteligente— y es por eso por lo que el presidente de los Estados Unidos tiene que vender todos esos bártulos militares a Israel».7

Ficción infantil

Los trabajos infantiles de Dahl están contados usualmente desde el punto de vista de un niño, frecuentemente involucrando villanos adultos que odian y tratan mal a los niños, y presentando al menos un buen adulto que contrarresta a los villanos. Usualmente contienen gran cantidad de humor negro y escenarios grotescos. Las Brujas y Matilda son dos claros ejemplos. El gran gigante bonachón sigue este modelo en un modo más analógico, con el buen gigante representando el arquetipo de buen adulto y los otros gigantes siendo los malos adultos. Esta fórmula es en parte evidenciada en el guion de Dahl para Chitty Chitty Bang Bang.

Prosa para niños

Los gremlins (The Gremlins, 1943)
James y el melocotón gigante (James and the Giant Peach, 1961)
Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 1964)
El dedo mágico (The Magic Finger, 1966)
El Súperzorro o Fantastic Mr Fox (Fantastic Mr Fox, 1970)
Charlie y el gran ascensor de cristal (Charlie and the Great Glass Elevator, 1973). Secuela de Charlie y la fábrica de chocolate
Danny el campeón del mundo (Danny, the Champion of the World, 1975)
El cocodrilo enorme (The Enormous Crocodile, 1978)
Los Cretinos (The Twits, 1980)
La maravillosa medicina de Jorge (George's Marvellous Medicine, 1981)
El gran gigante bonachón (The BFG, 1982)
Las Brujas (The Witches, 1983)
La jirafa, el pelícano y el mono (The Giraffe and the Pelly and Me, 1985)
Matilda (Matilda, 1988)
Agu Trot (Esio Trot, 1990)
El vicario que hablaba al revés (The Vicar of Nibbleswicke, 1991), obra póstuma
Los Mimpins (The Mimpins, 1991), obra póstuma

Poesía para niños

Cuentos en verso para niños perversos (1982)
¡Qué asco de bichos! (1984)
Puchero de rimas (1989)

Ficción para adultos

Novelas

Sometime Never: A Fable for Supermen (1948)
Mi tío Oswald (My Uncle Oswald, 1979)

Antologías de cuentos en español

Dos fábulas
El gran cambiazo, (Switch bitch, 1974)
Génesis y catástrofe, (Genesis and Catastrophe: A True Story, 1980)
Historias extraordinarias, (The Wonderful Story of Henry Sugar and Six More, 1977)
La venganza es mía S.A., (Vengeance is Mine Inc., 1980)
Relatos de lo inesperado, (Tales of the Unexpected, 1979)
Los mejores relatos de Roald Dahl
Ver la Lista de cuentos de Roald Dahl.

Autobiográficos

Niño (relatos de infancia) (Boy: Tales of Childhood, 1984). Cuenta su vida hasta la edad de veinte años, centrándose en la educación británica de comienzos del siglo XX.
Volando solo (Going Solo, 1986). Continuación del anterior, cuenta su vida como empleado de Shell y su participación en la Segunda Guerra Mundial.
Memories with food at Gipsy House (1991)
Roald Dahl's Guide to Railway Safety (1991)
Mi año (My Year, 1993)

Teatro

The Honeys (1955). Representado en el Longacre Theatre, Broadway.

Guiones

Cine

Sólo se vive dos veces (You only live twice, 1967)
Chitty Chitty Bang Bang (1968)
The night digger (1971)
Charlie y la fábrica de chocolate (1971)
Las brujas (1983)
Matilda (película) (1996)
Charlie y la fábrica de chocolate (2005)
James y el melocotón gigante
Fantastic Mr. Fox (2009)
" MI GRAN AMIGO GIGANTE 2016

Televisión

Suspense (Estados Unidos, 1949-1954).
Cameo Theatre (Estados Unidos, 1950-1955).
Alfred Hitchcock presenta (Estados Unidos, 1955-1962).
Way out (Estados Unidos, 1961).
That was the week that was (Reino Unido, 1962-1963).
Thirty-minute theatre (Reino Unido, 1965-1973).
Late night horror (Estados Unidos, 1968).
Roald Dahl fue también presentador de los programas Way out y Tales of the unexpected (en su primera temporada).





Poemas y canciones de Roald Dahl
ROALD DAHL. Varios ilustradores.
Poemas y canciones (recopilatorio).
Alfaguara Infantil y Juvenil. 2006.



LA CANCIÓN DEL CIEMPIÉS
de JAMES Y EL MELOCOTÓN GIGANTE

He comido en mi vida muchas cosas
y todas refinadas y sabrosas.
He comido cebadas tijeretas
y sapitos en salsa de ajo y setas.
He comido ratones con arroz
(aunque luego padezco ardor atroz).

Guisados por los chefs de más renombre,
he probado los piojos de un gran hombre.
Y he comido ranitas con relleno
y también caracoles con su cieno
y avispas estofadas,
y moscas braseadas.
Y cochinillas en salsa picante
que son aperitivo estimulante.

Las huevas de un pez raro, el espinillo,
resultan estupendas al ajillo.
Y las alas del gran escarabajo
me encantan, aunque dan mucho trabajo.
Los pulgones con sal y mantequilla
son cosas que me va de maravilla.
Y adoro las morcillas
de crías de chinchillas.

Me enloquecen los ojos de besugo
cocidos lentamente y en su jugo.
Y no hay nada más rico
que cabeza de mantis con su pico.
Las larvas de moscón son cosa buena,
un plato inmejorable como cena.

Hay chinches que asaditas en su grasa
perfuman con su aroma media casa
y las empanadillas
de tripas de polillas
bien fritas y adornadas con un huevo
son algo que me deja como nuevo.
Los sesos de mosquito
son algo delicioso y exquisito,
y están ricas las patas de centolla
guisadas con cebolla.



EL VITA-WONKA
DE WILLY WONKA

Si ya estás viejo y acabado,
si eres un ser malhumorado
porque te duelen los riñones,
crujen las articulaciones,
las piernas ya no te sostienen,
entonces hazme caso a mí;
¡el Vita-Wonka es para ti!
¡Te sentirás fortalecido,
feliz y rejuvenecido!
Tu piel se volverá rosada,
tus ojos se harán más brillantes
y volverás a ser como antes.



La rana y el caracol
(fragmento)

Todo empezó en Escocia: en el arranque
estaba yo jugando en el estanque.
Allí, sin calcetines ni zapatos,
me suelo yo pasar mis grandes ratos.
Ayer, mientras jugaba, de repente,
vino alguien y dijo amablemente:
"Amigo, buenos días, ¿cómo estás?"
Yo me volví a mirar qué había detrás
y vi una rana colosal, gigante,
una rana de un verde deslumbrante.
La rana preguntó: "¿Qué te parezco?
¿No vas a decir nada? ¿No merezco
que admires estas patas? ¡Son tan finas!
¿Y has visto mi color? Dime, ¿qué opinas?
Seguro que jamás viste en tu ida
una rana tan verde y distinguida."
Le dije la verdad, que parecía
la hermana de mi madre, tía Lucía.
"Seguro que a tu tía gano en salto.
Seguro quemi salto es el más alto."
Vamos, sube a mi espalda, que te invito
a que vengas a darte un paseíto."
Trepé sobre su espalda y ¡aj, que cosa!
estaba fría, rígida y viscosa.
"Agarrate bien fuerte, amigo mío,
porque voy a saltar con todo brío".
Y ¡vaya si saltó!, ¡menudo salto!
jamás me vi tan lejos, ni tan alto.
VOlamos tan arriba y de tal suerte
quepensé que saltaba hacia la muerte.
Silbaban y zumbaban mis oídos;
los ojos me lloraban, escocidos...
Me sujeté con fuerza. Saltó más.
"Rana, guapita, dime adónde vas..."
Y la rana me dijo sonriente:
"De momento viajamos hacia oriente",
y luego presumió: "¿Te maravillas?
Cada salto que doy son veinte millas".
Habíamos viajado sin parar
desde el morte de Escocia hasta llegar
a las rocas de Doveer, que son blancas,
y la rana bajó y posó sus ancas:
"Esa franja de mar que ves tan ancha
es el canal que llaman de la Mancha.
La costa de este lado es Inglaterra
y aquello que esta allí, aquella otra tierra
que está en la orilla opuesta, pues es Francia.
Y no lo digo yo por arrogancia,
pero yo pego u nbrinco desde aquí
y sólo en un momento estoy allí".
"Yo veo peligroso y arriesgado",
le dije, "un salto así, de lado a lado.
No me gusta la idea de acabar
en el fondo del mar, no se nadar..."
La rana no me oyño, no me escuchó,
nada de lo que dije le importó.
Las ranas no hacen caso, les da igual
lo que pueda decirles un chaval.
Así que fue y saltó, ¡y era volar!
¡La rana y yo saltamos sobre el mar!



"Cuentos en verso para niños perversos" de Roald Dahl

En "Cuentos en verso para niños perversos", Roald Dahl hace gala de su peculiar ingenio y visión de la vida. La versión de Dahl sobre los cuentos clásicos (Caperucita, Cenicienta, Los tres cerditos, etc.) es extremadamente graciosa y reveladora para los niños. Una nueva mirada sobre la realidad de nuestros sueños de siempre.


LA CENICIENTA

"¡Si ya nos la sabemos de memoria!", 
diréis. Y, sin embargo, de esta historia
 tenéis una versión falsificada,
 rosada, tonta, cursi, azucarada,
que alguien con la mollera un poco rancia
 consideró mejor para la infancia...
El lío se organiza en el momento
 en que las Hermanastras de este cuento
 se marchan a Palacio y la pequeña
se queda en la bodega a partir leña. 
Allí, entre los ratones llora y grita,
 golpea la pared, se desgañita: 
"¡Quiero salir de aquí! ¡Malditas brujas! 
¡¡Os arrancaré el moño por granujas!!". 
Y así hasta que por fin asoma el Hada
 por el encierro en el que está su ahijada. 
"¿Qué puedo hacer por ti, Ceny querida?
 ¿Por qué gritas así? ¿Tan mala vida 
te dan esas lechuzas?". "¡Frita estoy
 porque ellas van al baile y yo no voy!".
 La chica patalea furibunda: 
"¡Pues yo también iré a esa fiesta inmunda! 
¡Quiero un traje de noche, un paje, un coche,
 zapatos de charol, sortija, broche, 
pendientes de coral, pantys de seda
 y aromas de París para que pueda
 enamorar al Príncipe en seguida 
con mi belleza fina y distinguida!". 
Y dicho y hecho, al punto Cenicienta,
 en menos tiempo del que aquí se cuenta, 
se personó en Palacio, en plena disco,
dejando a sus rivales hechas cisco.
Con Ceny bailó el Príncipe rocks miles
 tomándola en sus brazos varoniles
 y ella se le abrazó con tal vigor
 que allí perdió su Alteza su valor,
y mientras la miró no fue posible 
que le dijera cosa inteligible.
 Al dar las doce Ceny pensó: "Nena,
como no corras la hemos hecho buena",
 y el Príncipe gritó: "¡No me abandones!", 
mientras se le agarraba a los riñones, 
y ella tirando y él hecho un pelmazo
 hasta que el traje se hizo mil pedazos.
 La pobre se escapó medio en camisa, 
pero perdió un zapato con la prisa. 
el Príncipe, embobado, lo tomó 
y ante la Corte entera declaró: 
"¡La dueña del pie que entre en el zapato
 será mi dulce esposa, o yo me mato!".
 Después, como era un poco despistado,
 dejó en una bandeja el chanclo amado.
 Una Hermanastra dijo: "¡Ésta es la mía!",
 y, en vista de que nadie la veía,
 pescó el zapato, lo tiró al retrete
 y lo escamoteó en un periquete.
 En su lugar, disimuladamente,
 dejó su zapatilla maloliente.
En cuanto salió el Sol, salió su Alteza
 por la ciudad con toda ligereza
 en busca de la dueña de la prenda.
 De casa en casa fue, de tienda en tienda,
 e hicieron cola muchas damiselas
sin resultado. Aquella vil chinela,
 incómoda, pestífera y chotuna,
 no le sentaba bien a dama alguna.
 Así hasta que fue el turno de la casa
 de Cenicienta... "¡Pasa, Alteza, pasa!",
 dijeron las perversas Hermanastras
y, tras guiñar un ojo a la Madrastra,
 se puso la de más cara de cerdo
 su propia zapatilla en el pie izquierdo.
 El Príncipe dio un grito, horrorizado,
 pero ella gritó más: "¡Ha entrado! ¡Ha entrado!
 ¡Seré tu dulce esposa!". "¡Un cuerno frito!".
 "¡Has dado tu palabra. Principito,
precioso mío!". "¿Sí? -rugió su Alteza.
 --¡Ordeno que le corten la cabeza!".
 Se la cortaron de un único tajo
y el Príncipe se dijo: "Buen trabajo.
 Así no está tan fea". De inmediato
 gritó la otra Hermanastra: "¡Mi zapato!
¡Dejad que me lo pruebe!". "¡Prueba esto!",
bramó su Alteza Real con muy mal gesto
y, echando mano de su real espada,
 la descocorotó de una estocada;
 cayó la cabezota en la moqueta,
 dio un par de botes y se quedó
quieta... 
En la cocina Cenicienta estaba
 quitándoles las vainas a unas habas
 cuando escuchó los botes, -pam, pam, pam-
 del coco de su hermana en el zaguán,
 así que se asomó desde la puerta
 y preguntó: "¿Tan pronto y ya despierta?".
 El Príncipe dio un salto: "¡Otro melón!",
 y a Ceny le dio un vuelco el corazón.
 "¡Caray! -pensó-. ¡Qué bárbara es su alteza!
 con ese yo me juego la cabeza...
 ¡Pero si está completamente loco!".
 Y cuando gritó el Príncipe: "¡Ese coco!
 ¡Cortádselo ahora mismo!", en la cocina
 brilló la vara del Hada Madrina.
 "¡Pídeme lo que quieras, Cenicienta,
 que tus deseos corren de mi cuenta!".
 "¡Hada Madrina, -suplicó la ahijada-,
no quiero ya ni príncipes ni nada
 que pueda parecérseles! Ya he sido 
Princesa por un día. Ahora te pido
 quizá algo más difícil e infrecuente:
 un compañero honrado y buena gente.
 ¿Podrás encontrar uno para mí,
 Madrina amada? Yo lo quiero así...".
Y en menos tiempo del que aquí se cuenta
se descubrió de pronto Cenicienta
a salvo de su Príncipe y casada
 con un señor que hacía mermelada.
Y, como fueron ambos muy felices,
nos dieron con el tarro en las narices.



Caperucita Roja y el Lobo – Roald Dahl

Estando una mañana haciendo el bobo
le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,
así que, para echarse algo a la muela,
se fue corriendo a casa de la Abuela.

—¿Puedo pasar, Señora?, —preguntó.

La pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando:

—¡Este me come de un bocado!.

Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.

Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:

—Sigo teniendo un hambre aterradora…
¡Tendré que merendarme otra señora!.

Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:

—¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!”

…que así llamaba al Bosque la alimaña,
creyéndose en Brasil y no en España-.

Y porque no se viera su fiereza,
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.

Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: —¿Cómo estás, abuela mía?

Por cierto, ¡Me impresionan tus orejas!.
—Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas.

—¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes!”.

—Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista,
—dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente.

De repente
Caperucita dijo: —¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!”.

El Lobo, estupefacto, dijo: —¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!

¿Me estás tomando el pelo…?
Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa”.
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revólver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y -¡Pam!- allí cayó la buena pieza.

Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque…
¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.




LOS TRES CERDITOS

El animal mejor que yo recuerdo
es, con mucho y sin duda alguna, el cerdo.
El cerdo es bestia lista, es bestia amable,
es bestia noble, hermosa y agradable.
Mas, como en toda regla hay excepción,
también hay algún cerdo tontorrón.
Dígame usted si no: ¿qué pensaría
si, paseando por el Bosque un día,
topara con un cerdo que trabaja
haciéndose una gran casa... de paja?

El Lobo, que esto vio, pensó: "Ese idiota
debe estar fatal de la pelota...
"¡Cerdito, por favor, déjame entrar!".
"¡Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar!".
"¡Pues soplaré con más fuerza que el viento
y aplastaré tu casa en un momento!".

Y por más que rezó la criatura
el lobo destruyó su arquitectura.
"¡Qué afortunado soy! -pensó el bribón-.
¡Veo la vida de color jamón!".
Porque de aquel cerdito, al fin y al cabo,
ni se salvó el hogar ni quedó el rabo.

El Lobo siguió dando su paseo,
pero un rato después gritó: "¿Qué veo?
¡Otro lechón adicto al bricolaje
haciéndose una casa... de ramaje!
¡Cerdito, por favor, déjame entrar!".
"¡Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar!".
"¡Pues soplaré con más fuerza que el viento
y aplastaré tu casa en un momento!".
Farfulló el Lobo: "¡Ya verás, lechón!",
y se lanzó a soplar como un tifón.
El cerdo gritó: "¡No hace tanto rato
que te has desayunado! Hagamos un trato...".
El Lobo dijo: "¡Harás lo que yo diga!".
Y pronto estuvo el cerdo en su barriga.
"No ha sido mal almuerzo el que hemos hecho,
pero aún no estoy del todo satisfecho
-se dijo el Lobo-. No me importaría
comerme otro cochino a mediodía".
De modo que, con paso subrepticio,
la fiera se acercó hasta otro edificio
en cuyo comedor otro marrano
trataba de ocultarse del villano.

La diferencia estaba en que el tercero,
de los tres era el menos majadero
y que, por si las moscas, el muy pillo
se había hecho la casa... ¡de ladrillo!
"¡Conmigo no podrás!", exclamó el cerdo.
"¡Tú debes de pensar que yo soy lerdo!
-le dijo el Lobo-. ¡No habrá quien impida
que tumbe de un soplido tu guarida!".
"Nunca podrá soplar lo suficiente
para arruinar mansión tan resistente",
le contestó el cochino con razón,
pues resistió la casa el ventarrón.
"Si no la puedo hacer volar soplando,
la volaré con pólvora... y andando",
dijo la bestia, y el lechón sagaz
que aquello oyó, chilló: "¡Serás capaz!"
y, lleno de zozobra y de congoja,
un número marcó: "¿Familia Roja?".

"¡Aló! ¿Quién llama? -le contestó ella-.
¡Guarrete! ¿Cómo estás? Yo aquí, tan bella
como acostumbro, ¿y tú?". "Caperu, escucha.
Ven aquí en cuanto salgas de la ducha".
"¿Qué pasa?", preguntó Caperucita.
"Que el Lobo quiere darme dinamita,
y como tú de Lobos sabes mucho,
quizá puedas dejarle sin cartuchos".
"¡Querido marranín, porquete guapo!
Estaba proyectando irme de trapos,
así que, aunque me da cierta pereza,
iré en cuanto me seque la cabeza".

Poco después Caperu atravesaba
el Bosque de este cuento. El Lobo estaba
en medio del camino, con los dientes
brillando cual puñales relucientes,
los ojos como brasas encendidas,
todo él lleno de impulsos homicidas.
Pero Caperucita, -ahora de pie-
volvió a sacarse el arma del corsé
y alcanzó al Lobo en punto tan vital
que la lesión le resultó fatal.
El cerdo, que observaba ojo avizor,
gritó: "¡Caperucita es la mejor!".

¡Ay, puerco ingenuo! Tu pecado fue
fiarte de la chica del corsé.
Porque Caperu luce últimamente
no sólo dos pellizas imponentes
de Lobo, sino un maletín de mano
hecho con la mejor... ¡piel de marrano!








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