jueves, 2 de mayo de 2013

NIKA GEORGIEVNA TURBINÁ [9.727] Poeta de Ucrania


NIKA GEORGIEVNA TURBINÁ

(1974 - 2002)
Poeta ucraniana. Conocida por sus poemas escritos a muy temprana edad. Según su relato, cayó accidentalmente de un balcón y sobrevivió.  A los 28 años el episodio se repitió y le quitó la vida. 

Nika Georgievna Turbiná nació en 1974 en Yalta (Crimea), Ucrania y fue una reconocida poetisa capaz de dejar al guapísimo y trágico Rimbaud como un auténtico viejales.


Nika Turbiná, historia de un destello

por Sergio Andrés Pérez

Cada dos años leemos que en Argentina ha aparecido el heredero de Maradona y en Brasil el de Pelé. De tanto escucharlo terminamos por ignorar esas afirmaciones. Sobre todo cuando, invariablemente, terminan por esfumarse a la espera de nuevas promesas. Algo parecido sucede cuando hablamos de niños prodigio, aquellos que en edades muy tempranas manifiestan actitudes creativas impropias de su edad. Lo primero que sentimos, además de sorpresa, es la duda que nos manifiesta pensar que quizá se trata de una casualidad o de una valoración exagerada por nuestra parte. Pocas veces pensamos que los niños prodigio son, esencialmente, trágicos, porque renuncian por un don a su propia infancia.

Es el caso de la poeta rusa Nika Georgievna Turbiná (1974-2002), estrella tan precoz que a su lado Rimbaud parece un aprendiz. Nacida en Yalta, a mediados de los setenta, Turbiná mostró ya al poco de nacer rasgos que tan bien podrían ser geniales como preocupantes. Con ocho meses balbuceaba sonidos que, según la leyenda familiar, parecían palabras rusas e inglesas, sin que supieran el origen de estas últimas. Durante año y medio cayó en un silencio absoluto hasta que a los dos años, de repente, empezó a hablar fluidamente en ruso con una naturalidad inexplicable para la familia. Pero a Nika no le gustaba hablar y cuando quería decir algo lo hacía cantando.

Con tres años empezó a recitar usando un lenguaje lleno de metáforas e imágenes poéticas que su madre y su abuela redactaban, y con cuatro escribió su primer poema. Al cumplir seis años el escritor Julián Simónov la conoció y escribió a Moscú diciendo que había conocido a uno de los espíritus poéticos más especiales de la Unión Soviética. Para explicar quién era Nika dijo de ella que “su vida es fácil, pero su poesía difícil”. En aquellos años Nika empezó a escribir versos; con ocho redactó uno de sus poemas más famosos, una declaración de intenciones de su obra poética, en la que afirmaba que su intención final era “convertir el sabor amargo de los días en palabras”. Fue a los diez cuando publicó su primera obra, Черновик (Primer Borrador), acompañado de un LP con los versos recitados, vendiendo 30.000 ejemplares en todo el país. En él encontramos versos como “solo mi corazón se sacudía con miedo / soledad – la amiga de la muerte” o el famoso “Como una muñeca rota soy. / Olvidaron poner en mi pecho un corazón”.



Al año siguiente, en 1985, el fenómeno de la niña prodigio, con el apoyo del influyente escritor Evgeni Yevtushenko, alcanza la cima al obtener El León de Oro en el Festival Internacional de Poesía de Venecia. Este premio sólo lo había ganado otra rusa, Anna Ajmátova, al cumplir sesenta años. Es conocida la anécdota que sucedió meses más tarde, cuando Nika y un amigo estaban en casa jugando. Alguien había traído nueces y los niños las encontraron, pero no podían abrirlas. Nika salió de la habitación, volvió sonriendo con el León de Oro y lo utilizó para golpear las cáscaras. Fue el mejor uso que le dio a la estatuilla.

“La poesía no tiene edad”, declaraba la pequeña cuando centenares de personas se reunían para escuchar sus recitales, en los que sorprendían la pasión y el sufrimiento que transmitía la voz de una niña en edad de jugar y divertirse en el patio de la escuela. El trato con ella no era fácil y como indican algunos que la conocieron, “no sabías si debías hablar con ella como lo harías con una niña o con una mujer adulta”. Tan pronto podía entretenerse con sus juegos como hablar con naturalidad de temas como la muerte o la soledad. Nika iba a la escuela y sus dos pasatiempos favoritos eran el piano y las matemáticas. Para ella, poesía y matemáticas eran lo mismo, pero no por el cálculo exacto de las palabras, sino porque en ellas encontraba “paz, la misma que intento recrear”.




Pero esa paz que tanto añoraba no la encontraba en su día a día pues, como explicaba su abuela, Nika padeció insomnio hasta los doce años y en la familia recuerdan haberla visto dormida rara vez durante ese tiempo. Con cuatro años padecía asma y desarrolló miedo al sueño porque se ahogaba. Según ella, los poemas acudían a su cabeza y, al mantenerla despierta, eran su único consuelo y compañía. Sin embargo, en otras ocasiones tomaban la forma de pesadillas, como sucedió una madrugada en la que despertó a su madre, asustada, diciendo que los poemas la estaban ahogando. A pesar de que la llevaron en repetidas ocasiones a las consultas de reputados médicos de Kiev y Moscú, no consiguieron solucionar sus problemas de sueño. Sólo a partir de los trece años, cuando empezó paulatinamente a dejar de escribir, tal y como una pitonisa predijo años antes en una visita a la familia, Nika consiguió perder el miedo al sueño, aunque su estrella comenzó a oscurecerse.

En 1988 se publica nuevamente Primer Borrador, que recoge sus primeros poemas y añade nuevos. En 1991 se publica su última obra en vida Ступеньки вверх, ступеньки вниз… (Pasos hacia arriba, pasos hacia abajo…), mientras sus primeros poemas habían sido traducidos ya a doce idiomas. Durante ese tiempo Nika se había mudado a Moscú, con sólo once años, e incluso había hecho una gira por Estados Unidos. Allí, pese a su éxito, los médicos recomendaron tratamiento psicológico para la pequeña. A la vuelta, y sin que nunca se supiera por qué, Evgeni Yevtushenko, el escritor que la había apadrinado, rompe su relación con la pequeña. Será el principio de la decadencia de la fama de Nika. Para entender el impacto que esta joven tuvo en la Unión Soviética es necesario entender lo que la poesía significaba allí. Cualquier persona, desde la más culta hasta la más sencilla, podía recitar de memoria versos de Pushkin o Lérmontov, y había recitales poéticos que tenían lugar —impensable a día de hoy— en estadios de fútbol, llenos hasta la bandera. No debió ser fácil para Nika emerger como una estrella en un país en el que la poesía era idolatrada. Durante sus recitales temblaba, mostraba una profunda tensión y terminaba cogiendo de la mano a su madre, en ocasiones dando la impresión de llegar a perder el equilibrio. Es recordada su respuesta a un periodista que le preguntó por qué sufría. “Sufro porque vivo”, respondió tranquilamente. “El mundo no tiene color. Algunas personas están muriendo, algunos niños están muriendo y, con mis poemas, pretendo romper esos muros que separan el mundo”.

En 1990 se marcha a estudiar a Suiza, donde empieza una relación con un profesor de psicología de origen italiano, director de un manicomio, sesenta años mayor que ella. Sin embargo, aburrida por la ociosidad vacía que la rodeaba empieza a beber y, finalmente, le abandona y regresa a Moscú. Nunca quiso recordar aquella época, ni explicó a nadie ningún detalle de su vida en Suiza, si bien dijo que aquel amor fue “hermoso y trágico, como una rosa pisoteada”. Una vez en Moscú, en 1994, ingresa en el Instituto de Cine y Cultura. Había actuado años antes en la película Этобылоуморя (Ocurrió en el mar), donde interpretaba a una niña ingresada en un centro de jóvenes con lesiones medulares. En una de las escenas más famosas del drama, Nika, que tenía quince años, se subía al alféizar de una ventana y amenazaba con suicidarse.

La directora del Instituto confiaba en su talento, tanto por sus poemas como por su actuación en aquella película, aunque dudaba de su estabilidad emocional. A pesar de que el primer medio año estudió con esfuerzo, dejó la bebida y volvió a escribir poemas, poco antes de los exámenes de fin de curso se marchó a Yalta, con su pareja, y no se presentó a las pruebas. Al poco tiempo regresa nuevamente a Moscú y durante tres años, además de no retomar sus estudios, fracasa de trabajo en trabajo. Pasa por radios y periódicos, pero no soporta estar con otras personas y su tendencia al aislamiento se acentúa, a la vez que su afición a la bebida se agudiza. No publica nuevos versos y su fama se desvanece. Nadie habla de ella y se siente desplazada. Un amigo le consigue una prueba en televisión. Le ofrecen rodar un programa piloto. Graba veintidós minutos de entrevista en un edificio en ruinas con un director de teatro. El tema es el suicidio, idea en torno a la cual iban a girar todas las emisiones. El canal rechaza su propuesta.



En mayo de 1997 Nika vivía un nuevo romance con constantes discusiones. En uno de los enfrentamientos, y a modo de broma como explicó más tarde, se asomó al borde del balcón amenazando con saltar. Su pareja intentó cogerla de la mano pero no llegó a tiempo, Nika resbaló y su columna vertebral quedó dañada. Convencidos de que Nika necesitaba ayudaba psicológica, plantearon la posibilidad de internarla en un sanatorio americano. Pero el precio era muy alto y su madre regresó de Yalta y se la llevó, dejando que la oportunidad se desvaneciera. Al poco tiempo, Nika regresaba a Moscú, tras recuperarse parcialmente en un centro de sus lesiones medulares y recibir tratamiento psicológico.

A Nika le aterraba la idea de vivir sola. Todavía escribía poemas, pero no los compartía con nadie. Ocasionalmente recibía visitas de amigos, pero su incapacidad para relacionarse y el abandono que sentía después de su fama precoz, además de sus excesos con el alcohol, no ayudaban a cambiar su situación. En mayo de 2002 acudió a una reunión en casa de varios amigos. Bebieron, se divirtieron y ella se quedó sola en casa, mientras los demás bajaban a por bebida y comida. Nika se sentó en el alféizar de la ventana, con las piernas colgando, en la que siempre fue su postura preferida. Un hombre que paseaba por la calle la vio y gritó pero ya era tarde. Nika cayó y falleció en el acto. A pesar de sus antecedentes psiquiátricos, y debido en gran parte a la insistencia de su antigua profesora en el Instituto de Cine, la policía no declaró el suceso como un suicidio. En el documento oficial aparece, como motivo de su muerte, una raya garabateada.

Es desde ese trágico momento cuando Nika Turbiná obtuvo el reconocimiento que durante años había esquivado. Aunque nunca dejó de escribir, como demuestra la obra póstuma Чтоы не забыть (Para no olvidar), publicada en 2004, esos poemas eran íntimos y los leía a solas en su habitación. No los compartió con los demás, que ni siquiera sabían de su existencia.

Su obra poética destaca por la melancolía profunda de sus versos, el arraigado sentimiento de soledad y la imposibilidad de compartirla. Toda su vida, como dijo de sus versos, fue un intento de romper esos muros que la separaban de los demás. Pero ni en el extranjero, ni en sus relaciones sentimentales, ni en el éxito consiguió salir de su propia celda. Ahora, a la espera de que algún día sus líneas se traduzcan a nuestro idioma, nos queda el recuerdo de esa niña que, mediante versos, intentaba acercarse a los demás o escapar de una soledad que, al final, parece ser fue su única compañía fiel.

Primeros poemas traducidos al español por Yelena B. Kassáeva:



SIN TÍTULO  (1983 – escrito a los nueve años)

Мы говорим с тобой
На разных языках.
Все буквы те же,
А слова чужие.
Живём на разных островах,
Хотя в одной квартире.



Tú y yo
hablamos lenguas distintas.
Las mismas letras,
Pero palabras extrañas.
Vivimos en distintas islas,
Aunque en la misma casa.



МАМЕ // A MAMÁ (1981 – escrito a los siete años)

Мне не хватает
нежности твоей,
Как умирающей
птице – воздуха,
Мне не хватает
тревожного дрожанья
губ твоих,
Когда одиноко мне,
не хватает смешинки
в твоих глазах –
Они плачут,
смотря на меня.

Почему в этом мире
такая чёрная боль?

Наверно, оттого,
что ты одна?



Me falta
tu ternura,
Como el aire
para un ave moribunda.
Me falta
el trepidar angustiado

de los labios tuyos

Cuando me siento sola,
me falta la sonrisa
de tus ojos.
Mirándome,
tus ojos lloran.

¿Por qué en este mundo

el dolor es tan negro?

¿Será porque estás sola?



КУКЛА // MUÑECA (1983 – escrito a los siete años)

Я, как сломанная кукла.
В грудь забыли
Вставить сердце
И оставили ненужной
В сумрачном углу.
Я, как сломанная кукла,
Только слышу, мне под утро
Тихо сон шепнул:
“Спи, родная, долго-долго.
Годы пролетят,
А когда проснешься,
Люди снова захотят
Взять на руки,
Убаюкать, просто поиграть,
И забьется твое сердце…”
Толькострашнождать.



Como una muñeca rota soy.
Olvidaron poner
en mi pecho un corazón,
Abandonándome inservible
en un oscuro rincón.
Como una muñeca rota soy.
Al despuntar la mañana oigo
El suave susurro del sueño:
“Duerme, cariño, mucho, mucho,
Y al despertar, la gente de nuevo querrá
Cogerte en brazos,
Arrullar, jugar un rato –
Y tu corazón latirá”
Sólo el esperar miedo me da.



КТО Я? // ¿QUIÉNSOY? (1982 – escrito a los seis años)

Глазами чьими я смотрю на мир?
Друзей? Родных? Зверей? Деревьев? Птиц?
Губами чьими я ловлю росу,
С упавшего листа на мостовую?
Руками чьими обнимаю мир,
Который так беспомощен, непрочен?
Я голос свой теряю в голосах
Лесов, полей, дождей, метели, ночи…
Так кто же я?
В чём мне искать себя?
Ответить как всем голосам природы?



¿Quién soy?
¿Con los ojos de quién
miro este mundo?
¿Con los de mis amigos? ¿familiares?
¿de los árboles? ¿ las aves?
¿Con los labios de quién
capto el rocío de la hoja
caída a la carretera?
¿Con los brazos de quién
abrazo este mundo,
que es tan indefenso y frágil?
Pierdo mi voz entre las voces
de los campos, las lluvias, los bosques,
de las tormentas de nieve y de las noches.
Pues ¿quién soy?
¿En qué he de buscarme?
¿Cómo respondo a todas las voces
de la naturaleza?

http://www.jotdown.es/2012/04/nika-turbina-historia-de-un-destello/



LAS NOVEDADES DEL DÍA

Espero
a que alguien
me pregunte
qué vi, con quién,
dónde estuve.
Entonces abro mi libro de novedades.
¿Quieren oír noticias?
Quién murió, quién se fue,
quién se quedó solo...
¿Podemos
simplemente quedarnos en silencio?
Observemos por la ventana
el último tranvía que pasa...
Me gusta mucho la casa adormecida.
Y cuando las novedades del día
se cubren de polvo.
Yo entiendo,
no es a mí a quien esperaban.

1983
Traducción: Natalia Litvinova


Toco el piano

Con eco volaron los dedos,
la música les daba miedo,
les dolía y los iluminaba.
Toco el piano,
no sé palabras,
no sé notas.
Solo una sensación extraña
tengo del sonido
que llenó la casa.
Él bate las ventanas,
en torbellino sacudió
los árboles,
confundió la noche con el día,
ese sonido misterioso.
Toco el piano,
poco a poco los dedos se detienen.
Esa música al universo pertenece,
mi casa le es pequeña.

(1983)

Traducción: Geraldine Méndez


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