jueves, 15 de enero de 2015

HERNÁN MALLAMA ROUX [14.481] Poeta de Colombia


Hernán Mallama Roux

Nació en Roldanillo Valle, Colombia un primero de Mayo de 1973. Licenciado en Español y Comunicación Audiovisual de la Universidad Tecnológica de Pereira y Especialista en Gerencia Informática de la Universidad “Remington”. Es profesor de Literatura dedicado a la investigación educativa desde hace 23 años. Ganador del Concurso Departamental de Poesía: Sindicato de Educadores de Risaralda en los años 2000 y 2013. Ha publicado los libros “Hoguera en Eclipsiris” 1999, “Extasis” Poesía al desamor. 2003. y Enfisemas: “Poemas para sobrevivir despacio” Lanzado en el Consulado Colombiano en New York en Junio de 2013. Edición exclusiva para U.S.A. Coautor del libro de cuentos “Sueños Móviles” publicado por el Ministerio de Cultura y La Compañía Creativa “Trazasueños” Sus poemas han sido publicados en periódicos y revistas culturales regionales. Recibió el reconocimiento del Instituto de Cultura de Pereira por sus aportes literarios a la ciudad en 2009.


1er Movimiento: OLFATEANDO

Mi patria tiene el aroma de las cosas únicas,
una fragancia que deambula felizmente entre los semáforos y las estatuas 
dejando un suave estupor,
una lánguida sensación antiséptica.

Mi patria huele a muertos olvidados en los callejones de la plutocracia,
a mandarinas recién mordidas y a ramos benditos, 
a pecados recién redimidos y a muchachas y a procesiones,
a descarados dioses y santos que llevan esta humanidad a un tierno exterminio.

A eso huele.

Pero también a mendigos
y a vientres sincrónicos que se contonean gratuitamente
y a transpiradas bocas que cobran por adelantado.

Y a loquitos que escuchan a Lennon y suspiran
desencantados por el mundo 
y sus pavimentadas fronteras a medio dollar del colapso.
Huele a una vergüenza fresca y colectiva
que se instaura en las comisuras del abandono y el hambre.
También huele a eso.

Mi patria, definitivamente tiene el olor de la sandía recién abierta,
esa poderosa fetidez del carmín profundo derramándose desde adentro
sobre el inmenso verde que la rodea.





2do Movimiento A UN HOMBRE POSTMODERNO

¡Huyó la vida!
Colgada tristemente en las plumas de los pájaros
que emigraron a otras constelaciones
o arrastrándose por los charcos en las aceras
del siglo XXI.

El hombre no vale una hoja al viento
porque aprendió a caminar sin sueños,
sus ojos se ocultaron tras la desdicha
perdiendo el rumbo al infinito.

Se llenaron de hastío las escuelas
y las iglesias,
las palabras se deshicieron en arena 
y poblaron de desiertos la poesía.

¡Huyó la vida!
y tristemente te quedaste sin nada,
vacío por dentro
y por fuera,
por el sur y el occidente.

¡Huyó la vida!
y la esperanza,
y te dejó rondando un pregunta:

¿Después de la desidia 
y la guerra,
después del silencio
y la devastación,
para qué nos servirá el petróleo,
las ostentosas ciudades del olvido
y los niños en las fotografías?





CAFÉ PARA DOS

Tu voz fue derramándose en cada faro. 
―La distancia―
Un hilo líquido y opaco
que hizo estragos en la garganta 
apurada por los sollozos. 

Me miraste desde la lejanía,
como si no estuvieras a mi lado,
como si nuestro aliento
fuera una infranqueable muralla
y nuestros labios
amargas fronteras
sin ecos, sin horizontes, sin historias. 
―El silencio―
Ven. ¡Quédate aquí! 
Justo al frente de esta batalla
que empieza a doler.

De la serie: Poemas Ociosos




CASI METRÓPOLI

Las callejuelas de mi ciudad 
son una dolorosa huella de guerra,
una vía láctea
que orbita alrededor de la tristeza,
una sombra corrupta y borrosa
que se abre paso (lenta, dulcemente)
como un costal de arrugas abandonadas
entre los semáforos y la tarde.

Las callejuelas de mi ciudad
son una disculpa, un presupuesto
lleno de huecos, de hambre,
de aromas que se acompasan y cuelgan,
de gritos, estertores y marasmos
que caen desde los apartamentos,
una pequeña hendidura sin sutura, 
un pretexto, una perorata en el discurso 
del candidato.

Las callejuelas de mi ciudad
sin tu piel errante como una profecía,
sin tu sonrisa orgásmica y milenaria,
sin tu voz como una esencia en el viento
que se desvanece y gira,
deja lugar para el luto
la incertidumbre, 
el monólogo,
deja al mundo y sus corbatas
morir de hombre en hombre.

Del libro: ENFISEMAS. “Poemas para sobrevivir despacio”





EN—FI—SEMAS

Este arte de amarte
con signos y significados,
con semas y lexemas
y a…mor…femas
me ha dejado
finalmente fiel
fibroso, finito, cuando no firme.
Finjo,
finges.
Fieras que 
fisgonean fijamente
el intermedio y el principio.
Fiebre que acosa, fisura,
fijaste en mis ojos tus ojos
asechando las pardas mareas
fijamente como a través de un espejo
Síntoma, 
enfisema,
instinto…
Y a pesar de todo,
oblicuo, burbujeante,
final.

Del libro: ENFISEMAS. “Poemas para sobrevivir despacio”




JAZZ PARA UN NUEVO CIELO 3er Movimiento: JE VEUX

Quand la verité n'est pas libre, la liberté n'est pas vraie
Jacques Prévert

Quiero conquistar la sombra del árbol, donde vivir no sea un misterio, 
ni una lotería sin probabilidades, ni una isla llamada utopía
extraviada en un mar de escepticismo.

Brotar en un prado donde las sonrisas abran sus capullos, se levanten tras las cometas y los aguaceros,
donde cada niño desconozca la palabra imposible
y la esperanza sea un título de propiedad endosado desde el nacimiento.

Tallar una cama habitable y abundante donde se extravíe el amor,
que en cada estación un nuevo vértigo abra sus alas y emigre 
buscando lágrimas abandonadas en la guerra para revelarles otros horizontes.

Quiero fundar un verso contundente como el silencio, sin paliativos, un poema sin conservantes
que hable de la tierra fecunda y del ritual cósmico de las mariposas cuando florecen
y fugaces llenan de revoloteos el hondo precipicio de los enamorados.

Construir un río desbocado que abarque las fronteras del rencor hasta diluirlas. Un río diáfano
donde naveguen los labios resecos que jamás pronunciaron su bocanada de tiempo,
un río que surque bosques hasta hundirse en las profundidades del delirio.

Y un retazo de historia en el que los hombres no carguen muertos innecesarios entre sus relojes,
ni justificaciones bordadas en un brazalete.
Un peu de liberté est suffisante, un peu vrai est nécessaire
pour nous lever des maquereaux que nous habitons comme patrie




PASAJERO DE SÍ MISMO

Y llegarás a conocer el mundo
tan pálido y borroso como lo dibujó tu padre,
los días se quemarán a la sombra de los árboles
y se anegará de silencios 
la sonrisa de los columpios en ruinas.

Cada quien deambulará su propia nostalgia
en las avenidas del odio.
El tiempo será vértigo y nausea,
y valdrá un centavo
saber que existes,
o que aún escuchas a los Beatles,
o que copulas juiciosamente
cada martes.

La salvación será una semilla
demasiado estéril para sembrarla 
en las cavidades del sacrificio.
Tu abuelo te lo confesó aquella tarde
cuando te heredó un libro.
(Tu primer viaje,
el único,
hacia el paraíso)

Ahora te despides
desde el jardín del exilio
y vuelves la espalda para marcharte
sin ver florecer los remordimientos

Del libro inédito: Colección de Nostalgias.





PERSPECTIVA

Adentro: 
El café es una milonga oscura,
una melodía que tiñe de sombras
los atardeceres.
Una amarga voz que detiene
la sangre en las venas,
y luego,
la sílaba jamás pronunciada
―confinada al más absoluto silencio―
adquiere la forma del río,
y allí, con su esqueleto húmedo
hacerse significado,
un impulso incontenible y cálido.
Un misterio merodeando itinerarios
una boca sorbiendo veranos.

Afuera:
La lluvia.

De la serie: Poemas Ociosos



PROMISCUA BALADA

I

Después de tu vientre queda
una desgastada mansedumbre de polvo
una sonrisa colgada del pocillo
una amarga satisfacción
que emerge como una muerte hambrienta.

Eres afán
peregrina exhausta
de mis entrañas.

Una mano que se agita
eyaculando adioses
en la tarde
o el asombro transeúnte
que se hace milagro
en alguna residencia.


II

Bordados pasos en el andén
conteniendo la fuga
el músculo
el hambre.

Tu sonrisa en el marco de la puerta
dueña del frio y la noche
dueña de la sedienta piedra
del billete que anida el pecho.

Tus manos jamás
me llamarán de nuevo por mi nombre
las estaciones cruzarán falanges
dejando surcos profundos
para la tristeza
y la culpa.

Llueve…
Un bolsillo con cinco dedos dentro
no es suficiente para ahogarme
en un tinto.


III

El tiempo es terco
persistente…
Es sacrificio
y arruga cocida a medio fuego
es beso de amarga encía
aprendido en las madrugadas
de una callejuela
es vientre revuelto
desconocido pozo
frenético esperma.

El tiempo es paciente
conforme…
es palabra arrojada en un rio de ecos
es bastón y exilio
adoquín de fracasados muertos
es árbol
cuerda
es garganta suspendida…
Sigilosos
lúbricos recuerdos
que se irán para siempre.

Del libro: ENFISEMAS. “Poemas para sobrevivir despacio”



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