lunes, 21 de enero de 2013

ANTONIO CASARES [9025]



Antonio Casares, poeta nacido en Liébana (Cantabria), licenciado en Filología Hispánica, es actualmente profesor jubilado.
Poseedor de una bien asentada cultura clásica, ha tocado todos los géneros literarios (novela, cuento, teatro, ensayo), aunque buena parte de su obra permanece aún injustamente inédita.
Ácrata de pro y de los buenos, publicó en 1978 El infierno de los días, además de hacer letras para el grupo de rock  Bloque (Abelardo y Eloísa, Undécimo poder...) y composiciones para Tejo y Papa Blues Band.  Anteriormente había sido uno de los fundadores del famoso grupo musical santanderino Los Dixies. En 2010 publicó el disco Cantata lebaniega.
Ha colaborado en diversas revistas o fanzines, como Kantil, Peña Labra, Lobotonia, Pérgola, y aparece en varias antologías: 
Poetas de Cantabria, hoy (Torrelavega, Luis Alberto Salcines, 1979), Homenaje a El Salvador (Madrid, Visor, 1981) y Con tu piedra (Santander, Centro de Investigación del Medio Ambiente, 2005).




PREGUNTAS
            "la poesía la torturan
             y nace la sentencian y nace la fusilan
             y nace".
                       (JUAN GELMAN)


         ¿Se pasearán por Buenos Aires                                          
como si fueran héroes
o permanecerán en los cuarteles
esperando que el tiempo y el olvido
borren todos sus crímenes?
¿Preguntarán al mar por su destino?
¿Cultivarán las flores del jardín de la muerte
o esconderán el rostro entre sus manos
para no ver la luz que los acusa?
¿Tomarán la cicuta, emulando a Sócrates?
¿Se sentarán a la mesa con sus nietos
y contarán con minuciosidad,
no exenta de arrogancia,
las cosas que hicieron por la patria?
¿Subirán al Aconcagua
y se arrojarán al abismo como Empédocles
hasta ser consumidos por el fuego
o devorados por los zopilotes?
¿Llorarán a los pies de Macchu Picchu
su culpa abominable?
¿Se beberán en largas noches de insomnio
todo el vino de América
para acallar su mala conciencia?
¿Bailarán el tango de la nada?
¿Se esconderán debajo de las piedras
junto a los sapos y los escorpiones?
¿Se mirarán en todos los espejos
o arrancarán sus ojos como Edipo?
¿Se comerán sus propios ojos
porque fueron testigos
de todos sus desmanes?
¿Se sentirán amados por su pueblo
o repudiados como los asesinos?
¿Oirán cada noche la llamada
irrenunciable del remordimiento
o harán reuniones para recordar
las sentencias que firmaron,
los crímenes que cometieron,
las tropelías que no caben
en los libros de historia?
¿Lavarán la sangre de los muros
que todavía conservan los balazos
de los últimos fusilamientos?
¿Saldrán un día en la televisión
confesando su culpabilidad?
¿Tendrán el cinismo de decir
que obedecían órdenes
de otros que obedecían órdenes?
¿Se harán la cirugía estética
para no ser reconocidos
por los familiares de los muertos?
¿Se flagelarán en las plazas públicas?
¿Entrarán voluntariamente en un manicomio?
¿Hablarán por teléfono con Hitler?
¿Conservarán todavía las picanas
con las que torturaban a los presos?
¿Volarán en los mismos aviones
desde los que arrojaban
a hombres y mujeres embarazadas
con las manos atadas a la espalda?
¿Serán amados por sus esposas?
¿Soñarán con los barcos que llenaron
de prisioneros inocentes
para alimentar a los tiburones?
¿Declararán de nuevo
la guerra de las Malvinas?
¿Mentirán con la sonrisa en los labios?
¿Podrán mirar limpiamente un paisaje?
¿Leerán a Manuel Puig?
¿Impugnarán el Informe Sábato?
¿Le pedirán perdón a Julio Cortázar?
¿Se escudarán en un verso de Borges?
¿Se conmoverán con una línea de Alfonsina Storni?
¿Irán a ver al Papa
y se darán golpes de pecho
antes de comulgar como buenos cristianos?
¿Se sentirán todavía dignos
de entrar en el reino de los cielos?
¿Defenderán su honor ante los tribunales?
¿Irán a reunirse con las madres 
de la Plaza de Mayo
para pedir a Dios que los perdone
o se suicidarán  a medianoche
para no despertar a los vecinos?
¿Se cartearán con Pinochet?
¿Qué dirán cuando alguien les pregunte
qué hicieron con los hijos de Juan Gelman,
qué padre putativo será ahora
el que se arrogue la paternidad
del nieto del poeta?
¿Y qué dirá ese padre cuando el niño,
con ojos de inocencia,
mirándole a los ojos fijamente,
entrecortadamente, le pregunte
durante días y durante años:
papá, por qué te brota tanta sangre,
cada vez que me tocas, de las manos?






     
UBI SUNT?

¿Dónde están -ubi sunt- los desaparecidos,
los que un día salieron de casa y no volvieron,
los que estaban en casa y fueron detenidos,
los que iban por la calle y desaparecieron?

¿Dónde los que tomaban tranquilamente el mate
después de la rutina del banco o la oficina,
o aquel cuya existencia era un duro combate
con el destino adverso, el andamio o la mina?

¿Dónde los estudiantes que amaban la utopía
y buscaban la forma de transformar el mundo,
dónde aquel compadrito de la melancolía,
dónde el último grito del preso moribundo?

¿Dónde pueden estar esos hombres cabales
que entregaron su vida a la ciencia o al arte,
dónde los que cayeron en manos criminales,
dónde el perfil tranquilo de Irene Bonaparte?

¿Dónde el patio que Borges soñara en las afueras,
con aljibe y con hiedra, con pérgola y con parra,
dónde el muro cubierto por las enredaderas,
y la mano que sueña tocando la guitarra?

¿Dónde aquel Mar del Plata que recuerda a Alfonsina?
¿Dónde los arrabales de Evaristo Carriego?
¿Dónde está Buenos Aires? ¿Dónde está La Argentina?
¿Dónde el poeta vidente a pesar de estar ciego?

¿Dónde el Guapo que amaba a la luz de la luna?
¿Dónde está la garufa que inició la reyerta?
¿Dónde el cielo lunfardo que los sueños acuna?
¿Dónde el cielo estrellado en la noche desierta?

¿Dónde está la milonga que Discépolo puso
en los labios ausentes de Gardel? ¿Dónde el tango
que afilaba cuchillos, ese tango difuso
que hablaba de los héroes de la noche y del fango?

¿Dónde las noches tristes como bandoneones
que lloran en los versos de Oliverio Girondo?
¿Dónde las madres muertas que desde los aviones
tiraron sobre el mar? ¿Dónde mi rabia escondo?

¿Dónde los maniatados, los tiros, las mordazas
en la boca del pueblo, dónde la última foto
que nos hicimos juntos, dónde las amenazas
que hicieron de nuestro sueño un sueño roto?

¿Dónde, con sus acólitos, se ocultaba Videla?
¿Dónde los cuerpos muertos colgados de los techos?
¿Dónde los golpes sordos que no dejan secuela?
¿Dónde los electrodos mordiéndoles los pechos?

¿Dónde están los milicos que firmaron papeles
para que a cada cual le llegara su hora,
dónde echaron la sangre que había en los cuarteles,
esa sangre que aún grita, esa sangre que aún llora?

¿Dónde la voz del pueblo que apagó la picana,
el tango que evocaba el arrabal porteño,
la viejita que se asomaba a la ventana
a ver pasar la vida como si fuera un sueño?

¿Dónde la madre aquella de la Plaza de Mayo
que murió sin saber dónde estaba su hijo?
¿Dónde la dulce abuela que luchó sin desmayo
hasta el último aliento? ¿Dónde aquel que bendijo

a los usurpadores de la Casa Rosada?
¿Dónde los desalmados que infringieron torturas?
¿Dónde los que lo vieron y no dijeron nada?
¿Dónde los delatores de inocentes criaturas?

¿Dónde Rodolfo Walsh? ¿Dónde Francisco Urondo?
¿Dónde Irene o Alicia, los que nadie conoce?
¿Dónde están los anónimos que yacen en el fondo
de una fosa común ? ¿Dónde se reconoce

a todos los culpables, a los abominables
autores de la muerte de miles de personas?
¿Dónde se generó el ruido de los sables?
¿En qué sitio del mundo esconden sus poltronas?

¿Dónde llamo, a qué puerta, a qué tierra, a qué cielo,
dónde lloro, en qué río, en qué mar? ¿Quién responde?
¿Dónde mi soledad? ¿Dónde mi desconsuelo?
¿Dónde puedo seguir preguntando? ¿Dónde? ¿Dónde?...


          



ELEGÍA PARA FRANCISCO URONDO

       "Puedo estremecer el corazón..."
                  (F. U.)

En un lugar de América de cuyo nombre quiero
y puedo y hasta debo acordarme -Argentina-,
un hombre soñador, un poeta verdadero
se encontró de repente con la noche asesina.

Era, digo, un poeta que no cayó en la trampa
Del verso huero y vano que se mira el ombligo.
Su verso es una flor solitaria en la pampa,
Testigo del amor y del dolor testigo.

Vinieron como sombras que surgen de la noche
Hasta su domicilio de amor y fantasía.
Amordazado, solo, maniatado en un coche,
Se lo llevaron los que odian la poesía.

Conoció la mazmorra en la que se tortura,
El relámpago amargo, brutal, de la picana.
Eran los enemigos de la literatura,
El torvo polizonte, el bacán con canana,

El que piensa que el mundo está hecho a su medida,
El que hace de la patria un negocio, el milico, 
El que siente un profundo desprecio por la vida,
Aquel que sólo tiene sonrisas para el rico.

La noche fue su cómplice. Bajo la luna quieta
Pasaron como sombras por calles clandestinas.
En cárceles de odio encerraron al poeta
Y sembraron el odio por todas las esquinas.

Mataron al poeta, pero no, nadie ha sido,
Nadie es el responsable de los asesinatos.
Por las calles oscuras del más trágico olvido
Se ve pasar la sombra maldita de Pilatos.

Pero yo sé sus nombres: el general Videla,
Galtieri, Agosti, Viola, violadores de sueños,
Que hacen que lo real parezca una novela,
O los crímenes nazis nos parezcan pequeños.

En sus manos cayeron, como en un sueño roto,
Otros cuyo delito fue el del amor al arte:
Alicia Eguren, Gleyzer, Delfor Santos Soto,
Rodolfo Walsh, Conti e Irene Bonaparte.

A veces da vergüenza considerarse humano,
Compartir la existencia con el que fue perverso,
Pisar donde ha pisado la bota del tirano,
Saber que estamos todos en el mismo universo.

Se nos fue  casi anónimo, se marchó como el  rayo.
Nadie sabe bien dónde, nadie sabe bien cuándo.
Aún lo lloran las madres en la Plaza de Mayo.
(Estos versos que escribo también lo están llorando).

Sangre de la memoria, escribo esta elegía
Con  mi verso más triste y  mi dolor más hondo.
En nombre de la libertad y de la poesía,
Yo recuerdo al poeta Francisco Urondo.






CORRIDO DEL SUBCOMANDANTE MARCOS

Voy a cantar el corrido
del hombre que fue a la sierra
para luchar por la causa
de los que no tienen tierra.

En la selva Lacandona
se ha hecho fuerte el guerrillero.
Que le vayan a buscar
los cobardes del dinero.

Heredero de Zapata,
hermano del Che Guevara,
sabe mirar a los ojos
de la muerte cara a cara.

No pretende ser un dios,
le basta con ser un hombre,
pero dejará en la historia
el ejemplo de su nombre.

Él es el que nos enseña
el verdadero camino:
frenar al explotador
del humilde campesino.

Nunca habla por hablar,
porque es un hombre de acción,
cuando se quieran dar cuenta
hará la revolución.

Las cosas volverán pronto
a estar donde corresponde,
los ricos serán corridos,
ya sabemos cuándo y dónde.

En la torre de Palenque
una bandera insurgente
será la eterna memoria
de Chiapas independiente.

Pocos quedan como él
en este ciego planeta
que no entiende al soñador
y no comprende al poeta.

Si sigue como hasta ahora
las huellas de don Quijote,
no habrá bala que lo acalle
ni poder que lo derrote.

¡Viva el comandante Marcos, 
el libertador de Chiapas,
que un día verá su nombre
escrito en todos los mapas!






     EL POEMA DE CHIAPAS

     "El hambre es el primero los conocimientos".
                                                                
               (MIGUEL HERNÁNDEZ)

Después de que los siglos pasaran como nubes
errantes por un cielo lavado por las lágrimas
y las noches ardiesen a la orilla de un mundo
mordido por la negra serpiente de la cólera,
cuando los días eran cada vez más oscuros
y las horas monedas que contaba la usura,
entonces, cuando el mundo no tenía sentido
y la vida era un astro girando en el vacío,
cuando Palenque era el lugar de los dioses
y los hombres podían leer el Popol Vuh
o verse como dioses en el Usumacinta,
después de que los dioses huyeran para siempre
de los templos que un día fueron sueños de jade
y escalinatas ciegas bajo un sol de obsidiana
en las que agonizaba el viejo Quetzalcóatl,
cuando el dios de la ira trajo hombres despiadados
que hablaban el eterno idioma de la muerte
y tiñeron de sangre el paisaje de México
y arrancaron el oro con manos genocidas
para dilapidarlo en el burdel de Europa,
después de que Zapata sucumbiera luchando
por repartir la tierra que a todos pertenece, 
cuando a hombres desalmados se les llenó la boca
con la palabra patria para su patrimonio,
mucho después, ya casi en el límite del tiempo,
con la clara conciencia de que el mundo es ajeno
y ancho como la mano que de él se apodera,
cuando el gringo usurpó todos los nombres
y estableció fronteras con los desheredados,
cuando Jaime Sabines se encontró de repente
perdido en el laberinto de la belleza
ante el rostro terrible de una página en blanco,
cuando la tierra era como una inmensa herida
abierta  por el odio y tan sólo servía
para ser enterrado bajo una cruz anónima
y no para dar frutos, sino puertas cerradas,
barracones sitiados por un mar de tristeza,
campesinos famélicos, lamiendo como perros
las llagas del oprobio causado por la historia,
calles que no conducen hacia ninguna parte,
niños sin horizonte, mentes esclavizadas
por los nuevos tiranos que, en nombre del progreso,
en nombre de una libertad que no existe,
levantan un imperio que sólo satisface
al bárbaro del norte, su mentor y su espejo.
Después, que ya es ahora, cuando el siglo camina
hacia la luz amarga del último poniente,
como un remordimiento que nunca periclita,
un pueblo se levanta de sus propias cenizas
y rompe las cadenas, como Fuenteovejuna,
que lo atan al infierno ominoso del pasado,
y esgrimiendo su orgullo y su alta dignidad
dice no al unísono contra la tiranía
del hambre que ya tiene el color de la injusticia,
del dolor que no puede prolongarse en el tiempo
pues ya se cierra el libro circular de la historia,
y se hace necesario que otra nueva comience.
Así empezó mi canto a ponerse de pie
y a pronunciar el nombre luminoso y eterno
de un pueblo que prefiere morir a ser esclavo:
no está lejano el día en que se cumpla el sueño
de Antígona que vuelve desde el fulgor del mito
para hacer que este mundo sea el lugar habitable
que sueñan las mujeres y los hombres de Chiapas
y los niños que sienten nostalgia del futuro.
Ya es hora de que Chiapas escriba su poema
de amor y libertad y tierra para todos 
y que ésta dé sus frutos para el que la trabaja
y pan sobre la mesa azul del mediodía
y casas donde habite la ropa bien planchada
y calles como días que llevan al olvido
y plazas con palmeras y bancos con ancianos
y niños que sonrían al salir de la escuela
y manos enlazadas a la luz de la luna,
cuando el cielo desnudo sea un enjambre de estrellas,
y lo cante orgulloso el viento entre los árboles,
y lo repita el eco libre de las montañas,
y el mar (ese poema que sólo han comprendido
aquellos que en su alma llevan la libertad),
y lo lea el campesino que ahora es analfabeto,
y lo escuchen los hombres de buena voluntad,
y lo digan los labios de todo el universo.






REVELACIÓN EN CHIAPAS

Aztlán regresará, como un chicano
en cuyos ojos fulge la obsidiana,
a oler a libertad y a marihuana
y no a sudor de gringo americano.

México volverá a ser mexicano
y no del Calibán la barragana,
ya corrió demasiada sangre humana
y siempre en beneficio del tirano.

Por fin se cumplirá de Vasconcelos
el sueño y de sus cósmicos anhelos,
acaso el sueño haya empezado en Chiapas.

Y México será como el corrido
de un pueblo que jamás será vencido,
orgullo inacabable de los mapas.

                 



                 

ODA A JOSÉ VASCONCELOS

José Vasconcelos que estás en los cielos,
porque en esta tierra miserable y vana
no tuviste sitio. Todos tus desvelos
los hacemos nuestros: tú eres el mañana.

Tú eres nuestro vate de la hora presente,
de esta vaga hora en la que sufrimos
el yugo en el cuello, la afrenta en la frente,
y ya no sabemos para qué vivimos.

Es sutil la mano del que nos domina,
pone como cebo -ardid de los dueños-
el falso progreso, mientras abomina,
pues él nunca sueña, del dios de los sueños.

Te veo caminando junto a Pancho Villa,
dándoselo todo al que nada tiene,
sembrando en el surco la nueva semilla
que dará su fruto al mundo que viene.

Junto a  Pancho Villa o junto a Zapata,
dignos de un homérico canto de epopeya,
contra la injusticia o el que la desata,
contra el que, insensible, todo lo atropella.

¡Ojalá los pueblos siguieran tu ejemplo
y no la codicia que todo lo invade!
(Ahora la ceguera brilla sobre el templo
donde antes brillaba la luna de jade).

Azteca de luz, hombre de obsidiana,
piedra ensangrentada de los sacrificios,
México por fin será mexicana
y no de los padres de todos los vicios.

Toda Iberoamérica fue tu Dulcinea,
por ella luchaste como Don Quijote,
el alto ideal fue tu única idea,
nunca fue tu amigo Judas Iscariote.

Viviste a disgusto en un mundo viejo
donde sólo caben reyes y señores,
por eso el humilde se mira en tu espejo:
eres el espejo de los soñadores.

El norte orgulloso, como siempre, ignora
que tú eres un hombre digno de este canto,
el pueblo te adora, el pueblo te llora,
nunca por un hombre se ha llorado tanto.

Pero del que sufre nacerá el futuro,
no del que traiciona las revoluciones,
mira cómo brillan en el cielo puro,
cuando te recuerdo, las constelaciones.

Si abrieras tus ojos llenos de inocencia
verías las cosas que logró el Progreso,
cosas que repugnan a la inteligencia
y abren el camino para tu regreso.

Hablaría el espíritu con el que tú hablabas,
no el materialismo de los embusteros,
y estarían unidos, tal como soñabas,
mexicas, hindúes, helenos e iberos.

Ulises criollo, Homero mestizo,
creador de una raza de bellas quimeras,
bendita la hora en que Dios te hizo
-señor de ti mismo- tal y como eras.

¡Ojalá pudieras ahora estar en Chiapas,
junto a los que luchan por su tierra amada!
¡Qué emoción el verte en todos los mapas
dando amor a  todos a cambio de nada!

Gracias por habernos, José Vasconcelos,
dado la belleza de un eterno mito.
Tu nombre es más dulce que los violonchelos
o un bello poema que jamás se ha escrito.

Yo lo escribo ahora en un blanco muro
para que mañana lo cante el rapsoda.
Porque tú nos diste la luz del futuro,
yo le doy al mundo la luz de esta oda.






  
ODA A LA LIBERTAD, CANTO A LA TOLERANCIA 

Yo sueño con un mundo (un mundo que no existe)
en el que todo fuera igual que el primer día, 
cuando todo era un sueño, cuando nada era triste, 
y en las almas reinaba la más bella armonía. 

La tierra sería entonces un nuevo paraíso 
donde nunca se oiría la voz de la serpiente. 
Todo aparecería tal como Dios lo quiso: 
puro como el recuerdo de un amor inocente. 

A la hora del alba abriríamos los ojos 
para ver cómo nace lo igual y lo diverso, 
ante el dios de la vida nos pondríamos de hinojos 
dándole las gracias por crear el universo. 

Allí estaríamos todos unidos por el lazo 
invisible y profundo de la eterna belleza, 
y podríamos sentir el luminoso abrazo 
-maternal y divino- de la Naturaleza. 

Abriríamos las puertas de lo desconocido 
para ver el paisaje que sueña a nuestro lado, 
el sol como una rosa del jardín del olvido, 
el mar como un jardín que no hemos olvidado. 

Pasaríamos los días olvidando el fracaso 
de vivir en un mundo que no tiene ideales, 
mirando con nostalgia la rosa del ocaso 
o la que brota pura junto a los manantiales. 

Seríamos iguales: jóvenes, niños, viejos, 
hermanos inmortales como siempre lo fuimos, 
podríamos mirarnos en todos los espejos 
y vernos como somos, como siempre nos vimos. 

Seríamos como dioses y al mismo tiempo humanos, 
no habría para nosotros ni muros ni secretos, 
no existirían esclavos, ni pérfidos tiranos 
que traten a los seres humanos como objetos. 

¡Ah, qué sueño más dulce el ver sobre la tierra 
a nuestros semejantes sin muro ni distancia, 
alejados del odio, del mal y de la guerra, 
y de la intransigencia, y de la intolerancia! 

¿Por qué levantan muros visibles o invisibles, 
por qué cierran las puertas del mundo y de la vida? 
¿Es que no tienen alma, es que no son sensibles 
a la eterna belleza que a gozar nos convida? 

Si negras son las noches, nadie abomina de ellas, 
libre es el mar y nadie lo quiere encadenado. 
¿Por qué el hombre no puede mirarse en las estrellas 
y amar la libertad como nadie la ha amado? 

Yo amo la libertad sobre todas las cosas, 
porque ella me da alas para seguir volando 
sobre un mundo mezquino, para mirar las rosas 
del jardín de los sueños, para seguir soñando 

con un mundo que sea tal como se desea, 
libre como las alas del pájaro que pasa 
sobre las altas cumbres, con un mundo que sea 
nuestro edén, nuestro hogar, nuestro dios, nuestra casa. 

Amo la libertad y la canto y la sueño 
porque quiero que todos la compartan conmigo. 
Es el pan para el alma en la mesa sin dueño, 
es la luz que nos guía en un mundo enemigo. 

Deja la flor que juegue el viento en su corola, 
el bosque que la brisa peine su cabellera, 
el hosco mar que el niño se acune con su ola, 
la nieve se deshace por ver la primavera. 

Pero el hombre no quiere, el hombre se resiste 
a dejar que los otros gocen de su albedrío, 
y quiere ser el dueño de todo lo que existe 
y mostrar orgulloso todo su poderío. 

Presume de ser dueño de todo lo que vive 
y quiere poner yugos en los cuellos ajenos, 
hace leyes injustas, pontifica, prohibe, 
se cree más que los otros y no puede ser menos. 

Y yo sufro mirando lo que ocurre, y me pesa 
la vida como piedra que subo a la montaña. 
Me siento como Sísifo a la trágica mesa 
de la muerte insensible que afila su guadaña. 

¡Ojalá que esto hubiese sido una pesadilla, 
una visión absurda, un terrible espejismo! 
Pero veo, sin embargo, con horror, cómo brilla 
la guadaña del odio sobre el último abismo. 

Hay que mirar el mundo como una despedida, 
porque nada es eterno. Pronto vendrá la muerte 
a segar nuestros sueños, a romper nuestra vida.
Alea iacta est, echada está la suerte. 

Pienso en Voltaire, en Locke, en Antonio Machado,
en los que dieron luz a nuestro mundo oscuro.
¿Por qué, ciegos del alma, los hemos olvidado?
¿Construiremos sin ellos el sueño del futuro?

Con un pie en el estribo del siglo XXI, 
conciente de que nadie quiere oír al poeta, 
yo pido tolerancia y libertad, que ninguno 
se vuelva a sentir solo sobre nuestro planeta. 

Sobre nuestro planeta, el planeta del hombre, 
un mundo que es de todos, aunque no quiere dueño. 
Os hablo con el alma, y os lo pido en nombre 
de un mundo que no existe, pero con el que sueño... 



   


  
VIOLETA DE CHILE

        “Dónde voy a encontrar otra violeta”.
                   (NICANOR PARRA)

Yo soy Violeta de Chile,
yo soy la flor de Araucaria,
la que dio su canto al pueblo
y a la libertad su alma.
Yo soy el río que lleva
el agua de la esperanza,
el Amazonas del llanto
que llora por Víctor Jara.
Yo soy el ángel que anuncia
la luz revolucionaria,
la estrella que está brillando
desde el ocaso hasta el alba,
dando a los desposeídos
un resplandor de Aconcaguas.
El mar me ha dado su voz
más profunda y proletaria,
voz hermana de Neruda
y amiga de Ché Guevara.
Los volcanes del amor
me forjaron en sus fraguas
y el viento andino templó
las cuerdas de mi guitarra.
Yo le he cantado a la vida
porque cantando soñaba
y nadie puede vivir
sin los sueños de su alma.
Yo le di al que no tenía
lo que otros le quitaban.
El pan de la libertad
no quiere mesas de plata,
ni el viento quiere cadenas,
ni el cóndor altas murallas,
ni cárcel el pensamiento,
ni mordaza las palabras.
Que nadie llore por mí,
que nadie corte las alas
de mi memoria. Yo soy
la flor profunda del alma,
y en la noche del dolor
la estrella de la esperanza.
Yo soy el ojo que os mira
desde todas las galaxias.
La libertad es mi dios,
el universo mi casa;
el corazón de los hombres
con mi corazón se humana,
y las guitarras del mundo
cantan como mi guitarra,
mientras preguntan por mí
los ecos de las montañas:
¿Dónde está la flor de Chile?,
¿Dónde está Violeta Parra?
Brillando sobre el abismo
de esta tierra desolada,
como la luz más profunda
de las estrellas más altas…



AMERICAN DREAM

"Ahora el pueblo es la funda de sus bayonetas".
               (M. A. Montes de Oca)
                                  
Aunque sé que no sirve
De nada y que es un lujo
-están hechas un cristo las palabras-
hablar de libertad, y por si acaso,
-amar no fue posible- yo levanto
mi voz y os maldigo,
hijos del diablo y padres de la muerte,
fabricantes de infiernos, como un látigo
contra vosotros, sumos sacerdotes
de la culpa (el coronel del miedo,
el militar que usurpa o que conspira
contra su propio pueblo,
y los lacayos de la burguesía,
idólatras del dólar,
que aplauden la suprema podredumbre),
y a ti te digo: América,
rebélate conmigo,
despierta ya del sueño americano,
mira a todos tus hijos desangrándose
bajo el fascismo bípedo del yanqui.
Contra aquellos que, enfermos de política,
Convierten nuestro mundo en un infierno
O destruyen al hombre por el hombre
-y aunque sé que no sirve
de nada, y por si acaso,
y porque amar no fue posible-,
yo aprieto este gatillo de palabras
y disparo la luz de este poema.




Email para Dios 

El mundo es una gran computadora
en la que todos somos virtuales,
cibernéticos zombies irreales,
ocultos en la caja de Pandora.

Laberintos que Borges avizora,
¿somos robots o máquinas astrales?
Por el ciberespacio, fantasmales,
van nuestras almas sin aquí ni ahora.

Entre píxeles, bits, megas o gigas,
en un infierno virtual inmerso,
el hombre es un esclavo del futuro.

¡Dios, para el mundo, por favor, no sigas
dando cuerda al reloj del universo:
se te ha bloqueado el disco duro!

Santander, 21 de noviembre de 2011



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