martes, 9 de septiembre de 2014

ANDREW MARVELL [13.233] Poeta de Inglaterra


Andrew Marvell 

(1621-1678), hijo de un ministro de la Iglesia de Inglaterra, estudió en Cambridge. Entre 1640 y 1642, viajó por Francia, España, Italia y otros países del Continente. Fue tutor de la hija de un noble, en cuya casa de campo escribió la mayor parte de sus poemas líricos; y luego secretario de John Milton. Se hizo entonces partidario de Cromwell —el líder de las fuerzas parlamentarias que eventualmente ejecutaron al rey Carlos I— y fue tutor de su sobrino. Con la posterior restauración monárquica, salvó a Milton de la prisión y tal vez de su posible ejecución. Durante los últimos veinte años de su vida, fue miembro del parlamento y activo político, autor de sátiras y panfletos. Murió de fiebre terciana, en manos de un matasanos. 

Sólo a causa de tres célebres poemas («La definición del amor», «El jardín» y «Las Bermudas») y de uno de los más famosos de la lengua inglesa, «A su tímida amada», Andrew Marvell es hoy tal vez el más conocido de los poetas metafísicos, mote despectivo del mordaz doctor Johnson, que los condenó por su supuesta oscuridad antinatural, al «uncir con violencia las ideas más heterogéneas». Marvell no nos parece difícil ahora, pero quizás lo era para el lector inculto de su época. Como Donne, el primero y mayor de los poetas metafísicos, Marvell buscó la novedad, la metáfora —ese «contacto momentáneo de dos imágenes», como dijo Borges— que sorprende y estimula la imaginación y el intelecto. Las metáforas geográficas y astronómicas de «La definición del amor», por ejemplo, debían ser difíciles de entender; y quizás también la vasta visión histórica, esos «desiertos de vasta eternidad» de «A su tímida amada». Todavía el hombre no tenía una clara idea de su enorme pequeñez; pero sí el poeta, que también fue capaz de suplantar imaginativamente a los primeros ingleses en llegar a las tropicales Bermudas.

Debemos la existencia del delgado tomo de poesías de Marvell a su ama de llaves, que a su muerte rescató el manuscrito. Pero Marvell figuró en la historia como un político menor y secretario de Milton, y su poesía fue apreciada sólo gracias a T. S. Eliot, que encontró en él «una virtud modesta y ciertamente impersonal, llámese ingenio o razón, o incluso sofisticación (...) algo precioso y vital y aparentemente extinto (...)». El ingenio característico de los poetas metafísicos no es en Marvell mera ingeniosidad, sostiene Eliot, porque «no sólo se combina, sino que se funde con la imaginación»; en «A su tímida amada», que toma como ejemplo, «la ingeniosa fantasía» («mi amor vegetal», «hasta la conversión de los judíos») es la «decoración estructural de una idea seria». 

La poesía de Marvell, en todo caso, apasionada pero cerebral, fantástica pero real, sobrevive y nos deleita intelectualmente aún. Sólo espero que algo de esa poesía haya sobrevivido en este torpe traslado al español.

Traducción de Nicolás Suescún


The Definition of Love

My love is of a birth as rare
As 'tis, for object, strange and high ;
It was begotten by Despair,
Upon Impossibility.

Magnanimous Despair alone
Could show me so divine a thing,
Where feeble hope could ne'er have flown,
But vainly flapped its tinsel wing.

And yet I quickly might arrive
Where my extended soul is fixed ;
But Fate does iron wedges drive,
And always crowds itself betwixt.

For Fate with jealous eye does see
Two perfect loves, nor lets them close ;
Their union would her ruin be,
And her tyrannic power depose.

And therefore her decrees of steel
Us as the distant poles have placed,
(Though Love's whole world on us doth wheel),
Not by themselves to be embraced,

Unless the giddy heaven fall,
And earth some new convulsion tear.
And, us to join, the world should all
Be cramp'd into a planisphere.

As lines, so love's oblique, may well
Themselves in every angle greet :
But ours, so truly parallel,
Though infinite, can never meet.

Therefore the love which us doth bind,
But Fate so enviously debars,
Is the conjunction of the mind,
And opposition of the stars.




La definición del amor

Mi amor es de tan raro nacimiento
como de objeto extraño y elevado:
lo engendró la desesperación
en la imposibilidad.

Sólo la desesperación, magnánima,
podía mostrarme tan divino asunto:
allí volar no puede la débil esperanza
sino batir en vano sus alas de oropel.

Pero yo podría llegar como el rayo
allí donde mi alma extendida se fijó, 
mas clava la Parca sus cuñas de hierro
y siempre se interpone entre los dos.

Pues sólo con ojos celosos mira ella
dos amores perfectos, o los cierra:
su unión, de hacerse, sería su ruina
y depondría su poder tiránico.

Por lo tanto, sus decretos de acero
nos colocaron cual dos distantes polos,
(aunque girando el mundo del amor
en torno nuestro) sin poder abrazarnos.

Aunque se desplomara el mareado cielo
o quebrara la tierra nueva convulsión
y, para unirnos, tuviera el mundo
que ceñirse a un solo planisferio.

Cual líneas oblicuas, pueden los amores
saludarse muy bien en cada ángulo:
mas las nuestras, que son tan paralelas
e infinitas, no pueden encontrarse nunca.

El amor, entonces, que nos une
y que la Parca prohíbe con envidia,
es la conjunción de la mente
y la oposición de las estrellas.



To his Coy Mistres

Had we but world enough, and time,
This coyness, lady, were no crime.
We would sit down and think which way
To walk, and pass our long love's day;
Thou by the Indian Ganges' side
Shouldst rubies find; I by the tide
Of Humber would complain. I would
Love you ten years before the Flood;
And you should, if you please, refuse
Till the conversion of the Jews.
My vegetable love should grow
Vaster than empires, and more slow.
An hundred years should go to praise
Thine eyes, and on thy forehead gaze;
Two hundred to adore each breast,
But thirty thousand to the rest;
An age at least to every part,
And the last age should show your heart.
For, lady, you deserve this state,
Nor would I love at lower rate.

        But at my back I always hear
Time's winged chariot hurrying near;
And yonder all before us lie
Deserts of vast eternity.
Thy beauty shall no more be found,
Nor, in thy marble vault, shall sound
My echoing song; then worms shall try
That long preserv'd virginity,
And your quaint honour turn to dust,
And into ashes all my lust.
The grave's a fine and private place,
But none I think do there embrace.

        Now therefore, while the youthful hue
Sits on thy skin like morning dew,
And while thy willing soul transpires
At every pore with instant fires,
Now let us sport us while we may;
And now, like am'rous birds of prey,
Rather at once our time devour,
Than languish in his slow-chapp'd power.
Let us roll all our strength, and all
Our sweetness, up into one ball;
And tear our pleasures with rough strife
Thorough the iron gates of life.
Thus, though we cannot make our sun
Stand still, yet we will make him run. 



A su tímida amada

Si tuviéramos bastante mundo y tiempo
tu timidez, señora, no seria delito.
Sentados pensaríamos hacia dónde marcharnos
para pasar nuestro largo día de amor.
Tú encontrarías rubíes en las riberas
del Ganges de la India: yo me lamentaría
con la marea del Humber. Te daría mi amor
desde diez años antes del Diluvio,
y tú, si quisieras, podrías decirme «no»
hasta después de la conversión de los judíos.
Mi amor vegetal crecería más lento
y sería más vasto que un imperio.
Al menos cien años se me irían en alabar 
tus ojos y en contemplar tu frente,
cuatrocientos en adorar tus senos 
y treinta mil en el resto del cuerpo.
En cada parte al menos una época,
para tu corazón la última de todas: 
porque tú te mereces este trato 
y yo por menos no te quiero.

Pero pasa que a mis espaldas siempre oigo
la alada carroza del tiempo que se acerca,
y que allí, ante nosotros, yacen por todas
partes desiertos de vasta eternidad.
Tu belleza ya nadie encontrará
ni resonará en el mármol de tu bóveda
el eco de mi canción. Y los gusanos robarán
esa virginidad por tanto tiempo resguardada.
Tu arcaico honor polvo se hará
y toda mi lujuria se tornará ceniza.

La tumba es lugar muy selecto y privado 
pero nadie, creo yo, hace allí el amor.
Por lo tanto, ahora que el color joven
se posa como el rocío sobre tu piel,
mientras transpire tu alma dispuesta
por todos los poros instantáneas llamas, 
pudiéndolo, hagamos lo que nos dé la gana
y como aves de rapiña enamoradas 
devoremos más bien nuestro tiempo
en vez de languidecer entre sus fauces. 
Comprimamos toda nuestra ternura
y toda nuestra fuerza en una bala
y a través de las rejas de hierro de la vida 
disparemos nuestro placer violentamente. 
Así haremos, al menos, que corra nuestro 
Sol, no pudiendo lograr que se detenga.



Eyes and Tears

How wisely Nature did decree,
With the same eyes to weep and see;
That, having viewed the object vain,
They might be ready to complain!
And, since the self-deluding sight
In a false angle takes each height,
These tears, which better measure all,
Like watery lines and plummets fall.
Two tears, which sorrow long did weigh
Within the scales of either eye, 
And then paid out in equal poise,
Are the true price of all my joys.
What in the world most fair appears,
Yea, even laughter, turns to tears;
And all the jewels which we prize
Melt in these pendants of the eyes.
I have through every garden been,
Amongst the red, the white, the green,
And yet from all the flowers I saw,
No honey, but these tears could draw. 
So the all-seeing sun each day
Distils the world with chymic ray;
But finds the essence only showers,
Which straight in pity back he pours.
Yet happy they whom grief doth bless,
That weep the more, and see the less;
And, to preserve their sight more true,
Bathe still their eyes in their own dew.
So Magdalen in tears more wise
Dissolved those captivating eyes, 
Whose liquid chains could flowing meet
To fetter her Redeemer's feet.
Not full sails hasting loaden home,
Nor the chaste lady's pregnant womb,
Nor Cynthia teeming shows so fair
As two eyes swollen with weeping are.
The sparkling glance that shoots desire,
Drenched in these waves, does lose its fire;
Yea oft the Thunderer pity takes,
And here the hissing lightning slakes. 
The incense was to Heaven dear,
Not as a perfume, but a tear;
And stars shew lovely in the night,
But as they seem the tears of light.
Ope then, mine eyes, your double sluice,
And practise so your noblest use;
For others too can see, or sleep,
But only human eyes can weep.
Now, like two clouds dissolving, drop,
And at each tear in distance stop; 
Now, like two fountains, trickle down;
Now, like two floods, o'erturn and drown:
Thus let your streams o'erflow your springs,
Till eyes and tears be the same things;
And each the other's difference bears,
These weeping eyes, those seeing tears.



Ojos y lágrimas

¡Que sabia fue la naturaleza al decretar
que con los mismos ojos se viera y se llorara,
para que habiendo visto el vano objeto
estuviéramos dispuestos a quejarnos!
Pues la vista a sí misma se engaña
y desde falso ángulo calcula las alturas, 
estas lágrimas que miden mejor todo,
caen, como plomada o acuático hilo.
Dos lágrimas, pesadas largo por la pena 
en los platillos de las balanzas de los ojos,
y luego pagadas en forma equitativa, 
son de mis alegrías el precio verdadero.
Lo más bello que nos muestra el mundo,
la risa, incluso, en lágrimas se torna, 
y esas alhajas que apreciamos tanto
se derriten en los pendientes de los ojos.
He recorrido, creo, todos los jardines
rodeado de rojos, de blancos y de verdes, 
pero de todas las flores que vi en ellos,
miel no, apenas lágrimas, extraje.
El sol, también, que lo ve todo, destila
el mundo a diario con alquímicos rayos,
pero halla que la esencia es sólo lluvias
y al instante en piedad las transforma.
Feliz es aquel que la pena bendice, 
aquel que llora más y que ve menos
y que para tener la vista siempre clara
se limpia los ojos con su propio rocío.
Magdalena, más sabia por sus lágrimas,
disolvió sus cautivantes ojos
y al fluir, unidos, liquidas cadenas,
en grillos pusieron los pies del Redentor.
Ni velas henchidas que van presurosas 
al hogar, ni la casta dama de vientre 
abultado, o la luna llena, son tan bellas
como lo son dos ojos hinchados de llorar.
La mirada brillante que aviva el deseo, 
empapada en estas olas, pierde su fuego, 
mas se apiada el Tronante a menudo
y aplaca en ella a los siseantes rayos. 
El incienso, apreciado antaño por el cielo, 
lo fue como lágrima, no como perfume,
y las estrellas son hermosas en la noche 
porque a lágrimas de la luz se parecen.
Abrid, ojos míos, vuestra doble compuerta:
practicad asi vuestro más noble uso, 
pues otros pueden también ver, o dormir, 
mas llorar sólo pueden los ojos humanos.
Caed ahora cual dos disueltas nubes
y allá lejos deteneos en cada lágrima: 
caed pues, gota a gota, cual dos fuentes, 
o volcáos y ahógaos cual dos torrentes,
y dejad que éstos inunden vuestras fuentes
hasta ser lo mismo los ojos y las lágrimas.
y que unos y otras diverso papel cumplan: 
que lloren estos ojos, que vean estas lágrimas.




The Garden
How vainly men themselves amaze 
To win the palm, the oak, or bays;
And their uncessant labors see 
Crowned from some single herb or tree, 
Whose short and narrow-verged shade 
Does prudently their toils upbraid;
While all the flowers and trees do close 
To weave the garlands of repose. 

Fair Quiet, have I found thee here, 
And Innocence, thy sister dear! 
Mistaken long, I sought you then 
In busy companies of men: 
Your sacred plants, if here below, 
Only among the plants will grow;
Society is all but rude, 
To this delicious solitude. 

No white nor red was ever seen 
So amorous as this lovely green; 
Fond lovers, cruel as their flame, 
Cut in these trees their mistress' name.
Little, alas, they know or heed, 
How far these beauties hers exceed! 
Fair trees! wheresoe'er your barks I wound 
No name shall but your own be found. 

When we have run our passion's heat, 
Love hither makes his best retreat:
The gods who mortal beauty chase, 
Still in a tree did end their race.
Apollo hunted Daphne so, 
Only that she might laurel grow, 
And Pan did after Syrinx speed, 
Not as a nymph, but for a reed. 

What wondrous life is this I lead! 
Ripe apples drop about my head; 
The luscious clusters of the vine 
Upon my mouth do crush their wine;
The nectarine and curious peach 
Into my hands themselves do reach;
Stumbling on melons as I pass, 
Insnared with flowers, I fall on grass. 

Meanwhile the mind, from pleasure less, 
Withdraws into its happiness: 
The mind, that ocean where each kind 
Does straight its own resemblance find;
Yet it creates, transcending these, 
Far other worlds, and other seas;
Annihilating all that's made 
To a green thought in a green shade. 

Here at the fountain's sliding foot, 
Or at some fruit-tree's mossy root, 
Casting the body's vest aside, 
My soul into the boughs does glide:
There like a bird it sits and sings, 
Then whets and combs its silver wings;
And, till prepared for longer flight, 
Waves in its plumes the various light. 

Such was that happy garden-state, 
While man there walked without a mate:
After a place so pure and sweet, 
What other help could yet be meet! 
But 'twas beyond a mortal's share 
To wander solitary there: 
Two paradises 'twere in one 
To live in Paradise alone.

How well the skillful gard'ner drew 
Of flowers and herbs this dial new;
Where from above the milder sun 
Does through a fragrant zodiac run;
And, as it works, th' industrious bee 
Computes its time as well as we. 
How could such sweet and wholesome hours 
Be reckoned but with herbs and flowers!




El jardín

Cuan en vano se enajenan los hombres
por alcanzar la palma, el roble o el laurel,
y así ver su incesante trabajo coronado
por un único árbol o un arbusto
cuya corta, estrecha y limitada sombra 
con discreción sus labores califica,
mientras aquí las flores y los árboles
entretejen las guirnaldas del reposo.

¡Aquí te he hallado, suavísima calma,
y a la Inocencia, tu querida hermana!
Equivocado, siempre te busqué
en la agitada compañía del hombre. 
Tus sacras plantas, al menos en la tierra,
prosperan sólo entre las plantas,
pues son casi rudas las personas 
con estas soledades deliciosas.

Jamás vio nadie un blanco, un rojo,
tan dulce como este verde seductor.
Tontos amantes, cual sus amadas crueles,
grabaron en los árboles sus nombres;
bien poco saben, ¡ay!, o se dan cuenta
de cuánto superan ellos su belleza.
Bellos árboles: si vuestros troncos llego a herir
sólo en ellos vuestros nombres se verían.

Agotada ya de la pasión la calentura
hace el amor aquí refugio sin igual. 
El dios que fue tras la mortal belleza 
también en árbol culminó la caza:
Apolo a Diana persiguió de tal manera 
para que sólo —ya laurel— medrar pudiera,
y en pos de Siringe se apresuró el dios Pan,
no tras la ninfa, sino por una flauta.

¡Qué mágica la vida que llevo aquí!
Rojas manzanas caen en torno a mí
y exquisitos rácimos de las viñas
exprimen ricos vinos en mi boca. 
Melocotones y escogidos duraznos
a mis manos llegan presurosos,
y caigo, al tropezar, con los melones,
en la hierba, burlado por las flores.

Entretanto la mente, de bajos placeres 
se aparta y se asila en su felicidad:
la mente, océano donde cada especie 
no tarda en hallar su propio doble,
para luego crear, trascendiéndolo,
mil otros mundos y diversos mares,
reduciendo todo lo que existe
a un verde pensar bajo una sombra verde.

Aquí, al pie resbaloso de una fuente 
o en mohosas raices de árboles frutales,
despojándose mi cuerpo de las ropas,
se desliza mi alma entre las ramas
y se posa como un ave, y canta,
y luego frota y peina sus plateadas alas
hasta que, presta para elevado vuelo,
sus plumas ondula la variada luz.

Así era aquel feliz jardín-estado
donde moraba el hombre solo: 
con ese sitio tan suave, tan puro, 
¿qué más ayuda podía necesitar?
Pero no fue su lote de mortal
el pasear solitario por sus sendas:
dos edenes —no uno— habrían sido
de vivir él a solas en el paraíso.

Qué bien trazó el hábil jardinero 
con flores y hierbas este nuevo reloj
donde el suavísimo sol en lo alto
corre a través del zodíaco oloroso,
y donde, al laborar la diligente abeja,
su tiempo, como nosotros, cuenta. 
¿Cómo, si no es con flores y con hierbas,
calcular tan dulces y tan sanas horas?.




A Dialogue between the Soul and the Body
Soul

Who shall from this dungeon raise
A soul enslaved so many ways ?
With bolts of bones, that fettered stands
In feet, and manacled in hands;
Here blinded with an eye, and there
Deaf with the drumming of an ear;
A soul hung up, as 'twere, in chains
Of nerves, and arteries, and veins;
Tortured, besides each other part,
In a vain head, and double heart?

Body 

O, who shall me deliver whole,
From bonds of this tyrannic soul?
Which, stretched upright, impales me so
That mine own precipice I go;
And warms and moves this needless frame,
(A fever could but do the same),
And, wanting where its spite to try,
Has made me live to let me die
A body that could never rest,
Since this ill spirit it possessed.

Soul 

What magic could me thus confine
Within another's grief to pine?
Where, whatsoever it complain,
I feel, that cannot feel, the pain;
And all my care itself employs,
That to preserve which me destroys;
Constrained not only to endure
Diseases, but, what's worse, the cure;
And, ready oft the port to gain,
Am shipwrecked into health again.

Body

But Physic yet could never reach
The maladies thou me dost teach;
Whom first the cramp of hope does tear,
And then the palsy shakes of fear;
The pestilence of love does heat,
Or hatred's hidden ulcer eat;
Joy's cheerful madness does perplex,
Or sorrow's other madness vex;
Which knowledge forces me to know,
And memory will not forego;
What but a soul could have the wit
To build me up for sin so fit ?
So architects do square and hew
Green trees that in the forest grew.




Diálogo entre el cuerpo y el alma

El alma

¿Ah, quién sacará de esta celda 
a un alma, esclava en tanta forma, 
con cerrojos de huesos, de pie
entre grillos, las manos esposadas, 
enceguecida, con un ojo u sorda,
y este tamborear de los oídos,
un alma colgando, se diría, 
de cadenas de nervios, de arterias
y de venas, en toda parte torturada, 
con cabeza vana y doble corazón?

El cuerpo

¿Ah, quién me librará sano y salvo 
de las ataduras de esta alma tiránica
que, tensa hacia lo alto, me empala 
para que caiga en propio precipicio,
que calienta y mueve este esqueleto 
superfluo —lo mismo que la fiebre— 
y ansiosa por ensayar su rencor 
me ha hecho vivir para poder morir, 
un cuerpo siempre sin descanso 
desde que lo posee este malvado espíritu?

El alma

¿Qué magia así encerrarme pudo
para suspirar con la pena del otro,
donde cualquiera sea su queja,
lo percibo, no puedo sentir su dolor, 
y donde todos mis cuidados se van 
en conservar aquello que me mata, 
obligada a sufrir no solamente
males sino, lo que es peor, su cura, 
pues a punto de llegar a puerto
en la salud soy naúfraga de nuevo?

El cuerpo

Mas no hay médico que entienda 
las enfermedades que me enseñas: 
primero de la esperanza rasgas el calambre, 
y luego el temblor de la parálisis del miedo;
calientas la pestilencia del amor 
o roes la úlcera escondida del odio; 
confundes la grata locura de la alegría 
o inquietas la otra locura de la pena; 
conocimiento éste que me obliga a saber 
y a que nunca abandonen mi memoria. 
¿Y qué, si no el alma, tendría el ingenio 
de formarme para tan aptos pecados? 
Así es como desbasta y cuadra el arquitecto 
los verdes árboles que crecen en los bosques.




Bermudas

Where the remote Bermudas ride, 
In the oceans bosome unespied,
From a small boat, that rowed along,
The listning winds received this song:

   "What should we do but sing His praise
That led us through the watry naze,
Unto an isle so long unknown,
And yet far kinder than our own?
Where he the huge sea-monsters wracks,
That lift the deep upon their backs.
He lands us on a grassy stage;
Safe from the storms, and prelate's rage.
He gave us this eternal spring,
Which here enamells every thing;
And sends the fowls to us in care,
On daily visits through the air,
He hangs in shades the orange bright,
Like golden lamps in a green night.
And does in the pomgranates close,
Jewels more rich than Ormus shows.
He makes the figs our mouths to meet;
And throws the melons at our feet.
But apples plants of such a price,
No Tree could ever bear them twice.
With cedars, chosen by His hand,
From Lebanon, He stores the land.
And makes the hollow seas, that roar,
Proclaime the ambergris on shoar.
He cast (of which we rather boast)
The Gospel's pearl upon our coast.
And in these rocks for us did frame
A temple, where to sound His name.
Oh let our voice his praise exalt,
Till it arrive at heavens vault:
Which thence (perhaps) rebounding, may
Eccho beyond the Mexique Bay."

Thus sung they, in the English boat,
An holy and a chearful note,
And all the way, to guide their chime,
With falling oars they kept the time.



Las Bermudas

Donde las remotas Bermudas cabalgan
sin ser vistas por el pecho del océano, 
desde un navio pequeño que bogaba,
los vientos atentos esta canción oyeron:

«¿Qué habríamos de hacer sino alabar 
a quien por el liquido dédalo nos trajo
hasta esta isla ignota desde siempre
y no obstante más grata que la nuestra? 
Allí donde aniquila magnos monstruos
del mar que alzan en sus lomos las honduras
nos posa suavemente sobre un prado 
a salvo de los rayos y la ira del prelado.
Nos donó esta perdurable primavera 
que esmalta por doquier todas las cosas, 
donde a las aves, en sus diarias visitas,
por los aires, pone a nuestro cuidado,
cuelga en las sombras las naranjas, 
doradas lámparas en una noche verde,
oculta en las granadas relucientes joyas, 
más preciosas que todas las del Asia, 
hace que los higos hallen nuestras bocas
y nos arroja melones a los pies,
siembra piñas de tan incalculable precio 
que no podría repetirlas ningún árbol.
Con cedros del Líbano, uno tras otro 
escogidos por su mano, abastece la tierra
y hace que los hondos y rugientes mares 
nos muestren en las costas los corales. 
Él echó (en cierto modo orgullo nuestro)
la perla del Evangelio en nuestras playas,
y sobre estas rocas un templo construyó 
donde su nombre pudiera resonar potente.
¡Oh, dejad que nuestra voz su elogio
aumente y lo lleve a la bóveda del cielo 
desde donde, tal vez, al rebotar pueda
hacer eco, allende el Golfo Mexicano!»

Asi entonaron en ese barco inglés 
aquella música alegre v sacrosanta.
y al navegar, para llevar la melodía,
con rítmicos remos el compás marcaron.




________________________
Traductor: Nicolás Suescún es poeta, narrador y traductor. Fue profesor de varias universidades bogotanas. Ha publicado diversos poemarios, cuatro libros de relatos y una «antinovela ilustrada». Dirigió la revista Eco, fue jefe de redaccion de la revista Cromos y ha colaborado como periodista, entre otras publicaciones, con los periódicos El Tiempo y El Espectador. Ha sido jurado de diversos premios de literatura y traducción, entre ellos el Premio Literario Casa de las Américas. Entre sus traducciones se cuentan obras de Balzac, Ambrose Bierce, Arthur Rimbaud, Gustave Flaubert, Robert Louis Stevenson, W.B. Yeats, Somerset Maugham y Stephan Crane.







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