lunes, 1 de septiembre de 2014

DAVID SHOOK [13.128]



DAVID SHOOK 

(Texas. EE.UU.)
El poeta y traductor estadounidense, criado en la capital mexicana, David Shook tiene un bigote famoso, el título de cónsul honorario de Burundi en Los Ángeles, un sueño de repartir poemas desde el cielo con drones y un poemario que devora voces de miles de mexicanos.

David Shook nos revela un mundo mágico que se manifiesta lo mismo en el sueño que en la realidad: 


“Mi padre tuvo una visión
por el cristal doble de la ventanilla del avión:
Los dioses aztecas protegían la ciudad,
los brazos cruzados como sacaborrachos de un bar celestial”

y ese mundo refleja mucho de la experiencia de David en México: va de la gran Tenochtitlán hasta Matamoros, visitando peluquerías, cantinas, mercados, en medio de charlas con amigos, reproduciendo el habla coloquial desde los bajos fondos del México loco; más que un turista, David Shook es un habitante que transita con la poesía como pasaporte.

Hijo de pastores de la Texas profunda, David Shook creció con fe en la palabra hablada. Estudió las sintaxis perdida de lenguas en peligro de extinción como el kiowa y nahuatl, y traduce del zapoteco del istmo y del zoque, lengua de Chiapas. No logró juntar el dinero que buscaba en internet (unos 10 mil dólares) pero no lo detiene: el canto de los drones ha atraído a inversores privados, y en un mes y medio confía en sobrevolar Los Angeles con sus poemas.

Con sus drones, David Shook ingresa en la prosapia de las águilas guerreras del continente. Sus inspiraciones cuentan al chileno Raúl Zurita, que dibujaba sus poemas en el aire (prótesis precursora de Carlos Wieder, el poeta-piloto feroz de Bolaño), el colectivo CasaGrande, que hizo llover poemas sobre Londres, y el ruso futurista Vasily Kamensky, al que Shook tradujo del cilírico y parece una especie de Kanye West de los 1930, donde los senos son terremotos y la vida es resurrección. El canon (los cañones poéticos) de David van del inglés al pashto, siraiki, somalí y urdu, con autores como Todd Swift, Sam Hamill, Mandy Kahn, Danielle Moody y Víctor Terán. Espera poder publicar los poemas de Gaariye, el bardo máximo de Somalía, que cantó sobre armas nucleares en 1970 y cuya voz grabada es objeto de contrabando; al poeta sudanés Al-Saddiq Al-Raddi, exiliado político en Londres, a Said Salah, Caasha Lul Mohamud Yusef, Rifat Abbas y Noshi Gillani, la gran poeta del urdu.

Se los imagina cruzando el aire despacio, insectos geométricos, a unos 20 o 30 metros de altura, abriendo la barriga metálica, lanzando su carga preciosa. El viento es un tema pero publicar poesía es siempre lanzar pedazos de papel al aire a demasiados metros de altura, sin importar los céfiros.


Como asteriscos  

Los periódicos dicen que eres dos cajetillas al día

con sabores diferentes como cigarros de souvenir: escape de autobús, 
fruta podrida, humo amargo de lúpulo en hervor, basura y plástico quemado

edición limitada de ceniza caída

*

Cubres la ciudad como
los asteriscos ocultan la i y la ie 
de chingar y de mierda
como los bikinis esconden los pezones

en la orilla de la carretera un cuerpo 
cubierto por una cobija blanca

*

Los indicadores de smog como las advertencias de mar revuelto en la playa:
si son rojas, quédate adentro; si son anaranjadas, avanza;
si son amarillas, deportes ligeros; si son verdes, todo bien

nunca están verdes

*

cerilla gris,
moco veteado de negro
Cuarta Tenochtitlan

Sobre el valle aullante de
la garganta de algún dios: el aliento
tibio y maloliente   cerveza de alto lúpulo 
y aguardiente en botella de plástico
por la noche    café quemado y diesel
por la mañana   nada más que
la boca seca de hambre 
durante el día

*

Sus nebulosas de insectos
fieras que sobreviven al repelente de insectos
con picos y alas más gruesas
que el vidrio   sus piernas 
no son vello de pestañas   sus ojos
no son de puntas de alfiler   
nebulosas, galaxias de escarabajos
una colonia de cucarachas en 
la estufa de hierro

*

Un continente de aeronautas velludos 
flota sobre la ciudad   la ciudad tectónica
se desplaza como una placa inquieta
empujando a sus vecinos en busca de espacio 
pero el vello a pesar de su pelusa
pesa más que el plomo   pero el 
vello se adhiere a la ciudad como cemento

*

Los ojos verdes de un monstruoso 
carnicero protegen los bordes del
resumidero   su cuchillo no tiene filo pero
todavía lo usa con vigor   corta
con un chillido y un flamazo como un disparo
como si acosara cadáveres bovinos
desde un escondite de caza   y su boca se queda 
silenciosa

*

Pasa un avión   en la noche parecen
joyas en un hilo invisible
que descienden al largo
entumecimiento   la risa hueca
de los viejos amigos   los niños que
en las esquinas hacen gárgaras con 
gasolina para ganar suficientes 
monedas para comer algo

*

La jaula de los cóndores está cercada 
con picos volcánicos
se alimentan de la carroña
tirada en la calle: carne de perro,
carne de cabra, gallinas y liebres
sacrificados a los ricos   a las
llantas de los automóviles   desechados





Postal de Los Ángeles

A veces me engaño al pensar
que volví. En Echo Park es sencillo:
los niños juegan en español, un hombre que usa abrigo
vende maíz con mantequilla, mayonesa y chile.
Siempre usa su abrigo. Los fines de semana trae
paletas caseras envueltas en plástico; nos
gustan las de mandarina, hacen que la garganta
cosquillee rico. ¿Sabes la historia
de los cigarros falsos con pólvora
que compré en Chapultepec? Aquí es como
estar en algún rincón de aquel parque,
mostrándote. Estamos perdidos pero bien. 
Al caminar de regreso a casa me limpio la nariz 
para quitar los escombros de la ciudad. 
Pero mi mucosa no es oscura.

Traducción: Jesús Carmona-Robles


Programa Político

Dadme un balcón y seré presidente.
José Maria Velasco


Dadme un balcón y seré
el próximo cadáver.
Amontonad mi carne magullada en la pila de
periodistas sacrificados,
cuestionadores enamorados de la esperanza,
familias espectadoras, perros callejeros atropellados.
Que la masa concentrada de nuestros cuerpos escriba
en la tierra la letra A en un crudo Braille,
para ser borrada por la excavadora analfabeta.
Que las células de mi corazón estallen y se desintegren hasta
que el órgano sea un terrón cruzado de lombrices,
que la tierra que nuestro deteriorado partido crea
tan sólo deje crecer la buganvilia,
un arbusto rebosante de sangre púrpura.

Versión de Gaspar Orozco



En los dormitorios del seminario bautista 
del estado de México

Las tijeretas se ahogan en los lavabos, se arremolinan en los desagües
de las regaderas de cemento salpicadas de pintura por los grupos

de adolescentes y sus líderes caídos del cielo para emba durnar más
capas en las paredes, cubiertas y recubiertas de pintura sin plomo.

Las lepesmas se reproducen bajo las almohadas del seminario como lentejuelas cogiendo.
Un niño espera mientras sus compañeros de cuarto afinan sus medio-ronquidos,

sus suspiros y reacomodos hasta que su coro se une al de los grillos,
los camiones de noche, el zumbido fluorescente del cor redor. La banda sonora

de su masturbación aburrida y culpable. Al final de la semana regalará
sus zapatos y la mayoría de sus camisetas como sacrificio,

con excepción de una, hecha bola entre su sarape y la bolsa en que guarda su shampú,
hilos de semen muerto almidonados como sudor.

Del toldo de la capilla cuelga una colmena de avispas, las puertas de esas tumbas empapeladas
abiertas para revelar sus interiores vacíos como cáscaras de cacahuate.

Versión de Gaspar Orozco



*

Mi padre tuvo una visión
por el cristal doble de la ventanilla del avión:

Los dioses aztecas protegían la ciudad,
los brazos cruzados como sacaborrachos de un bar celestial.

Apáticos, sus hijos nadan, se tiran clavados
a lagos de sulfuro, le hacen cosquillas a los volcanes

hasta que arrojan cenizas con su risa. De noche se ponen
en órbita, oliendo humo de camión, feromonas y sudor.

El sol se levanta cada mañana sin sacrificios humanos.
La miseria de la ciudad es más que suficiente.

Versión de Gaspar Orozco



*  



Mi lengua es un timón como la aleta de una trucha
que nada

en los sedimentos volcánicos de un lago que se evapora
tanta opacidad

tan sólo la aleta sabe qué dirección
seguirán los peces.

Versión de Gaspar Orozco




Niño en Álvaro Obregón

Arde el sol anaranjado entre la bruma,
del color del durazno cerca del hueso,

de la luz de neón que destella en el bar,
del fulgor del metal que espera fundirse,

la brasa viva del cigarrillo de Dios
¿cuándo será el día que lo retires
de este sitio, el cenicero del valle?

Versión de Gaspar Orozco



Ghazal Cruzado

Rondan como adolescentes desquehacerados antes del toque de queda, cada perro chilango igual,
examinan la banqueta en busca de un chicharrón, de una cáscara de limón. Aquí perro

lento es perro flaco. Con patrocinio oficial y un cortecito de pelo, podría organizar el concurso del perro
más feo del mundo. Apuesto dos a uno a aquel que está en la parada, el perro

ocre, un verdadero ejemplar de exhibición. Sus pezones de lápiz labial, cuelgan de bolsas ya chupadas.
El finalista podría ser ése chihuahua dañado por el granizo, sin seguro. Y así perro

tras perro desfila por la banqueta. Un pit bull pordiesero con sarna prematura y la cruza de un pastor de
tres patas van por el tercero, esto, después del anuncio.
Todas son unas perras,

no habrá aquí “Srita. Simpatía”. Representan adjetivos, no estados: Las Señoritas Cuello Mordisqueado,
Gruñido, Sin Dientes, tal vez Rabiosa…. ¡epa, perro!

El pit bull le gana al tripié una tortilla caída, más interesado en la cena que en lo que contenga el sobre
del ganador. Escucha, quid pro quo, perro,

¿quieres ganar?, David es igual a ti. Se pasa el día de vago en la compu,
garabateando poemas. Olvídate de la paz mundial, con dinero baila el perro.

Versión de Gaspar Orozco



Conozco tu cuerpo

“inspirado en Víctor Terán”

Si fueras una ciudad
podría dar direcciones correctas
a quien me preguntara;
haría mapas de tus barrios
y un catálogo de tus olores.

Si fueras una ciudad
me perdería cada día
por alguno de tus callejones.
Tiraría mi mapa,
pediría un aventón
por tus suburbios,
vagaría por tu centro.

Roberto Castillo Udiarte
__________

(1) Las versiones de Gaspar Orozco fueron trabajadas en colaboración con el autor.




Our Obsidian Tongues 
(Nuestras lenguas de obsidiana) 
del poeta norteamericano David Shook


Por Martín Camps 

David Shook es un poeta que creció en la Ciudad de México pero que actualmente reside en Los Angeles. Shook ha estudiado las lenguas en peligro de extinción en la Universidad de Oklahoma y también ha sido estudiante de poesía en la prestigiosa universidad de Oxford. Shook ha traducido el “Manifiesto infrarrealista” de Roberto Bolaño, también poesía indígena mexicana del zapoteco y poesía oral del burundés. Ha sido además traductor residente del “Poetry Parnassus” en Inglaterra. Además de su trabajo con la palabra, es un logrado cineasta y documentalista cuyos trabajos se pueden encontrar en la red, cabe mencionar su documental en Guinea Ecuatorial sobre el poeta Marcelo Ensema Nsang.

En su primer libro Our Obsidian Tongues (London: Eyewear, 2013) publicado por la editorial londinense “Eyewear”, desde el título tenemos la presencia del pasado prehispánico mexicano, la piedra volcánica de la obsidiana que los antiguos utilizaban como cristal cortante para muchas funciones, entre ellas, como afilado escalpelo para los sacrificios humanos. Curiosamente, este cristal es usado actualmente para cirugías cardiacas porque su filo es más eficaz que las cuchillas de metal. Transcribo y traduzco el poema homónimo del libro:

Our tongues are neither spoons
nor arrows. Neither flower petals
nor leaves. Our tongues are
obsidian tongues, shorter than
the knives priests use to sacrifice
but equally sharp. Our tongues
flint sparks. Our tongues chip 
thin flakes when stabs
aren’t straight & quick. Our
tongues are neither spoons
Nor arrows, petals nor leaves.
Our obsidian tongues.




Nuestras lenguas no son cucharas 
ni flechas. Ni pétalos de flor 
ni hojas. Nuestras lenguas son 
lenguas de obsidiana, más pequeñas que 
los cuchillos que los sacerdotes usan para sacrificar, 
pero igualmente filosas. Nuestras lenguas, 
chispas de pedernal. Nuestras lenguas lanzan
hojuelas delgadas cuando las puñaladas 
no son rectas y rápidas. Nuestras 
lenguas no son cucharas 
ni flechas, ni pétalos ni hojas. 
Nuestras lenguas de obsidiana.



Shook muestra influencias de poetas mexicanos, a quienes da crédito en la última página del libro, por ejemplo: Francisco Hernández, Hugo Hiriart, Eduardo Lizalde, Tedi López Mills, Moisés Náufrago, Víctor Terán, entre otros. Sus imágenes están en diálogo con estos autores, como él escribe, en un diálogo “antropofágico”. Hay muchos versos sorprendentes a lo largo del libro, algunos humorosos, por ejemplo: “Aztec gods protecting their city, arms folded / like celestial bouncers” [Dioses aztecas protegiendo su ciudad, los brazos cruzados / como gorilas celestiales]. 

Algunos poemas introducen la descripción de una postal con una escena de un hotel de Texas, se incluye la dirección, el remitente y la fecha.  Este recurso nos habla de la visualidad de su poesía, de un interés plástico, casi cinematográfico. Sobre el picadientes dice “the most democratic of mouth furniture” (el más democrático del amueblado bucal] como en una imagen sorprendente de corte vanguardista. Como ejemplo de un poema erótico, transcribo, “I Know Your Body”:



If your were a city
I could give perfect directions
to wherever they asked me,
I could map your neighborhoods &
catalogue your smells.

If you were a city
I would get lost every day
down some new corridor.
I would toss my map, hitchhike
your suburbs, wander your downtown.




Conozco tu cuerpo

Si fueras una ciudad
podría dar indicaciones perfectas
a cualquier lugar que me preguntaran,
podría cartografiar tus vecindarios y
catalogar tus aromas.

Si fueras una ciudad
me podría perder todos los días
en algún callejón nuevo.
Tiraría mi mapa, andaría a la deriva
en tus suburbios, exploraría tu centro.



Como en este poema, la ciudad y el cuerpo de la amada se hacen uno. En este otro poema aparece otra vez la ciudad, sin duda, la Ciudad de México, por la mención a la jacarandas, dice el autor:



The city smells bad. With spring
the sewers have bloomed. Through the dust & ozone,
jacarandas flash, swords of color & the penetrating stench
of rotten oranges.



La ciudad apesta. Con la primavera
las alcantarillas han florecido. A través del polvo y el ozono,
las jacarandas centellean, espadas de color y el mal olor penetrante
de naranjas podridas.



En el poemario también se respira un aire de viajes, se habla de Tenochtitlán, la Ciudad de México, Los Angeles, vendedores de mangos, peluquerías, la “Alvaro Obregón”. Es un poemario de trayectos y desplazamientos que tiene su centro en muchos lugares. Sin duda Our Obsidian Tongues es un libro que vale mucho la pena leer, así como ver algunos de los documentales de este autor norteamericano que están disponibles en la red (previa búsqueda googleana) de este autor poliglota y viajero.



Peluqueria Poema

Poem

He attacks Mother Nature for a small fee.

There is a carpet here of hair.
There is a heaven of curled clouds.
Lice praise me with their harps.

Neck, this is breeze. Breeze, neck.
I introduce cheekbones to sun,
I hide roots’ climb towards light.

I’ve heard hair keeps growing after death,
but I’ve never styled a corpse. I fight years
with dye & foil, sweep the evidence away.

If some god knows how many hairs
we each have, I write his riddles with
my scissors.





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