sábado, 14 de febrero de 2015

JUAN RODRÍGUEZ DEL PADRÓN [14.878]


Juan Rodríguez del Padrón

Juan Rodríguez del Padrón o de la Cámara (Padrón; 1390 - San Antonio de Herbón; 1450), escritor español del Prerrenacimiento.

Fue de familia hidalga de sólida posición económica, gran reputación social y nació en la localidad gallega de Padrón, o de sus alrededores; el padre Fidel Fita pensaba que en Herbón, un pueblo cercano. Algunos de los miembros de su familia paterna estaban cercanos a la Orden Franciscana Reformada. Es difícil reconstruir su vida, puesto que de sus versos nació una leyenda personal que engendró incluso biografías apócrifas como cierta Vida del trovador Juan Rodríguez del Padrón que fue editada a comienzos del siglo XIX por Pedro José Pidal (Revista de Madrid, 2.ª serie, núm. 2 (noviembre de 1839) y de la que existen al menos dos copias manuscritas del siglo XVII; no se trata de una biografía real, sino de una novelización de su vida a partir de sus poemas.

Por otra parte, hechos de su propia vida se encuentran mezclados con los de los personajes de su novela sentimental El siervo libre de amor; como a su paisano Macías el Enamorado, se le atribuyen muchos lances de amor.
Parece cierto que fue soldado del rey Juan II de Castilla y probablemente asistió al Concilio de Basilea en 1434 como secretario del cardenal Juan de Cervantes, un jurista eminente doctor en ambos derechos y amigo del viajero Pero Tafur, y en otras andanzas por Alemania del Cardenal. Anduvo muy enamorado de una dama, pero ella lo dejó por creerse traicionada; por ello, al parecer, el poeta se hizo franciscano en Jerusalén (1441), para lo cual hubo de renunciar a numerosos y cuantiosos beneficios eclesiásticos (había sido agraciado con un canonicato o prebendas en la Catedral de Santiago de Compostela, y con otros beneficios eclesiásticos simples en la misma diócesis, de los cuáles no había tomado posesión; también gozaba de las rentas de una canonjía y prebenda en la catedral de Tuy y de la octava parte de un beneficio simple de la Parroquia de Sta. María de Gualdo, diócesis de Lugo). Ingresó en el monasterio de su orden en San Antonio de Herbón, pueblo gallego muy cercano a la villa de su nacimiento, Padrón; existe la tradición de que de su viaje a Tierra Santa se trajo una palmera que creció en el convento hasta que un temporal se la llevó en 1953. Su paisano Ramón Otero Pedrayo escribió sobre su vida Las palmas del convento. Biografía novelada de Rodríguez del Padrón (1941). En su Bibliotheca Hispana Vetus, Nicolás Antonio resumió críticamente los datos hasta entonces conocidos sobre él:
Pasó su vida en la corte de Juan II, donde gran parte de ella se dedicó a la poesía amatoria por su gran habilidad en versificar, y vivir él mismo estos vanos amoríos humanos. Aterrado por la muerte violenta de Macías, gran amigo suyo, ocasionada por un ardiente amor que le enajenaba (Martín Jimena refiere en la de sus Anales de la Iglesia de Jaén para conocimiento de la posteridad que el cadáver de Macías fue sepultado en una capilla dedicada a Santa Catalina en el castillo de la villa de Arjonilla, en la provincia andaluza de Jaén, y que tiene este epitafio: Aquí jace Mazías el enamorado) Aterrado […] reflexionó sobre su forma de vivir y cambió su estado laical por la vida religiosa. Donó todos sus bienes a la orden franciscana para que edificara un convento en su ciudad natal, en donde pasó el resto de su vida de forma ejemplar y sobresalió entre sus colegas por sus muchas virtudes respondiendo a su conversión [cita luego a Gonzalo Argote de Molina y Lucas Wading]. Entre las muchas poesías debe citarse Infierno de amor. La obra titulada Cadira de honor, que significa, según creo, sede o cátedra de honor y escitada por Fernando Mejía en el cap. 45 del lib.i de su Nobiliario. También suele atribuírsele una obra genealógica titulada Compendio de Linages, aunque sospecho que es una obra de otro autor del mismo nombre. En el Cancionero editado en Sevilla, en la tipografía de Juan Cromberger, en el año MDXL, en el fol. 9, pág. 2 y fol. 10 se contienen las siguientes: ‘Sobre la gloria caduca del mundo’; A Jesucristo crucificado; A la virgen María que tiene entre sus brazos a Cristo descendido de la cruz’; en el fol. 64 ‘Los siete gozos de amor’; en el fol. 65 ‘El decálogo o diez mandamientos de amor’; en el fol. 154, pág. 2 ‘Canto de amor’. No se encuentran en él sin embargo las obras Compendio de linages, cadira de honor e Infierno de amor […] En un antiguo cancionero manuscrito en la Biblioteca del Escorial, existe una poesía de Juan Rodríguez del Padrón titulada Cantiga quando se fue a meter frayre a Jerusalen, en despedimiento de su Señora (1998 [1788]: X, VI, 244)

Obras

Su primera obra inaugura la ficción sentimental: el Siervo libre de amor (1439). Con un estilo latinizante propio de la prosa del siglo XV narra, en su primera parte, cómo la amada rechaza al amante por divulgar su pasión. El Entendimiento, personaje alegórico, aparta, en la segunda parte, al protagonista del suicidio y presenta la Estoria de dos amadores, Ardanlier y Liesa, asesinada por el rey Creos, padre de aquél, cuya muerte sigue a la de ésta. En una tercera parte el autor, solo y desesperado, encuentra una extraña nave que lo aguarda. La obra recuerda las Heroidas de Ovidio, que el propio autor adaptó traduciéndolas con el título de Bursario.

Su producción continúa en la Cadira de Honor (hacia 1440), un tratado moral que defiende la nobleza y virtud como antigüedad de linaje, y otra novela sentimental, el Triunfo de las donas (hacia 1445), que reúne más de cuarenta argumentos feministas escrita como signo del Prerrenacimiento contra la misoginia medievalizadora del Corbacho o reprobación del amor mundano de Alfonso Martínez de Toledo. Sin embargo a Juan Rodríguez del Padrón se le conoció sobre todo por sus poemas de arte menor, inscribibles dentro de la lírica cancioneril y el amor cortés de sesgo provenzalizante. En esta poesía hay encanto, gracia y cierta picardía de buen gusto.

Bibliografía del autor[

Obras Ed. Antonio Paz y Meliá. Madrid, 1884.
Obras, ed. de César Hernández Alonso. Madrid: Ed. Nacional, 1982.
Siervo libre de amor; edición introducción y notas de Antonio Prieto. Madrid: Castalia, 1976
Vicente Beltrán Pepió, "Los Gozos de amor de Juan Rodríguez del Padrón: edición crítica" en Studia in honoren Germán Orduna, 2001







                    Cancion 

            Ham, ham, huid que ravio, 
       Con ravia de vos non trave, 
       Por travar de quien agravio 
       Recibo tal y tan grave. 
        
           Si yo ravio por amar, 
       Esto no sabran de mi 
       Que del todo enmudecí, 
        Que no sé sino ladrar. 
       Ham, ham, huid que ravio 
       ¡O quien pudiese travar 
       De quien me haze ell agravio 
       Y tantos males passar! 
        
           Ladrando con mis cuidados, 
       Mil voces me viene a mientes 
       De lançar en mi los dïentes 
       Y me comer a bocados. 
        Ham, ham, huid, que ravio. 
        Aullad, pobres sentidos; 
        Pues os hacen tal agravio, 
        Dad más fuertes alaridos. 

                     Cabo 

            No cessando de raviar, 
        No digo si por amores, 
        No valen saludadores, 
        Ni las ondas de la mar. 
        Ham, ham, huid, que ravio. 
         Pues no cumple declarar 
        La causa de tal agravio; 
        El remedio es el callar. 

               Otra suya 

           Fuego del divino rayo, 
       Dolce flama sin ardor, 
       Esfuerço contra desmayo, 
       Remedio [1] contra dolor, 
       Alumbra tu servidor. 
           La falsa gloria del mundo 
       E vana prosperidat 
       Contemple; 
       Con pensamiento profundo 
       El centro de su maldat 
       Penetré. 
           Oiga quien es sabidor [2] 
       El planto de la serena, 
       La cual, temiendo la pena 
        [p. 408] De la tormenta [1] mayor, 
        Plañe en el tiempo mejor. 
           Asi yo, preso de espanto, 
       Que la divina virtud 
       Offendi, 
       Comienço mi triste planto 
       Fazer en mi juventud 
       Desde aqui; 
       Los desiertos penetrando, 
       Do con esquivo clamor 
       Pueda, mis culpas llorando, 
       Despedirme sin temor, 
       De falso plazer é honor. 

                     Fin 

           Adios, real esplandor 
       Que yo servi et loé 
       Con lealtat; 
       Adios, que todo el favor 
       E cuanto de amor fablé 
       Es vanidat. 
       Adios, los que bien amé; 
       Adios, mundo engañador; 
       Adios, donas que ensalcé 
       Famosas, dignas de loor, 
       ¡Orad por mi, pecador!

[Edición de A. Paz y Melia en Bibliófilos Españoles, 1884.]
[p. 407]. [1] . Cancionero de Stúñiga.— Consuelo.
[p. 407]. [2] . Ibid.        El canto de la serena 
                     Oya quien es sabidor 
                     La cual, etc.
[p. 408]. [1] . Cancionero. de Stúñiga.— Fortuna.






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