jueves, 31 de enero de 2013

VIOLETA PARRA [9.122] Poeta de Chile



Violeta Parra

Violeta del Carmen Parra Sandoval (San Fabián de Alico o en San Carlos, 4 de octubre de 1917 - Santiago de Chile, 5 de febrero de 1967) fue una cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, considerada por algunos la folclorista más importante de Chile y fundadora de la música popular chilena. Era miembro de la prolífica familia Parra.
El aporte de Violeta Parra al quehacer musical y artístico chileno se considera de gran valor y trascendencia. Su trabajo sirvió de inspiración a muchos artistas posteriores, que continuaron con su ardua tarea de rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore del país y de Latinoamérica. Sus canciones han sido versionadas por gran cantidad de artistas nacionales y extranjeros.

Hija del profesor de música Nicanor Parra Parra y la campesina Clarisa Sandoval Navarrete, Violeta tuvo cinco hermanos y dos medio hermanos.
Existe controversia sobre su lugar de nacimiento, probablemente basada en que San Fabián pertenecía antiguamente al Departamento de San Carlos y en general a que las subdivisiones políticas y administrativas de los lugares geográficos en la zona han sufrido repetidos cambios. La Municipalidad de San Carlos afirma —en su sitio oficial y un cartel a la entrada de la ciudad— ser «la cuna de Violeta Parra» y la casa ubicada en la calle El Roble N°535-531 fue declarada monumento histórico en 1992 porque supuestamente allí nació la cantante. La familia de Violeta Parra, en cambio, no ratifica este dato y en el sitio de la Fundación Violeta Parra se afirma que la folclorista nació en San Fabián de Alico, localidad ubicada al interior de San Carlos.

La infancia de Violeta transcurrió en el campo, aunque de 1919 a 1921 la familia residió en Santiago, para regresar ese año al sur, a Lautaro; después se trasladó a Chillán y finalmente se instaló en Villa Alegre.

Su madre se afanaba sobre la máquina de coser para cooperar a la mantención de la numerosa familia. Violeta sufría continuamente de enfermedades, incluyendo un ataque de viruela a los tres años. Mientras mejoraba, se divertía junto a sus hermanos en las aguas del vecino río Ñuble y en los aserraderos y barracas del sector.

Los niños revelaron precozmente su inclinación al espectáculo. Imitaban a los artistas de los circos que se instalaban en las proximidades del hogar. Se disfrazaban con atuendos de papel; Violeta y su hermano Lalo, cantaban a dúo y montaron varias representaciones por las que cobraban entradas a los niños. Violeta empezó a tocar la guitarra a los 9 años, mientras que a los 12 compuso sus primeras canciones.

Realizó los cursos primarios y estuvo un año en la escuela normal, que abandonó para trabajar en el campo y ayudar a su familia, ya que su padre enfermó gravemente. Los hijos de la familia lucharon por sobrevivir saliendo a cantar en restaurantes, posadas, circos, trenes, campos, pueblos, calles e incluso en burdeles.

Llegada a Santiago

Los problemas económicos se agravaron cuando el padre falleció en 1931 y, al año siguiente, Violeta se fue a vivir a Santiago invitada por su hermano Nicanor, que estudiaba allí. Retomó los estudios en la Escuela Normal de Niñas, donde no se sintió a gusto, porque era el canto y no la escuela lo que le interesaba. Por eso, la dejó y comenzó a cantar en bares, quintas de recreo y pequeñas salas de barrio junto con su hermana Hilda, en un dúo de música folclórica llamado Las Hermanas Parra, con lo que tenía una fuente de ingresos.
En 1935, su madre y sus hermanos llegaron a Santiago y se instalaron en la comuna de Quinta Normal. Tres años más tarde se casó con el empleado ferroviario Luis Cereceda, con el que tuvo dos hijos: Ángel e Isabel. Ambos se convirtirían en importantes músicos y adoptarían el apellido materno al ingresar en el ambiente artístico. El matrimonio —que vivió en Llay-Llay, Valparaíso y Santiago—, no tardó en presentar inconvenientes, dado el carácter inquieto y lleno de distracciones de Violeta —cantaba en botes del puerto, se presentaba en radios y se había unido a un grupo de teatro—, que no se acomodaban al ideal convencional de esposa. Se separaron en 1948, pero antes, Cereceda, que milita en el Partido Comunista, iniciaba a Violeta en la actividad política y ambos participan ayudando en la campaña presidencial de Gabriel González Videla (1946).
En 1949 nace su hija Carmen Luisa Arce Parra y ese ese mismo año contrae matrimonio con el padre de la niña, Luis Arce. En 1952 nace su hija Rosita Clara. En la misma época, editó sus primeros discos junto con su hermana Hilda, para el sello RCA Victor. Se trataba de grabaciones en formato single de canciones populares chilenas, como El Caleuche, La cueca del payaso y La viudita. El dúo funcionó de manera constante hasta 1953.
A principios de la década de los 50, comenzó su extensa labor de recopilación de tradiciones musicales en diversos barrios de Santiago y por todo el país. En estas andanzas, conoció a diversos poetas, incluyendo a Pablo Neruda y Pablo de Rokha. Su hermano Nicanor la estimuló a asumir con personalidad propia la defensa de la auténtica música chilena, en contra de los estereotipos que hasta ese momento se manejaban. Es así como su repertorio, hasta entonces basado en valses peruanos, corridos mexicanos, boleros y cantos españoles, pasa a las canciones más tradicionales del campo chileno, que le permiten descubrir los valores de la identidad nacional como ningún otro artista lo había hecho antes.
Esta labor de recopilación está plasmada en más de tres mil canciones, reunidas en un libro (Cantos folclóricos chilenos) y sus primeros discos en solitario, editados por EMI Odeon.

Los primeros viajes

En 1953 grabó los exitosos sencillos Casamiento de negros y Qué pena siente el alma, que se convirtieron en dos de sus canciones más conocidas. Al año siguiente (1954), mantuvo en la Radio Chilena el programa Canta Violeta Parra, y ganó el Premio Caupolicán a la folclorista del año, lo que le valió una invitación para presentarse en un festival juvenil en Varsovia, Polonia. Aprovechó este viaje para recorrer la Unión Soviética y partes de Europa. Fue particularmente provechosa su estancia en París, ya que allí grabó sus primeros larga duración (Guitare et chant: chants et danses du Chili, editado en 1956, y una serie de canciones grabadas que se editarían en diversas compilaciones posteriormente), que incluían exclusivamente canciones recopiladas del folclore chileno. El éxito obtenido en Europa era inédito para cualquier artista chileno, y Violeta se llenó de inspiración y creatividad. Fue en París que se enteró de la muerte de su hija Rosita Clara.
En 1957 regresó a Chile y en noviembre se va con sus hijos Carmen Luisa y Ángel a Concepción, contratada por la universidad penquista. Allí funda, al año siguiente, el Museo Nacional del Arte Folklórico y posteriormente regresa a Santiago.
Cuatro discos suyos aparecieron en ese período (Canto y guitarra, 1957; Acompañada de guitarra, La tonada y La cueca, todos de 1958), en la etiqueta de EMI Odeon, con varias de sus primeras composiciones. Acá asomaba la cantante preocupada de temas sociales (Yo canto a la diferencia), la brillante constructora de décimas y composiciones poéticas (Verso por desengaño) y la musicalizadora de poemas (Cueca larga de los Meneses, de su hermano Nicanor). Los discos se grabaron con el mínimo acompañamiento de una guitarra de madera, y en la actualidad se encuentran descontinuados, al igual que su álbum editado en Argentina (donde se censuró su polémica canción social Por qué los pobres no tienen") y el álbum Toda Violeta Parra, lanzado en 1960.
Además, su actividad artística se diversificó: trabajó en cerámicas, pinturas al óleo y arpilleras. Trabajó un tiempo en un museo de arte popular y folclórico que ella misma fomentó a crear en la Universidad de Concepción y luego viajó por casi todo Chile, ofreciendo cursos de folclore y recitales.

Una chilena en París

En 1961 Violeta se fue a Argentina, donde vivió en General Pico y Buenos Aires y en junio se reúne en esta última ciudad con sus hijos Ángel e Isabel y su nieta Tita para embarcarse rumbo a Finlandia para participar en el VIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de Helsinki. Después, recorre la Unión Soviética, Alemania, Italia y Francia, donde se instala en París. Allí cantará en el Barrio Latino y dará recitales en Teatro de las Naciones de la Unesco, actuará en radio y televisión junto a sus hijos, bordará arpilleres y hará esculturas en alambre.
Además de lanzar al mundo del disco a sus hijos Ángel e Isabel, con el mote de Los Parra de Chile, continúa sus grabaciones con el LP Recordando a Chile (también conocido como Una chilena en París), que incluye dos canciones compuestas y cantadas en francés, así como también otros temas muy importantes de su carrera, como Paloma ausente y Arriba quemando el sol; grabó, asimismo, una serie de canciones para el sello Arión, en 1962, que surgirían en diversas recopilaciones con posterioridad. Es una etapa de gran nostalgia, tal como lo atestiguan canciones tan sentidas como Violeta ausente.
En 1964, la chilena logró una marca histórica al convertirse en la primera latinoamericana en exponer individualmente en el museo del Louvre. Escribió también un libro (Poesía popular de Los Andes) y la televisión de Suiza filmó un documental sobre su trabajo (Violeta Parra, bordadora chilena), que se constituyó en una de las escasas fuentes audiovisuales que hoy se conservan de la artista.
En este período forjó una firme relación junto al musicólogo y antropólogo suizo Gilbert Favre, el gran amor de su vida —con el que vivió en Ginebra, compartiendo su tiempo entre Francia y Suiza—, y destinatario de sus más importantes composiciones de amor y desamor (Corazón maldito, El gavilán, gavilán, Qué he sacado con quererte, entre muchas otras).
Sus textos más combativos surgieron en esta época: canciones como Miren cómo sonríen, Qué dirá el Santo Padre, Arauco tiene una pena y Según el favor del viento formarían la base de la corriente musical conocida como la Nueva Canción Chilena. Las canciones serían recogidas en las numerosas ediciones de Canciones reencontradas en París.

El final

En junio de 1965 Violeta regresó a Chile. A fines de ese año, instaló una gran carpa en la comuna de La Reina, con el plan de convertirla en un importante centro de cultura folclórica, junto con sus hijos Ángel e Isabel, y los folcloristas Patricio Manns, Rolando Alarcón y Víctor Jara, entre otros. A pesar de su bello sueño de convertir la carpa en un referente para la cultura de Chile, la respuesta no fue muy motivadora, y el público no la apoyó.
La indiferencia del público chileno fue uno de los factores que desencadenó su muerte. El final de su relación con Gilbert Favre, que se marchó a Bolivia en 1966 (originando una de sus canciones más conocidas, Run Run se fue pa'l norte) la dejó en un estado de ánimo muy vulnerable, lo fue a ver a Bolivia y lo encontró casado. Un mito urbano atribuyó la depresión de Violeta a un amor no correspondido por el cantante Pedro Messone, algo que este ha desmentido haciendo notar la gran diferencia de edades de ambos; que hubo una relación entre ambos lo habría dicho públicamente la misma cantautora, al declarar en una radio que había tenido un "hermoso idilio con él durante una gira al sur"; por lo demás, habría sido el uruguayo Alberto Zapicán y no Messone su última pasión.
Las últimas composiciones, disco lanzado ese mismo año y grabado junto a sus hijos y al músico Alberto Zapicán, incluye sus himnos humanitarios "Gracias a la vida" y Volver a los 17, además de otras canciones importantes y conocidas, como El rin del angelito, Pupila de águila, Cantores que reflexionan y El Albertío. Gracias a la vida ha sido interpretada por grandes artistas como Mercedes Sosa, Raphael y Pedro Vargas (en 1977 las autoridades de TVN prohibieron su triunfo en el programa La canción de todos los tiempos, en el que la interpretó Gloria Simonetti) y Volver a los 17 por Joan Manuel Serrat Milton Nascimento, Franco Simone y muchos otros.
El 5 de febrero de 1967, a los 49 años de vida, y tras varios intentos fallidos, Violeta Parra se suicidó en la carpa de La Reina, dejando un legado de esfuerzo y sacrificio a Chile y el mundo. Mientras para muchos resulta paradójico que la autora de ese himno a la que es Gracias a la vida terminara suicidándose sólo un año después de escribirla, otros críticos de su obra[cita requerida] ven en la letra, en el estilo de musicalización, los tonos usados y la monotonía de sus temas el reflejo de un estado de ánimo depresivo y una canción de despedida.

Legado musical

Violeta Parra dejó una gran cantidad de música inédita, que se ha ido conociendo después de su muerte. Sus Décimas autobiográficas (ya editadas en libro), que habían sido grabadas con voz de Violeta, fueron recopiladas en un Long Play editado por Alerce en 1976 (después ampliadas en Décimas y centésimas); Warner Music Chile sacó en 1999 el concierto que dio en Ginebra (Violeta Parra en Ginebra) y sus peculiares Composiciones para guitarra.
Además del gran legado de sus propias grabaciones, Violeta Parra ha sido versionada por una innumerable cantidad de músicos chilenos, entre los que se cuentan Víctor Jara, Quilapayún, Illapu, Patricio Manns, Los Jaivas, Inti Illimani, (que, además de diversas grabaciones individuales de canciones de Violeta, ejecutó la obra de Luis Advis Canto para una semilla, musicalización de las Décimas autobiográficas). Un tributo rock producido por Álvaro Henríquez con la participación de artistas como Los Bunkers, Pettinellis, Lucybell, Javiera Parra (su nieta), Chancho en Piedra y Juanita Parra (baterista de Los Jaivas) que vio la luz en 2001 con el título de Después de vivir un siglo. Incluso baladistas populares como Myriam Hernández, Gloria Simonetti y Luis Jara han incorporado la música de Violeta en sus repertorios.
Un aporte importante a la música es el rescate de la tradición musical chilena por parte de Violeta: el canto a lo divino (El rin del angelito, Verso por una niña muerta, por ejemplo), el lamento mapuche, sus canciones nortinas, sin dejar de lado su gran sensibilidad social en canciones como: Mazúrquica modérnica, Rodríguez y Recabarren, La carta, etc.
Cabe destacar en el legado musical de Violeta sus interesantes composiciones instrumentales para guitarra, donde conjuga folclorismo y modernidad.




"Si escribo esta poesía
no es sólo por darme el gusto
más bien para darle un susto
al mal con alevosía"



D É C I M A S

Autobiografía en verso
(fragmento)


Pa' cantar de un improviso
se requiere buen talento,
memoria y entendimiento,
fuerza de gallo castizo.
Cual vendaval de granizos
han de florear los vocablos,
se ha de asombrar hast'el diablo
con muchas bellas razones,
como en las conversaciones
entre San Peiro y San Paulo.

Tamién, señores oyentes,
se necesita estrumento,
muchísimos elementos
y compañero 'locuente;
ha de ser güen contendiente,
conoce'or de l'historia;
quisiera tener memoria
pa'entablar un desafío,
pero no me da el sentí'o
pa' finalizar con gloria.

Al hablar del estrumento
diríjome al guitarrón,
con su alambre y su bordón
su sonoro es un portento.
Cinc' ordenanzas le cuento
tres de a cinco, dos de a tres,
del clavijero a sus pies
l'entrasta'ura 'legante,
cuatro diablitos cantantes
debe su caja tener.

Y pa' cantar a porfía
habrá que ser toca'ora,
arrogante la cantora
para seguir melodía,
galantizar alegría
mientras dure'l contrapunto,
formar un bello conjunto
responder con gran destreza.
Yo veo que mi cabeza
no es capaz par' este asunto.

Por fin, señores amables,
que me prestáis atención,
me habéis hallado razón
de hacerle quite a este sable;
mas no quiero que s'entable
contra mí algún comentario,
pa' cominillo en los diarios
sobran muchos condimentos.
No ha de faltarm' el momento
que aprenda la del canario.





Muda, triste y pensativa
ayer me dejó mi hermano
cuando me habló de un fulano
muy famoso en poesía.
Fue grande sorpresa mía
cuando me dijo: Violeta,
ya que conocís la treta
de la vers'á popular,
princípiame a relatar
tus penurias "a lo pueta".

Válgame Dios, Nicanor,
si tengo tanto trabajo,
que ando de arriba p'abajo
desentierrando folklor.
No sabís cuánto dolor,
miseria y padecimiento
me dan los versos qu'encuentro;
muy pobre está mi bolsillo
y tengo cuatro chiquillos
a quienes darl' el sustento.

En ratitos que me quedan
entre campo y grabación,
agarro mi guitarrón,
o bien, mi cogot'e yegua;
con ellos me siento en tregua
pa' reposarme los nervios,
ya que este mundo soberbio
me ha destinado este oficio;
y malhaya el beneficio,
como lo dice el proverbio.

Igual que jardín de flores
se ven los campos sembra'os,
de versos tan delica'os
que son perfeutos primores;
ellos cantan los dolores,
llenos de fe y esperanzas;
algotros piden mudanzas
de nuestros amargos males;
fatal entre los fatales
voy siguiendo estas andanzas.

Por fin, hermano sencillo,
que no comprendís mi caso;
no sabis que un solo lazo
lacea un solo novillo.
Pica'o tengo el colmillo
de andar como el avestruz,
sin conseguir una luz,
ni una sed de agua siquiera.
Mientras tanto, la bandera
no dice ni chuz ni muz.





Pero, pensándolo bien,
y haciendo juicio a mi hermano,
tomé la pluma en la mano
y fui llenando el papel.
Luego vine a comprender
que la escritura da calma
a los tormentos del alma,
y en la mía que hay sobrantes;
hoy cantaré lo bastante
pa' dar el grito de alarma.

Empezaré del comienzo
sin perder ningún detalle,
espero que no me falle
lo que contarles yo pienso;
a lo mejor no convenzo
con mi pobr' inspiración
escas' ando de razón,
mi seso está 'polilla'o,
mi pensamiento nubla'o
con tanta preocupación.

Recularé algunos años
y de lugar mudaré,
así les resaltaré
sin "coilas" y sin engaños;
que se descarguen los daños
en la pobre relatora,
por no valerle hast'ahora
haberse amarra'o a Chile.
Si el canto no le da miles,
válgame Dios, la cantora.

Primero, pido licencia
pa' "transportar" la guitarra;
después, digo que fue Parra
quien me donó l'existencia.
Si me falta l'elocuencia
para tejer el relato,
me pongo a pensar un rato
afirmando el "tuntuneo",
a ver si así deletreo
con claridez mi relato.

Tenga calma la compaña
ya viene la despedí'a;
la poca sabiduría
mis ocurrencias empaña.
Siempre la suerte m'engaña
por mucha ilusión que tenga;
que la fuerza me sostenga
si el sacrificio es en vano,
y no me condene, hermano:
no hay mal que por bien no venga.





Aquí presento a mi abuelo,
señores, démen permiso,
él no era un ñato petizo,
muy pronto van a saberlo;
en esos tiempos del duelo
versa'o fue en lo de leyes,
hablaba lengua de reyes,
usó corbata de rosa,
batelera elegantosa
y en su mesa pejerreyes.

José Calixto su nombre,
fue bastante respeta'o,
amistoso y muy letra'o,
su talento les asombre;
más le aumente su renombre
al decir muy en breve,
no más entre marte' y jueves
procura mostrar su honor,
defendiendo el tricolor
el año setentainueve.

En la ciudad de Chillán
vivía en un caserón, 
dueño de una población
de gran popularidad.
Pa' mayor autoridad
manda sus hijo' a l'escuela,
y a petición de mi abuela
les enseña a solfear
par' un' orquesta formar
de arpa, violín y vihuela.

El día de San José,
nombre del dueño de casa,
s'hizo una fiesta grandaza
según lo supe después.
Había muerto una res,
llegan noventa visitas
con flores y tarjetitas,
besan y abrazan al santo,
lo avisan con harto canto,
valse, mazurca y cuadrilla.

Las damas con abanico,
de fraque los caballeros,
perfumosos y altaneros,
como son siempre los ricos,
saltaban como unos quicos
cuando bajaron del coche
y armaron tremendo boche
los chiquillos copuchentos,
hormigueando to'os mugrientos
entremedio 'e los fantoches.





Mi abuelo por parte 'e maire
era inquilino mayor,
capataz y cuidador
poco menos que del aire;
el rico con su donaire,
lo tenía de obliga'o
caballerizo monta'o,
de viñatero y rondín,
podador en el jardín
y hortalicero forza'o.

Todo esto, señores míos,
por un cuartito de tierra
y una galleta más perra
que llevaba a sus críos;
algunos reales, ¡Dios mío!,
pa´alimentar quince humanos,
sin mencionar los hermanos
que se apegaban al pial;
Don Ricardo Sandoval
cristiano entre los cristianos.

Al verlo a primera vista
parece mi lindo abuelo
algún arcángel del cielo
gemelo de Juan Bautista;
azules sus pupilitas,
dorada su cabellera,
montado en su yegua overa
no hay niña que no lo mire,
ni vieja que no suspire
por detrasito 'e mi abuela.

Cuenta mi madre afligida
que mi abuelito Ricardo,
era un hermoso leopardo
pa' batallar por la vida;
fuera de noche o de día
de aquí para allá galopa;
..............................*
en los inviernos terribles,
y en los veranos temibles
sudaba como as de copa.

Mi abuela a cargo 'e la casa,
amamantando sus críos,
llevando el agua del río
pa' preparar buena masa, 
criando pollos de raza,
sacando miel en enero,
limpiando trigo en febrero
para venderlo en abril;
y en mayo, ¡qué perejil
cosecha junto al estero!

* falta el original



Aquí tiene mi pañuelo

Aquí tiene mi pañuelo,
señora, seque su llanto,
no hay en el mundo quebranto
que no tenga su consuelo,
saque la vista del suelo
y míreme frente a frente,
que sufre toda la gente,
l'olvidaba por egoísmo,
eso conduce al abismo,
le digo primeramente.

No ha visto en los hospitales,
están sobrando las urnas,
porque las niñas nocturnas
se duermen como animales,
confunden los materiales
del moribundo paciente,
y al despertar de repente
jeringan a Juan Salgado
en vez de Juan Maldonado,
y echan a dos por el puente.

Hay diferencia en los bancos
por no sé cuántos trillones,
los ministerios mayores
también van diferenciando,
los funcionarios chupando
la teta ya mucho rato,
hay jefes que son retrato
del mismito Lucifer,
en esto sí que la ley
puede bramar garabatos.

Aquí le muestro un legajo
de sello, tinta y papel,
éste sí que es cascabel
que suena con desparpajo,
diez mil quinientos carajos
pueblan las casas legales,
y allí están los tal por cuales
en un sillón silloneado
y a fines de mes arreando
billetes muy especiales.

El rey de las oficinas
tramita qu'es un portento,
no deja por un momento
su puro y su gabardina,
teléfono y pluma fina,
ventana al Santa Lucía,
cocteles ord'en del día
y por la noche de frac,
p'al puestecito es un crac,
qué le parece mi amiga.

Engaño de punt'a cabo
en este mundo tan cruel,
engaño hast'en el plantel
d'estudios muy encumbra'os,
siete años amordaza'os
de pies y mano' arquitectos,
tratando bellos proyectos
de mil colores y formas,
cuando más tarde es la norma
de hacer cajones de muertos.





El médico en juramento

El médico en juramento
de servir l'humanidad,
con gran religiosidad
recibe un documento;
olvid'el primer momento,
le da por matrimoniarse,
en auto quiere pasearse,
ya no le incumb'el paciente,
si no es un rico pudiente;
el pobre vaya'enterrarse.

El abogado tan grave
delante de un garrapata
..................................*
s'encierra como con llave,
le dice que nada sabe,
le nombra otro consultorio;
en un blanco lavatorio
se lava como Pilato,
después de bailar un rato
la danza de los demonios.

Y eso es poco, en esta fiebre
miremos al comerciante,
con su sonrisa galante
los pasan gatos por liebres,
aunque los cielos se quiebren.
Hay que decir la verdad
de tanta calamidad
por la que estamos pasando;
váyase, pues, consolando
con tanta mariconá'.

Nadie se ha muerto de amor
ni por cariño fingido,
ni por vivir sin marido,
ni por supuesta traición;
el mundo es una estación
con trenes de sinsabores,
con faltas muy superiores;
su pleito no es una queja,
gran pleito es quien despelleja
sin lástima a nuestros pobres.

Señora, yo la condeno
a l'alto de una patagua,
cinco días a pan y agua
durante todas sus horas;
las lágrimas que me llora
no tienen explicación,
denuncie con su furor
la farsa politicante,
no los suspiros galantes
ni las razones de amor.

* falta en el original





Engaños en Concepción

Entré al clavel del amor
cegada por sus colores,
me ataron los resplandores
de tan preferida flor;
ufano de mi pasión
dejó sangrando una herida
que lloro muy conmovida
en el huerto del olvido,
clavel no ha correspondido,
qué lágrimas tan perdidas.

Fui dueña del clavel rojo,
creí en su correspondencia,
después me dio la sentencia:
no es grano sino gorgojo,
fue por cumplir un antojo,
me dice la flor del mal,
yo soy un hondo raudal
d´espumas muy apacibles
y el remolino temible
abajo empieza a girar.

Este clavel lisonjero
me causa tal confusión
que deja mi corazón
a mil grados bajo cero,
quisiera que un relojero
me acompasara el latido
y me componga el sentido,
que es tanta mi oscuridad
por una loca maldad
d´este clavel ofensivo.

Un lirio me da consejos,
me dice de qu´el clavel
en l´alma de la mujer
siempre ha rondado muy lejos,
mi sentimiento perplejo
se confundió de camino,
un pájaro con su trino
me dijo: parte de aquí,
y a mi Santiago volví
para cambiar mi destino.

Un año crucé las calles
gimiendo muy dolorosa,
y a trabajar afanosa
me fui por montes y valles,
no quieron entrar en detalles
ni remover las cenizas,
lo malo m´escandaliza,
quiebra nervios y huesos;
el viento voló sus besos,
la mar lavó sus caricias.

Publican de qu´el clavel
se fue a un jardín del Oriente,
yo fui leyendo sonriente
lo que decía el papel,
la vida es un carrusel
que va girando, girando,
ella me fue demostrando
que con el tiempo se cura
hasta la peor desventura
causada por un ingrato.




Con mi litigio de amor

Con mi litigio de amor
llegué donde el señor juez,
por remediar de una vez
la causa de mi aflicción;
le digo que en Concepción
sufrí muy grande amargura
que a punto de la locura
me tuvo el desasosiego
y al señor juez yo le ruego:
senténcieme con premura.

Mi caso tan complica'o
es éste, Su Señoría,
se me perdió l'alegría
sin saber cómo ni cuándo,
aquí me ve usted llorando
con la mirada en el suelo,
la vida me da recelo,
m'espanta su indiferencia,
la mano de la inclemencia
me ha echa'o este nudo ciego.

Ya ve mi cara, señor,
más pálida que la muerte,
escuche cómo de fuerte
palpita mi corazón,
mi pobre caparazón
tirita como en invierno,
mis venas son un infierno
que arden con fuego mortal,
castígueme el tribunal
si acaso culpa yo tengo.

Es increíble y penoso
lo que yo estoy padeciendo,
que se me van escondiendo
las ansias de hallar reposo,
motivo muy doloroso
el sueño me ha prohibido,
la fuerza me ha consumido
y me ha atormentado el alma
p'a mí lo que llaman calma
es vocablo sin sentido.

Si el día se me hace largo,
la noche el doble, señor;
con amapolas en flor
consigo entrar en letargo;
mi cautiverio es amargo,
sus yerros aborrecibles,
que ya se me hace insufrible
la luna del alto cielo,
y la Virgen del Carmelo
no está p'a mí disponible.




Me fui por un senderito

Me fui por un senderito
sembrado por blancos yuyos
y en árboles en capullo,
cantaban los chincolitos, 
en el estero infinito
les contestaban las aguas;
la sombra de la patagua
me recibió con cariño,
las lágrimas, del corpiño
cayeron hasta mi enagua.

Detrás de las alamedas
reinaban los animales,
perfuman los cereales
las trémulas sementeras,
las hojas por vez postrera
me brindan una sonrisa,
y me refresca la brisa
con sus esponjas la frente,
respiro serenamente,
ya nada me martiriza.

Semana que mis rosales
estaban ya florecidos,
yo con mi malo sentido
vi sólo sus espinales
las nubes primaverales
parecen una pintura,
los campos con su verdura
me han descorrido el telon,
mis ojos bailan al son
del viento por la llanura.

Ya no me clava la estrella,
ya no me amarga la luna;
la vida es una fortuna
vistosa, próspera y bella;
sus lluvias y sus centellas
nos engalanan los aires
nos brinda como una maire
su aliento renovadero,
yo siento qu'el mundo entero
está de canto y baile.

Nunca he subido al tribuno
jamás hablé con el juez,
solita me confesé
en mis terribles apuros,
miré más allá del muro
que me apartaba de todo,
y veo en su claro modo
que cada ser en su abismo
habita con egoísmo
bebiendo su propio yodo.




A los dos años cumplidos

A los dos años cumplidos,
curada ya de mi mal,
tropiezo en un animal
de misteriosos aullidos.
Violeta, me has conmovido
los huesos hasta la médula
y hasta la última célula
que tejen mi cuerpo humano,
deja tomarte la mano
muy limpia tengo mi cédula.

Yo que ando por este mundo
más triste que un' alma en pena
me retumbaron las venas
de verlo tan iracundo,
después tan meditabundo
que pienso que no m'engaña,
pero esta maldit' araña
al mes de su juramento
me niega su sentimiento
dejando brillar sus mañas.

Cómo es posible, me digo,
que siendo yo tan pequeña
se me descarguen las peñas
y siempre me quede al frío;
qué tienes, amigo mío,
en contra de mi esqueleto,
entre sollozos lo reto
y le hago ver su mudanza,
le digo sin más tardanza:
no sabes lo qu'es respeto.

Empieza de nuevamente
mi corazón la batalla,
el hombre es una muralla
de piedras omnipotente;
¿por qué tu cuerpo consiente
los golpes de tal martillo?
Quien lo maneja es un pillo
criado en los callejones,
palabras de maricones
y sangre de vinagrillo.

Vergüenza tengo, lectorio,
delante de mis pecados
que no tendrán los malvados
vergüenza de su velorio,
no saben de qu'el demonio
está preparando el fuego
porque son tantos los pliegos
que justifican sus daños;
al horno como rebaño
s'está chupando los dedos.




GRACIAS A LA VIDA

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dió dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado,
y en las multitudes el hombre que yo amo.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído, que en todo su ancho
graba noche y día; grillos y canarios.
martillos, turbinas, chubascos
y la voz tan tierna de mi enamorado.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y ell abecedario,
con el las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano y luz, alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dió el corazón, que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano,
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto;
así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto
y el canto de ustedes, que es el mismo canto,
y el canto de todos, que es mi propio canto-

Gracias a la vida...





La jardinera

Para olvidarme de ti
Voy a cultivar la tierra,
En ella espero encontrar 
Remedio para mis penas.
Aquí plantaré el rosal
De las espinas más gruesas,
Tendré lista la corona
Para cuando en mí te mueras.

Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina rosa pa´ mi pasión
Y para saber si me corresponde 
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito, nada,
Tranquilo queda mi corazón.

Creciendo irán poco a poco
Lso alegres pensamientos
Cuando ya estés florecidos
Irá lejos tu recuerdo.
De la flor de la amapola
Seré su mejor amiga,
La pondré bajo de la almohada
Para dormirme tranquila.

Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina rosa pa´ mi pasión
Y para saber si me corresponde 
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito, nada,

Tranquilo queda mi corazón




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PABLO NERUDA
Enero 19 en automóvil entre Isla Negra y Casablanca.
(1970)


Elegía para cantar



I



¡Ay, qué manera de caer hacia arriba
y de ser sempiterna, esta mujer!

De cielo en cielo corre o nada o canta
la violeta terrestre:
la que fue, sigue siendo,
pero esta mujer sola
en su ascensión no sube solitaria:
la acompaña la luz del toronjil,
del oro ensortijado de la cebolla frita,
la acompañan los pájaros mejores,
la acompaña Chillán en movimiento.

¡Santa de greda pura!

Te alabo, amiga mía, compañera:
de cuerda en cuerda llegas
al firme firmamento,
y, nocturna, en el cielo, tu fulgor
es la constelación de una guitarra.

De cantar a lo humano y lo divino,
voluntariosa, hiciste tu silencio
sin otra enfermedad que la tristeza.


II


Pero antes, antes, antes,
ay, señora, qué amor a manos llenas
recogías por los caminos:
sacabas cantos de las humaredas,
fuego de los velorios,
participabas en la misma tierra,
eras rural como los pajaritos
y a veces atacabas con relámpagos.

Cuando naciste fuiste bautizada
como Violeta Parra
el sacerdote levantó las uvas
sobre tu vida y dijo
"Parra eres y en vino triste te convertirás".

En vino alegre, en pícara alegría,
en barro popular, en canto llano,
Santa Violeta, tú te convertiste,
en guitarra con hojas que relucen
al brillo de la luna,
en ciruela salvaje
transformada,
en pueblo verdadero,
en paloma del campo, en alcancía.


III


Bueno, Violeta Parra, me despido,
me voy a mis deberes.

¿Y qué hora es? La hora de cantar.

Cantas.
            Canto.
                     Cantemos.




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NICANOR PARRA:


Defensa de Violeta Parra



Dulce vecina de la verde selva
Huésped eterno del abril florido
Grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra

Jardinera
            locera
                      costurera 
Bailarina del agua transparente
Árbol lleno de pájaros cantores
Violeta Parra.

Has recorrido toda la comarca
Desenterrando cántaros de greda
Y liberando pájaros cautivos
Entre las ramas.

Preocupada siempre de los otros
Cuando no del sobrino
                                    de la tía
Cuándo vas a acordarte de ti misma
Viola piadosa.

Tu dolor es un círculo infinito
Que no comienza ni termina nunca
Pero tú te sobrepones a todo
Viola admirable.

Cuando se trata de bailar la cueca
De tu guitarra no se libra nadie
Hasta los muertos salen a bailar
Cueca valseada.

Cueca de la Batalla de Maipú
Cueca del Hundimiento del Angamos
Cueca del Terremoto de Chillán
Todas las cosas.

Ni bandurria
               ni tenca
                            ni zorzal
Ni codorniza libre ni cautiva
         solamente tú
                         tres veces tú
                             Ave del paraíso terrenal.

Charagüilla
                     gaviota de agua dulce
Todos los adjetivos se hacen pocos
Todos los sustantivos se hacen pocos
Para nombrarte.

Poesía
             pintura
                           agricultura
Todo lo haces a las mil maravillas
Sin el menor esfuerzo
Como quien se bebe una copa de vino

Pero los secretarios no te quieren
Y te cierran la puerta de tu casa
Y te declaran la guerra a muerte
Viola doliente.

Porque tú no te vistes de payaso
Porque tú no te compras ni te vendes
Porque hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis.

¡Porque tú los aclaras en el acto!

Cómo van a quererte
                     me pregunto
Cuando son unos tristes funcionarios
Grises como las piedras del desierto
¿No te parece?

En cambio tú
                  Violeta de los Andes
Flor de la cordillera de la costa
Eres un manantial inagotable
De vida humana.

Tu corazón se abre cuando quiere
Tu voluntad se cierra cuando quiere
Y tu salud navega cuando quiere
Aguas arriba.

Basta que tú los llames por sus nombres
Para que los colores y las formas
Se levanten y anden como Lázaro
En cuerpo y alma.

¡Nadie puede quedarse cuando tú
Cantas a media voz o cuando gritas
Como si te estuvieran degollando
Viola volcánica!

Lo que tiene que hacer el auditor
Es guardar un silencio religioso
Porque tu canto sabe adónde va
Perfectamente.

Rayos son los que salen de tu voz
Hacia los cuatro puntos cardinales
Vendimiadora ardiente de ojos negros
Violeta Parra.

Se te acusa de esto y de lo otro
Yo te conozco y digo quién eres
¡Oh corderillo disfrazado de lobo!
Violeta Parra.

Yo te conozco bien hermana vieja
Norte y sur del país atormentado
Valparaíso hundido para arriba
¡Isla de Pascua!

Sacristana cuyaca de Andacollo
Tejedora a palillo y a bolillo
Arregladora vieja de angelitos
Violeta Parra.

Los veteranos del Setentainueve
Lloran cuando te oyen sollozar
En el abismo de la noche oscura
¡Lámpara a sangre!

Cocinera
                niñera
                           lavandera
Niña de mano
                  todos los oficios
Todos los arreboles del crepúsculo
Viola funebris.

Yo no sé qué decir en esta hora
La cabeza me da vueltas y vueltas
Como si hubiera bebido cicuta
Hermana mía.

Dónde voy a encontrar otra Violeta
Aunque recorra campos y ciudades
O me quede sentado en el jardín
Como un inválido.

Para verte mejor cierro los ojos
Y retrocedo a los días felices
¿Sabes lo que estoy viendo?
Tu delantal estampado de maqui.

Tu delantal estampado de maqui.
¡Río Cautín!
                 ¡Lautaro!
                             ¡Villa Alegre!
¡Año mil novecientos veintisiete
Violeta Parra!

Pero yo no confío en las palabras
¿Por qué no te levantas de la tumba
A cantar
               a bailar
                           a navegar
En tu guitarra?

Cántame una canción inolvidable
Una canción que no termine nunca
Una canción no más
                        una canción
Es lo que pido.

Qué te cuesta mujer árbol florido
Álzate en cuerpo y alma del sepulcro
y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra

Esto es lo que quería decirte
Continúa tejiendo tus alambres
Tus ponchos araucanos
Tus cantaritos de Quinchamalí

Continúa puliendo noche y día
Tus tolomiros de madera sagrada
Sin aflicción
                 sin lágrimas inútiles

O si quieres con lágrimas ardientes
Y recuerda que eres
Un corderillo disfrazado de lobo.




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PABLO DE ROKHA
París, 1 de junio de 1964.



Violeta y su guitarra



La gran placenta de la tierra la está pariendo cuotidianamente, como a un niño de material sangriento e irreparable, y el hambre milenaria y polvorosa de todos los pueblos calibra su vocabulario y su idioma folklórico, es decir, su estilo, como su destino estético y no a la manera de las categorías.

Por eso es pueblo y dolor popular, complejo y ecuménico en su sencillez de subterráneo, porque el pueblo e complejo, sencillo, tremendo e inmortal, como sus héroes, criado con leche de sangre.

Tiene su arte aquella virtud de salud, que es vital y mortal simultáneamente, de las honestas, recias, tremendas yerbas medicinales de Chile, que aroman las colinas o las montañas y las arañan con su olor a sudor dl mundo del futuro, o de lo remoto antiquísimo, y son como látigos de miel dialéctica, con hierro adentro, en rebelión contra el yugo.

Yo no defino así ni el volumen ni el tamaño social de su estilo; no, me refiero a la cualidad que la orienta a ella y su guitarra y aun la pintura en proverbio o la tonada revolucionaria, a su guitarra y a ella, porque ella no es una guitarra con mujer, sino una mujer con guitarra.

Por debajo, en el total denominador común humano, su folklore, no snob, se entronca a la Picaresca española, construida con la entraña popular, interfiriéndolo; un catolicismo, más pagano que cristiano, llora, sonríe, brama en el subsuelo; aquel humor feliz de sentirse desaventurado de coraje dramatiza la guitarra y de tan ingenuo es macabro, como la gárgola de la Catedral Gótica, como Rabelais o como el Aduanero Henri Julien Rousseau, o Bosch, el fraile terrible.

Saludo a Violeta, como a una "cantora" americana de todo lo chileno, chilenísimo y popular, entrañablemente popular, sudado y ensangrentado y su gran enigma, y como a una heroica mujer chilena.




Prólogo de "Décimas : Autobiografía en verso"




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