martes, 17 de abril de 2012

6542.- SUSANA CATTANEO


Susana Cattaneo
Psicóloga y escritora argentina (Buenos Aires, 1945). En el ámbito literario tiene 18 libros editados, entre los que se cuentan algunos de poesía, otros de poesía en prosa y uno de cuentos. Ha tenido destacada participación en diversos concursos nacionales e internacionales. Recibió la Faja Nacional de Honor de la Asociación de Escritores Argentinos (AEA, 2000) con el libro La mirada en otro cielo. Obtuvo el tercer premio del certamen anual de poesía de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con el libro Palomas de la soledad (2005). Dirige la revista Extranjera a la intemperie y sus obras fueron parcialmente traducidas al inglés, francés y portugués. Coordina ciclos literarios y talleres. Entre sus últimos libros destaca, Niña subterránea (2006), de poesía en prosa. También ha publicado recientemente, Musgo en el Sol, 2007. Bufanda de pájaros, Editorial Extranjera a la intemperie, año 2009.





...a la pequeña de pestañas blancas
y amor en sus ojos de almendra...

Cae en la playa la tarde que soy
herida de faros y gaviotas nocturnas.
Un follaje de arena pasea mi cuerpo
escanciado por la brisa que lo cubre.
Cómo no recordar las noches en el muelle.
Las carreras invencibles entre luna y agua.
El camino plata sobre ondulaciones perfectas.
Recordar árboles vestidos de milagro.
Sí; cae en la tarde la playa que soy,
mi pequeña de pies blancos.
¿Dónde llevaste tu alegría de calandrias?
Juego acertijos desde aquel aciago día.
Apuesto: tus ojos me besan en este instante azul.
Mira, hay una floración de ángeles
en la mitad del cielo.
En la otra, una dulce jauría de amapolas.
Ya la noche es mayor y danza misterios sobre el mar.
Ha caído en la espuma la playa, la tarde que soy.



Esta noche...

me visto de ruinas.
Trepan sobre mí
sombras de pétalos morados.
Un enamorado dios
vierte cántaros de cielo
sobre la cruz ceniza de mis ojos.
Esta noche hay estrellas
para recordar mi triunfo
sobre el ocre.
Golpea mi desdicha
el herrumbrado acorde
de un salmo de piedra.
Esta noche
plegarias adornan mi frente.
Espejos de brumas
despiertan al Origen.
Esta noche, sí.
Cinco estaciones refulgen
y todo se transforma.
En la lumbre preñada de luciérnagas
un unicornio señala
el camino hacia el Último Portal.





Estoy triste, amor, porque callan los pájaros.
La música que nos unía ha callado. Y nuestras voces.
El sol me cubre en esta tarde y no me da esperanza.
La angustia se nutre en mi aciaga intemperie
y hay gaviotas degolladas en la arena.
Se han ido, esos pájaros, tal vez junto al deseo.
Un jirón de mi vida resplandece
en cruces opacas que sellarán mi carne.
No más noches inmortales; no más magia.
Ahora la oscuridad, amor, porque ya no nos amamos.



La mujer que fui

Mi nombre entra a una lágrima

Yo te vi en mediodías ardidos de verano
cobijada en el frescor de sombras y de ramas.
Te vi tejiendo anillos con la felicidad
mientras cerrabas pactos de infinito.
Con la boca dulce, te vi, llena de verdes.
Danzabas sueños hechos de paisajes.
Eras colibrí que libaba en el amanecer más hermoso.
Bebías palabras, escribías poemas.
Te nacieron libros —¿recuerdas los años?
Te llenabas de pupilas tatuadas de cielo.
Yo te vi sentada junto a la alegría;
correr en grandes círculos jugando al mundo.
Regalabas frases; perseguías insectos invisibles.
El día te estallaba de luz perfumada de voces.
Ella —la pequeña de pestañas blancas
y mirada como almendras—,
olisqueaba el aire, la vida, el pasto.
Las otras volaban, rodeaban tus libros, picoteaban arroz.
Te vi rodeada de amor en tardes que partían.
Te vi en invierno, cálida y feliz.
Recogías en otoño hojas escarlata y admirabas su belleza.
Te sentías plena con los brotes de septiembre
y con lluvias de octubre bordabas la dicha.
Te vi plácida entre árboles junto a la eternidad.
Sí; yo te vi. Eras mucho, mucho más
que esta pobre mujer que hoy esconde sus ojos.
Mucho más que esta tristeza.





Alguien horada el mundo
en el borde rectangulado de cemento
adornado con flores de plástico y jarrones.
Allí, donde se ocultan humos fragantes
y bailan tus cenizas la danza de mi angustia.
Alguien horada el mundo visitando tu viaje
extasiada de sueños perpetuos, aquí,
donde estás como si no hubieras muerto.
Donde el rostro de los ángeles
besa tu perfil blanco de praderas y vida.
Quizás fui yo la que vino
a pronunciar lo impronunciable
pensando tu muerte
libre de árboles quemados y mariposas ciegas.
O vine a buscar gorriones abatidos,
volcanes melancólicos que te marquen de carbón.
O llegué, acaso, para sobrevivir el rostro del invierno,
llorar, perdida, tu frío de penumbra,
y en el contorno perfecto de tu forma
confundirme, quedarme para siempre.




DOMINGO...

...eres una ciudad plena de instrumentos
comidas rostros que lloran
mientras ruedan precipicios y relojes
tus negocios desbordan cuchillos suicidas
y barbitúricos para veteranos del insomnio
o a veces el sol camina tus ojeras a módico precio
y otras la lluvia moja el encaje de tu sensual corpiño
por tu espalda parten barcos con máscaras en proa
y llegan hasta el bosque de tus cabellos
hasta tus ruinas miedo crepúsculos
soledad llegan rufianes atentos
para robar al mínimo descuido cualquier palabra
ciudad domingo
hoy tienes frío y tu gente deambula entre bufandas
pero en mi cocina algún desterrado
contempla el guiso que cuece el humo y los escombros
festejemos tu quietud
porque pronto alguien hablará
sí alguien hablará ciudad domingo
brindo por eso.



...
Ciudad indiferente calcinada de miseria
aquí embotamiento apatía dejadez
Padre nuestro que estás en el cielo
se sumerge la tarde por tañidos de voces en misa
y en la Santísima Iglesia de Nuestra Señora del Loreto
santificado sea tu nombre
Dios se ríe de humilladas sombras entre bancos
ríe arroja lazos de serpientes con escamas de sal
venga a nosotros tu reino
los lamentos atraen súplicas
y las súplicas recorren ataúdes de piedra
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo
sea Santo el nombre de Dios en la Santa Iglesia del Loreto
ciudad con rostro y desdén calcinada de miseria
danos hoy nuestro pan de cada día
la tarde quema viscosa en la noche que viene
frente al espejo El Señor se afeita viste de smoking
perdona nuestras ofensas
hoy tiene opípara cena de huesos y sangre
se sentará junto al Padre y al Espíritu Santo de abultado abdomen
como nosotros perdonamos
tal vez en el altar de la iglesia del Loreto
y hombres flagelados cambiarán su odio por un santo amor
a los que nos ofenden
los ratones de rancios bolsillos pasearán sus esqueletos
y descubrirán pan en tristes bolsas repletas de engaño
no nos dejes caer en la tentación
Dios ya estará ahíto de mansos corderos
líbranos del mal
ciudad satisfecha lame sus dedos después del festín
amén.



...

País del pecado aquí aroma a madera
un pequeño toque de arcilla en el camino
el alcohol inunda lentamente las ochavas
y en las ruedas de los autos se esconden
calamares que huyen de los bosques
en medio del calor un viejo invierno hierve
las epifanías colman todas las iglesias
se vende hamburguesas en las perfumerías
y en los Mc Donald´s deshojan las petunias
“me quiere no me quiere ¿me quiere?”
en la farmacia de toldo despintado
se bolsea cheques se liquida cuentas
el banco ofrece aspirinas y algodón
el loco de la plaza grita: “que no llueva” grita
otro barre -en esa misma esquina- el pasto caliente
domingo: los vagabundos hacen sus trabajos
Palermo Chico casas vacías -hora de almuerzo por Recoleta-
Constitución: un hombre tirado entre las vías
se come el piojo que lo torturó de noche
país del pecado sobre carnosas hojas
alguien añora el amor entre lujuria y miseria.




...

Sangra el año huye miles de ojos escarlata
sangre en Nueva York Argentina Afganistán
sangra el planeta su enrarecido llanto
un gorrión lleva hacia el desierto
este tiempo caduco de amor y armonías
se besan las copas con champagne de infortunio
las levantan los hombres festejando la muerte
año maltrecho vergüenza de días
cadáver viviente camina inclinado
el gorrión arrastra su difícil peso
gente por el Sur gente por el Este
brinda incansable en el Oeste y Sur
por tierra y cielo brinda la gente
ebrios de poder ebrios de dinero
estallan las hordas aleluya de guerra
un negro gorrión desgrita la vida
y llora
y llora.





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