miércoles, 15 de abril de 2015

JULIO APONTE LOZADA [15.618] Poeta de Perú


JULIO APONTE LOZADA

Poeta de Morropón, Perú. Nació en 1953. Con su trabajo "Poemario dos" logró en 1986, el primer puesto de poesía en los juegos florales promovidos por la Universidad Nacional de Piura. Egresó de la Cantuta en 1980. En 1983, fundó la revista literaria "Faustos". Ha ganado, también, el segundo premio de poesía en el concurso convocado por la Asociación Nacional de Poetas del Perú.

Su producción literaria ha aparecido también en las revistas "Agua Marina" y "Zahorí".

El Dr. Miguel Varillas, en cultura piurana, dice que la obra de Aponte es poesía actual, sin signos de puntuación; de temática romántica, erótica y matices vanguardistas. En 1988 editó "CATELO".



CATELO

Nadie ha pedido mi opinión sobre los últimos acontecimientos
desaparecidos , asesinatos, genocidios, crímenes escalofriantes
existen algunos criterios que cuestionan  mi torpe conciencia
jamás he pretendido esclarecerlos.

No voy a hablarles  del hombre que conozco
del hombre que llevo dentro
en mi convergen las fuerzas del bien y del mal.




Sobre el piso verde escupido por el hombre de las colina
 hay voces fragmentadas que siempre me persiguen
fluyen  desde un charco de sangre
aparecen y desaparecen en mis noches alucinantes.

Amenazado predispuesto al suicidio
cada día cada hora me salta a la memoria
una estúpida incapacidad de enfrentarle a la vida
siempre estuve dispuesto a corromperme
como cualquier hombre de mundo.

Siempre soñé  tener un hogar diseñado
una familia compacta  a quien darle las gracias  los buenos días
y  ahora al compás de estos tiempos desiguales
me espanta hasta el delirio  esta forma original de vivir
así, solo, desnudo,
como un perro que no tiene donde caerse muerto
salgo como loco, busco a los amigos
a los que verdaderamente tienen ganas de serlo
pero a cada instante me doy de bruces
con esta tormentosa realidad.

Odio este pasado vertiginoso
estas épocas horribles
estos caminos vergonzantes
odio estas calles clandestinas  de enervantes  nervios
estas noches repudiadas en hileras insondables de miserias.
                   
“Catelo”, 1998




MI MUJER ES UNA PERFECTA BURGUESA

Mi mujer viaja a Nueva Jersey  Hungría   Alemania
Turquía  Nueva Orleans
conoce Machu-Picchu la Capilla Sixtina el Museo de Ruán

Mi mujer se baña se rasca la barriga
se rasura las axilas se incomoda se exaspera
se sienta llama a la muchacha
Esmeralda por acá Esmeralda por allá
las cortinas se estremecen con sus gritos.

Mi mujer amanece con el alba
camina de puntillas hacia el sol
juega basketball tenis frontón
practica natación corre salta se relaja
grita al jardinero insulta a la muchacha
se destapa en una verborrea de palabras
eructa coge el teléfono
chismosea adoptando la actitud de Sharon Tate
coge un libro lo critica con su jorobado cerebro de camello
se arregla se contempla en el espejo tres cuarto de hora
hasta hacerlo llorar de dolor y de espanto.

Va al teatro
A escuchar una ópera que le recomendó el poeta Juan Gonzalo Rose
“La muchacha de los cabellos blancos”
sale se dirige al Perú-Club
conversa con la chabacanería de Mister Mario Vargas Llosa
y corre a lengua suelta Chopin Wilde Mayakovsky
discute con aire chocanesco la novena sinfonía de Beethoven
y finalmente sobre el trágico fin de Sérvulo Gutiérrez

Mi mujer un poco aguardientosa
y con  sus ojos negros como pozos de petróleo
 llega a casa arañando la mañana
mi mujer una perfecta burguesa.

“Catelo”, 1998





TODAS LAS LUCES DE LA CIUDAD SE APAGAN

Ha crecido un muerto en mi pecho
va creciendo como una lágrima  ahogada
he visto sus destellantes ojos
su mirada está pendiente de lo que yo haga
no sé de qué manera me mira
pero sé que son los ojos de los muertos
que están creciendo en mi pecho.

La ciudad arde
todas las luces de la ciudad se apagan
mientras las sirenas aúllan
y despiertan desconsoladamente
a quienes duermen   y sueñan tranquilos
el sueño de los crisantemos.

Hay sobresaltos murmullos y sangre
mucha sangre
que corre pintarrajeando las calles
sangre en los jolgoriosas paredes
de los burdeles
que siguen su rutina de putería
como si en la ciudad  no pasara nada
pero la ciudad arde
la policía se moviliza  fastidiada intranquila
hay muchos cuerpos regados en las calles
cuerpos que ruedan y ruedan
quebrados sin vida
pero sus ojos están como despiertos
están como alentando la bravura
y el incendio de la noche
donde las luces se apagan
y crece el espanto
como un muerto en el pecho.
                          
“La clavícula de San Cipriano”, 1995





PAJAROS DE ALAS QUEBRADAS

Amanecían degolladas las obstinadas mariposas
que volaban sin descanso a travez del sueño
de los «pájaros
de alas quebradas»
y de ojos de mirada tediosa
pájaros que van ensayando una desenfrenada locura
y caen
y van cayendo a travez de la lluvia
arrastrando sus alas al mar fangoso del olvido
sólo el hombre seguirá su rutinaria búsqueda
de los pájaros que arrastran en sus picos
un raro y espantoso maleficio
que no venga nadie que nadie venga
a esta búsqueda vana e insostenida
las mariposas mueren carbonizadas
en los hilos destruidos de los telégrafos
sólo se escucha el batir de alas de pájaros moribundos
que vuelan torpemente con sus ojos sangrantes
vuelan enloquecidos en los agujeros negros de la locura
palabras, sombras, flores que se escapan
por las notas de un piano del siglo XVIII
cuyo estruendo quema sospechosamente
las plumas de los pájaros que vuelan prendidos de una visión celeste
en las mañanas de sol las aves pasan a mirarse en el "espejo de agua"
donde se filtra una luz silenciosa
y discurren luciérnagas luminosas
súbitamente estallando sus cuerpos envueltos en llamas
permanecen en el suño gozoso de la tarde
y en el eco resquebrajado de los caracoles de mar
«El mar canta el desgarramiento de su espuma»
su canto fino delicado rompe con los hilos
dorados de una araña inexistente
en las hojas temblorosas de un hualtaco*
dos escorpiones fustigados por el sacrificio del deseo
quedan maravillados por la violencia carnal
saben que como «ostras de fuego
desaparecerán de la vida
para permanecer eternamente en la muerte»
En la tranquilidad de la noche
los alacranes escarban y escarban
con sus uñas los espacios
del sueño
descienden tumultuosamente
se precipitan al abismo
y permanecen mudos en el descendimiento de una lágrima
que rueda
cantando
el himno al amor
o la canción del herrero del alba.

* Arbol de madera dura que crece en la zona tropical de la costa norte del Perú.


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