miércoles, 8 de octubre de 2014

IGNACIO ALBERTO PANE [13.591]


Ignacio Alberto Pane

Ignacio Alberto Pane (31 de julio de 1880 - 1920) fue un docente, periodista, editorialista y político paraguayo.

Nació el 31 de julio de 1880 en Asunción, siendo hijo de un inmigrante de Sorrento, don Salvatore Pane y de una mujer también inmigrante de apellido Liuzzi. Perteneció a la generación del 900. Se recibió de bachiller muy joven, y lo mismo de doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional en 1903. Militó desde muy joven en las filas del Partido Colorado, a partir de 1908 y por invitación del general Caballero, no sin antes condicionar su ingreso a un "Credo Republicano". Se proclamó a sí mismo socialista para confirmar su postura antiliberal y anti-individualista. Sus conferencias en esa dirección doctrinaria sobre "Política y obreros"; Solidaridad social "La mujer ante la causa obrera" y tantos otros. Fue secretario de la Legación en Santiago de Chile.

El periodismo lo apasionó siempre y fue algo más que una tribuna de pensamiento. Fue durante años redactor y editorialista de La Patria. Entre sus seudónimos figuran Matías Centella, Pepe Claro y Dr. Ox.

Desde 1896 hasta la víspera de su muerte que se dio a edad temprana, colaboraba regularmente en La Semana, La Democracia y La Patria. Pane vivió los afanes de la noticia, y sus artículos adquierieron gran brillo sobre todo a partir del 900. Escribió en La Patria, valioso vocero republicano dirigido por Enrique Solano López, y luego en "La Tarde" de la misma tendencia. También colaboró en revistas de época como la del Instituto Paraguayo, Letras, y Crónica. Pane fue un hombre de polifacética personalidad.

Su pensamiento filosófico se entronca con el positivismo de Augusto Comte, Spencer, Stuart Mili etc. Sus obras figuran en colecciones internacionales de la época.

Rufino Blanco Fombona, ilustre historiador, poeta, crítico y novelista venezolano, dirigía en Madrid la Editorial América. Allí, en la Biblioteca de Ciencias Políticas y Sociales, que había publicado obras de Juan Bautista Alberdi, Carlos Pereyra, José Gilí Fortuol y Francisco García Calderón, lanzó en 1917 Apuntes de Sociología, el cual él mismo escribió. Pane fue calificado por Rene Worms como uno de los sociólogos más eminentes de la América Española. Fue profesor de enseñanza media y universitaria. La obra de Pane es vasta y su pensamiento, como los de su generación, la del 900 dejó profunda huella. Con Juan E. O'Leary y Enrique Solano López iniciaron la campaña de reivindicación del Mariscal López. El 3 de septiembre de 1901 publicó en La Patria su artículo "El periodista" como profesión de fe. Falleció antes de cumplir los cuarenta años de edad, en 1920.



LA MUJER PARAGUAYA



         I

Nació como el dulcísimo gorjeo
de la avecilla que en la selva canta,
como surgiera Venus del Egeo,
como la luna surge y se levanta.

Por el campo al correr, donde aura leve
sus flotantes cabellos desunía,
a la palma gentil, cuando se mueve
con sus verdes penachos, parecía.

Para sus ojos fúlgidos y bellos,
focos de amor del corazón salvaje,
le dio el rocío matinal destellos
y el negro ybapurú le dio ropaje.

Los trinos del zorzal la saludaban
al acercarse a la callada umbría
y su moreno cutis refrescaban
los hálitos del suelo en que vivía.

Y cuando el eco del cañón hispano
rugió en el monte y resonó en el valle,
a la sombra del árbol más lozano
lució su esbelto, su flexible talle.

Y allí bajo sus ramas, en la loma
a cuyos pies se alzaba su vivienda,
donde el efluvio de la oliente poma
del tarumá en flor bañó su senda:

allí donde en eterna primavera
compitió de la grama con la alfombra,
la plácida y tupida enredadera
que en la siesta estival le dio su sombra;

paloma de Noé, anuncio de vida,
mensajera gentil de la natural
hada bella y sin par, diosa caída,
por primera vez vio el godo su hermosura.

Y el altivo león de glorias tantas,
honor de la nación de los Pelayos,
doblegó la cerviz...! le vio a sus plantas
la reina de los bosques paraguayos.

Su negra y abundante cabellera
regó piadosa el agua del bautismo;
así la virgen de Yacy hechicera
aprendió la virtud del cristianismo.

Y el ósculo de amor que en su mejilla
puso el bravo guerrero castellano,
el monte repitió..., en su fresca orilla
apareció el atleta americano.

Ella arrulló en su seno, que ciñera
la negra pluma del ñandú brillante,
a los hijos del godo, en la ladera
de verde Tacumbú, con voz amante.

Ella les dio el honor inmaculado
de noble descendiente de los Cides,
ella les dió el espíritu esforzado
del indio guaraní para las lides.

Por ella, en fin, del bosque en la espesura,
del paraguayo, orgullo de la historia,
la sangre de Guarán le dio bravura
la sangre de Pelayo le dio gloria.




         II

Cuando después de siglos, esta tierra,
ya sola y dueña de su gran destino,
se levantó a una voz para la guerra
y de las glorias emprendió el camino;

cuando cundió en dominios paraguayos
la furia del cañón y la metralla;
cuando seguida de mortales rayos
sonó doquier la voz de la batalla;

esta misma mujer, patria sibila,
más noble Elena de la nueva Ilíada
el valor inspiró, siempre tranquila,
hermosa en su altivez, nunca domada.

Ella fue la vestal que el patriotismo
siempre encendió con su palabra ardiente,
faro de intensa luz que al heroísmo
condujo al paraguayo combatiente.

La vara de Moisés con que la guerra
hizo brotar, magnífico y fecundo,
el raudal de las glorias de esta tierra
el haz de los titanes de este mundo.

Ella impulsó a su hermano a la pelea,
ella siguió a sus hijos al combate...
Dijo a su amante: "la victoria sea
arra de amor del que mi amor acate".

La trípode inmortal del patriotismo
donde la voz del Hacedor se escucha,
La alta tribuna fue de su exorcismo
Que "a Vencer o Morir" llevó a la lucha

En medio de la noche, su silueta
se destacó en el campo funerario
de la batalla pues buscaba inquieta
el cuerpo de su amor entre el osario.
E igual que con su esposo compartier
el tálamo nupcial en la morada,
con su esposo cayó, fiel compañera,
en el lecho mortal de la jornada.


         III

También cuando ya el joven y el anciano,
el hijo y el hermano y el esposo
cayeron para siempre... y en el llano
reinó de los sepulcros el reposo

ella emprendió la vuelta, con el pecho
por las patrias nostalgias oprimido,
y en vano escudriñó en su hogar deshecho
el antiguo lugar del ser querido.

En vano su mirada por doquiera
fijó en demanda de vital consuelo...
¡Todo le devoró la inmensa hoguera
de confín a confín en este suelo!

La virgen de Yacy miró a la diosa
de su primera religión, llorando,
le pedía una luz para la odiosa
noche de su desgracia, sollozando.

Nadie la consoló... Sólo se oía
la voz de urutaú en la espesura,
y sólo a sus lamentos respondía
con cansado rumor la fuente pura.

En vez del generoso castellano
que pidiera su amor puesto de hinojos,
sólo la afrenta cruel del inhumano
y altanero invasor, vieron sus ojos.

Más nada la abatió, pues de la ruina
de la nueva Salem, antes potente,
al infante salvó, luz vespertina
del sol de las batallas esplendente.

Y en la orilla otra vez del patrio río,
de sus labios cayó, gota por gota,
acerbo pero fúlgido, el roció
de la leyenda de una patria rota.

Ella puso en el ánima sencilla
del hijo de esta patria, todo el duelo
de un lustro de grandezas sin mancilla,
de un lustro de desgracias sin consuelo.

Y, como un tiempo, entre la noche oscura
de que nació la paraguaya historia,
con sangre de Guarán le dio bravura
con sangre de Pelayo le dio gloria.

Dio entonces al atleta americano
sobre la lava del volcán que incendia,
el supremo valor de un espartano
la sublime virtud de un Garmendia.


         IV

¡Es ésa la mujer que nadie imita!
¡Es ésa la mujer que todos aman!
A su presencia el corazón palpita,
porque entusiasmo y porque amor la inflaman.

Dulce canción que del hogar emana,
aura vital que mece nuestra cuna;
es ella nuestra madre o nuestra hermana
es ella nuestro amor, nuestra fortuna.

Es toda corazón, ternura y gracia;
arca fiel de virtudes guardadora;
fulge igual en la dicha y la desgracia,
en el ocaso es luz, sol en la aurora.

Paloma de Noé, nuncio de vida,
mensajera gentil de la natura,,
hada bella y sin par, diosa caída,
hoy miro como el godo tu hermosura.

Y culto dando a sus penurias santas,
con estos humildísimos ensayos,
como al godo una vez, me ve a sus plantas
la reina de los bosques paraguayos.





YBAPURU

Es pequeñita, más el rocío
la encuentra llena de hojitas mil;
es el socorro de nuestro estío
porque reviva con su elixir.

Doquier cercado por la pradera
de verdes tunas y mbocayás,
como a un amante Noviembre espera
con impaciente savia feraz.

Y cuando llega, bajo una gruta,
sobre un barranco, doquier está,
plegada al tronco tiene su fruta
como los hijos de un buen hogar.

Y es esta fruta redonda y llena,
con su negrura, con su esplendor,
cual la pupila de una morena
que está encendida por el amor.

Tal vez por eso, son los antojos
más insistentes de mi laúd,
cuando contemplo dos negros ojos
llamarlos ojos de ybapurú.




EL POMBERO

¿No lo sientes? No te espanta ese silbido
que ha salido del espeso matorral
No es el grillo, ni la víbora
ni el fatídico chirrido del suindé.

No es el viento que silbando se detiene
del callado cementerio en el ciprés.
Ni el arroyo en su salterio
cuyas notas se repiten con monótono sostén.

No es la voz con que se queja a media noche
tristemente en el boscaje urutaú
ni la débil voz doliente con que el pora nos revela
sus angustias cuando deja el ataúd.

Ni siquiera es el rapaz que nos visita
para hablarnos como el cuervo de Poé,
de Leonora, de la amada que en su lecho
duerme tierna y soñadora, recordándonos tal vez.

Es el duende de la tierra que el Progrese
relegara a las estultas fantasías sin piedad...
Es el genio de las noches paraguayas
que en el prado se desliza por en medio del chircal.

Es la sombra del pasado.
Es el alma del indígena infeliz
El fantasma, que abandona con el véspero
su sepulcro guaraní.

Es el indio. Es el Pombero
a quien llaman guaicurú
que se viste del follaje de las selvas
y el plumaje del ñandú.

En la sombra que los árboles arrojan
de la luna al resplandor
y en el hueco de los troncos y en las zanjas
y en las grutas, sin un eco, se agazapa con temor.

Es el cuco. No se sorprendan, niños míos,
que es un cuento, pero un cuento contra el mal
Es vampiro misterioso que del niño vagabundo
chupa sangre con afán.

Al conjuro del murciélago despierta.
Las luciérnagas le anuncian con su luz
cuando rasgan con sus lampos
de las noches funerarias el capuz.

El no corta el aire al sesgo de su vuelo
como el ave de rapiña nocturnal;
él se arrastra con sus silbos más temible,
más ligero que el veloz ñacaniná.

No hay gorjeo, no hay graznido,
no hay murmullo que no sepa repetir
pues sus presas él atrae con su remedos,
sus remedos de falaz cabureí.

Amalgama de hombre y fiera
mitad ave sin sus alas, y serpiente otra mitad
es el genio de las noches, en la tierra paraguaya,
y el cadáver errabundo de la raza de Guarán.





EL  BESO

Dulce como la miel más delicada
 Que hirviente del verano a los ardores,
 En nuestras selvas liban de las flores
 Las abejas en turba alborada,

 Fue el beso en que me hiciste, enamorada,
 De la luna a los pálidos fulgores,
 Embriagarme de néctar y de olores
 En la flor de tus labios encarnada.

 Para expresar como expresar me toca,
 La dicha inmensa que me diste en eso
 Es la grandeza del lenguaje poca.

 Sólo fuera capaz de tal exceso
 Si mis labios hablaran en tu boca
 Con el mudo lenguaje de otro beso.





EL INVÁLIDO

(Soneto) – Abril de 1899

-          Condúceme a tu casa, noble anciano;
Tus joyas quiero ver – No tengo nada:
Casa me da quien de mi mal se apiada,
Joyas las cruces que ganó mi mano.

-          De honores ciento y de laurel galano
Tu vida entonces mirarás colmada.
-          Nadie en mi ser detiene la mirada,
Mi pan a costa de vergüenza gano.

-          Así la ingratitud padece y calla
El hijo predilecto de la gloria
Que igual tan sólo entre los mitos halla;

Esa es su suerte miseria, irrisoria;
El hambre en pos de la ser par batalla,
El desprecio después de la victoria.




EL PATO Y EL GANSO
(Fábula literaria)

Un pato dijo a un ganso que deseaba
Cual bellas golondrinas revolar:
-          No intentes eso porque existe traba
Que vencer con tus fuerzas no podrás.

Y ensayó de las águilas el vuelo
Para mostrar al ganso autoridad;
Pero lo hizo tan mal que contra el suelo
Dio con toda su hinchada vanidad.

Con la lección perdida y el talante
No muy altivo ya, pudo enseñar
Al que al prójimo intente en adelante
Con el mismo defecto criticar.





UN RAMILLETE

          Haciendo un ramillete,
Tomé mucho jazmín
Y entre el jazmín ocultas
Violetas del jardín,
Dos florecitas luego
Con su corola azul
Sobre un clavel muy rojo…
Y te asomaste tú.




EL HÉROE COMPLETO

(A Pedro Juan Caballero)

En el combate y el cuartel tu mano
Al patrio sol de Mayo le dio vida
Tu fortaleza, en la prisión, herida
Dejó a la torpe furia del tirano.

Hízote así tú fuerza de espartano,
A tu virtud de ciudadano unida,
En vida un semidiós, aunque suicida,
Y en la muerte un Catón, aunque cristiano.

Y llegaste a ser por este modo,
Con igual, indomable resistencia
En el brazo y la fe, gigante en todo,

Para ejemplo inmortal de las edades,
El héroe de la patria independencia
Y el Mártir de las patrias libertadas.





LOPE DE VEGA EN GUARANÍ

Soneto avañe'ẽme kóicha meméva,
Jahechami tojy térã taipýra.
Irundy ñe'ẽngue poravo atýra
Ko peteĩ osẽháichama osẽva.

Ñe'ẽ atýra guive kóicha meméva,
Oñondive ojojoguapa ijapýra.
Mbohapývagui upe oñembotýra
Oĩ rire ko irundýva tenondéva.

Ñambojuaju ko'ãva jaikopávo.
Ha aña sonétore ñamondohóvo
Taijurujái ha toma'ẽ opytávo.

Umi ikaraiñe'ẽme oikóva opóvo...
Opa ko'ã mba'e rehe ipu'akávo
Ne'irãha ko ñe'ẽ oho omanóvo.




TESAHỮ MOKÕÍME

A Rufino Villalba
Chopĩ haitýpe mokõi oĩva
Ndojohejávai máramoite.
Peteĩchaitéva hũngue porãme
Ha iporãnguépe katu kõingue.

Upe hũnguépe he'i jakúpe
Ha pyharépe: tapomohũ.
Tesapehápe he'i jasýpe
Ku oikepotávo toroipyru.

Ma'ẽ saguýpe jahechapáma
Isla pa'ũme kuarahysẽ.
Ha oma'ẽmbápe nahesakãiri
Hendy porãnte jasyichaite.

Mba'embyasýpe luto voíva
Ha vy'ahápe tory rupa.
Ma'ẽ hatãme chemopirĩva,
Ma'ẽ mbeguépe chemoangaipa.

Omoporãva kuñataĩnguéra
Jama hi'áva, jama hete.
Pe pende jára noikotevẽiri
Porã oñohẽgui pendepype.








No hay comentarios:

Publicar un comentario