lunes, 12 de enero de 2015

NICOLÁS LABARCA [14.453] Poeta de Chile


Nicolás Labarca 

(Santiago, Chile 1986) Es estudiante de Licenciatura en Literatura Hispánica de la Universidad de Chile. Participó durante el año de 2007 en el taller de poesía "Códices" de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Actualmente es colaborador del Encuentro Internacional "Poesía y Diversidades en América y España: perspectivas críticas en el bicentenario" y ayudante del "Taller de relectura y reescritura de La Araucana", ambos proyectos de la misma universidad. Ganador del primer lugar del concurso de la revista Grifo 2009, categoría poesía. 




fábula de no: una fábula de no

Por Javier Bello



El poema, como la sed, baja a buscar agua. De puntillas, no quiere despertar a nadie, sale sin ser notado. Sabe que es una emanación, una solicitud reverberante, oye respirar lo ausente. Con sed ensaliva el barco, se da vuelta, se vacía entero en su propia boca, su paladar retráctil, reversible. Como presa se entrega, se abandona. Lame y relame, se zampa entero el anzuelo. Deja pozas, deja la piel, se deja hacer. Vierte, vuelca, entierra, desperdiga: éstos son los verbos. Alma en pena, pequeño prófugo, se va por ahí. Pero también destila, algo elabora y guarda, vigila lo que muda. Conversión de fuerzas, transubstanciación de materiales, alquimia del cuerpo: escamas, saliva, costras, grumos. Electricidad, tablas del aserradero. Auscultación y labor sobre sí mismo, testimonio de su propia factura. A veces muestra los dientes, amenaza, toma algo prestado. Hay hurto, delito, tibio crimen marossiano en la pelusa del bosquecillo. Nervioso, el poema muestra la hilacha. Aquí hay arrecife, dice. Se retira el oleaje. Entonces algo encuentra y, por delicadeza, lo olvida. La vida se pierde, la presa se desangra, helada. El aforismo se hace pedazos, esquirlas que el lenguaje no puede atrapar. Las persigue hasta el desfiladero. ¿Desembarco o desbarranco? La abstracción es palpable, el pie del pensamiento en la huella arcillosa. Va vestido de fuego. Seso y testículo arden. Es la hora de inyectar metal a la vena. Es la hora, diserta el impostor: ¿Hay un revés? ¿Existe un original? ¿Un doble? Lo que se estanca, empoza y permanece, se disfraza. El diente se quiebra en el diente. No es el mismo, quiere serlo, pero no puede engañarnos. La silueta se separa del traje. ¿Qué comes que adivinas? Adivina: se come a sí mismo. Miente, ejecuta, casca el aire, puede matar a palos. Es mi manera de ser, confiesa. Aserradero, sala de tortura, esta casa estuvo dedicada a la labranza y la muerte. Entierra mástil, provisiones, velas: un cementerio, un huerto. Construye con su cuerpo el barco para un viaje hacia dentro. Perforando las últimas resinas, cofres de hígado y pulmón: el re-conocimiento nunca se desprende de la carne. Cómo decir, entonces, con la lengua pegada a la lengua. Aporía de Pizarnik: explicar con palabras de este mundo/ que partió de mí un barco llevándome. El rumor lo ensordece. Suenan vértebras lijan/ retumba el clavado/ saca costras a ver/ qué queda. Muestra entonces/ lo que permite el bisturí// ser de fuera/ no de adentro. Las sustituciones lo ahogan. Quiere mirar por dentro ese adentro ese afuera ese afuera ese adentro ese afuera ese adentro ese afuera. La familia dispone la cena y él no pertenece, siempre en tránsito, la pena de extrañamiento. No importa, sus vísceras son hermosas. Codicia, quiere adornarlo, ponerle cascabeles, hacer joya del ser: órgano, entraña. Para que no se pierda, montaraz. Para que permanezca como ofrenda. A lo lejos, brilla el aroma del trauma. Arrastra un saco negro y una palabra radiante. Va hacia el cráneo y el padre. La encrucijada cruza la puerta, el mar, el bosque, el patio. Cuidado de irse por ahí, sendero no es sendero delicado. El viaje abre sus fauces, amenaza. Ocurre un lobo, una cigarra, así el poema. Es una fe, una utopía y una decepción: una desesperación. Un poema es una cosa que será. Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser. Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser. El viaje se perpetúa en el tedio. Los cuentos y el mar/ me cansan. Como una proyección en un cine vacío, sobre el mueble y puesta la mortaja/ pasan tibios trozos de costa. Antes de enfriarse el cadáver del paisaje, a la momia le brotan raíces/ manos imperfectas. Puerto Supe: en todo origen confusión, en cada casa incesto, en las piedras pacto. Ven aquí esta noche, pide. Apenas soltará su peste, su fábula de no querer, de no morir, su fábula de no. La crueldad ilumina el desastre: sóplame un nuevo lugar/ y destruirlo. Construir en el aire, sobre la humedad del aliento, su resoplido nos deja en el aire, en lo abyecto, lo precario, lo deletéreo. No quiere contarnos su vida, se exhibe y se esconde en el cómo. Lo que queda: un puñado de versos, una tensión desmesurada, hace mucho no vista. Su vestigio crítico: la mordida ácida contra la lepra dorada del neobarroco, a su vez la infección para esquivar el agobio del confesionalismo sin tapujos, síntoma de la pobreza de nuestra época. El poema, estos poemas, son la perla del cáncer. 


Selección de poemas Nicolás Labarca
fábula de no (Santiago: cuadro de tiza ediciones, 2010)



. .. . .. .. .. . .. .. .. . . .. a javier bello

está enterrado en el patio
había muerto siempre

lo crucé un día
por vértice o vestíbulo
mientras sus branquias susurran en los pabellones

estelas de escamas
de espinas
voy hacia el cráneo y el padre

arrastro un saco negro
una palabra radiante

para saltar un muro
sus vísceras son hermosas

le pondremos cascabeles
lo miraremos por dentro


*


ven aquí esta noche
pasa a la habitación
prende una vela

voy a soplar un poco
mear un poco
soltar la peste apenas

hay fósforo en las dunas 
lumbre en los dientes esta noche

esta noche
un trozo de carbón
algo de pus
un ardid puesto a cantar

su fábula de no querer



*



va de bajada al pozo 
han encargado para beber 

asoma 
repasa un puñado de piedritas
entre bichos y liquen 
juega a cascar el aire 

la partida se ejecuta 
la filigrana corta la espuma 

a puntas de pie 
proa ensaliva 

volcando un paladar



*

cuidado de irse por ahí 
sendero no es sendero delicado 

destila escamas
suave saliva 
tenues costras de sal 
grumos de atollo 

el cuerpo escarcha 

lames
de una zampada
el anzuelo



*

con cuidado no sé 
aullar no es lo mismo 

un cuerpo no es lo mismo 
cae espesa 
agua que estanca

el diente se quiebra en el diente




*

entonces la puerta 

cruza aserrín la ventolera 
se seca
deja algunas pozas
deja la piel 
crujen tablas a un costado 

tengo madera tengo 
puedo matar a palos

(sin embargo 
este ejercicio de crueldad 
no implica que sea necesario)

esta casa 
en este aserradero


*

a manera de barco 
confundió en principio 

procesión de tablas
precisa herramienta 
al comenzar la faena 

suenan vértebras lijan 
retumba el clavado 
saca costras a ver 
qué queda 

carpintero pajarito o 
martín pescador
en la obertura 

decidiendo 
pequeños modos de enterrar 

mástil 

provisiones

velas




*

bocado a bocado 
la cena se dispone 

qué comes murmura 
qué adivinas en la mueca 

(a veces miento 
pero como sabes
es mi manera de ser)

muestra entonces
lo que permite el bisturí 

ser de afuera 
no de adentro




*

hora de inyectar metal a la vena 
perforando las últimas resinas
cofres de hígado y pulmón 

de inyectar además
un poco de agua fría 
aún cuando licúen los enjambres
y disloque el fémur su lado brillante 

unto los dedos en los pozos de lodo 
los huecos son rojos
el calor animal 

del hierro brota humo 
sangrecita 
hace arder el seso 
también el testículo




*

sobre el mueble y puesta la mortaja 
pasan trozos de costa 

lima uñas
cabellos
tal a huesos o ramitas
raspa láminas
gusta de los cajones y la arqueología 

a la espalda zurce 
un cuaderno de colorear
un caligrama de polvo 
sus vértebras

los cuentos y el mar 
me cansan





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