jueves, 5 de enero de 2017

SERGIO A. ORTIZ [19.814]



Sergio A. Ortiz 

Poeta puertorriqueño que escribe en inglés y español.  Actualmente trabaja en su primera colección de poesía, Elephant Graveyard, Cementerio de Elefantes. Ha sido nominado al premio Pushcart en dos ocasiones, al Best of the Web en cuatro ocasiones, y al Best of the Net / 2016.  Sus poemas han aparecido en revistas literarias como: Letralía, Chachala Review, y The Accentos Review, por mencionar algunos.

Sergio Ortiz,
Editor of Undertow Tanka Review

http://undertowtankareview.blogspot.com/


Dom Perignon

Aquí estamos en el Jacuzzi 
preparando un baño de burbujas para dos 
con un suero hecho en américa, 
mezclado en Laos y enviado de vuelta 
a su sitio de origen.

Es difícil creer que él está en mi baño desnudo
haciendo estallar mi corcho. Que a través de un puñado
de malos acompañantes llorones, garras y falsos perfiles en línea,
lo encontré junto a mí en un urinario,
que a través de ese urinario me meaba 
con meado de cerveza clara. Pero aquí estamos, 

un año más tarde en mi bañera jugando
como niños, después de luchar en el barro del patio trasero,
haciendo barbas de burbujas y vertiendo champán 
de cinco estrellas en nuestras bocas.

Es difícil creer que agua caliente sigue brotando del grifo 
de nuestros acuíferos y a pesar de nuestra desnudez y virilidad
ninguno de nosotros se envino la espuma.

Nos dormimos en la chiquitita bañera hecha fuera del mundo 
en que el despertó en su tibieza, sin burbujas, mareado 
y completamente sin madre.



Si Ulises muriese un día martes cualquiera

Es el calibre del agujero que dejas,
la intensidad de la herida,
la cuenta bancaria (dentro de mi corazón)
donde guardo las páginas 
agotadas de mi vida.

Es imaginar lo inimaginable,
las lánguidas calles laterales,
mi Ulises sin su Dublín.

Es el clima tácito al que nos referimos
cuando no hay campeón
ni comodidad alguna dentro de mi bungaló.

Sé qué textura tus muslos se ven obligados a rendir en mis sueños.

Soy yo quien no quiere clausura.
Que tu voz no desvanezca sobre un horizonte 
separado del mío.



¿Quién quiere jugar con mi día lluvioso?

mi alteridad se pega a mi sin importar a dónde vaya : nunca prestes tu día lluvioso : cuántos cuerpos somos : cuántos seres : cuántos mundos : de dónde proviene este dolor : dónde lo aprendimos ::

hace años, cuando se me preguntó si mi amante pensaba como hombre no pude responder : la pregunta no tenía sentido : la respuesta está en el fondo del océano : en el mundo, efecto ondulación del vidrio viejo : El viento, lo persigo como si persiguiese conclusiones ::

estoy en peligro de convertirme en un cuento amonestante : el número de muros que me rodean es variable : no he podido convertirme en un santo de yeso : no he logrado convertirme en una mujer : mi bien-ganado silencio viene de más allá del cuerpo : la vida es sopa, no sándwich : la piel se convierte en dolor de viejas heridas : hollamos el mundo como mezcla y desenfoque : cuando me muera me convertiré en un mapa : es bastante fácil cambiar este cuerpo : difícil elegir qué es ser bardo del reciclaje : yo amo : ese es el único corazón inquebrantable de mí ser : yo decido donde comienzo y termino : nuestros oídos están llenos de ratones : ponemos nuestra fe en cestas para recolectar ofrendas : pegamos nuestras leyendas a la puerta del refrigerador : mis genitales se desplazan en su piel : en la esquina de la necesidad y la pérdida dejé caer mis libros en un repetido lazo bufonesco : acuné mis bolas como si los temblores pudieran soltarlas : mi piel húmeda de pánico : mi pene en mi palma : no hay nombre para este amor ni el cuerpo en que se convierte : olvídate de todo lo que has aprendido sobre cambiar de propietario : esa malla naranja solo contiene la duda ::

cómo editar la vida : lo hago todo el tiempo : me quelato en otro hombre : tomo mi sexo en la mano, el peso de él, es como el peso de mi corazón bloqueado por la percepción : los diamantes que duermen en la tierra en blanco resisten los nombres : y la pregunta qué si has nacido se escapa : estoy sin mano, bejines, o manuales, sin un aura reconfortante de previsibilidad : sin imitadores : así que no me llamen, prefiero no llenarme de arena : o musgo : la arena cabalga a través de la casa, serpiente arrastrándose a espaldas, a través de las losetas ::

a veces quiero conducir por un camino desierto para encontrar las ruinas ocultas al final y mudarme ahí : como las abejas, o estrellas siguiéndome en el retrovisor : empujando el motor que está dentro del corazón para hacer clic y tararear la esperanza : mi nombre es la puerta al cobertizo que dejaron abierta : mi nombre es fuego al igual que el tuyo : lo siento, no hace adquisiciones hostiles : el bosque finalmente te encuentra : cuarenta especies de hongos finalmente te encuentra también : la vida se trata de cambios : sus paredes gimen aire y necesidad : un hipo podría colapsarlo todo : 365 días al servicio de cambios : la vida en una estructura abandonada requiere que se adapte : la gente ama sus migraciones : sienten su inmovilidad validada por el movimiento de otras criaturas : lo que es diferente en mí cuando se ve: cuando es observado, cuando lo cronometran, cuando se vigila, y sin embargo no se ve ::

las viejas historias de vaqueros sobre huellas y herraduras ya no tienen sentido : hay un puente ferroviario a lo largo de esta llovizna que no puedo cruzar : donde se oyen páginas rotas, ratas del pasado, caballos en las escaleras, donde todo es tan ruidoso ::

qué me ha dado la vida : un sendero y una piedra envuelta en liquen : preguntas para contestar : el rastro de un proceso invisible para forasteros : prefiero la sodomía a la piedad : constrúyeme un cuerpo indiscutible : un torso resbaladizo como el de un libro : soy un hombre que llora por lo que me han borrado y por negadas cotidianidades : la crueldad casual de ser un Ella : el hombre que ruega ser : esperanzado en escuchar un que dios te bendiga ::



Dándome unos Tragos con Orfeo

Después de oscurecer, el bar lleno de hombres 
que parte de mí ama―la parte que se desnuda 
afuera de la ventana de del señor Omar, 

recién divorciado dueño de una pistola, 
oh, señorito Omar, ¿Dónde estás ahora? 

Orfeo dice que él no pereció, no se convirtió 
en ceniza de la luz brutal, encontró un buen trabajo, 
ganaba buen dinero, tenía su propio seguro y

una casa, era un esposo decente. Sé que el empobrecimiento 
reside en la palabra descenso. El ruido del bar 
hace una especie de silencio. Cuando Orfeo 

me entrega sus gafas de sol, veo cómo el fuego 
lo cambia todo. En mi mente estoy detrás de un hombre 

cuyo sobretodo se eleva por encima de sus caderas, 
tan firme como lo permite el tacto, diciendo 
que no me olvide cuando me convierta en el líquido

de donde nacen los nombres, leche de sal, leche-dulce, 
leche de animal. Quiero ser un ser humano 

sobre el cuerpo, desarraigado y derecho, un doblez
de súplicas liberadas, pero soy una herida negra, 
lo que queda después de haber firmado el contrato.



Poema en disputa

Pobre Señor de los Insultos, quiere robar la miel de mi desierto. Mi petróleo es inofensivo, excepto por el rastro de pobreza que deja. ¿Por qué no te miras desde el fondo del río? A la noche le hace falta lluvia, algo que limpie los restos del pasado. Que limpie incluso: la  violencia viciosa de las palabras, que libere a la piedad de dioses que perdieron su orgullo. No tienes derecho a abrir el rosetón de tu alma para renovar tus desechos. En el día del destierro,  te quedaras desnudo, nadando en las tuberías oxidadas de aguas residuales.



Dedicatorias

Al enemigo: 
          un cara a cara.  

Al insomnio: 
          peras o manzanas.  

A la espera: 
          un celador Sur Africano blanco 
          dormido en la salida de emergencias
          de una mina de diamantes.  

Al salón de clases: 
          un reloj,
          y la sobriedad del agua.  

A la lejanía: 
          lo que aún recuerdo de Omar, 
          resplandor sigiloso, 
          desnuda humedad 
          atrapada en lo más profundo 
          de mis pupilas.  

Al amor: 
          una tregua 
          y otra tregua



Así acentúas los pliegues de mis ojos

Mi viejo hechicero, 
lento desgarrar 

de mi tibia negrura,
golpeas tu cuerpo sobre 

mis costillas mientras 
me desdoblo 

y te miro desde la esquina 
de mi cama mordiendo 

mi espalda, acariciando 
pezones, acabando 

con mi río, fatigado, 
arropando en mi noche.



Los momentos desvanecen sin saber porqué

Tu y yo 
dentro de un espacio ordinario
debajo de una pila de hojas secas
El silencio taconea        a través del desorden
pescado blanco         cruciforme a la deriva en un paño de té
finalmente no tengo bálsamo 
para decir lo que las cosas aparentan

Sin ti aquí
me olvido de no querer tocar bronceados de peón agrícola en flor
tatuajes en la clavícula 
flequillos oscuros         a través de ojos extraños 

Sin ti en casa
este amor es un tirón estirado hasta que se afloja
aunque soy el punto quieto alrededor del cual tú marcas
tu travesía 

Nunca eres sólo tú el que vagabundea



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