sábado, 8 de agosto de 2015

GRETA MONTERO BARRA [16.728] Poeta de Chile


GRETA MONTERO BARRA


Greta Montero Barra (Coronel, Chile, 1986)
Poeta. Coordinadora Descentralización Poética Concepción.  

El primer libro de poesía de Greta Montero Barra, es Dummies.
Balada del Señor Cuervo (Ediciones Overol, 2016), es su segundo poemario.







Dummies, de Greta Montero 


“Todo me dice que será un día/ satisfactorio/ como casi todos los días anteriores”

Por Álvaro Agurto


Lo primero que llama la atención, desde mi particular punto de vista en Dummies, es su espíritu de unidad: el verso final de cada poema da comienzo al siguiente.

Esta unidad no obedece, sin embargo, sólo a algo formal; tiene que ver con un tejido de coherencias que la hablante levanta a partir de un entorno que ha sido devastado.

La metáfora de estos dummies, muñecos de plástico fabricados para pruebas automovilísticas, pone en escena el vaivén sin rumbo de sus protagonistas, que deambulan por paisajes en los que se vive prácticamente de allegados 


“Ya casi estamos en casa- nos miraban como extraños 
los pequeños gorriones- aún así nos albergamos 
muchas veces en sus nidos”


y donde los puntos de referencia han sido suprimidos 


“Ya no queda nadie entonces
de subida ni de bajada
que me pueda decir si estoy aquí
o del otro lado en el desierto”. 


La completud en estas condiciones, parece una posibilidad inexistente “sabes que es difícil estar incompleto”, “preguntamos la hora y nadie quiso respondernos”


La hablante entonces, opta por subvertir los elementos, utilizándolos para poner a prueba su- nuestra- capacidad para salir indemnes: 

“Me repito con convicción que el choque
siempre inesperado
con algún
otro automóvil a mitad de la autopista
no podrá hacer naufragar mi día a día”

Y realiza también otro giro, al relevar la complicidad como única vía allí donde “la cuesta hoy parece muy inclinada“: “Lo que sea que venga lo haremos juntos”

Lo es para los protagonistas, que deambulan atravesados por esta sensación de extrañeza y no pertenencia, pero también para el poemario en sí. Los poemas se toman de la mano- o se pasan la posta uno a otro- como evitando la caída. Los días también se concatenan en este intento por salvar las jornadas: “cada día se amanece con mejores sentimientos”

También hay espacio para un guiño: la ponderación que se hace de la función o el lugar del plástico, o lo plástico, en lo cotidiano: facilitar la vida de otros “Un éxito comercial más para mis fabricantes/ en su extensa cadena de favores”

Plastificación que se deja sentir también en el habla: los cortes de versos se marcan en un ritmo casi robótico, que intenta dejarnos claro que por aquí los símbolos de vida han sido arrasados “hacía poco habían echado abajo el/ gran árbol de la esquina- las palomas allí no tenían/ asiento” y que las cosas han perdido su función “los perros sin olfato se desvanecen/ a media tarde”.

Hay una última apuesta que realiza la hablante, y es dejar algunas palabras por ahí, a ver si sucede algo con ellas, como tentando una ilusoria, o no, modificación de la realidad 

“y el horizonte un largo y extendido
espejismo de frases hechas” 


“Cuando se haga la luz
podrás seguir acá
sentada
escuchando
ladrar a los perros”


o “A ver quién lanzará sobre este poema su última moneda”: Poesía como una red de coherencias que sirva de contención a este rebotar en lo cotidiano, como sujetos de prueba.






DUMMIES, de Greta Montero Barra

El libro Dummies, de Greta Montero Barra, como cualquier obra de creación literaria tiene un contexto y está dentro de una situación que requiere un significado. Su contexto es, en este caso, el diseño y expectativas, que conlleva como libro, del lugar que podría ocupar dentro de una rica tradición poética como la chilena. Y su situación, es el posible intercambio y diálogo que logre establecer con otras escrituras y con quienes sean sus lectores.

A modo de preámbulo podemos decir que el lenguaje y, particularmente, las palabras, van perdiendo con el transcurso del tiempo su visibilidad, a costa de ser usadas una y otra vez con la finalidad de poner en funcionamiento las urgencias comunicativas diarias. Van perdiendo gradualmente su presencia y lozanía. De este modo, las palabras que usamos en la cotidianidad concluyen por ser monedas de cambio, con un sentido unívoco, sin la más mínima posibilidad de cargarse con nuevas asociaciones. En la medida que se empieza a reducir la fuerza expresiva de nuestro idioma, empiezan a perder vigencia nuestras historias. Gradualmente la polivalencia que carga una palabra, que permite las más variadas combinaciones y diversos contextos de uso, ve reducidos sus significados a una única acepción que, en definitiva, también termina por gastarse hasta caer en desuso e, incluso, desaparecer. Es en este sentido, que cada poema del libro Dummies, que hoy tenemos la oportunidad de leer, es en sí mismo, con mayor o menor efecto, una verdadera acción de arte que nos obliga a ver y sentir el lenguaje, y su realización más concreta que es el habla, como una entidad disponible no sólo para comunicarnos oralmente y con la mayor precisión posible, sino también para escribirnos y dejar registros de nuestros actos, existencia, emocionalidad e historias. Al respecto, recurriendo a la oralidad que le entrega un lenguaje de intercambio cotidiano, la hablante de uno de los textos de este libro (Gestiones, pp. 27) da cuenta, con una gran precisión poética, de las tres etapas básicas en la vida de una mujer: infancia, adolescencia y adultez, más la culpa que todos vamos acumulando junto con nuestro crecimiento. Cito:


“Cuando yo era niña pensaba como una niña
cuando fui mujer no encontré en mí
más que un código penal inclasificable
Adivinaba el delirio de mis sueños de ayer
sin la culpabilidad exagerada de la adolescencia”.


La poesía chilena, así como cualquier otra poesía nacional, está conformada por los nombres propios que hacen su historia. Estos nombres propios son muchos y están determinados por un canon, que funciona como un criterio de autoridad, que selecciona y consagra los nombres que considera como los más relevantes y dignos de obtener el reconocimiento público y ser parte de la historia poética del país. Este canon es conservador, pero variable a través del tiempo y, precisamente, quienes lo modifican son los poetas de las generaciones más recientes, respecto a la tradición. A nadie caben dudas de que los nombres propios recurrentes en la poesía chilena son los poetas de la llamada Primera Vanguardia, que se inició alrededor del año 1922. Son los nombres por todos conocidos de Gabriela Mistral, Pablo de Rokha, Vicente Huidobro y Pablo Neruda. Es tan lenta la transformación del canon que recién, a partir de la publicación de Poemas y Antipoemas, de Nicanor Parra, en el año 1954, se viene a producir un giro en el paradigma de nuestra poesía. Junto a Parra vienen Gonzalo Rojas, Jorge Teillier, Enrique Lihn, la llamada Generación del Sesenta, luego la del Setenta, del Ochenta, de los Noventa, etc.

Muchos de ellos son relevantes poetas a nivel latinoamericano. Y no los nombro en su totalidad, porque, obviamente, hacer una panorámica completa de la poesía chilena no es la finalidad de esta presentación. Este preámbulo que hemos hecho apunta, primero, a hacernos caer en cuenta de que sólo conocemos, y parcialmente, a los poetas que el canon y los libros de texto nos dicen que son los poetas chilenos y, segundo, apunta a motivarnos a escuchar cada una de las voces de los poetas más jóvenes, porque entre algunos de ellos, y probablemente en las ciudades con mayor tradición poética de nuestro país, está el recambio o continuidad de la reconocida poesía chilena en el extranjero. Y es en este sentido que el libro de Greta Montero Barra ya ha empezado su camino. Las Ediciones Das Kapital, que es la editorial que más poesía ha publicado en el país en los últimos años, recientemente ha seleccionado diez textos de Dummies para su antología llamada Poesía Chilena Postdictadura, que no es una selección particularmente de poesía política, sino una muestra de poesía que entrega los nombres de los poetas que, al entender de los antologadores (Ernesto González Barnet y Andrés Florit), aportan miradas renovadoras sobre la poesía chilena y que han escrito y publicado a partir del año 1990. Podemos decir, haciendo una generalización, que los libros, así como las personas, se prestigian y posicionan según su trayectoria y el camino recorrido. Es a esto, también, a lo que en el ámbito laboral, comúnmente, se le llama currículum . Y hacer literatura, cuando sistemáticamente se dedican horas del día o de la noche para escribir, aunque se deba tener un trabajo alternativo para vivir, o para sobrevivir en algunos casos, también, es un oficio.

Luego del preámbulo que hemos desarrollado, y para no defraudar a quienes han asistido a esta presentación, y que vienen a conocer y escuchar a la poeta Greta Montero Barra, sólo me referiré, parcialmente, a algunos aspectos de la poesía que nos entrega este libro. Entre ellos el modo cómo escamotea sus rasgos de indicatividad, alternando las actitudes que adopta en la construcción de sus textos. Hay momentos, por ejemplo, en que su lenguaje es abiertamente enunciativo, lo cual podemos ilustrar con el poema SE AMANECE CADA DÍA CON MEJORES SENTIMIENTOS (pp. 12). Cito:


“El polvo consumió la luz que alguna vez
entró por nuestras ventanas
Con el tiempo
se han ido haciendo pequeñas grutas
subterráneas
en las alejadas tierras infértiles
que los hostiles despreciaron”


O es apostrófico como en el texto CUANDO EL QUINTO ÁNGEL SE LLAMÓ CLINT EASTWOOD (pp.30):


“Quién sabe si esta noche te encane la muerte
quién sabe si tu temprana calvicie tenga algo que ver
con mi abandono”.


No obstante, todos sabemos que la poesía, por antonomasia, es esencialmente carmínica. Es un yo autorial que se transforma y adopta las más diversas formas para entregarnos sus textos. Del poema Mi hermana y yo (pp. 57) cito lo siguiente:


“Mi hermana y yo crecimos juntas, pero desiguales.
Mi hermana y yo, sin embargo, nunca
sentimos que podíamos estar en desacuerdo,
sólo discutíamos las parcialidades
que podíamos ver
bajo el cielo estrellado de nuestro pueblo costero”.


Cuando Polifemo inquiere a Ulyses, en La Odisea, sobre quién es aquel que ha cegado su único ojo, Ulyses le responde que su nombre es Nadie, lo cual va más allá de ser una frase ingeniosa para confirmar la astucia de Ulyses o el deleite de los lectores de Homero por el ingenio de su héroe. Este Nadie en las variaciones modernas de la literatura posterior es el nadie del individuo contemporáneo. Es el nadie del Ulyses de Joyce, el del Altazor de Huidobro, a través de personajes que viajan tanto hacia fuera como hacia dentro de sí mismos. El viaje edípico, circular, en el caso de Joyce, o la travesía a un infinito que finalmente deviene en la nada, incluso perdiendo el lenguaje o intentando construir uno propio, como es el caso de Altazor.

Este nadie es también uno de los recursos del hablante de Dummies. Es un hablante que adopta diversos tonos y formas que van desde el reconocido yo carmínico al que aludía el académico Félix Martínez Bonnati, cuando se refería a la poesía como un soliloquio imaginario, hasta el yo colectivo de los viajeros que recorren diversos lugares esperando descubrir en ellos su propia identidad. Es una misma voz que se camufla, como decíamos, en las diversas actitudes líricas con que un poeta intenta entregarnos sus textos. El poeta alemán Georg Benn lleva este concepto del ser todos y ser nadie a la vez a los lectores e incluso a los auditorios que lo escuchaban. Uno de sus trabajos Georg Benn lo presentó con la siguiente dedicatoria: “Al Público o a Nadie, el Notorio”.

El libro Dummies se abre con el motivo del viajero errante, cuyo hablante utiliza como intercesor a un yo colectivo que da cuenta de sus viajes hacia lugares desconocidos, donde los afanes fundacionales y ambición de los colonizadores, siempre terminan destruyendo, no sólo sus propias identidades y visión de mundo, sino que todo aquello sobre lo que se quería construir. Cito del libro de Greta (pp. 9):


“ANTES HABÍAMOS ERRADO POR LAS LLANURAS
DE POLVO ESTÉRIL Y QUÁSARES DEL DESTIERRO
SIN BRÚJULA IDEANDO PRECARIOS MAPAS CON
RUTAS IMPOSIBLES DE NAVEGACIÓN
LA ENFERMEDAD EL INSOMNIO Y LA MELANCOLÍA
CONVOCARON EN LA PRIMERA ETAPA DE
LA EDIFICACIÓN A CIENTOS DE SUICIDAS Y PARANOICOS
QUE DEAMBULABAN POR LAS CALLES” .


Este fragmento es la introducción de la primera sección del libro donde se alternan este yo colectivo con un hablante reconcentrado en sí mismo. Se alternan las reflexiones como sujetos nómades, en relación a su identidad de dummies y sus pequeños viajes como muñecos de prueba. Al respecto, en el texto NADA DE ESTO PARA EL GRAN PÚBLICO RESULTÓ SORPRENDENTE (pp. 14), podemos leer:


“Aparco mi auto en las cercanías
doy unos pasos
justo después de arrollar
una ardilla
hecha de madera e hilo blanco
Quién sabe si tendrá otro color
para mañana
o si será un perro cuando la despedace
en la prueba siguiente”.


La suma de las cuatro secciones del libro, sus poemas y modos enunciativos rescatan y enriquecen el lenguaje cotidiano, poniendo en funcionamiento expresiones y formas discursivas fragmentarias de contextos lingüísticos regularmente ajenos al ámbito poético, que nos pueden reconciliar o distanciar con una manera particular de re-usar el lenguaje y de ver la vida más allá de nosotros mismos. A modo ilustrativo cito algunas líneas del texto LO QUE SEA QUE VENGA LO HAREMOS JUNTOS (pp. 51):


“(…) mira ya logramos ver la ladera desde aquí-tenemos
que movernos rápido-querían robar nuestros libros-sí parecía
la única forma-yo te pedí que te quedaras hasta el martes
esa vez-dábamos demasiadas excusas


El desplazamiento, a través de variadas personas gramaticales, por tiempos, actitudes y tonos escriturales diferentes, cruza y marca, transversalmente, las diversas partes y poemas que contiene este libro de Greta Montero Barra. La acumulación que hace de esta pluralidad de procedimientos poéticos despojan al hablante de su centro autorial. Este es un modo de enfrentar el poema a partir de un ficcionado nadie que escribe, enmarcado en las idas y regresos de un viaje por lugares conocidos y desconocidos en los que, en las diversas etapas de la vida, ha ido enredando su propia memoria y esperanzas. Es el nadie precario, marginal, que recurrentemente busca algo que le falta como sucede en toda la literatura contemporánea. Ni el conformismo ni la abundancia convocan a la literatura ni al arte, en general. Este nadie es el individuo inserto en la multitud, pero irreductible en sus convicciones que lo hacen perseverar en un oficio como el de poeta que, a ciencia cierta y a
todas luces, no tiene ningún valor agregado. El libro Dummies son las historias de las idas y venidas de una nómade, medidas en distancias inalcanzables y retornos imposibles, pero deseados, cuya bitácora de viaje está escrita en la forma y diseño que tiene este libro más sus poemas.



https://lenguajechuquicamatablog.files.wordpress.com/2013/09/dummies2.pdf









“Balada del Señor Cuervo” de Greta Montero: Poesía contingente, histórica y feminista

Por Cristián Gómez Olivares
Publicado en www.eldesconcierto.cl, 22.06.2016

Con este su segundo libro recientemente publicado, Greta Montero Barra (Coronel, 1986) entra de lleno en la elaboración de una poética sutil en sus complejidades, pero efectiva a la hora plasmar una poesía donde la mezcla adúltera es norma y el espacio es compartido por una suma de intimismo y contingencia que nunca se decanta por ninguno de ambos polos.

Balada del Señor Cuervo (Ediciones Overol, 2016) se pasea tanto por las callejuelas de la población Alessandri en Coronel como por los dominios de Thornfield Hall, por la literatura victoriana y las películas del cable: las memorias familiares podrían llegar a confundirse con el anecdotario de los protagonistas de Jane Eyre, Ancho mar de los Sargazos o, en suma, un grupo acotado de narrativas que tienen como denominador común el acento en las demandas de género, en las modulaciones de una voz feminista que tensiona las posibilidades de la lírica para dar con el tono reivindicativo que busca.

Dividido en tres secciones (“El cautivo mar del Golfo de Arauco”, “Balada del Señor Cuervo” y “Nuestros nombres fueron cubiertos y reescritos sobre el cuerpo de algunos de estos poemas”), el libro establece una diégesis donde una serie de eventos y memorias se suceden sin que tengamos mayor información (ni tampoco se necesite) en torno a la locación de los mismos ni acerca de la voz que los narra.

En “El cautivo mar del Golfo de Arauco” vemos la recreación de un mundo familiar donde cobran especial relevancia la figura de las amigas y las hermanas, en consonancia con el epígrafe con que se abre el libro. No es casualidad, entonces, que la biografía de las hermanas Emily y Charlotte Brontë sea traída a colación de manera central como uno de las fuentes intertextuales más socorridas del conjunto. Y si bien es probable que no todos los lectores de Montero conozcan con exactitud los detalles de la vida de estas dos escritoras victorianas, ese supuesto peligro, por llamarlo de alguna manera, se subsana en la medida en que la suma de referencias a distintos aspectos de estas autoras (mundos creados por ellas, entorno familiar, personajes de sus novelas), todos se suman para solventar una atmósfera que resulta convincente en su totalidad y no requiere de entrar a dar explicaciones que aquí no vienen al caso.

Lo importante es que estos poemas de Montero crean sus propios mundos imaginarios a partir de otros, son capaces de ponernos en un contexto urbano a partir de la recreación de otros contextos urbanos, el de la ciudad de Coronel para el libro que hora nos ocupa.

Es evidente que un tono narrativo abunda en estos poemas, los cuales tienden a desentenderse de otras figuras retóricas como metáforas, paralelismos, metonimias, personalizaciones y otras. O, por ponerlo de otra manera, las figuras que sí están presentes en estos textos, están sin embargo supeditadas a la exposición de un “relato”; el resultado de esto es que Balada del Señor Cuervo funciona antes como conjunto que en la individualidad de cada uno de estos textos por separado (algo de eso ya estaba presente en el primer libro de la autora, Dummies). Piezas de un puzzle que sólo cobra sentido cuando es contemplado en su totalidad, los poemas de este libro dan lo mejor de sí mismos en una lectura que los entienda antes como capítulos de un todo, antes que partes aisladas.

“Baladas del Señor Cuervo”, la segunda sección del volumen, explora algunas posibilidades de un discurso más contingente que sin embargo no se aleja de lo que ya habíamos visto.

Temas de la coyuntura se cuelan aquí como parte del habla de ese personaje cuervo/grajo que en su animalidad (forma parte de la cofradía inaugurada por Poe y continuada por Hughes en el habla inglesa y M.A. Zapata desde el Perú) recorre elementos de la historia chilena para preguntarse críticamente en torno a ella (desde la matanza de la Escuela de Santa María de Iquique hasta la figura de “estadista” de Ricardo Lagos Escobar), ampliando las posibilidades de sentido de lo que hasta ahora era sólo una cuestión de género. En ese sentido nos interesa rescatar un texto como “Parque Isidora Goyenechea”, una trasposición velada del Parque Isidora Cousiño, en Lota, también en la octava región de Chile.

Como se sabe, el parque en cuestión fue construido por la familia Cousiño, primero por Matías Cousiño y luego por su hijo Luis, casado en aquel entonces con Isidora Goyenechea Gallo (1836-1897); Isidora Goyenechea es comúnmente reconocida como una sagaz administradora del patrimonio familiar y una visionaria a la hora de seguir explotando las riquezas naturales de las que su familia usufructuaba. Más allá o más acá de los méritos mismos del personaje histórico, creo que aquí se quiere rescatar la figura de una mujer que logró amasar una de las mayores fortunas del siglo XIX, a la cabeza de un imperio económico, cuando pensar que una mujer pudiera cumplir con tales tareas era simplemente inimaginable. Lo que hace Montero es una reivindicación de esta figura a posteriori, leyéndola desde un siglo XXI donde estas disputas de sentido cobran cada día mayor validez y urgencia.

Otro texto de características semejantes es el que comienza con el verso “Adieu, adieu, Christophine”, donde se recrea parte de la trama de Ancho Mar de los Sargazos, la novela hasta cierto punto autobiográfica de Jean Rhys. ¿En dónde radica la importancia de citar esta novela? Recordemos que Ancho Mar de los Sargazos es una precuela de Jane Eyre, dándonos amplia información de la vida de Bertha Mason (título, también, de uno de los poemas de Greta Montero) cuando todavía era Anthoinette Cosway, una rica heredera blanca criolla, que después de su matrimonio verá como es separada tanto de los blancos aristocráticos como de los negros jamaiquinos. En el personaje de Mason/Cosway se equiparan matrimonio con colonización, civilización con pérdida de identidad. El gesto de Rhys de darle vida propia a la que hasta ahora era simplemente la loca del ático, da vuelta la jerarquía del habla desde el punto de vista del territorio colonizado, siendo capaz de contar una historia que de otra manera permanecería silenciada. La misma Jean Rhys sufrió en carne propia este tipo de ostracismo.

Leemos, entonces, bajo una nueva luz, textos como “Misiones en el Alto Bío-Bío”, o incluso la tercera sección completa del libro, “Nuestros nombres fueron cubiertos y reescritos sobre el cuerpo de algunos de estos poemas”, donde se continúa con la mezcla de los fragmentos imaginarios de Jane Eyre en su versión local de Lota y sus alrededores.

Balada del Señor Cuervo es, en suma, uno de esos libros que te empuja a seguir leyendo, más allá de sus mismas páginas. En su atildada combinación de elementos históricos y ficcionales, Greta Montero nos expone a la pregunta por la identidad de género en un minuto en que ese cuestionamiento es cada día más necesario. También nos parece que este libro sabe recoger de poéticas ya establecidas (la escenificación, el gesto posmoderno de la hibridez cultural y estilística) para convertirlo en un discurso propio y que si mantiene deudas con alguna tradición, estas han sido pagadas con creces.

Cristián Gómez Olivares




 Ante un círculo familiar represor, internalización de un sistema mayor, logra intrincar los paisajes del cautivo mar del Golfo de Arauco, la Inglaterra victoriana y su literatura, junto con otras tantas referencias propias de una infancia creadora de historias, fantasmas y amigas imaginarias que ayudan a sopesar el peso de un Señor Cuervo que merodea el Coronel empobrecido.

El relato de las hermanas establece una suerte de principio ético inicial, de compañerismo en cierto sentido, que es capaz de supervivir al acontecer que aqueja sus vidas. Un pacto, si se quiere. Luego de este piso o afirmación, se adquiere la conciencia de los nombres y la pregunta importante, definitiva, por el lugar propio:



¿Estamos en los ojos
Ardientes
del grisú
simultáneamente
en la mirada
hacia dentro y hacia
afuera
de la piedra negra
de espelunca?



No sé sabe si están vivas o no, en el sur de Chile o en las Antillas, dentro de un libro de Emily o Charlotte Bronte o de otra novela decimonónica. Aunque sí se saben atrapadas, un poco hundidas y abandonadas, ciertamente provincianas, “de lengua viperina”, siempre sujetas al engaño de vivir en las novelas leídas.

Mientras las hermanas se leen historias, o recuerdan ese hecho, surge la voz de ese Cuervo cuyos ojos tienen la apariencia de un demonio que está soñando (Poe). La afirmación rotunda de un yo que arremete en contra, y enturbia la ensoñación de las “niñas”:



Yo fui el terrorista
encarcelado
por el fiscal de los okupas, el excomunista
arrepentido
de Marx
La realidad irrumpe de manera violenta y definitiva:
Yo fui el señor Rochester, el fantasma sin ojos
de los juegos literarios de las señoritas Bell… el femicida señor de las aguas de dos mundos…”



La aparente nostalgia inicial, lárica incluso, se ve trocada por la irrupción de un presente que tiñe de rojo el recuerdo. Lo discursivo toma lugar por sobre el relato, perdiendo abruptamente la atmósfera y el equilibrio formado páginas antes. Los personajes y fechas aludidos por el Señor Cuervo transforman esta bala en proclama o sonsonete de protesta, desarticulada y compulsiva, al ritmo de la presión y convulsión del aire enrarecido por gases lacrimógenos.

El apartado final “Nuestros nombres fueron cubiertos y reescritos sobre el cuerpo de alguno de estos poemas” suaviza en algo la irrupción de tan nefasto personaje y retoma el tranco de las otras partes del libro, engarzando un interesante discurso biográfico-literario, o biográfico-lector situado en el Golfo de Arauco, “el peor lugar del mundo”, espacio donde se instala el temor y la sospecha, la decadencia y la impostación de otros tiempos.

Podemos leer en este pasaje, de manera más clara y evidente, la apropiación del discurso de literatura para niñas que se instaló en algún tiempo, y la manera en que se subvierte desde (como se menciona en la contratapa), la “herida colonial”, desde la Lota empobrecida justamente por obra y gracia de las inversiones de país de las hermanas Bronte.

Por: Gastón Carrasco



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