viernes, 22 de agosto de 2014

OLGA ELENA MATTEI [13.001]


Olga Elena Mattei

Olga Elena Mattei, poetisa antioqueña, Medellín, COLOMBIA  1933.

Estudió Filosofía y Letras, y Arte y Decoración, en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.

Su obra ha sido traducida a varios idiomas, y se ha presentado en los principales auditorios del mundo.

Algunas distinciones

Premio Nacional de Poesía Guillermo Valencia en 1973
Premio Internacional de Poesía Café Marfil, Madrid, en 1974
Orden Les Aniseteurs du Roi, París, 1976.
Premio Nacional de Poesía "Porfirio Barba Jacob", Medellín, 2004
Hasta 2009 le han sido concedidos 18 reconocimientos nacionales e internacionales,(entre premios y condecoraciones). Su cantata Cosmofonía fue estrenada en la Radio y TV Francia en 1976 con música del maestro compositor Marc Carles. Su poema Cosmoagonia, con temática científica (astronomía) y humanística, ha sido presentado en 8 importantes planetarios, como New York y Washington. La actividad literaria de Olga Elena Mattei se ha extendido al periodismo, la crítica de arte y de música. Colabora regularmente con la columna de crítica musical del periódico "El Mundo" de Medellín, donde comenta, entre otras cosas, los conciertos de las Orquestas de Medellín. Es conferenciante en Arte y culturas antiguas. Hasta 2009 tenía 18 obras publicadas y 39 inéditas.

Algunas obras

Cosmoagonía (Audiovisual en Planetarios USA)
Los ángeles del océano
La gente (1974)(Premiado en Colombia)
Regiones del más acá (1994)
Sílabas de arena (1962)
Huellas en el agua (1974) (Premiado en España)
Pentafonía,(1964)= (Cosmofonía, en versión corta)Cantata en París (1975)
Conclusiones finales (1989)
Los ángeles del Océano (2000)
Escuchando al Infinito (2005),(Premiado en Colombia) ISBN 958-708-124-2
El profundo Placer de este Dolor (2007),(Premiado en Colombia)
Abre la Puerta de la Ciudad (Premiado en Colombia)
La Voz de Olga Elena Mattei (Disco Colección HJCK)
4 Cuadernillos de Poesía (de 3 Universidades y de la Gobernación de Antioquia)





Otra Realidad

Soy un yo compuesto de
tus enigmas y mi ego.
Vivo el tiempo
como una vida paralela
en donde eres protagonista
central de la otra
realidad que me duplica.
Y mientras vivo en dualidad
con un ser fantasmal,
ya no percibo cuál
es la verdad:
si mi realidad es esta trama cotidiana
en la que se ubica mi humanidad corpórea,
o es este transcurrir mental de tu presencia,
donde transita mi alma.





Beber Agua

Animalito arisco,
felino
salvaje:
no pretendí
domesticarte.
Sólo quería que supieras
que junto a mí hallarías
una fuente
siempre
abierta.
Yo no estaba planeando
atarte a ella.
Es lástima que huyas,
que te encabrites
y me hieras.
Volcán en erupción,
no podrás vivir de lava:
todo ser vivo
necesita
beber agua.




Yo soy una señora burguesa 

Yo soy una señora burguesa 
 con la barriga inflada 
 y escribo poesías 
 con dolor de garganta. 
 He sido 
 niña prodigio 
 muchachita insoportable 
 mala estudiante 
 reina de belleza 
 modelo 
 de esas que anuncian 
 sopas, o telas o artículos diversos... 
 Me metí en este lío 
 inevitable 
 de enamorarme 
y sacrificar a un pobre hombre 
 hasta convertirlo en un marido 
 (sin mencionar de paso 
 en qué 
 me he convertido) 
 y cometí el abuso social 
 imperdonable 
 de tener cinco hijos. 
 He fracasado como madre 
 como esposa 
 como amante 
 como lectora 
 como filósofa. 
 Lo único que puedo hacer 
 mediocremente bien 
 es ser 
 señora burguesa y despreciable 
 imperdonablemente inútil. 
 Y eso 
 es precisamente lo que me infla 
 la barriga 
 y me hace escribir poesías 
 con el dolor de garganta 
 que me saca la rabia. 
 Porque todos los días me acuerdo 
 de la guerra y el hambre 
 que son tan reales como las señoras 
 a la misma hora 
 en que estoy aquí sentada 
 como una pendeja (1970). 




La Gente

No soy una;
Soy los otros,
Los otros, que anidan
En mi propio cansancio.
Los que alzaron mi llanto,
Los que han heredado.
Y los que en su camino
Lo olvidaron.

La gente son los otros.
Pero jamás olvides
Que tú frente a ellos,
Eres “gente”.
Recuérdalo,
Tan solo
Con mirar desde tu espejo
Tu propio rostro.

La gente
Es alguien como tú
Que anda
Pensando en el almuerzo
Que pisa sobre piedras
Y excrementos
Y trafica
En promesas y en dinero.
La gente,
Esa selva inconclusa
Que se mueve
Esa incógnita humana
Esotérica
Y a veces transparente.

De (La gente)




El Desconocido

Despierto, 
llena de
conmoción,
 del más intenso
sueño:
 Un beso hueco 
con un
hueco 
negro 
aspirando
galaxias 
en mitad 
de las
gargantas! 
Galaxias ácidas
que
recorrieron
 todos mis
nervios 
convirtiendo 
mi
cerebro 
en una
supernova
 efervesciendo! 
Y eras
tú, el desconocido, 
el que aún no
ha venido.
 El que he estado
buscando 
entre todos 
los rostros

de soldados 
egipcios
 y de
ejércitos 
chinos
 plasmados
 en
barro...
El que busqué hace
años 
dentro de los ojos 
de mis
amigos...
El que sigo buscando
 sin que jamás
desista...
El que hoy me ha besado...
Tú, el que 
tal vez no exista!






Si Me Vieras Así

Si me vieras
en estado de
éxtasis,
 efervesciendo
interiormente, 
con esta
sensación 
quemante y
dolorosa 
de tener en las
venas
 líquidos ácidos...
A punto
del desmayo, casi
embriagada
 (aunque
asceta),
 demudada,
catatónica, 
con los ojos
estáticos, perdidos,
 las pupilas
abiertas, 
y un rictus en
los labios 
que delata este
trance
 desorbitado...
Si me
vieras así,
 aún no me
creerías 
que es por amarte...
que
eres tú quien me lleva
 a este
estadio espiritual 
en que soy 
sólo
energía.





Sincronía

Hechos los dos de lumbre y
lejanía, 
afinados al eco del
recuerdo,
 ambos en
sincronía, 
somos fuego. 
Alimento
febril
 de mi cerebro. 
Química de
neutrones
 en neuronas ilusas
 que
fusionan 
mi mente con tu fuero.

Esculturas de carne
 purificada en
vuelo,
 se alzan en mi memoria
 en
medio del silencio 
y reconstruyen
los instantes
 que vivimos
temblando 
como imanes 
de piel y pensamiento.




RECIPIENTE

Estupefacta,
como ser terrenal
que se encuentra cara a cara
con un dios zenital
que baja y lo acompaña.

Atónita e incrédula
como novicia incauta 
que adivina
la voz de un ángel
que canta
junto a ella…

Quieta,
como un cántaro
preñado
por el sabor del agua,
sorprendida
como una copa
herida
en su cristal profundo
por el paso
de una onda 
de música que se alza 
y que penetra con su ritmo
a la interior estancia
de lo íntimo…
Iridiscente,
como vasija traspasada
por el rayo
de una luz recién 
creada.

Así, 
en este estado
de elación me dejas
tras el paso
de tu hálito.
Ser alado, ángel,
hombre hecho de ojos
sin medida, de mirada sin prisa,
de aliento eterno,
de melodías sin peso,
espejo frente a espejo 
revertido
en el encuentro
de tu rostro y mi rostro
y tus pupilas en las mías;
de pieles electrizadas y efervescentes,
bajo los dedos mojados
en tu música 
inaudita.

Soy recipiente de tu fuente
medular e intensa,
de tu fuero integral,
de tu vivencia.
Tu mente que se abre
bajo la greda de mi frente…
Tu pensamiento involucral
que me acaricia
y me rodea…

Y te irás… te irás cuando los ecos
de tus arpegios
se me pierdan,
mundo abajo del tiempo,
por el grito del recuerdo…
Tu palabra tonal, 
tu palabra escalar,
tu palabra musical
engastada en mi cerebro,
incrustada en mi pecho,
grabada
en la memoria 
dolorosa
de tus besos.

Porque te irás...
y yo
me quedaré en silencio…

Pero…
aún seré continente,
continente
de tus aguas,
del río de tu música
del de mis lágrimas,
ribera de los ecos de tu aliento,
huella impregnada por tu cuerpo,
patria del recuerdo
y monumento
para tu alma.




Olga Elena Mattei, la poetisa de palabras póstumas

Aún late el corazón de esta mujer antioqueña dedicada a las letras durante poco más de medio siglo.

Qué angustias invasoras /rodearon mi partida. Es este el verso con el que comienza el poema Oyendo mi silencio del primer libro publicado por Olga Elena Mattei. Por ventura su corazón sigue latiendo luego de resistir un infarto, hace poco tiempo.

Nació en Medellín en 1933. En su casa reposan más de 3.000 poemas que ha escrito a mano. Un tesoro, y no el único, también los tiene históricos y aquellos que corresponden a su alma, como un rincón de mar con caracolas ordenadas en un anaquel en el que pocos se detienen.

Y más allá o más acá, está el amor espiritual, uno que la inunda y es sobre él que esta mujer, incluida en cerca de 132 antologías, con 20 libros publicados, 11 sin publicar y 30 en marcha, habla en esta entrevista. (Vea más de la serie Plumas de Antioquia)

¿Ahora, con la muerte contemplada, cambiaría algo?

No. La manera como vivo es la manera como tengo que vivir dada las circunstancias que me rodean. Es decir, dada la edad que tengo, la energía y la salud que tengo o no tengo, dado el sistema de costumbres que no se cambian por el hecho de no haber muerto. Dados los hijos que tengo y mi relación con ellos, que es todavía más importante, aunque haya sido más inmediato lo que acabo de decir.

En realidad sigo viviendo de la misma forma y eso hace que siga con el mismo problema que tenía antes: El tiempo no me alcanza para todo lo que quiero hacer.

De lo que sí me di cuenta cuando morí y resucité es que estaba atrasada y no soy eficiente para desatrasarme. Tengo demasiadas cosas por hacer, especialmente poesía escrita a mano, garabateada, en papelitos, con bolígrafo.

Además de poesía, ¿qué otras cosas?

Cosas domésticas, archivos, lecturas. ¿Quién no tiene lecturas atrasadas?

Te digo un pecado y me pueden criticar lo que quieran: Desde muy joven me di cuenta que no podía leer todo lo que quería y que tenía que escoger, y conscientemente de que era una barbaridad, a sabiendas de que mis amigos intelectuales me iban a ver chiquita, menos digna de ser amiga de ellos, yo decidí que no leo novela.

¿Por qué?

No me lo permito porque a mí lo que me gusta leer es ciencias (astronomía, neurología a nivel de divulgación para el público, endocrinología, genética), historia, poesía, arte y no me da para más.

¿A qué le atribuye su sed por el conocimiento?

La ansiedad y el interés por saber. Tengo un amigo que quiero mucho. Lo conocí cuando él tenía 14 años: ‘el niño poeta’ Sergio Esteban Vélez. Él decía que ambos somos adictos al conocimiento.

Es una adicción, así de simple. Da al mismo tiempo mucho placer y mucho estrés, mucha ansiedad, mucha angustia y por la misma razón que te decía: porque uno no alcanza.

Duerme en el día y en la noche se dedica a lo necesario, ¿cómo pasó esto y qué le permite la noche?

Tuve cinco hijos en seis años y era muy ansiosa con ellos; quería ser la madre perfecta. Me pasaba la noche alimentándolos y cambiándolos. A las siete de la mañana me los recibía la niñera y yo hacía lo necesario por acostarme a dormir. El ciclo circadiano se me volteó y es muy difícil desvoltearlo.

La noche rinde mucho más. Me preguntan: ¿Y qué hace de noche? Todo lo que la gente hace de día. Desde arreglar cajones o archivar papeles o hacer las cuentas de la cocina o remendar algo que se rompió o pegar un botón, hasta escribir.

¿Recuerda su primera publicación?

Sí. A los 11 años escribí unas memorias de cuando tenía 7. Fue sobre un viaje en barco en trasatlántico. Luego, a los 12 años, entré al colegio La Enseñanza y me lo publicaron. Todas las monjas me felicitaron. Ahí supe que yo era escritora, no que iba a ser.

¿Luego qué sucedió?

Uno empieza a escribir poesía y sabe que no pueden estar buenos los poemas porque no tiene información o suficiente sentido lo que escribe. Tampoco suficiente gusto o paladar para saber si eso está o no regular.

Luego uno le muestra lo que escribe a profesores o a escritores amigos, y por lo general le sacan el cuerpo. Hubo profesores que tuvieron cartapacios míos y nunca los vieron ni me dijeron nada.

Hasta que aparece alguien…

Sí. Hasta que conoce un escritor que es más accesible, más querido, más amigo. Eso me pasó con Manuel Mejía Vallejo.

Le pregunté a Manuel si me miraba unas cosas y él sí se sentó a decirme lo que pensaba: “Esto parece un tango, esto parece un bolero, esto quítelo. Vea, aprenda a usar las tijeras” ¿Cómo así las tijeras? “Pues lo que está regular no lo trabaje: córtelo, quítelo”.

¿Él fue uno de sus maestros?

Él es el maestro, el único que tuve. Fue como en la mitad de mi vida con Justo Arosemena. Venía a comer y luego lo recibíamos en el estudio de Justo, nos sentábamos en su mesa de dibujo mientras él fumaba y Manuel Mejía y yo trabajábamos.

La reconocieron como la primera persona en escribir antipoesía en Colombia, ¿por qué?

A mí me hace falta la lógica en la poesía. Mi poesía es lógica. Inclusive, cuando leo a colegas que son muy buenas y escriben poesía abstracta, con imágenes nebulosas, no me gusta.

Esta es una poesía que no tiene mucho idealismo, no tiene romanticismo, tiene sarcasmo y es además muy prosaica. Hay que escribirla con mucho ingenio.

Pero no por esto desplaza al amor, ¿cómo es la mixtura?

Simultáneamente escribo poesía amorosa pero moderna. Es según lo que me esté intrigando o emocionando, otras veces es de interés o de admiración. Es lo que me maraville.

¿Qué es lo que más le maravilla del universo?

El hecho de que parezca que todo el cosmos ha evolucionado por miles de millones de años, a través de miles y millones de cuerpos cósmicos, para producir seres inteligentes. Eso es lo que parece.

¿Se atreve a darme una definición de inteligencia?

La inteligencia es el sistema neuronal con capacidad para entender la información recibida a través de los sentidos y almacenarla como memoria; y la habilidad para volver a pensar lo ya pensado, revisando los archivos mentales para adquirir más información adicional, por deducción o intuición.

Más de la mitad de la humanidad cree que por encima del sustrato físico, fisiológico, cerebral, existe el estrato intelectual que es el verdadero "yo" autoconsciente, puramente espiritual e inmortal. Esta creencia es la base para casi todas las religiones y las mitologías de la historia.

Y pensar que ni siquiera sabemos si puede haber otras formas o dimensiones de inteligencia que no conocemos y que sean todavía más asombrosas.

Probablemente las haya...

Con seguridad. Precisamente por la misma fórmula de que todo ese cosmos tan inmenso y que ha evolucionado a través de eones de tiempo, tiene que haberlo hecho para producir mucho más de lo que nosotros conocemos.

¿El interés por la erudición supera su necesidad de expresión poética?

Voy a salirte con una cosa que no esperas y hace que todo lo que te he dicho no tenga importancia: El amor.

El amor es lo más importante de todo. Pero no el amor físico; el amor espiritual. Y hay personas que rechazan la idea de la creencia en el espíritu, pero aunque no crean, experimentan el amor espiritual alguna vez en la vida.

Y aunque no crean que hay un más allá, la inteligencia de los seres humanos y de otros seres que pueden haber, perdura más allá de la muerte de sus cuerpos.

La persona que está enamorada espiritualmente, lo conoce, sabe que eso es así.

Y yo también pienso que el universo es demasiado costoso, para que el único objetivo sea producir esa inteligencia que va a durar un promedio de 70 años en bloque. ¿Desapareció, no quedó nada?

Yo creo que el costo y el desperdicio sería demasiado, para nada. Para unos años de conciencia de la existencia, de la propia existencia. No. Tiene que ser que esta va más allá y el amor es una consecuencia directa de esa existencia de algo espiritual.

Nada tiene un valor mayor, en importancia, que el amor.

¿Así lo aborda desde lo poético?

Siempre me ha preocupado este detalle: Los Inuit, que son la etnia de los indígenas de una región de Alaska, tienen 36 palabras para referirse al hielo dependiendo de su clase, calidad, densidad, transparencia, duración. Yo no entiendo el ser humano por qué tiene una sola palabra para el amor.

¿Qué opina de que digan que es la mejor poeta del país?

Eso es muy peligroso por varias razones: primero, son opiniones; segundo, son pasajeras. Tercero, hay peligro de contagio. Uno lo dijo, el otro lo repite para mostrar que está enterado y puede que no sea verdad.

Hacen falta críticos serios que lean toda la obra, toda. Y yo sé que ha habido muy pocos críticos serios que han leído toda mi obra, por diferentes circunstancias.

¿Y en cuanto a ser la primera en escribir antipoesía?

Publican un artículo en donde un crítico, un poeta o un intelectual dice eso. Al mismo tiempo están publicando decenas de artículos donde dicen que otra persona también lo es.

¿Para usted cuándo cobra vida el poema?

Es muy triste, muy amargo, es un drama: el poeta se ha leído a sí mismo, el poeta conoce su obra y desde ese momento ya existe, aunque no haya lectores y aunque sepa que no hubo lectores.

Hay un lector que es él mismo, eso es dramático, muy duro.

Cuántas veces no ha sucedido que alguien descubre un poeta clandestino que tenía todo guardado en un baúl y no había mostrado nada y resulta que es maravilloso.

¿Qué tiene por decir como la primera lectora de su obra?

Miedo. Miedo de que puede que me haya extralimitado en austeridad o en prosaísmo en la poesía de temática científica. O puede que me haya extralimitado en romanticismo en la amorosa. Uno cierra los ojos y lo tira sin estar seguro.

Tiene una gran colección de mujeres poetas, ¿a qué se debe su poca divulgación?

A que los hombres son los que han gobernado la divulgación de lo intelectual y sistemáticamente han ignorado a las mujeres.

Hubo una conferencia de un bogotano ex cátedra, con muchas ínfulas de que era muy importante, en una feria del libro de Medellín. En una sala llena de gente, había por los menos 250 personas, dio una conferencia de poesía en Colombia.

Recorrió la lista, casi no dejó un solo poeta sin mencionar. Muy erudito. Y no mencionó una sola mujer. Ni una.

Entonces yo levanté la mano, temblando, muerta del susto, me paré y le dije: Usted no menciona ni una sola mujer en poesía, ¿no las menciona porque no las conoce o no las conoce porque no ha querido? ¿No le parece importante en un país estudiar lo que producen las mujeres? ¿O no las menciona porque sí las ha estudiado, pero no las recuerda y no le parece que haya una sola que merezca mención?

Luego le dije: Yo puedo ya, espontáneamente, darle el nombre de por ahí 30 mujeres que son igual de buenas que los hombres que usted ha mencionado. La sala estalló en aplausos, el tipo se tragó la lengua y no supo qué contestar.

Ese es el estilo de todos los intelectuales críticos que ha habido en Colombia por décadas.

¿Considera que algo así le ocurrió a usted?

Mis amigos han sido buenos conmigo últimamente. En los años 60 y 70 que yo circulaba entre ellos era como si no existiera. Dirigían revistas de poesía, invitaban a todos los amigos a publicar en la revista y conmigo no lo hacían.

Ahora hay unos que son queridos y me tienen en cuenta.

Periodistas que hacían crítica con calidad sí hubo muchos que me reconocieron: Adel López Gómez, Fabio Lozano Simonelli, Antonio Panesso Robledo "Pangloss", los directores de los sumplementos de EL TIEMPO y El Espectador que eran Eduardo Mendoza Varela y Gonzalo González "Gog" y también Alberto Aguirre.

¿Cree que un hombre y una mujer escriben distinto?

Un hombre y una mujer sí pueden escribir distinto si tienen como temática el amor familiar o hasta el amor por la humanidad, compasión por seres que son desvalidos, en fin, la manera de expresar el sentimiento puede ser distinta. Si fuera temática científica no tiene por qué haber diferencia; es más importante la apreciación de la calidad.

No acepto que se considere en general que la poesía de mujeres tiene menos calidad que la de los hombres. Es absurdo. Si es el hecho de que las mujeres tienen menos calidad, no es porque sean mujeres, es porque no son buenas.

Y que haya más hombres con buena calidad que mujeres, en una lista de la literatura de un país, se debe a que las mujeres han tenido menos apoyo, menos divulgación y por lo tanto menos reconocimiento.

Ahí no es la calidad, son las oportunidades.

¿Ha valido la pena todo?

Sí, ha valido la pena. Pero, si hubiera sido otra cosa, también hubiera valido la pena. Si no hubiera tenido ninguna especialización en alguna actividad, sino simplemente en la de ser madre, también hubiera valido la pena.

Lo que hace que valga la pena es la intención y la intensidad con que uno hace lo que hace.


Medio siglo dedicado a la poesía

1962: Publicó su primer libro Sílabas de arena. Más adelante Pentafonía, La gente, Huellas en el agua, Cosmofonía, Conclusiones finales, Regiones del más acá, Cosmoagonía, Los ángeles del océano, Escuchando al Infinito y El profundo placer de este dolor, entre otros.

1973: Recibió el Premio Nacional de Poesía Guillermo Valencia; en 1974 obtuvo el Premio Internacional de Poesía Café Marfil (España). En 1976 el Orden des Aniseteurs du Roi (París). En el 2004 el Premio Nacional de Poesía Porfirio Barba Jacob y en el 2007 el Premio Nacional de Poesía Meira Delmar.

1976: Cosmofonía se convirtió en una cantata estrenada en París por la Radio y Televisión Francesa con música del compositor Marc Carles. Por su parte, Cosmoagonía, poesía de corte científico o antipoesía, ha sido presentado en ocho planetarios del mundo, incluidos en estos el de New York y el de Washington.

2014: Olga Elena Mattei escribe desde hace más de 10 años para el periódico ‘El Mundo’. En una columna semanal realiza reseñas musicales, por las que se destaca, pero expone igualmente temas sobre artes plásticas, poesía, literatura, educación y en ocasiones también sobre filosofía.

MANUELA SALDARRIAGA H.
Para EL TIEMPO
Medellín





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