sábado, 14 de noviembre de 2015

RICARDO GILABERT [17.503]


Ricardo Gilabert

(Comodoro Rivadavia – Argentina 1948). Algunos libros publicados: Ceniza (Botella al Mar 1984), Épica del Instante (El Imaginero 1987), Barroca Mente (Último Reino 1988), La Historia del Presente (Rinzai 1989), La Barca de la Sonrisa (Ananda 2007), Obra y Gracia (Ananda 2008), Satori For Free (Ananda 2009) y El Viejo Truco de la Novedad (Ananda 2010).


Poemas de También,
de Ricardo Gilabert



los limones
     robados
por el viaje amarillo
del fulgor

el gato que pasea
su voluptuosidad
     por la cornisa

la niña florecida
     por la calma
del jardín
de su casa

el perfume habitado
     sin piedad
por una confidencia
que pasa y que se queda
     cuajada
de sagrada indiferencia

la distancia perdida
     por el trino
de un pájaro invisible

la simple adivinanza
     de las flores
haciéndose notar
por los baldíos

la maestra que cruza
     por la esquina
sin volver la cabeza

        (la calle principal)



sombra
liviana y trémula
del sauce

donde se puede
ver
el otro mundo

que está
viviendo en éste

     (subrepticio)




la certeza inmutable
     de la esquina
que cambia de paisaje

y otro mundo
     visita
sin fugarse
del hogar
inexplorado

        (mapa del instante)



paso
del día
lánguido y seguro
     apenas
se te nota el movimiento
     por la sombra
fugaz

       (reloj de sol)




un hueco entre
las nubes

de reojo
parece estar
mirando el cielo

cierta
pereza
que resbala
del despojo
se queda en
donde está

la luz
despierta
por la mirada
se descubre
vista
por la misma
mirada

mariposas
de una constelación
nunca prevista
flotan
entre los sauces

de las rosas,
queda sólo el aroma

por allá
se van las grullas
no se sabe a dónde
y su lenguaje alado
casi está
por revelarlo todo

pero esconde
la tarde al sol
en su sangrante hondura
de atardecer

                  (la noche ya madura)



las huellas
de la niebla
se resbalan
del nuevo día
con la precisión
del mago
que hace
desaparecer
su figura

              (sin rastro que dejar)



sólo
la muerte indemne
permanece
en medio
del trabajo
de la tarde
que de pronto
resbala y anochece
sin haber existido

lo que arde
no es
el leño en la hoguera
ni el dolor
en la herida

la sal
de la demencia
se imagina el camino
del honor
entre las piedras

pero la cadencia
de la lluvia
resbala del destino
que se forja un patrón
del albedrío
para cada contienda

no hay camino
porque todo es la meta

y este río
que viene
desde el mar
sigue su viaje
suelto en rumor

              (de luz y de lenguaje)



la lumbre
     fugitiva
del relámpago
que el abismo atraviesa
     de repente
su dosis pura
     de la eternidad
deja aquí de regalo


la rendija
del resplandor
     exacto
que a la noche
convierte en día
basta y sobra para
     saber qué
fuego anida en el silencio
     del corazón

        (herido por la luz)




a cada
paso
se abre
la distancia
que va
de todo a todo

sin verdad
que perseguir
o que esperar

el viento
se mira en el espejo
divagante
de la perfecta ley

        (inalterable)




deja
nostalgia
tras de sí
la tarde

de sí misma
sin pausa

           (resbalada)



un leve ruido
que estremece el bosque
y la calma se vuelca
     de sí misma

     vuelan los pájaros
de pronto abiertos
     en estampida brusca

        (rumbo al cielo)







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