jueves, 21 de agosto de 2014

EPIFANIO ANDRÉS TOCARRUNCHO [12.984]



Andrés Acosta Diaz 
(Epifanio Andrés Tocarruncho) 

Bogotá, COLOMBIA  1987.
Es Licenciado en Psicología y Pedagogía de la Universidad Pedagógica Nacional.
Hizo parte del Comité Editorial del periódico de Estudiantes Aldabón.
Es docente y escritor, autor del libro Tríptico (Fundación Andrés Barbosa Vivas, 2012)
Poemas suyos hacen parte de la antología El rayo que no cesa, Editorial Cuervo de papel, 2013.


Poemas del libro Tríptico




Epifanio enamorado de una mesa

I

Voy a lanzar un apunte con malicia:

Levanto las cobijas y acuesto un perro.
Eso suelo hacerlo casi todas las noches
y antes de ello, el maldito perro me muerde.


II

Hay un gato en mi terraza
lo confundo con una paloma
¡al parecer vuelvo a estar bajo el efecto de tu nombre!
o alterando el curso Summerhill.


III

Mi nombre es Epifanio
dicen que me enamoré de una mesa
yo prefiero llamarle terroncito de azúcar.

Pero, no resisto las ganas de confesar
que el perro, el gato, la paloma
no existen
así como no existe aquella mesa
y mucho menos
el traicionero mal llamado
Amor.





Poema del feo

Es aquel
que sin entenderlo
vive entre los bonitos.
Parece no reconocer
Por qué sus líneas
pertenecen a otro tipo de libro.





El arte del amor

Freud era amigo de mi padre.
Solían beber mucha cerveza
tomar algunos tequilas
imaginar historias
comentar a cerca del nombre del carnicero
y torear un perro con cancha.

Un día llegó un tipo calavera
firmó un contrato de trabajo con ellos:
se los llevó por un trecho de palabras.

Freud gustaba ver el ocaso
hablar de cosas imposibles
escribir su nombre
sobre la arena de la caja del gato
esperar que algún desocupado editor
le hiciera famoso
para firmar autógrafos al aire
montarse en un cohete a la luna
conocer las estrellas bailar con zapatos de madera,
mientras en posición horizontal
tocamos un saxofón de poesía
delimitando los actos de la locura
haciendo el arte del amor.





Letanía para la ebriedad

Un buen ebrio sabe
cuando acaba la función
sabe
que algo necesita
que está y no está solo
que así sea, el dios del alcohol
lo acompaña.

Retrata a las calles siempre alegres
y espera que otro buen ebrio
le señale el camino a casa...
Mira por la ventana
a una multitud de hombres
envidiando su fortuna
reconociendo que
tal vez
hasta el policía lo aprecia
brindándole un tanto de su cariño
mucho de su violencia
nada de su comprensión.

Para ser un buen ebrio,
la temperatura debe subir
las calles serán duramente largas
el perro
consentirá sin mas a sus dueños
al ría que calla
al prójimo en línea.
Viéndolo de este modo
como el ebrio
hay pocos en mi conciencia
que lo entreguen todo
que ofrezcan hasta sus cabellos
sus manos, su experiencia
para de esta manera
hacernos a su compañía
y creer
que todos
¡todos!
debemos darle gracias
pues su vida es
la esperanza de una buena borrachera
sin pedir permiso
para hacer alfo por los otros
para hacer del mundo algo menos terrible
algo así, como lo que se ve siempre que se está
en estado festivo.




Declaración

De pecados está colmado el mundo
no se soportan los males en los osarios
cada quien carga una pena
en realidades apenas visibles
teñidas de efigies cultas morales
¡y todos, todos
vuelan con rumbos distintos!
No lo tomes a mal
te declaro desde este momento
un pacto de paz
para ser los custodios de la esperanza.
Que no escape.
De hoy en adelante
ella
será nuestro pecado mortal inmoral
y nosotros
los nuevos males
que habiten los osarios del pecado.





A tientas

Si las palabras tuvieran alas
volarían mis pensamientos por los rincones de la habitación
o inocuos por tu cabeza        acariciándola

Si por casualidad caminaran los oídos
y por las calles retumbaran mil nombres
el nombre de mi padre haría gran eco
y los ojos de la gente los perseguirían.
Luego una esquina fuera su morada
y con un amigo de paso, quien observa
mendigaran abrazos a quien pregunta
¿A dónde van mis manos?
¿Por qué escriben mentiras en el aire?

Ahora mis cosas
y mis amigos,
todos se fugan por entre 
los poros de mi piel se abren para sí
la carne no es más que carne…

Si las palabras tuvieran alas
si el oído derecho no se hiciera el sordo al izquierdo
si mis manos entonces no escribieran mentiras
mis pies no vagarían sin rumbo
y de nuevo sería

Los latidos se han ido repitiendo alternados.







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