lunes, 25 de febrero de 2013

RODRIGO ZÚÑIGA [9.281] Poeta de Costa Rica



Rodrigo Zúñiga 

Rodrigo Zúñiga nació el 29 de agosto de 1982 (Pococí, Costa Rica). Actualmente, vive en San Pedro de Montes de Oca, San José, Costa Rica.

Es Psicólogo y también estudió Enseñanza del Inglés en la Universidad de Costa Rica. 

Su primer libro, Deshojar el reloj, fue publicado por la EUNED en el año 2013.

En el año 2013, su libro Souvenirs y noticias de amor fue galardonado con el primer lugar del Certamen Literario Brunca en su XXX Edición en el género de Poesía (UNA).




Memento (vivere)

Lenny 
-espero no te moleste
que te llame así-,
tenés razón,
el mundo no desaparece 
al cerrar los ojos,
y hay mundos y vidas 
que aún existen
cuando atizamos el humo 
que sale de los recuerdos.

Hay verdades 
que pedimos  
que se acuerden 
de nosotros,
y otras que ardan 
por los bosques 
del olvido 
y no quede cicatriz.
Pero es cierto, 
uno finge, hace 
lo que se puede, 
para enfrentar a tientas
la sombra 
de las bofetadas 
que nos da el destino.

Puede que sí, 
que los hechos, 
las pruebas sean 
mejores bisagras 
que la memoria, 
sean el mejor bastón 
en la oscuridad.
Por eso, tomamos 
y quemamos fotos,
escribimos 
y tatuamos direcciones, 
instrucciones 
y poemas en la piel 
para recordarnos 
quiénes somos
y quiénes fuimos,
una vez que al pasado 
se ha prendido fuego.

Pero a qué precio, 
Leonard,
a qué precio;
te has estado mintiendo, 
inventando a Sammy, 
para correr y esconderte 
en el propio itinerario 
en que te has convertido.
No se olvida 
por repetición.

Tenés razón, 
Lenny, 
todo mundo se engaña,
y esa es la verdad, 
la que recuerdo 
hasta ahora…



Carta / Cuando sangran los silencios

Cómo decirte –con la certeza encorvada en una silla–
de mi libro/ de mis sueños REM/ mi graduación/
y la cirugía de este año, 
y que de todo eso ya también me recuperé.
Cómo decirte –supongo ya lo sabes–
que ya no doy clases, ahora sólo me enseño 
a mí mismo a caminar.
Que no salgo de los bares de buena muerte, 
porque afuera me espera el capitalismo/ 
la inflación y también tu olvido. 
Aún sigo hablando solo, 
es un hábito que se conserva con un lápiz y una duda.
Voy a citas con vos y algo me hace creer que no llegas: 
recorro lugares a los que nunca fuimos y te los muestro de nuevo. 
Cómo decirte –toda una oficina en la voz– 
que salgo a buscarte a diario, que todo sigue igual...  





Hay tanta ciudad sin los dos

Y sigo pretendiendo, entonces, que no te has marchado 
de esta ciudad de autorretratos y suicidios, 
donde me puedo tomar descansos de hormiga o de león. 
Que puedo encontrarte por aquí 
–el mismo bolso, la misma risa–
y reclamarte el desierto que llevo por sombra, 
a veces en hombros, a veces atado a la cintura.
Quizás te exigiría que me pidás perdón 
o que vos me perdonés… No sé.
Pero igual me detengo a media calle, 
a media pregunta, a media noche del pensamiento, 
pero no te observo por ninguna acera, 
por más que interrogo a cada transeúnte con los ojos.
Sal de una vez por todas del silencio, 
que tanta incertidumbre me ha explotado en el rostro 
como una bofetada.



Escena con un fondo vacío

Yo me pregunto para qué causar tanto desastre, 
si ya desde el principio no pretendías quedarte esa noche,  
me pregunto para qué desperdiciar el tiempo, 
ahora que su precio anda por las nubes, 
y desordenar los sentimientos como una pila de libros 
o una serie de apuntes que ya había guardado,  
para qué ensuciarse tanto las manos con poesía entonces, 
 no hay nada más antihigiénico y corriente estos días,
y para qué llevarlo a uno a lo más alto del deseo, 
asomarlo a ver el abismo, interrogarlo 
y darle un empujón, una vez que haya confesado.  
Simplemente no entiendo, simplemente no volvás, 
con tanto accidente por las calles, 
no quiero verme en la disyuntiva de tener que lanzarme otra vez.



Selección de poemas
Del libro DESHOJAR EL RELOJ 


Descubrimiento

Mirándote hoy a los ojos
-esquinas cafés de tantos naufragios-,
me encontré agolpado
con esa esquirla primigenia,
que dormía desprevenida
en los linderos de tu abrazo.

Asombro sobre asombro,
en el desgarre de las sombras,
he hallado allí
ese boceto tuyo inevitable
de resquicios y luminarias.

Tu rastro
sigue arrastrando los presagios
hasta gorgotearme la sed;
y me acuesto encendiendo
las luces y canciones
entre las hebras 
demasiado tendidas de tu beso.

Y es que ya no me importa
la verdad del azar,
solo ansío aquella de tu costado
refractando tus soles
entre mis dedos.
Ya no preciso otras banderas
en mi regazo,
solo las fallas de tu rivera.

Ya no preciso, amor, 
sino tu nombre,
tu nombre inevitable.



Más allá del verso

Quizás siga escribiéndote
algunos versos más allá, 
quizás unas cuartillas más 
de más y más silencio.

Mientras sigas viajando 
límpida de milagros 
por estas manos, estas ramas 
de algún cielo que aún 
no sabe ni rozarte.

Y serás mi as de siempres, 
el aroma de poemas, 
tu cascada de cielos,
¡la bailarina!,
 yo intentaré ser tu paloma 
de espejos al escribirte.

Quizás algún día 
deje estos poemas para siempre, 
-encuentre otro oficio inconcluso 
de ser espada y papel- 
y pueda empezar a escribirte por fin 
el fin de mi sangre. 



Poemas inéditos


Dolor a infinitos

Sé que el aroma del dolor 
era lo último que aún palpitaba,
allá donde una montaña corrió por la calle, 
persiguiendo víctimas o victimarios
de su soledad tan progresiva. 
Porque así tiembla la oscuridad 
y sus grietas de lo infinito.

Hay aquellos 
que perdieron sombras, y quienes 
su propia despedida, 
debajo del silencio certero del dolor 
que la incongruente aurora se le ocurre
alumbrar y enterrar. (Las gotas continúan).
Y las casas ya no saben dejar de ahogarse.

Pero duele la noche 
por todo lo ancho y largo del día, 
los gritos de la tierra, la lluvia, 
el barro que no puede más con milagros,
la calle que lloraba 
y después sigilo… No, 
no es cierto, después hay ruido, 
ruido de esos silencios 
altaneros de la memoria, 
del adiós, del auxilio, 
del ruido 
huyendo del ruido 
que aún sigue su curso 
y sigue calcando derivas a su paso... 

A veces se nos caen las casas de la certeza, 
o el barro de la melancolía 
nos atiborra la garganta de naufragios, 
pero siempre entre los escombros 
se puede hallar un poema o alguien 
que nos lo cante con su mano para sangrar… 
para levantar un día más.






Vuelo a-Dios

                  A Cristian 
                  Y mis abuelas, 
                  quienes volaron primero 
                  a Dios.

Que se apague el abrazo a mitad del camino
del por qué. 
Quedarse con un adiós en la punta inconsciente
de la lengua. 
Inventar este naufragio de romperse las manos
contra todo el mundo. 
Ser un diluvio a lo largo del continente 
de los pájaros
en la soledad que nos empieza a empapar. 
Y despedirse en la guerra de todos los silencios 
con el beso incoloro ante los ojos…
Debe doler… Porque siempre será 
súbito el marchitar de alas de este mundo.

Que poco se nos mueren y poco se van 
y tanto nos llevan a Dios. 
Se vale entonces llorar y resucitar la memoria.







Noches de paz

Y empieza diciembre de nuevo
en el primero de octubre
de toda la avenida central de mis bolsillos.
Y las noches de paz
encandilan las vitrinas diurnas de la falacia,
donde el día a día se debate
a tiros con la fe.

Si acaso la luz alcanzara
más de un día
en los ojos con ropa nueva de los niños.
Si durara el cielo los doce meses del milagro.
Si el poema adjunto fuera una promesa…
Pediría que los fantasmas de las navidades pasadas
ya dejen de nacernos,
que solo nazca Dios
de una vez por todas
para todos.

5 comentarios:

  1. Rodrigo, poeta que se debate día a día a traves de tus poemas con la fe. Sencillo, humano, trascendental. Gracias por compartirlos, te felicito hermano.

    ResponderEliminar
  2. Ah los jóvenes poetas! Gracias Rodrigo por tu versatilidad, por tu palabra y su luz. Gracias:

    ResponderEliminar
  3. No esperaba menos de Rodrigo , una persona de lucha, sigue que el mañana será mejor. No claudiques la luz de Dios te bendiga.

    ResponderEliminar
  4. Muy buena muestra, Rodrigo, tu poesía pasa por diferentes facetas, del desamor al amor, a la pregunta, de lo cotidiano a lo revelativo, de lo sicológico a lo social, pero siempre hay una búsqueda de vetas que van por dentro del ser, y ese es el poder de tu palabra que contagia, nos abraza o abofetea, pero nunca nos deja indiferentes, bien. abrazos.

    ResponderEliminar