martes, 23 de junio de 2015

JUAN PABLO PEDEMONTE [16.336]


Juan Pablo Pedemonte 

(Montevideo, Uruguay   1981). Poeta, Artista Plástico y Realizador Audiovisual. Ha publicado el poemario Almajara (Caracol al Galope, Montevideo, 2003) y participado en publicaciones colectivas. Mantiene inédita la obra Muertos en Flor (Primer Premio a la creación artística. Fundación Zitarrosa, 2008;  Primer Premio Serafín J. García 2010),Los cristales del vientre (Mención Juan Carlos Onetti 2013), Los vitrales del Cristo (Mención Premio del MEC). Actualmente dirige la serie de documentales Los pájaros ocultos (Fondos Concursables 2011 y 2014) orientada a la difusión de artistas nacionales.




ESPINAS

Con la santa oxidación de los ángeles
se me fueron las alas, la piedad.
Sentí el sermón soberbio
de los peces que acaban ahogándose;
el de las serpientes
que ofrecen su cuerpo para ahorcar.

Con el sagrado desmoronamiento
se fueron mis huesos, mis nudillos,
la paciencia.
Sentí la resurrección
de las espinas en mi cuerpo.

Y derrotado en los brazos
de las flores más oscuras,
el domingo desnudó su sombra y su cruz
sobre mi espalda.





CONTEMPLACIÓN

Ahora que estoy a mis espaldas
y tengo un espejo en el alma
partiéndome los huesos;
ahora que observo de frente
el pan de mi columna vertebral, la miseria,
y encorvo la luz para dar dominio y desarrollo a mis tinieblas;
ahora que es preciso hallar al hombre que se ahoga bajo mi zapato,
me contemplo.

No soy yo el que reparte las migas de humo en el espejo
ni es el otro el que redobla mi gesto de abismo;
ni siquiera es la muerte
esta densidad que entretela los párpados.

Somos yo y ella y el participio temible de mi nombre
y el imbécil que surge en el cristal como una burla.
Y más allá, mi sombra proyectando el cuerpo sobre la pared
junto a la humedad que envejece contemplándome.

Nunca es justo descarnarse
sobre la piel de un azogue.




SITIO PARA DORIMIR

Madre, estoy llamando brutalmente
a ese hombro que duerme bajo tu vestido;
estoy llorando ese vacío
que grita sobre ruedas en tu vientre.

Madre, estoy llegando brutamente.
Mi bestia corre sobre el mar rezando tu nombre
o queda alambrada en los racimos de la muerte.
Mi triste bestia; perdonala; está llorando.

Agua de otro siglo hacia tus pies,
rumor eterno, viejo viento de barro;
brutalmente, mi bestia de ancestral aurora.

Estoy llorando más allá. Estoy llegando.
Madre, la noche carga una sombra
donde podemos dormir los juntos.




VARIACIONES DEL RÍO DE LA SAL

Montevideo, todo el polvo atrasado
deslunándose en los espejos;
todos tus muertos ladrando hacia el sur
de una plaza enterrada en la costilla de un puerto;
todo es, Montevideo, apenas
la navaja del viento,
una rosa clausurada
en el cemento turbulento del Río de la Plata.

Montevideo: playa acuchillada de palomas.
El silencio es la rama más profunda
en la hora lastimada de tu llanura. Oigo
el rocío quebrando el paisaje
como un sucio sudario de grises. Todo es apenas.
Y en los muros tiembla la mano fría de la noche
auscultando letanías.

Hay sombras que ningún dios comprende.
Montevideo, todo es apenas
tu penar.



TRANSEÚNTES DE LA MANO

Una madre carga su muerte de la mano de un niño.
Puebla una lágrima en su esqueleto,
deja un crisantemo cerrado
lloviéndole la espalda.

Por un río anegado de pájaros
trajinan el contraviento.
Como un rumor de humo
se abren en el setiembre de una calle.

Ambos yerguen su columna de dolor animal,
llevan encorvadas las pupilas, los brazos
como racimos de hojas profundas.

Y todo el recorrido
es el principio de una herida que llevan a cuestas.

http://alpialdelapalabra.blogspot.com.es/
Horacio Cavallo: Muestra de Poesía Uruguaya Contemporánea





Sine quanon

Dos
No hay hombre sin dos
Hambre ajena en el hombre
doblemente solo

Hembra del hombre
sangre hacia dos
De dos en Dios
hasta la primera:
el alma





Nunca

Casi me di el sexo de llover sobre tu lado
y que nuestras bocas apoyen sus inviernos

Casi superé la tormenta de oírte desnuda
desangré el pasado de morirte mañana
y que nuestros cielos se juntaran en el mismo río

Casi comprendí las sombras que acostabas en la nieve
a tu pecho dejando la luna en carne verde
hueso a luz
en sangre estrellada

Casi me lastimé tu huella en la clara

Pero te hueso






Ciento cuarenta árboles para aprender

Santa sangre
me duele la luna
¿Cuál fue la mañana ciega
que cayó sobre tu vientre?

Cuna sangre
hay un nido sudando noches
del otro lado del amor
¿Dónde escondiste los pájaros?

Sangre sangre
dejaron el cielo abierto
para que nadie entrase
a lavar el odio de la barba
¿Quién me ayuda a llevar las venas?

Madre sangre
estoy harto de ver muertos ladrar
y que las moscas nos oigan llorando
Las flores nos van a abandonar ayer

Madre padre
desangrame
a esa fruta negra
le dicen corazón






Entreverso de grises

Llega un momento en que la lluvia es un rebaño de astillas
las columnas sauces apagados para un transeúnte
un subte destruyendo las etapas del cielo
el hielo asaltando en los rincones donde duerme el otoño
el sueño desvirtuándose en la mañana del pájaro

Llega un momento que la voz hunde las pestañas
y las palabras son inciertos silencios fugitivos
(un agujero sobre un agujero de gaviotas atribuladas)

Llega un momento que no llega
un momento de telaraña donde fracasan los peces
un entreverso de grises donde se mutila al alba

Y el momento ya no es
Apenas una fruta cae sin tiempo
una flor abre paso a una herida
un bisonte comparece en la oscuridad

http://elmontevideanolaboratoriodeartes.blogspot.com.es/






No hay comentarios:

Publicar un comentario