viernes, 13 de marzo de 2015

FRANCISCO DE TERRAZAS [15.197] Poeta de México


Francisco de Terrazas 

Nació en México en 1525 y es recordado por tratarse de uno de los primeros autores mexicanos que se dedicaron a la poesía criolla. En 1577 vieron la luz sus primeros sonetos bajo el título de "Flores de varia poesía", a través de los cuales comenzó a conquistar un cierto prestigio.

Terrazas se sentía profundamente influenciado por la poesía de la escuela sevillana. Tal es así que en sus creaciones se pueden encontrar muchos elementos que refieren a la belleza y a las relaciones idílicas, donde la amada es "cruel"; uno de los fundamentales temas de la corriente de la que era partidario.

Poeta de lirismo renacentista, desconocido prácticamente hoy en día, lo mencionó Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) en el libro 6 de su novela pastoril La Galatea, en la que en el mejor estilo italianizante renacentista presenta el canto de la Musa Caliope:

Uno, de Nueva España y nuevo Apolo;
Del Perú, el otro, un sol único y solo.
Francisco, el uno, de Terrazas tiene
El nombre acá y allá tan conocido,
Cuya vena caudal nueva Hipocrene
Ha dado al patrio venturoso nido.

No se conocen muchos datos acerca de su vida, sin embargo se lo recuerda como el Primer poeta petrarquista de la Nueva España y ha conseguido trascender en el tiempo y el espacio, volviéndose un autor imprescindible de la poesía latinoamericana; posiblemente por haber sabido fusionar tan bien sus raíces con el estilo proveniente de Europa.
Además de sonetos, Francisco escribió epístolas, tercetos y églogas.



Dejad las hebras de oro ensortijado

Dejad las hebras de oro ensortijado
que el ánima me tienen enlazada,
y volved a la nieve no pisada
lo blanco de esas rosas matizado. 

Dejad las perlas y el coral preciado
de que esa boca está tan adornada;
y al cielo, de quien sois tan envidiada,
volved los soles que le habéis robado. 

La gracia y discreción que muestra ha sido
del gran saber del celestial maestro
volvédselo a la angélica natura; 

y todo aquesto así restituido,
veréis que lo que os queda es propio vuestro:
ser áspera, cruel, ingrata y dura.




Rayendo están dos cabras

Rayendo están dos cabras de un nudoso 
y duro ramo seco en la mimbrera,
pues ya les fue en la verde primavera
dulce, suave, tierno y muy sabroso.

Hallan extraño el gusto y amargoso,
no hallan ramo bueno en la ribera,
que - como su sazón pasada era -
pasó también su gusto deleitoso.

Y tras de este sabor que echabanmenos,
de un ramo en otro ramo van mordiendo
y quedan sin comer de porfiadas.

¡Memorias de mis dulces tiempos buenos,
así vay tras vosotras discurriendo
sin ver sino venturas acabadas!




Soñé que de una peña me arrojaba

Soñé que de una peña me arrojaba
quien mi querer sujeto a sí tenía,
y casi ya en la boca me cogía
una fiera que abajo me esperaba.

Yo, con temor, buscando procuraba
de dónde con las manos me tendría,
y el filo de una espada la una asía
y en una yerbezuela la otra hincaba.

La yerba a más andar la iba arrancando,
la espada a mí la mano deshaciendo,
yo más sus vivos filos apretando...

¡Oh, mísero de mí, qué mal me entiendo,
pues huelgo verme estar despedazando
de miedo de acabar mi mal muriendo!




Se considera a Francisco de Terrazas el primer poeta petrarquista de Nueva España. La temprana fecha de su muerte (1580) no fue obstáculo para una madura asimilación del imaginario petrarquista, a través de la llamada escuela sevillana. En estas páginas se sugiere su relación con la poesía neolatina del licenciado Francisco Pacheco y con la lírica amorosa de Juan de la Cueva a quien debió de conocer en Nueva España.

No se ha hecho todavía un estudio sistemático de las fuentes, influencias y referencias literarias que maneja Terrazas. Sin embargo, es posible ahora señalar una serie de relaciones muy interesantes que pueden aportar nueva luz. El soneto IX puede servir como punto de partida:


La diosa que fue en Francia celebrada
de quien su gran ciudad se llama ahora,
y el hombre que de mano matadora
primero padeció la muerte airada

formaron de sus nombres el que agrada
al alma, que la de él quiere y adora.
Natura lo empleó luego a la hora
en la que de ninguna fue igualada.

En parte lo empleó, que es el traslado
de la beldad del cielo propiamente,
hecha a su semejanza y por su mano.

Quien fruto produció tan extremado,
de ti decirse sólo se consiente
¡oh más que venturoso húmedo llano!




Su Soneto IV (publicado en la antología de poesía del Nuevo Mundo Flores de Baria [sic] Poesía) que toca un tema amoroso, es bastante revelador:


SONETO IV 

(en el siglo XX se le dio el título: A unas piernas)

¡Ay basas de marfil, vivo edificio
obrado del artífice del cielo,
columnas de alabastro que en el suelo
nos dais del bien supremo claro indicio!

¡Hermosos capiteles y artificio
del arco que aun de mí me pone celo!
Altar donde el tirano dios mozuelo
Hiciera de sí mismo sacrificio!

¡Ay puerta de la gloria de Cupido
y guarda de la flor más estimada
de cuantas en el mundo son ni han sido!

Sepamos hasta cuando estáis cerrada
Y el cristalino cielo es defendido
A quien jamás gustó fruta vedada



Otra de las actitudes críticas de Terrazas es que, aun cuando había obtenido un mecenazgo para su obra de alabanza a Cortés, Nuevo Mundo y Conquista, no pudo contenerse y evitar criticarlo por su trato a quienes lo acompañaron en su empresa: los conquistadores, padres de los primeros criollos. Así, al final del canto, a diferencia de las estrofas iniciales de alabanza al conquistador extremeño, se dirige a él para preguntarle:


¿Do está la fe de serles que pusiste
no señor, sino padre verdadero,
cuando en Cuba al partir les ofrecistes
por premio a cada cual un reino entero?

Riquezas, honra y gloria prometistes
Para el felice tiempo venidero,
Y sólo han ido siempre en tantos años
siguiéndose unos daños a otros daños

Ya que no fueron títulos ni estados,
de que tan dignos sus servicios eran
Que así como por vos fueran nombrados
Para siempre jamás permanecieran;

Siquiera ya que sólo encomendados
Las encomiendas que perpetuas fueran,
Y no que ya las más han fenecido
Y los hijos de hambre perecido

Y algunas también quedan sucedidas
Por líneas transversales procediendo,
Que no habiendo llegado a las tres vidas
Quedan por matrimonios poseyendo;

Las propias partes ya desposeídas
Mil miserias y afrentas padeciendo
Y el fruto habido sangre derramando
Viéndolo a extraño dueño estar gozando



Pero en Terrazas no sólo hay una crítica al peninsular, también la dirige contra los conquistadores, los padres de los primeros criollos, hacia los que manifiesta sentimientos ambivalentes. En estrofas posteriores cambiará el tono de su canto, aunque inicia su épica con los versos siguientes:


No de Cortés los milagrosos hechos,
no las victorias inauditas canto
de aquellos bravos e invencibles pechos
cuyo valor al mundo pone espanto,
ni aquellos pocos hombres ni pertrechos
que ensalzaron su fama y gloria tanto,
que de un polo al otro en todo el mundo
renombre han alcanzado sin segundo.

[Comentario: Empieza a la manera de Ercilla: éste, en la Araucana inicia así:

No las damas, amor, no gentilezas
de caballeros canto enamorados,
ni las muestras, regalos y ternezas
de amorosos efectos y cuidados;]



Por su parte, Terrazas usa este artificio para decirnos que no va a cantar las hazañas de Cortés y sus seguidores, y de hecho ya los está ensalzando. Pero más adelante toma un punto de vista muy diferente al referirse a los conquistadores. Primero, al hacer alusión a la mujer indígena que era víctima de los salteadores españoles que Íncursionaban en busca de esclavos para las posesiones antillanas, escribe, al describir el
secuestro de una mujer de las Guanajas:


Cual tórtola tal vez dejó medrosa
el chico pollo que cebando estaba
por ver subir al árbol la escamosa
culebra que a su nido se acercaba
y vuelta vio la fiera ponzoñosa
comerle el hijo, encarnizada y brava,
bate las alas, chilla y vuela en vano,
cercando el árbol de una y otra mano...


Ercilla, español, alaba la grandeza de los indios y presenta críticas a los españoles, conforme era usual en el canon épico italiano, donde se ensalzaba al derrotado, aumentando así la grandeza del triunfador. Terrazas sigue a Ercilla, pero en el criollo la crítica a los conquistadores se
desborda. La metáfora es muy fuerte. Ambivalencia comprensible, hijo de peninsulares, él ya no pertenecía a Europa. Más adelante reitera:


Llorosa Nueva España, que deshecha
Te vas en llanto y duelo consumiendo,
Vente mis tristes ojos tan estrecha,
Va el pernicioso daño así cundiendo,
que el ser tan estimada no aprovecha
del Gran Filipo [Felipe II] para no ir cayendo
de tiempo en tiempo siempre en más tristeza,
en más miserias, hambres y pobreza...
Madrastra nos has sido rigurosa,
Y dulce madre pía a los extraños,
con ellos de tus bienes generosa,
con nosotros repartes de tus daños.
Ingrata Patria, adiós, vive dichosa
Con hijos adoptivos largos años,
Que con tu disfavor, fiero, importuno.
Consumiendo nos vamos uno a uno.










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