viernes, 23 de mayo de 2014

XIMENA SEPÚLVEDA LARRAECHEA [11.796]

Ximena Sepúlveda Larraechea

XIMENA SEPÚLVEDA LARRAECHEA


(CHILE,  1932)
Poeta, bordadora de tapices, pintora de tankas.




Me Presento

Tejo un bellón de lana
ahora,
y planto otro jardín,
el quinto,
en casa ajena.

Escribo
alguna poesía,
encargo mi ataúd
y cuido de mis huesos.

Recolecto mis versos
de antes y de ahora,
y puede ser,
con suerte,
si antes no me llega
la inconcebible muerte,

si no estalla el planeta
golpeado por algún
quemante meteoro,
si un azul rayo gama
viajante desde alguna
colapsada estrella
no nos hace añicos.
-esto si el cuerpo celeste de María
con su mata de ángeles
no nos hace de escudo-,

puede ser, digo,
que al fin,
quizás por mi cumpleaños,
salga a la luz,
preñada,
mi colección de versos macedonios,

"La Sigilosa Sombra Bella".







PRABOD ASHABA


A José Acevedo

         Anoche  vino Ashaba
a veces vino
concentrado  y caliente
de la iluminación,

pero también  licor casero
miel
de las uvas del Huerto
destilado en el sol
del mediodía,
hervido en el caldero
por las manos
más pías,
hasta espesar
en dulce arrope.

         Vino de la iluminación ,
sagrado,
pero también rocío ligerísimo,
fresco vaho
humedeciendo
mi desangrado corazón.

         Vino de la Iluminación,
oscuro vino,
pero también agüita clara
empapando la harina
con que amaso los panes
de la Proposición.

         Vino de la Iluminación,
Prabod Ashaba,
pero también
Arcano,
filtro de la mandrágora
puesto por mano hermética
en mi tendida mano.

         Vino de la Iluminación,
pero también
regalo,
savia del árbol Bodhi
penetrando al torrente
de mi circulación,
entrando por mi cuerpo
en aguacero,
lluvia volcánica,
lágrima de maná
ardiendo entre mis ojos
congelada,
vino, Vino de Luz,
Prabod Ashaba.







LA DANZA-DANZA

         Bonita la danza-danza,
el bailecito
que nos bailamos anoche,
hermano,
Aldebarán lacustre,
lucerito,
trotecito, cachimbo, carnavalito,
la danza-dancita
que nos zapateamos.

   ¡Vuelta!

         Era del norte, no sé por qué,
la geografía
que nos alzaba
y nos hundía en cataclismos
mientras sentía crecer
tu barba,
bajos mis besos, bajos mis dedos,
bosque de antenas
enraizadas.

   ¡Valseadito!

         Entonces eras brazo de mar,
por tres costados
me rodeabas,
me columpiabas como a velero
incendiado en la madrugada.

          Entre tus bellas,
amantes piernas
crecía mástiles,
rompía jarcias,
enguirnaldada la barca-yo,
por la marea
que no hace playa.

¡Última!

         Yo te decía “fino, fino,
fino de cuerpo
fino de alma”,
y nos reíamos, amorcito.
¡Ay, qué bonita
la danza-danza,
que nos bailábamos,
palomito,
cuando el Espíritu
nos tocaba.





TANTRA

         Por nueve lunaciones
dormí a tu izquierda.
Velé a tu derecha
por otras nueve lunas.

         Durante largos años adiestré la mente,
templé mi corazón,
purifiqué mi habla.

         Ahora toco tu mano
y toco todas las antorchas,
todas las caracolas,
los conos, los amentos,
los dientes del jaguar,
el corazón oculto que desata las aguas,
las medusas aladas
que ruedan en el viento.
El planeta sacude su caja de sorpresas
y suelta los vilanos
que generan las cosas.

         La sigilosa sombra bella
trepa por la columna
incendiando las ruedas
y hace aumento a la vena
de la leche escondida.
Con la dulce mordida
desamarra el chorro
en que estallan galaxia y firmamento.

         Ojo del huracán,
pleno vacío,
ni tú ni yo,
ni muertos ni nacidos,
polvo de estrellas en el viento.







Aguas del Silencioso

          Después que el primer sueño ha florecido,
por magia del sonido dispensada,
cosa de mucha prosa es trastrocada
en gracia del silencio y del oído.

         Desde el estanque blanco al muro asido,
al toque de una mano, poco y nada,
cinco azumbres de agua en la cascada
se van al sordo cauce sumergido.

         Resuena el nuevo chorro liberado;
traspasa las paredes ensoñadas
un eco ubicuo desatado en vuelo.

          Yo en el estanque de mi cuarto nado
con alas de delfina en marejadas
de salobre rumor, hasta los cielos.






Jardín de Arena

         Cuando estoy seca
de planta o de bestias,
sin brote, sin semilla,
despoblada,

bordo un jardín de arena.

         Con los hilos de sal de mis ojos
y los granos de cal
de mi osamenta,
con la riada del espanto
y las serpientes de la Madre Vieja,
con las pisada de los que se fueron,
con las oquedades
y los agujeros,

bordo un jardín de arena.

         Con la arcilla y las tierras de engobe,
y el sol mondador de calaveras
y el viento levantisco de fantasmas
en el soroche de la puna negra,
trocalando el silencio sibilante
con los torzales de la sombra bella
yo recamo mi sorda Atacama,
bordo un jardín de arena.









"La Recortamundos"

         Nada más existía
que la noche morada
y la pequeña maga,
la Recortamundos,
la bailarina de tijeras,
la niña chamana,
la fata blanca,
nada más, sino ella
y su par de tijeras.

         Las tijeras tenían
una pierna de plata
y tenían de oro
la otra pierna.
Estas piernas se amaban
una a otra
y jugaban a abrirse
y a cerrarse.
La niña bailaba sobre un pie,
golpeando y golpeando
su tambor de chamana,
que era sólo la noche,
nada más existía,
la pequeña, la noche,
las tijeras, la danza.

Entonces el sonido y el eco del tambor
tejieron un manto
en la noche morada;
el sonido tejió la urdiembre,
el eco tejió la trama.

         Y así la pequeña recortadeira
la niña chamana,
la fata blanca,
la bailarina de tijeras,
se puso a recortar en la tela,
en la tela recién inventada.

         Lo primero que cortó fueron estrellas,
sol y luna,
galaxias, planetas,
y cometas de cola incendiada.

         Y después fue cortando
el mundo todo,
con sus aves, sus ríos, sus peces,
con sus montes, sus sapos
y sus plantas.

         Nunca descansan sus tijeras,
corta que te corta en la tela de luz,
con su pierna de oro
y su pierna de plata
que se aman una a otra
y juegan a juntarse,
a cerrarse y abrirse en la noche morada.


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