sábado, 21 de julio de 2012

7299.- RICARDO NAVIA



Ricardo Navia: (1926-2011). Poeta,cuentista y ensayista chileno. Autor de: “Las nubes trágicas” (prologo de Antonio de Undurraga), Editorial Tegualda, Santiago de Chile, 1948, “Morir, morir”, Imprenta Casa Nacional del Niño, Santiago de Chile,1954, “Las horas caidas a gota”, Cuentos, Ediciones Socre, Santiago de Chile, 1959, “De lo profundo”, Colección “El viento en la llama, Imprenta Arancibia y Hrmnos, Santiago de Chile,1969, “Cumbre detrás de la sombra, poemas de locura amor y muerte”; (Prologo de Edmundo Herrera) Ediciones Taller de poesia Isla Negra, Santiago de Chile, 1994, “Introducción a la cultura griega: La cultura occidental desde sus origenes, hasta los presocráticos”, Estudio critico, Ediciones Genesis, Santiago de Chile, 2001,”Relatos de un insomne”, cuentos, Ediciones Genesis, Santiago de Chile, 1998, “Cantos a la muerte”, Antologia Poetica, (prologo y selección de Julian Gutierrez), Ediciones Santiago Inédito, Santiago de Chile, 2007. Su obra ha sido incluida en diversas antologias chilenas.



Madre

Madre, acuérdate de mí.
Cuando yo parta, que nadie use mis cosas;
que ningún niño juegue donde yo estuve.
Que no crezca yerba donde yo morí,
no vaya a ser cosa que mis ojos florezcan.
Madre, regálale mis zapatos a un mendigo;
mi ropa échala al río;
a un moribundo dales mis poemas.
Que nadie más que tú sepa cuánto odio al mundo.
No guardes nada mío;
no quiero ser un recuerdo muerto dentro de los objetos de tu pertenencia,
un recuerdo inmóvil que salta a tus ojos cuando te topas con ellos.
De morir, quiero morir con todo lo mío.

No me pongas en la tierra, madre.
No quiero que mi cuerpo se convierta en otros cuerpos pequeñitos
y que mis manos se prolonguen por el suelo.
No. No quiero, madre, en ninguna forma vivir de nuevo.
A los amigos diles que me fui de viaje, que siempre existo
que estoy en todas partes, que vivo en todo.
Cuando muera quiero que muera el mundo,
quiero que todo muera.
Que nadie vaya por los caminos que fui.
Que nadie toque lo que he tocado,
que nadie mire lo que he mirado.

Madre, cuida de que todo muera cuando yo muera.




LA ENCRUCIJADA MUERTA

II

Un frio negro y trágico va creciendo en mi lengua
Un frio terrible
Agita los párpados de cada paso
De cada voz helada de inquietudes.
Rayas inconfundibles
Bifurcan los cuerpos
Luces opacas cantan en la noche
Y millares de angustias
Destruyen los titulos del tiempo.
Por qué un viento plomo
Cruza mis ojos?
Por qué un recuerdo amarillo
Devora mis sienes?
Por qué la tristeza mata mi soledad?
Qué largos son los puntos de las sombras
Qué larga la distancia
De una uña a otra uña
De una mano a otra mano
Llorando siempre, muriendo siempre
Desde el pecho y la angustia obsesionada
Y la muerte y la fria eternidad oscura
Del recuerdo en cada estrella
En cada sombra y distancia de uno mismo.
Y no ser nada
Y ver sólo gemidos
Detrás de cada luz opaca de unos pasos
Confundiéndose
Confundiéndose
En el musgo desdeñoso de un espejo.
Oh tragedias desnudadas en mis labios

Qué lúgubres me suenan tus besos
Qué espanto me causa tu risa
Amada llevo el cádaver de una flor
Palpitando gritando en mis ojos
Amada mi curva es imposible
Amo los cadáveres
Las tumbas, los sepulcros.
Somos la muerte
Mi amada la muerte.
Pero oyes esta llama que se escapa
De mi pelo y la sombra de mi pecho?
Escucha: 

SOLVEIG
CANTO DEL AMOR ETERNO
                                            “Podrá el tibio mayo
                                              Ligero pasar,
                                              Ligero pasar
                                              Y tú volverás”
  
Será cierta la nieve
Y el frio que crece de veras                             
Y la angustia oscurecida?
Será cierta la sombra de los ojos
Y la inquietud solitaria del mármol
Y la bruma y los soles helados, helados?
Volverás?
Acaso me lo digan los vasos
De la tierra alejados
Agónicos
Inconfundibles por las caricias del copihue?
Será cierta la pluma
Que brilla en el cielo
Y ese hongo triste que llora en la noche?
Volverás de tu frente
Y tu mundo crecido en la tarde?

Solo un grito me aleja
Y me llama la piedra contenida
Y el estante doloroso de tu piel.
Qué llevas escondido en la mejilla
Como hierba o glauca voz conmovida
Por las rocas del agua y del viento en los ojos?
Qué contienes en el pecho
Como esquela del olvido desvelado
Cantando siempre
En las llamas alegres de las manos
Besando siempre
Los plieges de la voz distante
Que gravitan en las sombras de los ecos.
Amada tu presencia de hilo absorvido
Me hiela los ojos y mi paso extraviado
De luces muertas y cenizas cantando en la luna.
Huyamos de este brillo fulminado
Y de tu labio
Y de tu cumbre
Con los sueños cantando en lo alto
Y el recuerdo de las brasas
Que cayeron en los rostros
Que inundaron de hojas ciegas
Los caminos sin rumbo
Perdidos en la distancia del hombre.
Huyamos de este rio trágico
Y de sus vértices profundos
Que rompen la uña del grito
Crepitando como polvo en la noche
Cayendo en la cicatriz de la bruma
Y la sombra y el túnel
Y místicas aves llorosas 
Que caminan por peñas desoladas de angustia.
Volverás con canciones de humo o de hojas sangrando vuelos
Furtivos en la errante mansión del amor?
Volverás
Conviertiendo el dia en pétalos
Y perlas cortadas por torturas lluviosas?
Acaso me lo diga
El trébol ardido de hojas
Y la piedra dormida en palomas
De circulos y plumas y estrellas
Degolladas
Y gimiendo en monedas
Y muriendo en la planta
Y muriendo en la vena quebrada
De voces y fuegos perdidos
Y silencios desolados, desolados
Lentos y solos
Como un bosque de un solo árbol
Que grita al espejo
Y muerde los labios del cielo
Amada 
Volverás en la letra invisible
Que cubre de cañas el sol.
Volverás a la orilla tibia
Del musgo en mi dedo
Al entierro presente de mi huella.
Cantando volverás
A los surcos dolorosos del recuerdo
Y no estare más
Y no seré más
Y tú sola volverás
En el tiempo y en las arenas y en el polvo
Ciego por la madera
Ya no estaré más
Quizá si sea piedra
O hueco en la noche podrida
O tumba o pez de granito
Llorando mundos en el fondo del mar 





CANTO A LA MARIONETA
RETORNO A MI MISMO

Mi infancia fue de ojos y bocas y labios
Que se agrandan alejados
Y de estaciones y viajes que se pierden
Y de fugas y soledades negras.
Oh amiga
Tus brazos de humo trágico de estrellas
Se han perdido para siempre
En la argolla que pende del beso
Del viento degollado por el copihue
Del florido morir alado al borde de un teléfono
Que transmite idolos
De un espejo que transmite sed
De un rosro que transmite lunas
Y calor y muerte roja de sombras.
Por fin hallé la cuerda
Que presagiaria la ceniza
Y un cementerio abandonado por los muertos
Y un cementerio sepultado
Por la carcajada de una puerta
Y un cementerio acogido
En mi lengua de cuchillos de mar
Y un cementerio de otras voces
Que no sienten el ruido de la hierba.
Alli viene una marioneta de arena
Danzando en la encrucijada muerta
Oh hermana mia ven
Tu mirada tiene olor de piedra verde
Asistida por las ruedas del ojo
Pero hay dos senos poblados de vacio
Que me miran
Y sus labios pronto crean pétalos
De paladar negro 
negro y negro
y con cruces gigantes
y negras
como la sombra de la tierra habitada de túneles.
Mi infancia es una cruz redonda
Que crece y crece en un solar de peces
Y casas deshabitadas
Pero con sal tremolando en las esquinas
Y con el hambre que barrunta eternidad
Y tazas de cráneos
Y cielos y ojos sobrecogidos de cuervos
Y marcos infinitos de algas
Con amplios dias y estatuas
Llorando al borde del pelo obsesionado.
Mi infancia fue de huesos
Y danzas con la muerte
Y danzas de árboles
Y de piedras y de rios subiendo
Secos frios por el rostro.
Oh marioneta querida
Hermana mia
Qué secas son las grietas de mi pecho
Y de tu voz ardida de relojes
qué intensas las alturas de la mano
qué rápidas las hojas
qué profundos los ojos del viento
qué graves las aguas postradas en la boca del canto.








1 comentario:

  1. Es la voz d esesperada y profunda de mi hermano de sangre y del espiritu. Ricardo espèrame partiremos juntos a la eternidad.
    Marìa Eugenia Navia

    ResponderEliminar