viernes, 29 de mayo de 2015

RIBEIRO COUTO [16.144] Poeta de Brasil


Rui Ribeiro Couto

(Brasil,  1898-1963).
Poeta, narrador, ensayista, periodista, traductor, jurista y diplomático brasileño, nacido en Santos (en el estado de São Paulo) el 12 de marzo de 1898 y fallecido en París (Francia) el 30 de mayo de 1963. Figura destacadísima del panorama cultural brasileño del siglo XX, mantuvo estrechos contactos con los protagonistas de la famosa Semana del Arte Moderno, evento multidisciplinar que, celebrado en São Paulo en 1922, rompió con la tradición artística anterior y marcó el nacimiento del denominado "Modernismo brasileño" (movimiento que, a pesar de la coincidencia en los nombres, no tiene nada que ver con el Modernismo literario hispanoamericano y europeo).

Vino al mundo en el seno de una familia de clase media, formada por el ciudadano brasileño José de Almeida Couto y la portuguesa -originaria de la isla de Madeira- Nísia da Conceição Esteves Ribeiro. Sus padres, en vista de su asombrosa inteligencia natural y su precoz predisposición para el estudio de las Humanidades, pretendieron proporcionarle una esmerada formación académica; pero los limitados recursos económicos de que disponía la familia obligaron al joven Rui a abandonar muy pronto los estudios para incorporarse a una empresa exportadora de café.

Se inició, en efecto, en el mundo laboral a los catorce años de edad, en calidad de contable y responsable de los libros y documentos oficiales de dicha compañía. Pero los dueños de la empresa enseguida advirtieron que su nuevo empleado era capaz de desempeñar trabajos de mayor responsabilidad, por lo que decidieron costear su educación en la Escola de Comércio José Bonifácio, ubicada en esa ciudad de Santos que había visto nacer al futuro escritor. Merced a esta iniciativa de sus jefes, Rui Ribeiro Couto pudo ampliar su formación académica y, en apenas unos meses, empezar a demostrar su auténtica valía como colaborador periodístico en diferentes rotativos y revistas locales.

Con los ahorros procedentes de este primer empleo, en 1915 el joven Couto se trasladó a la capital del estado para matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo, donde cursó con brillantez sus estudios superiores al tiempo que se ganaba la vida ejerciendo diversos oficios periodísticos (el de corrector en el Jornal do Commercio, y el de colaborador en el Correio Paulistano). Empezó entonces a pergeñar sus primeras composiciones poéticas, una de las cuales le dio a conocer como escritor en 1918, al ser galardonada con el primer premio de un certamen literario convocado por la revista cultural A Cigarra.

En el transcurso de aquel mismo año, recién cumplidos los veinte de edad, Rui Ribeiro Couto abandonó São Paulo para instalarse en Río de Janeiro y matricularse en la Universidad del Distrito Federal, en cuya Facultad de Derecho pudo completar la carrera de Leyes. Consciente, empero, de que su auténtica vocación le empujaba hacia el cultivo de la escritura antes que al ejercicio de la abogacía o de otras prácticas jurídicas, empezó a ganarse la vida en Río de Janeiro como reportero de la Gazeta de Notícias, medio de comunicación que le permitió establecer contactos con algunas de las figuras más destacadas del panorama literario carioca.

Afincado en la popular barriada de Santa Teresa -sede de la bohemia artística y literaria de Río-, trabó amistad con su vecino Manuel Bandeira, que ya gozaba por aquel entonces de gran predicamento como promesa en ciernes de la poesía brasileña contemporánea. A partir de entonces, el genial escritor de Recife -que, además, cultivó con singular acierto el ensayo y la crítica literaria- habría de brindar su apoyo y su amistad a Couto durante el resto de su vida. Asimismo, en Río de Janeiro el joven poeta de Santos entabló fructíferos lazos de vecindad y camaradería con otros escritores e intelectuales tan relevantes como los exquisitos poetas parnasianos Alberto de Oliveira y Olavo Bilac, el gran poeta, narrador y dramaturgo Coelho Netto, el poeta y diplomático Ronald de Carvalho y, entro otros muchos vates, los simbolistas Álvaro Moreyra (1888-1969) y Raul de Leoni; todos ellos le introdujeron definitivamente en los principales foros y cenáculos literarios de la animada vida cultural carioca.

Al amparo de tan relevantes figuras, el joven Rui Ribeiro Couto pudo dar a la imprenta su primer poemario, O jardim das confidências (El jardín de las confidencias, [São Paulo: Monteiro Lobato, 1921]), una espléndida opera prima que recogía los poemas escritos por el joven autor entre 1915 y 1919. El recién citado Ronald de Carvalho aseguró, alborozado, que este poemario venía a inaugurar una nueva tendencia en la lírica brasileña, bautizada por él mismo como "poesía de la penumbra", en clara referencia al tono tenue y velado, como de atmósfera tamizada por la niebla o las sombras, que dominaba las composiciones del joven poeta de Santos. La perspicacia analítica de Carvalho quedó bien patente cuando, en efecto, una amplia secuela de obras posteriores reprodujo esa estética vaporosa y otoñal de los poemas de O jardim das confidências, dando lugar con ello a una especie de simbolismo de lo tenue y cotidiano que recibió -en atención a la aguda observación de Ronald de Carvalho- la denominación de penumbrismo.

No sospechaba, empero, el joven Couto por aquellos años iniciales de la década de los veinte que acababa de convertirse en el fundador de toda una corriente poética. Antes bien, se hallaba enfrascado por aquel entonces en el cultivo de otros géneros literarios, como el teatro -al que aportó la pieza en tres actos titulada Os Nossos Papás (1921)-, y, sobre todo, en la redacción de una serie de relatos que le permitieron darse a conocer como prosista de ficción en 1922, año en el que recopiló la mayor parte de estos cuentos primerizos en dos volúmenes: A casa do gato cinzento (La casa del gato gris [São Paulo: Monteiro Lobato, 1922]) y O Crime do estudante Batista (El crimen del estudiante Bautista [São Paulo: Monteiro Lobato, 1922]). Y participaba, asimismo, activamente en esa bulliciosa agitación cultural que, en aquel período, convulsionaba las tertulias y los salones de Río de Janeiro y de São Paulo.

En esta última ciudad tuvo lugar, en febrero de dicho año, la célebre Semana del Arte Moderno, en la que numerosos creadores e intelectuales brasileños -entre ellos, el susodicho Ronald de Carvalho- mostraron su hastío frente al academicismo clasicista que venía dominando las Artes y las Letras nacionales desde hacía ya mucho tiempo. La decidida apuesta de estos jóvenes creadores por las últimas propuestas de la modernidad y la Vanguardia dio lugar a un rico, amplio y fecundo movimiento renovador, conocido como Modernismo brasileño, cuyas figuras más destacadas mantuvieron siempre estrechos contactos con Rui Ribeiro Couto. De ahí que buena parte de la crítica -al reparar en los fuertes vínculos que unieron a Couto con los modernistas, y en la proximidad temporal entre la fundación del penumbrismo y la celebración de la Semana del Arte Moderno-, haya dado por buena la participación activa del joven poeta de Santos en dicho evento, cuando lo cierto es que Couto no estuvo presente en São Paulo durante el nacimiento del Modernismo brasileño.

El joven escritor abandonó, en efecto, Río de Janeiro en 1922, pero no para trasladarse a São Paulo y participar en la Semana del Arte Moderno ni en los numerosos actos culturales generados por este acontecimiento. En realidad, debido a ciertos problemas de salud, se había establecido en la ciudad de Campos de Jordão, perteneciente también al estado de São Paulo, en busca de ese clima benigno que tanta fama había proporcionado a esta localidad serrana. Allí permaneció durante dos años, en el transcurso de los cuales concluyó el libro de crónicas Cidade do Vício e da Graça: vagabundagem pelo Rio noturno (Rio de Janeiro: Benjamin Costallat & Miccolis, 1924) y el poemario Poemetos de Ternura e de Melancolia (São Paulo: Monteiro Lobato, 1924).

En 1923, durante una visita a la ciudad vecina de São Bento de Sapucaí, conoció a Ana Jacinta Pereira, con la que habría de contraer matrimonio a comienzos de 1925. Por aquel tiempo, tras su estancia en Campos de Jordão, Couto se ganó la vida ejerciendo diversos cargos públicos en otras ciudades del estado de São Paulo -como la recién mencionada São Bento de Sapucaí, además de Cunha y São José do Barreiro-, para acabar desplazándose al estado vecino de Minas Gerais, donde siguió desempeñando labores de funcionario en la localidad de Pouso Alto.

Durante aquel largo período de residencia en las referidas ciudades serranas, Rui Ribeiro Couto compaginó sus labores de funcionario con su vocación literaria, plasmada ahora -además de en los libros citados más arriba- en los poemarios Um homem na multidão (Un hombre en la multitud [Rio de Janeiro: Pongetti, 1926]) y Canções de Amor (Canciones de amor [São Paulo: Editora Nacional, 1928]), así como en los cuentos que recopiló bajó el título de Baianinha e outras mulheres (Bahianita y otras mujeres [Rio de Janeiro: Anuario do Brasil, 1927]). La aparición de esta colección de relatos, distinguida con un relevante galardón que otorgaba la Academia Brasileira de Letras, le consolidó definitivamente como un gran maestro del género cuentístico, a la vez que le situaba entre las figuras cimeras de las Letras contemporáneas en lengua portuguesa.

A finales de aquella década de los años veinte, el escritor de Santos, cada vez más asentado en la Administración pública de su nación, fue designado auxiliar del cónsul brasileño en Marsella (Francia), lo que le permitió trasladarse a Europa y residir a orillas del Mediterráneo por espacio de dos años (1929-1931). Poco después, tras haber desempeñado también en dicha ciudad del sur de Francia el cargo de vice-cónsul honorario, fue destinado a París en calidad de adjunto al consulado general de Brasil en la capital gala. La experiencia adquirida durante sus dos años en Marsella propició su ingreso definitivo en la carrera diplomática en el transcurso de aquel mismo año de 1931, cuando, recién llegado a París, fue nombrado cónsul de tercera clase por el ministro Afrânio de Melo Franco (padre del relevante político e intelectual Afonso Arinos, amigo íntimo de Couto). Pero esta intensa actividad diplomática no le impedía seguir cultivando la creación literaria, como dejó bien patente con la publicación de su primera novela, Cabocla (Mestiza [São Paulo: Editora Nacional, 1931]) y del volumen cuentístico D. Esmeralda (São Paulo: Cruzeiro do Sul, 1931).

Esta primera estancia de Couto en París no se prolongó en demasía, pues en 1932, en cumplimiento de sus obligaciones como diplomático, se vio forzado a regresar a Río de Janeiro, en donde habría de pasar los tres siguientes años de su vida. Inmerso, por aquel tiempo, en una frenética actividad literaria, mientras reanudaba sus colaboraciones periodísticas en diferentes medios de la prensa carioca -como Itamarati, Jornal do Brasil, etc.- publicó nuevas obras suyas pertenecientes a géneros tan variados como el ensayístico -Espírito de São Paulo (Espíirtu de Rio de São Paulo [Río de Janeiro: Schmidt, 1932]) y Presença de Santa Terezinha (Presencia de Santa Teresita [Río de Janeiro: Civilização Brasileira, 1934])-; el poético -Noroeste e outros poemas do Brasil (Noroeste y otros poemas de Brasil [São Paulo: Editora Nacional, 1933]) y Província (Provincia [Coimbra: Edições Presença, 1934])-; y el cuentístico -Clube das esposas enganadas (El club de las esposas engañadas [Río de Janeiro: Schmidt, 1933])-. Esta fecundidad creativa pronto se vio reconocida, en el ámbito de la cultura oficial, con su elección como miembro de número de la Academia Brasileira de Letras (en la que ingresó oficialmente el 17 de noviembre de 1934, después de haber sido designado, el 24 de marzo de aquel mismo año, sucesor del desaparecido Constâncio Alves en el escaño nº 26). Su discurso de ingreso fue editado bajo el título de Elogio de Constâncio Alves (Río de Janeiro, 1934).

Al socaire de estos honores y reconocimientos, Rui Ribeiro Couto reeditó en un único volumen recopilatorio -que salió de los tórculos bajo el título genérico de Poesía (1934)- los poemarios que había publicado hasta entonces. Poco después, su carrera diplomática se vio jalonada con un nuevo ascenso: su nombramiento como segundo secretario de la Embajada de Brasil en La Haya (Países Bajos). Este nuevo destino laboral le mantuvo en Europa durante el segundo lustro de aquella década de los años treinta, período en el que continuó escribiendo profusamente. Publicó, en efecto, durante aquella estancia en Holanda el libro de crónicas Conversa Inocente (Río de Janeiro: Schmidt, 1935), el libro de viajes Chão de França (São Paulo: Nacional, 1935) y el poemario Cancioneiro de Dom Afonso (Cancionero de Don Alfonso [Lisboa: Anuário-Oficinas Gráficas, 1939]).

A los pocos meses de la aparición de este último libro, las tropas del ejército alemán ocuparon Holanda, lo que precipitó la salida de casi todos los legatarios extranjeros acreditados en La Haya. Rui Ribeiro Couto regresó a Río de Janeiro, donde, tras publicar la novela Prima Belinha (Prima Belita [Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1940]), la colección de relatos Largo da Matriz e outras histórias (Río de Janeiro: G. Costa, 1940) y el ensayo Realidade e espírito do Brasil republicano (Realidad y espíritu del Brasil republicano [Lisboa: Império, 1940]), fue elevado al rango de Secretario Primero de Embajada (1941) y destinado a la delegación diplomática de Brasil en Lisboa (1943), en donde habría de permanecer hasta el final de la II Guerra Mundial.

Durante aquel primer lustro de la década de los cuarenta, Couto incrementó su ya densa y prolífica producción literaria con un nuevo poemario -Cancioneiro do ausente (Cancionero del ausente [São Paulo: Martins, 1943])-, un volumen de narraciones breves -Uma noite de chuva e outros contos (Una noche de lluvia y otros cuentos [Lisboa: Inquérito, 1944])-, y otra selección antológica de su poesía -Dia é Longo (El día es largo [Lisboa: Portugália Editora, 1944])-; y, simultáneamente, intervino de forma decisiva en algunos de los capítulos más destacados de la cultura en lengua portuguesa, como la famosa convención lingüística que, mantenida por relevantes personalidades de ambos lados del Atlántico, estableció las normas ortográficas que modernizaban el idioma hablado por lusitanos y brasileños (el célebre “Acordo Ortográfico Luso-Brasileiro”).

Fue en Lisboa también donde se deshizo el matrimonio entre Rui Ribeiro Couto y Ana Jacinta Pereira, poco antes de que el famoso escritor y ya veterano diplomático fuera destinado a Ginebra (Suiza), ahora con el rango de cónsul general. Permaneció en la bella ciudad helvética durante el año de 1946, en el que fue ascendido a Ministro Plenipotenciario de Segunda Clase. Luego fue enviado a Belgrado (Yugoslavia) en calidad de Ministro Plenipotenciario (1947), y, tras ser elevado a la categoría de Embajador en 1952, permaneció representando a Brasil ante el gobierno balcánico hasta comienzos de 1963 (fecha en la que, alcanzados los sesenta y cinco años de edad, se vio forzado a jubilarse).

Al final de aquella postrera y prolongada etapa de su vida en Belgrado, Rui Ribeiro Couto había comenzado a padecer graves problemas oculares que, en el momento de su jubilación, le habían dejado prácticamente ciego. No obstante, a pesar de su precaria salud, el escritor quiso visitar París por última vez antes de regresar a su país, por lo que, tan pronto como se hubo jubilado, viajó hasta la capital francesa, donde un infarto fulminante acabó con su vida en la primavera de 1963.

Como no podía ser menos en un autor tan fecundo y multidisciplinar como lo había sido Couto a lo largo de toda su vida, durante aquel dilatado período en Europa escribió otras muchas obras pertenecientes a los géneros más variados. Entre ellas, cabe citar los poemarios Mal du pays (Paris: La Presse a Bras, 1949), Arc en ciel (Paris: La Presse a Bras, 1949), Rive etrangère (Paris: Press du Livre Français, 1951), Entre mar e rio (Lisboa: Livros do Brasil, 1952), Jeux de l'apprenti animalier: dessins de l'auteur (Paris: Seghers, 1955), Le jour est long: choix de poèmes traduits par l'auteur (Paris: Pierre Seghers, 1958), Salut au drapeau de Pierre-Louis Flouquet (Bruxelles: Maison du Poete, 1959), Poesias reunidas (Rio de Janeiro: J. Olympio, 1960) y, entre otros, la espléndida colección de sonetos Longe (Lejos, [Lisboa: Livros do Brasil, 1961]), con la que un Couto ya sexagenario demostró su perfecto dominio de las formas métricas de la mejor tradición clásica europea. Como bien se desprende del cotejo de los títulos recién citados, muchos de estos poemarios publicados por el escritor de Santos en la última etapa de su vida estaba escritos en francés, o eran el resultado de la traducción a esta lengua de otras obras anteriores escritas originariamente en portugués. Otros escritos suyos fueron traducidos al español, al francés, al italiano, al húngaro, al sueco y al serbocroata.

Además de esas nuevas incursiones en el género poético, Couto publicó, antes de morir, los ensayos O francês Taunay, mestre de brasilidade (Lisboa: [s.n.], 1944), Dois retratos de Manuel Bandeira ( Rio de Janeiro: Livraria São José, 1960) -conformado por la reedición de sus obras anteriores De menino doente a Rei da Pasárgada y Discurso para receber Manuel Bandeira na Academia Brasileira de Letras-, y Sentimento Lusitano (São Paulo: Martins, 1961); el libro de crónicas Barro do Município (São Paulo: Anhembi, 1956); y la colección de cuentos Histórias da cidade grande (São Paulo: Cultrix, 1960). Además, en su faceta de traductor vertió al portugués Quando éramos dois (1932), de Hunguette Garnier; Guia do tuberculoso e do predisposto (1933), tratado de tuberculosis pulmonar escrito por el doctor Jacques Stephani; y Aconversão de Eva Lavallière (1934), de Per Skansen.
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=couto-rui-ribeiro



ensayos de la banda de música

Todos los sábados, en la sede social,
los ensayos se prolongan hasta las once de la noche.
Luego de tomar un café
los músicos se dispersan por diferentes caminos.
La casa se cierra y la luz se apaga.

Entonces, del silencio de la calle, en la maleza próxima,
emerge la música de los sapos
-vibrante, infatigable, monótona-
escondida en la oscuridad del matorral
como una réplica irónica.

Traducción: Juan Martín




cine de arrabal 

A este modesto cine de arrabal
Vienen familias del barrio todas las noches,
Con gruesos maridos al frente de los suyos.
Traen niños de pecho que lloriquean.
Y permanecen todos atentos, esparcidos por las sillas,
Viendo los dramas de la pantalla, persecuciones y turbulencias,
Viviendo angustiadamente la ilusión de aquellas vidas.

A este modesto cine de arrabal
Vienen familias del vecindario todas las noches,
Para ver tierras, para ver costumbres, para ver pueblos,
Para ver ese mundo distante, vago, telegráfico,
Que está en otros confines, viajando en trasatlánticos carísimos.

A este modesto cine de arrabal, todas las noches,
Viene el señor subjefe del 3er Departamento de Aguas con la señora y sus cinco hijos,
Y otras personas sosegadas de la vecindad.

Por las anchas puertas laterales se ve la calle
Por donde pasan a cada momento los tranvías iluminados
Llevando familias enormes, en las que hay jovencitas vestidas con orgulloso mal gusto,
Familias que sólo frecuentan los cines del centro de la ciudad
Y se creen la aristocracia del Barrio.

"cine de arrabal": publicado en el poemario "Um Homem na Multidao" (1926)
Traducción: Juan Martín





en el puerto

En el espigón del muelle una mujer doliente,
como un ave que desciende, se viene a posar,
y permanece junto a mí, melancólicamente
mirando el mar, mirando el mar, mirando el mar.

Alas a lo lejos, en el cielo de ceniza. El viento es frío.
Y la mujer, apoyando el rostro sobre la mano,
contempla en el horizonte el porte de un navío,
y las velas que viene, y las velas que van.

Se acerca a mí... ¿Estará conmovida?
Ella sufre. En el extraño mirar de esa mujer
es fácil percibir que ella espera de la vida
una felicidad que nunca ha de llegar.

Se acerca más. La tarde tiene unos tonos antiguos.
Nos abrazamos. Flota una caricia en el aire.
Y permanecemos los dos, como viejos amigos
mirando el mar, mirando el mar, mirando el mar.

"en el puerto": publicado en el poemario “O Jardim das Confidências” (1921)
Traducción: Juan Martín
http://poemasdelbrasil.blogspot.com.es/




VIEJA PLAZA

En la vieja plaza,
en la vieja plaza adormecida
por donde ahora nadie pasa,
parece que murió la vida.
Parece que murió la vida
en la vieja plaza adormecida...

¡Qué aspecto humano de abandono doloroso
tiene la fila desierta y anónima de bancos,
entre el arbolado, en el jardín silencioso,
entre el arbolado que a la luz de la luna es casi blanco!

¡Oh! dulzor de estas frías madrugadas...

En un extremo del jardín de la plaza inmensa y triste,
sueño, semicerrando los párpados lastimados...

¡Hace tanto, hace tanto tiempo que partiste!

En la vieja plaza...

Del poemario “O Jardim das Confidências” (1921)
Ribeiro Couto (1898-1963) Brasil
Traducción: Juan Martín






COUTO, Ribeiro.  Poemas.  Selección y prólogo de Vasco Mariz.  Traducción de Javier Sologuren.  Lima: Centro de Estudios Brasileños, 1985.  71 p.  (Tierra brasileña, 24 - poesia)  10x20 cm   Col. A.M.  (EA)


Reflejo

El postrer rayo de sol bate en una vidriera.
Parece que el sol está en la sala de esa casa,
Colgando del techo como una lámpara
                                           resplandeciente.

Las otras casas de la plaza están en la sombra.
Solo en esa casa, en esa vidriera,
El sol permanece inmóvil...  ¡Y más vivo ahora,
centelleando entero!

Las personas que están en la sala de esa casa
Ignoran que el sol está dentro de ella.
Para ellas, el sol se halla lejos, en el poniente.



Reflexo

O último raio de sol bate numa vidraça.
Parece que o sol está na sala daquela casa,
Pendente do teto como um lustre irradiante.

As outras casas da praça estão na sombra.
Apenas naquela casa, naquela vidraça,
O sol permanece parado... E agora mais vivo,
a faiscar inteiro.

As pessoas que estão na sala daquela casa
Não sabem que o sol esta dentro dela.
Para elas o sol está longe, no poente.



Soneto de la fiel infancia

Eso que en mí fue natural —pobreza,
Solitaria niñez, casa vacía,
Lutos y escaso pan en magra mesa—
Duéleme ahora más que antes dolía.

Del candil encendido de la pieza,
En mi parvo oratório noche y día,
Sensación recibía de riqueza
Que por mi sangre de chiquillo ardía.

Altas horas, rezando ella en su canto,
Mi madre muchas veces sollozaba
Y dábame a besar no sé qué santo.

¡Dios mio! Más que el santo que besaba,
Falta me hace el caer de ese su llanto
Con que ella junto ai pecho me mojaba.




Soneto da fiel infância

Tudo que em mim foi natural —pobreza,
Mágoas de infância só, casa vazia,
Lutos, e pouco pão na pouca mesa—
Dói na saudade mais que então doía.

Da lamparina do meu quarto, acesa
No pequeno oratório noite e dia,
Vinha-me a sensação de uma riqueza
Que no meu sangue de menino ardia.

Altas horas, rezando no seu canto,

Minha mãe muitas vezes soluçava
E dava-me a beijar não sei que santo.

Meu Deus! Mais do que o santo que eu beijava,
Faz-me falta o cair daquele pranto
Com que ela junto ao peito me molhava.

**


Poemas extraídos de la  REVISTA DE CULTURA BRASILEÑA, n. 52, Noviembre de 1981. Del texto “Sobre quesos y café”, por Guilherme Figueiredo, p. 45-71. Edición de la  Embajada del Brasil em Espana. IMPORTANTE: no informa sobre los traductores de los poemas.


CAFÉ

Sabor de tiempos pasados, sabor de familia,
Café que fue torrado en casa,
Que fue hecho en la cocina de la casa, con leña del huerto de la casa.

Café para las visitas de cumplido,
Café para las visitas íntimas,
Café para los desconocidos, para los que piden albergue,
Café para todas las gentes.

Café para la mañana, para el atardecer, para la noche,
Café para todas las horas de alegría o de llanto,
Café para las manos leales y los corazones abiertos,
Café de la inefable sinceridad,
Riqueza de todos los hogares pobres,
En la luz hospitaria del Brasil. 


ZAFRA

Sobre el sudario inmensamente verde,
se derrama la sangre anónima de la tierra
en el lento sacrificio universal:
esas bocas rojas colgadas
en actitud de cruz, de cafetal,
son besos de quimera que cayeron
en las conchas de las recias manos, encallecidas.
Un río de sudor, que irá mojar
las caras silenciosas de los caboclos*
lavará toda la sangre del paisaje
y rodará con besos hacia el mar…

*mestizos de indio con blanco.


SANTOS*

Nací junto al puerto oyendo el ruido de los embarques.
Los pesados carros de café
Sacudían las calles y hacían trepidar mi cuna.

Crecí junto del puerto, viendo el trajinar de los embarques,
El silbato triste de los cargueros que partían
Dejaba largas resonancias en mi calle.

Jugué muchacho entre los vagones de los muelles.
Con los granos de café, caído entre las losas del pavimento,
Nos apedreábamos de niños.

Las rejas de hierro de los almacenes, cerrados de noche,
Me hacían soñar (¡tantas mercancías!)
Y me enseñaban la poesía de comercio.

Soy bien hijo tuyo, ¡oh ciudad marítima!
Que yo te llevo conmigo por todos los climas del mundo
Y el olor del café me da tu presencia.

*Santos es el principal puerto de exportación del Brasil.





De
9 POETAS DEL BRASIIL
una antología de Enrique Bustamante y Ballivian.
Lima: Centro de Estudios Brasileños,  1978
109 p.


LA INVENCIÓN DE LA POESÍA BRASILERA

Yo escuchaba al hombre maravilloso,
al revelador tropical de las nuevas actitudes,
al maestro de las transformaciones en camino:

''Es preciso crear la poesía de este país de sol!
Pobre de tu poesía y la de tus amigos,
pobre de esa poesía nostálgica,
de esa poesía de enclenques ante la vida fuerte.
La vida es fuerza.

La vida es una afirmación de heroísmos cotidianos,
de entusiasmos aislados donde nacen mundos.
Allá va pasando una mujer . . . Llueve en la vieja plaza .
Pobre de esa poesía de enfermos detrás de las ven Lunas!
Yo quiero el sol en tu poesía y en la de tus amigos.
El Brasil es lleno de sol. El Brasil es lleno de fuerza!
Es preciso crear la poesía del Brasil"

Yo escuchaba con ojos irónicos y mansos,
al maestro ardiente de las transformaciones próximas.
Por acaso, comenzó a llover dulcemente
en la tarde monótona que se despedía.
Por la vidriera de mi salita muerta
quedamos mirando la plaza bajo la lluvia lenta.
Quedamos mirando en silencio un tiempo indefinido . .

Y, allá abajo, pasó una mujer bajo la lluvia.


CICLO

Por la ventana, llevados por el viento, se van mis viejos papeies en pedazos! Me duele ese adiós a los antiguos versos y parece que en ellos, perdido para siempre, se fue también mucho de mí.
Ya ni los recordaba.
¡0h, sonetos y baladas de mis diecisiete anos! i0h, enamoradas inspiradoras!
¡0h, pasiones de esquina bajo las lámparas de los subúrbios, inmóvil hasta altas horas, roído de amor y de pena.
 ¡0h, vida para siempre muerta!
Y un día, tal vez, en un tiempo distante todavia,
en un tiempo en que no imagino ni siquiera como seré,
hallaré en una gaveta los versos de ahora,
los nuevos versos en que me siento existir.
Diré al leerlos, con saudade: Viejos versos!
Y el último resto de mi volará por la ventana.


EL MILAGRO

¡Oh, mañana de apoteosis!

¡0h, mañana del Brasil en mes de Enero.

¡Oh, mañana de azul intenso y luz ofuscante!

Por las calles de la ciudad, contento de vivir,
camino al acaso entre las gentes
con el deseo franco de sonreír a todo.
¡Oh, mañana para enseñarnos a ser buenos!

En aquella esquina cuatro ciegos tocan.
¡Qué música vibrante tocan los ciegos
rodeados por el pueblo que los oye en silencio!

Los ciegos están llenos de una alegría inexplicable
porque la mañana entró por sus ojos vacíos.






COUTO, Ribeiro.  Dia longo. Poesias escolhidas (1915-1943).  Lisboa: Portugália Editora,  [1945?]    381 p. 13,5x19,5 cm.  Desenho da capa: Cícero Dias. “Deste livro tiraram-se 100 exemplares em papel especial, rubricados e numerados pelo autor.”  “ Ribeiro Couto “  Ex. Biblioteca Nacional de Brasília.

PRODUTOS NACIONAIS

I

Cachaça

Doce exalação da cachaça
Que perfuma o ar desta sala!
Depois do gole aperitivo
O ardor enérgico se infiltra
Pelas veias do homem cansado.
Não és para as bocas medrosas,
Cachaça do povo humilde
— Perdição e ventura do povo humilde!

II

Café

Sabor de antigamente, sabor de família,
Café que foi torrado em casa,
Que foi feito no fogão de casa, com lenha do mato de casa,
Café para as visitas de cerimônia,
Café para as visitas de intimidade,
Café para os desconhecidos, para os que pedem
                               pousada, para toda a gente.
Café para de manhã, para de tardinha, para de noite,
Café para todas as horas do riso ou da pena,
Café para as mãos leais e os corações abertos,
Café da franqueza inefável,
Riqueza de todos os lares pobres
Na luz hospitaleira do Brasil.


III

Fumo

Cigarro de palha, fumo cheiroso,
Coisa tão simples!
Rede que embala,
Grilos que cantam.
Vozes tão mansas!
Sala tranquila,
Rua em silêncio,
Noite tão fresca entre estes morros! 








COUTO, Ribeiro.  Entre mar e rio. Poesia.  Lisboa: Livros do Brasil Limitada, 1952.  145 p.  12z19 cm.  “ Rui R. C. Ribeiro Couto “  Ex. bibl. Antonio Miranda



PALMEIRA SOZINHA

Cais em abandono,
Lampiões mortiços
Piscando de sono.
Nas brisas nocturnas
Vêm cheiros mestiços
De matas e furnas.
Sozinha e estrangeira
Na noite de frio
Sonha uma palmeira.
Sua fronde acena
Para um outro rio
— Na terra morena.


PRAIA DE SANTA CRUZ

Vozes da noite, gemidos,
Embalos da água e do vento,
Cair de ramos partidos,
Moinhos em movimento;
Se eu saísse, achava gosto
No que lá fora está vivo:
Salpicos de mar no rosto
E em tudo um cheiro lascivo.
Mas na praia adormecida
Entre penedos escuros,
Nada está da mesma vida
Que me dou entre estes muros.
Aqui, sou o meu embalo;
Aqui, sou o mar e o vento;
Aqui, sou eu que me falo
E ouço o meu próprio lamento.


**

Chuva

A chuva fina molha a paisagem lá fora.
O dia está cinzento e longo... Um longo dia!
Tem-se a vaga impressão de que o dia demora...
E a chuva fina continua, fina e fria, 
Continua a cair pela tarde, lá fora.

Da saleta fechada em que estamos os dois, 
Vê-se, pela vidraça, a paisagem cinzenta:
A chuva fina continua, fina e lenta...
E nós dois em silêncio, um silêncio que aumenta
se um de nós vai falar e recua depois.

Dentro de nós existe uma tarde mais fria...

Ah! Para que falar? Como é suave, branda,
O tormento de adivinhar — quem o faria? —
As palavras que estão dentro de nós chorando...

Somos como os rosais que, sob a chuva fria, 
Estão lá fora no jardim se desfolhando.

Chove dentro de nós... Chove melancolia...





Esquecer

Longos dias de sonho e de repouso...
Ócio e doçura... Sinto, nestes dias, 
Meu corpo amolecer, voluptuoso, 
Num desfalecimento de energias.

A ler o meu poeta doloroso
E a fumar, passo as horas fugidias.
Entre um cigarro e um verso vaporoso
Sou todo evocações e nostalgias.

Quando por tudo a claridade morre
E sobre as folhas do jardim doente
A tinta branca do luar escorre,

A minha alma, a mercê de velhas mágoas,
É um pássaro ferido mortalmente
Que vai sendo arrastado pelas águas.





No jardim em penumbra

Na penumbra em que jaz o jardim silencioso
A tarde triste vai morrendo... desfalece...
Sobre a pedra de um banco um vulto doloroso
Vem sentar-se, isolado, e como que se esquece.

Deve ser um secreto, um delicado gozo
Permanecer assim, na hora em que a noite desce,
Anônimo, na paz do jardim silencioso,
Numa imobilidade extática de prece.

Em lugar tão propício à doçura das almas
Ele vem meditar muitas vezes, sozinho,
No mesmo banco, sob a carícia das palmas.

E uma só vez o vi chorar, um choro brando...
Fiquei a ouvir... Caíra a noite, de mansinho...
Uma voz de menina ao longe ia cantando.




Elegia

Que quer o vento? 
A cada instante 
Este lamento 
Passa na porta 
Dizendo: abre...

Vento que assusta
Nas horas frias
Na noite feia,
Vindo de longe, 
Das ermas praias.

Andam de ronda
Nesse violento
Longo queixume,
As invisíveis
Bocas dos mortos.

Também um dia,
Estando eu morto,
Virei queixar-me
Na tua porta
Virei no vento
Mas não de inverno,
Nas horas frias
Das noites feias.

Virei no vento
Da primavera.
Em tua boca
Serei carícia,
Cheiro de flores
Que estão lá fora
Na noite quente.

Virei no vento...
Direi: acorda...






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