miércoles, 20 de junio de 2012

7098.- EDGAR ÁVILA ECHAZÚ




EDGAR ÁVILA ECHAZÚ
(Tarija, Bolivia, 1930).- Poeta, novelista, pintor, ensayista e historiador.
Hijo de Federico Ávila. Estudió en la Academia de Bellas Arte ‘Hernando Siles’ de La Paz (hacia 1948) y pedagogía en la Universidad ‘Juan Misael Saracho’, donde luego sería docente y director de Publicaciones e Investigaciones Folklóricas. Director de la escuela de Artes Plásticas de Tarija. Fue Alcalde de Tarija (1971) y Senador de la República (1979). Consejero cultural de la Embajada de Boliviana en Madrid, España (1980). Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua.
El poeta Jaime Saenz destaca al autor afirmando: "Con una calidad humana que muy pocas veces se da, Edgar Ávila Echazú siempre ha estado con los amigos y se ha mostrado solidario con ello, en las duras y en las maduras" (1979).
Su novela Belinos es catalogada como autobiográfica, al que define el mismo autor: “El mundo de Belinos es el de mi niñez”, y añade: “En Belinos, sin falsas modestias, los personajes son la expresión misma de las situaciones ‘mágicas’; las buscan y en ellas perciben lo onírico y, al mismo tiempo, reaccionan ante ellas con pensamientos libremente manifestados, y con actitudes fascinadas; porque es a través de la magia y la veracidad de tales realidades que están realizando su aprendizaje de vivir…”.
Su novela Ceniza del viento ha sido comentada por el escritor Jesús Urzagasti en los siguientes términos: “A riesgo de simplificar el argumento de Cenizas del viento, cabe decir que su trama tiene un trasfondo histórico. Si ya la frecuentación de archivos y la evaluación de documentos convierten al historiador en caja de resonancia de un pasado que puede desacreditar o refrendar teorías y prácticas contemporáneas o laberinto arto conocido por Edgar /…/. Allá el lector  tira su propia sonda para verificar qué clase de enigmas conserva el pasado y con cuales de ellos se podría descifrar el presente, para compartirlo sin caer en la confusión. Tal el desafío que asumió Edgar Ávila Echazú: trazar el perfil final de Juana Manuela Gorriti, recogiéndola del siglo XIX con un aliento desconocido”.
Uno de sus poemas, publicado en 1954, dice: "Desde la herida, la vida / se hace más lenta. / El estruendo de la granada / que cae, nos aparta, unos instantes / de todo lo que queríamos comprender. / Yo sé, ahora; es inútil, / no me queda más que el sufrimiento / de unos huesos, que, a diario / los veíamos, a veces los sentíamos / pero, ahora, sabemos que existen / cubiertos con su ridículo traje de carne / agujereada, que estuvo sangrando".
Otro de sus versos, está planteado como un autorretrato y titulado ‘Diploduccus provincial’, define: “Me miro a través de los demás / y a través de mí mismo / sin sorpresa / y no cabe ya duda alguna: doy como un aventurado / diplodoccus / en esta era de ciencia-ficción / y radioactividad, missiles, fisiones, over-kill, retaliación masiva, máquinas I.B.M., cinemascope y minifaldas; / -ignorante / hasta la pared del frente / de todo aquello / camino sordo y ciego / ante los números / y las obsoletas creaciones geométricas…”.

LIBROS
Poesía: Habitante fugitivo (1965); Memoria de la tierra (1967); En cautivos sueños encarcelada (1968); Elegía (1979); Elegía para Jaime Saenz (1990).
Novela: Belinos (1995); Ceniza del viento (2004).
Cuento: El códice de Tunupa (1993); Una música nunca olvidada (1994); Prohibido barrer los parques en otoño (1998).
Ensayo literario: Revolución y Cultura en Bolivia (1963); Resumen de la Literatura Boliviana (1964); Literatura Pre-Hispánica y Colonial en Bolivia (1974); Historia y Antología de la Literatura Boliviana (1978); Antología poética (1991).
Historia: Historia de Tarija (1992).




ELEGIA A CARL GUSTAD JUNG 


Carl Justav Juan recolectaba sueños.  
Se sumergía en lo noches sin fondo  
donde el oscuro río del hombre  
flota como una nebulosa sin rumbo.

- Y en África, 
asesinos con ojos de antílopes 
torturan, en los amaneceres tibios, 
las voces profundas que los siglos no acallaron. 
Solitario y con paso incierto penetraba  
en el callejón de los símbolos pervertidos. 

- En el altiplano, 
donde están petrificado los sueños,  
balas de estaño buscas  
las bocas que piden una flor  
para la mirada de sus hijos. 

"Hay un sollozo y un quebrado silencio  
nacidos en la piedad por ti mismo",  
- decía Jung. Pero yo no sé  
si pensaba en los presos  
aflorando sus montañas en el río 
donde los cielos se abren como jazmines,  
donde hay latidos agónicos  
que las palmas resguardan  
como a una tímida paloma. 

- En Nueva York, 
un negro agoniza, cada día, 
como una violeta sin sol y sin aire. 
Gentes con chiklets sonoros y miradas tiernas  
apalean su cuerpo: padre del infortunio. 

Los que mueren allí, con hambre de sol,  
saben de la relación existente  
entre el día y la noche: manantial  
aterido de afiebrada entonación;  
olvidan sus hábitos lejanos,  
el sollozo del hermano,  
el sonido que en su voz dejaron sus abuelos: 

- “Que nadie proclame ahora 
que el color de los días es más puro  
y que el aire acariciando a la vida 
es más suave y dulce que ella misma".



II 

En la dura luz de la mañana  
predestinada, los que van a morir  
observan con dolor aquello  
que las paredes no olvidaron;  
en el silencio hueco de sus labios 
hay palabras que no se atreven a salir:  
guardan un luto prematuro por la tierra,  
por la ciudad que abre un lugar 
para los destrozados miembros y los ojos:  
piedras que la luna hacía latir. 

-En Zurich, 
Carl Gustav Jung 
sabía también que la muerte persigue  
el senso oculto que la vida le niega  
como un tesoro demasiado grávido  
de anhelos destinados a destruirla. 

Sintiendo el premonitorio rumor de los huesos,  
afirmaba todavía su inmensa sabiduría,  
tan grande coma, una ánfora  
llena de palabras yertas  
próximas a desvanecerse  
al soplo final de su garganta. 

¿Pensaba que era inútil ya 
el hablar de los sueños cumplidos,  
de la fingida felicidad  
que las sonrisas nos entregan, 
y de la evasiva euforia que las noches  
expanden en el gesto adolescente? 



III 

¿Se puede no oír 
las palabras que el aire  
dispersa, que los árboles 
han guardado para que sus raíces  
se endurezcan y resistan  
el golpe del hacha traidora? 

¿Quién ha dejado de escuchar  
cuando los fusiles vomitan  
el asco, la impotencia  
y la furia de las palabras  
que los subhombres asesinan? 

- "Que la noche no cubra los sueños  
y las piedras de sangre manchadas;  
que el día descubra la faz amortajada,  
con ceniza inmemorial, de los viejos  
sin techo y sin oraciones a la vida. 

Que el hombre se acurruque y espere, 
sin la paciencia de los árboles; 
porque hay frases que los cercan y tinieblas  
que no les pertenecen, que ya no son suyas. 

En las esquinas, agazapadas, con ojos lúbricos,  
esperan las tinieblas el paso inocente,  
la mano abierta y la mirada limpia



IV 

Calcinados sueños del doctor Jung. 
Esperanzas que descifrar y martirios 
sin develar: herencia encanecida de sus pensamientos. 

Espuma que la mar desliza, 
juego del tiempo por encima de la cabeza  
del sabio, y de los ateridos huesos del paria:  
¿acaso ahora su furia aquietan  
las simples frases que a nadie hieren? 

¿Existen huellas en la arena movediza  
que Jung ansiaba conocer? 

¿Hay alma en el metálico canto 
que rompe en pedazos al cielo donde el niño  
prefigura su muerte próxima en el llanto? 

¿Carl Gustav Jung, hay futuro 
para el hijo del fusilado, para la agonía  
del que ya no sueña? 

¿Existen sol y luz donde se muere de Improviso,  
donde el aire esquiva el color de la piel;  
hay futuro allí, hay futuro  
sin vigilias y sin rejas cercando  
la mirada y el corazón? 




El doctor Jung miraba rosas, 
olía el tiempo amortajado del gerancio 
escuchaba la música que las estrellas 
entregaban el silencia de los amaneceres; 
en el viento descubría los latidos temblorosos 
de los árboles, de las palabras no escuchadas,  
de las imágenes olvidadas sin razón, 
- y en los ríos contemplaba la loca 
efigie evanescente de la muerte. 

Significados ebrios de ansiedad, cansados 
del azul tenebroso que los horizontes 
señalaban: 
- sus sueños ya sólo esperan 
las frases como máscaras que defiendan 
lo que él no puedo evitar… 






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