lunes, 3 de diciembre de 2012

ORLANDO ROSSARDI [8642]



Orlando Rossardi (Seudónimo de Orlando Rodríguez Sardinas) nació en La Habana. En Cuba, antes de 1960 en que deja la isla, colabora en revistas literarias y funda otras. A partir de entonces su obra poética y ensayística aparece en revistas literarias en Europa, Hispanoamérica y los Estados Unidos de América. Estudia en las universidades de La Habana y Madrid y se doctora en la Universidad de Texas, Austin. Ha sido profesor en las universidades norteamericanas de New Hampshire, Southern California, Texas, Wisconsin y Miami-Dade College. Ha publicado ensayo, teatro, cuento y poesía. Entre sus monografías más notables se destacan "Recursos rítmicos en la poesía de León de Greiff" (Thesaurus, Inst. Caro y Cuervo, 27, 1972), "Cuba: Poesía entre revolución y exilio" (Revista Interamericana, 4, No.3, 1974), "Antonio Machado, recursos para un ritmo", (Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua, 1,1976), "Ritmo e imagen en dos poemas de Machado" (Homenaje a Antonio Machado, Diputación de Malaga y Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1980) y "El escritor cubano-americano y la búsqueda de una expresión" (Memorias del Primer Encuentro Internacional Con Cuba en la Distancia, Cádiz, 2002).

Entre algunos de sus libros de ensayos se destacan los tres tomos de Teatro Selecto Hispanoamericano Contemporáneo (Escelicer Madrid, 1971), La última poesía cubana (Hispanova, Madrid, 1973), León de Greiff: Una poética de vanguardia (Ed. Playor, Madrid, 1974) y, en colaboración, los seis tomos de Historia de la Literatura Hispanoamericana Contemporánea (UNED, Madrid, 1976). Muestra del teatro publicado del autor puede encontrarse en La Visita (Tespis, Virginia, 1997). Su obra poética se recoge en los libros El diámetro y lo estero (Agora, Madrid, 1964), Que voy de vuelo (Plenitud, Madrid, 1970), Los espacios llenos (Verbum, Madrid, 1991), Memoria de mí (Betania, Madrid, 1996), Los pies en la tierra (Verbum, Madrid 2006), Libro de las pérdidas (Aduana Vieja, Valencia, 2008) la antología personal Casi la voz (Aduana Vieja, Valencia, 2009), Canto en la Florida (Aduana Vieja, 2010), Fundación del centro (Aduana Vieja, 2011) yTotalidad (Aduana Vieja, 2012). Ha colaborado directamente en la Enciclopedia del Español en los Estados Unidos (Santillana, Madrid, 2008) y en el Diccionario de Americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Es miembro del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio, de Número de la Academia Norteamericana de la Lengua y Correspondiente de la Academia Panameña y de la Real Academia Española.






Miracle Mile

La milla del milagro, los pasos
que entran y que salen de la fiesta
después de tanta y tanta saña;
la ruta que es ya puerto,
el aire, los contornos, las tretas
de la risa y los abrazos!
De muy nuevo va el azor haciendo de lo suyo,
otra vez el canto, otro el cariño
que se ha echado a dar todo lo que en más confía.
El día es nuevamente el otro,
la noche trenza con sus galas la hermosura.





Epitafio

           En Miami, en la Florida,
           de su forma y su momento.

Bajo esta tierra yace esta otra tierra,
ya puesta a descansar de cosas muertas
y que en un suspiro, sin quejas casi,
se quedó como deshecha a la vuelta
de la esquina. Bajo esta brecha que abrió
el destino se empecina en ser lo vivo
que no soy este cuerpo que fue fuente
de mi vida, y ni siquiera se enteró
de serlo ciertamente un día. Bajo esta tierra
está el futuro de las cosas, y está el pasado
que parece no haber sido otra memoria
que los versos que ahora escribo,
por dejar –sin mucha o demasiada prisa–
solo huesos que se escapen de su suerte.





Tampa

El Santo Espíritu se abre a la bahía
–la bahía honda, la profunda–
y con él el viento de la tarde
que lo pinta todo color de la esperanza.
Al norte, siempre al norte,
se espesan los vados, se arrastran los canales,
se pierde en la inmensidad del tiempo la esperanza.
La tierra que la encierra cunde con su sombra
las esquinas y ella toda, tierra con su sombra,
se extiende en la espesura, se acomoda al paso
de los hombres de otra tierra que la velan.






Peter Pan

La puerta quedó abierta.
El niño puso un pie con otro pie
en la fuente, se mojó la cara,
echó a andar a su manera;
el niño se acercó a la fuente,
se mojó las manos,
el niño cantó de pronto con una voz
de vida nueva, el niño que salía
se mojó en la fuente,
se metió a la casa, abrió
el balcón, de pronto, a la mañana.






Travesía.

                                  ... y estoy mirándome en los
                                     niños mexicanos y blancos
                                     con acento.

Un sordo coche oro
y un juego a mar
a que no se queda la hora en la hora de sus puentes
y sus lápices y sus inocentes de afuera,
a que no se brinda un norte de sus tierras infantiles
en el Alto de sus altos
para acallar el peso de lo atrás
y luego irse
--como un cuento oro de planetas axiales--
por lo sordo a mar de sus caminos y de sus lápices.

El diámetro y lo estero (1964)







Beso soñado

Y que al mundo, como presa, sueltes llena tu carrera, 
que me surjas por la frente como espacio penetrante
y que a puerto llegues con tu labio y con el mío amante,
tú conmigo, luego el trecho que culmina en ansia entera,

tus ojos en los míos, espacio en lumbre que nos funde
y queda para arder profundo, entero, bien adentro;
como eterno, lo alto fulminando a renacer del centro
de ese todo aquel aquello que es ya fuego que nos cunde.

Tu amor fiero con mi amor amante, la ola con la roca 
que al chocar en alma se convierte, pone, y se resuelve
en el don total, sonante y reluciente de tu boca.

El mejor aquí con su comienzo para un ver sin dueño,
el más acuciante abrazo que en la sombra nos abraza;
beso que al fin, en su horizonte, nos tramita el sueño. 





Hoy sales de la carta tuya

En memoria de Ana María Fagundo 
Tenerife, 13 de marzo de 1938- Madrid, 13 de junio de 2010

Hoy sales de la carta tuya como ayer de tu poema.
Te asomas a decir que has vuelto al sueño recurrente, 
que no es cosa de sufrir sino de albricias y semillas, 
de esas mismas que sembraras por el polvo del camino. 
De esas como viento despedido, luz tejida al cuerpo 
que dejabas siempre a flote de una en otra suerte de marea, 
de un paso hacia otro paso, siempre retozando a la deriva, 
como a quien le sobran manos, ojos y los besos, 
como a quien más que poesía le faltan los abrazos.

Y sales de ti, del tacto de tu pulso por la letra tuya,
la que salta del labio de tus páginas a la página vacía, 
la que brilla por tu ausencia como un chorro de cariño 
nuevo, como huella entre los versos que has dejado, 
como cumbre que arrima la presencia tuya al cielo:
este asombro de palabras que has armado letra a letra, 
fundado libro a libro, brotando frutecido en el poema, 
el canto tuyo todo igual de espacio abierto y colorido, 
nombrando aquellos nombres que sacabas del pañuelo, 
magamente , aquellas noches por la playa aquella.

Y eras tú vivida y suelta por ese buen querer a tu manera, 
ese tú que era más hondo en la fina solución de los silencios, 
aquel tiempo convocado del misterio y de los gestos;
y en la carta aquella en que ponías la palabra exacta, 
tu sed de niña dolorida, la triste nueva de tus ritos viejos 
que hoy, a golpe de memoria y de poema, te rescatan. 







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