jueves, 3 de julio de 2014

LUIS NEGRETI [12.155]



Luis Negreti

Luis Bernardino Negreti, Junín (Buenos Aires), Argentina, 20 de mayo de 1890 - ibídem, 4 de julio de 1936, fue un destacado poeta y compositor, autor además del Himno a Junín.

Negreti nació en Junín (Buenos Aires), Argentina, el 20 de mayo de 1890. Bohemio, romántico, soñador y noctámbulo, desde muy joven se entregó a la poesía, perpetuando en sus versos a las cosas cotidianas, la alegría y las miserias de la vida, los éxitos y los fracasos.

El 1 de abril de 1911, cuando tenía sólo 20 años de edad, fue uno de los fundadores del Club Atlético Sarmiento, y en 1919 fue vicepresidente de comparsa "Los Pelotaris", de activa participación en carnavales y veladas danzantes de la época.

En 1929 publicó "Mi ventana que da sobre la vida", libro de poesías de 141 páginas editado por Bases en La Plata y presentado en Junín el 16 de enero de 1930.

Uno de sus legados más importantes es el "Himno a Junín", con letra de Negreti y música de Ignacio Grau. Fue presentado el 28 de octubre de 1931 en el Teatro Italiano de Junín. También se destacó como autor de letras de tangos. En 1926 escribió "La reina del arrabal", con la colaboración del bandoneonista Juan Behety, y en 1931 "Mujer que yo quise tanto", con música de José Meccia.

Negreti falleció en Junín el 4 de julio de 1936, a los 46 años de edad. En su homenaje, en septiembre de ese año se estrenó el tango "Bohemio", con letra de Rodolfo Cristobo y música de Luis Cavagión. El 15 de junio de 1937 se publicó su libro póstumo "Sencillamente", que junto a "Mi ventana que da sobre la vida" serían sus obras de poesía más destacadas.



Himno a Junín

Juventud, juventud de mi pueblo
Soplo eterno de eterna ilusión
Elevemos con todo entusiasmo
Por Junín nuestra dulce canción.
Por Junín la ciudad del Oeste
Que es emporio de toda labor,
Cuyos hijos valientes y rudos
Son orgullo de patria y amor.
Por Junín cuyas bellas mujeres
Son emblema de gracia y candor,
Por sus nobles maestras de escuela
Que nos dictan la sana lección.
Por todos aquellos que dieron
En la santa profícua labor,
Por Junín la ciudad del Oeste
Su viril entusiasmo mejor.



Mi Bohemia

En el bar de la vida yo soy el peregrino
que duerme su tristeza con un vaso de vino,
esta tristeza mía, de modales huraños,
que es compañera mía de hace ya muchos años.
Ser un poco poeta, y otro poco bohemio,
es mi única gloria y mi único premio,
mientras cuido mis rosas con pueril misticismo,
en los viejos jardines de mi romanticismo.
No pedirle a la vida nada más que lo justo
y evitar la cicuta del amargo disgusto,
y tener para todos los hermanos menores
siempre llenas las manos de caricias y flores.
Es así mi bohemia, por lo triste y lo mansa,
como un sueño lejano que forjó la esperanza,
que florece a lo largo de mis noches y días,
para bien y consuelo de mis horas sombrías



El recuerdo en Junín

El poeta del pueblo es recordado en Junín con una calle, una plaza, un monumento y un jardín de infantes.

Calle Negreti: nace en la plaza homónima y recorre 30 cuadras a través de los barrios El Molino, San Francisco, Ramón Hernández y Martín Miguel de Güemes. Anteriormente llamada Ushuaia, se le asignó la actual denominación el 29 de mayo de 1948.
Plaza Negreti: ubicada en el barrio El Molino, frente a la escuela 19 y al Cementerio Central. Recibió su denominación por ordenanza Nº 117 del 17 de septiembre de 1949.
Monumento a Negreti: está emplazado en el Boulevard de los Trovadores, en Chile entre Guido Spano y Winter.
Jardín de Infantes 916: ubicado en Bolívar 329, lleva el nombre del poeta juninense.



LA CANCIÓN DEL HOMBRE AGRADECIDO

Porque me diste un alma melancólica y buena,
que a despecho de todo se mantuvo serena;
porque en mí florecieron con romántico empeño,
las fantásticas rosas del amor y el ensueño.

Porque amé a la belleza sobre toda otra cosa,
en el verso, en el ave, la mujer y la rosa;
porque tuve el capricho de labrar mi fortuna
con la plata bruñida de la mágica luna.

Porque fue para todos mi cosecha de flores,
y la dicha gloriosa de mis horas mejores,
porque fui para todos como un beso de amor.

A despecho de todos mis acerbos dolores,
refundido en belleza, yo te alabo, Señor;
en el verso, en el ave, la mujer y la flor.






MI ANTIGUO BARRIO

I

Ayer volvía a mi barrio después de casi un año,
 y me embargó la pena de verla tan extraño.
 En unos pocos meses: ¡Cuánto ha progresado!...
¡Tenemos luz eléctrica!. ¿Tenemos empedrado!...

Sin embargo, todo esto no me causa alegría,
y algo noto que falta de lo que antes tenía.
Los chicos ya no juegan en la calle como antes,
huyendo si veían llegar a los vigilantes.

El turco ya no tiene su boliche en la esquina,
ni en la casa de al lado vive ya mi vecina
aquella que a mis versos prestaba inspiración.

También la lavandera se ha mudado de casa,
y el mendigo andrajoso por la calle no pasa
apoyado en el puño de su grueso bastón.


II

¡Cómo ha cambiado todo!. Cualquiera pensaría
que al barrio le robaron el alma que tenía.
Tan sólo la modista parece haber quedado,
pero éste, como el barrio, también ha progresado.

Hoy lleva recortada su linda cabellera
y lleva sobre el brazo luciendo una pulsera,
pero alguien asegura que todos sus excesos
los paga con el falso dinero de sus besos.

Reniego de este barrio progresista y vacío,
porque ya no es el mismo, porque ya no es el mío,
porque ya no merece mi homenaje de amor.

Este barrio que fuera como un reino pequeño,
que aromó con sus rosas el rosal de mi ensueño
y algró con sus trinos mi jilguero cantor.






POR LAS CALLES DEL PUEBLO

Cuando todas las tardes
a pesar del invierno,
voy cruzando las calles
polvorosas del pueblo;
cierta gente murmura
de mi traje modesto,
de mi larga melena,
de mi negro pañuelo,
y las alas tan anchas
de mi viejo chambergo.

Y yo escucho que dicen
con desden altanero:
“Es un pobre muchacho
que le da por los versos,
que se pasa las noches,
componiendo sonetos,
que después aparecen
en los diarios del pueblo,
dedicados a una
que ni quiere leerlos”.

Yo prosigo con mi viaje
sin sentirme molesto
con el triste bagaje
de mis pobres ensueños,
y al pensar en mi crimen
de escribir malos versos,
de vestir como visto,
de pensar como pienso,
me da mucha tristeza
de pasear por el pueblo.





YO SOY UN HOMBRE BUENO

Yo soy un hombre bueno, demasiado sencillo,
que tengo la desgracia de ser espiritual.
Y como de las cosas no me seduce el brillo
 la gente me moteja de ser original.

Yo soy un hombre bueno, demasiado sincero,
que tengo para todos un afecto cordial,
y como escribo versos y no tengo dinero
vivo el sueño dorado del bohemio ideal.

El amor pocas veces ha charlado conmigo;
la amistad, sin embargo, me ha brindado su abrigo
y a su amparo he mirado florecer mi rosal.

En mi vida paria solo tengo un anhelo,
y es cuidar cada día con tiernísimo celo
que no crezcan en mi alma las ortigas del mal.



Descubriendo a Negreti: el hombre, el poeta y la leyenda


“La niña dormía / con sueño profundo, / y el hada volvía / de andar por el mundo /  Al verla tan bella / se acerca a la cuna, / blanca toda ella / bañada de luna. / Y un beso le deja, / brillante en la frente / y luego se aleja / con gesto sonriente. / La niña su sueño / prosigue durmiendo / como en un ensueño / que acaba sonriendo”.

Este poema, publicado por Democracia en julio de 1936, fue el último trabajo literario de Luis B. Negreti “el poeta de la ciudad” como lo califica en su título la edición de este diario del domingo 5 de julio de ese año cuando da cuenta de la muerte del poeta.
Cuenta la nota que la poesía fue escrita dos días antes. “Anteanoche –dijo el diario Democracia en aquella oportunidad- Negreti estaba visitando la casa del Sr. Pedro Rodríguez. Una de las hjitas de éste le pidió una poesía y le improvisó unos versos”.
Estamos hablando de uno de los máximos exponentes literarios juninenses. De quien mucho se ha hablado, pero poco se sabe con certeza, mezclándose mucho lo real con la leyenda.
Hablar y escribir sobre Negreti significa tratar de llegar a descifrar ese mito que es Luis B. Negreti, cuyo nombre portan una plaza y una calle en el barrio “El Molino”, a la vez un busto suyo decora la plazoleta de “Los Trovadores” en calle Chile frente al Club Moreno.



La poesía

Laura Acebal, cuya madre conoció a Negreti contó al periodista Roberto Carlos Torres en oportunidad de un trabajo periodístico realizado sobre la vida del escritor juninense y publicado por el diario Democracia en el año 2007 que “sus poemas hacían referencia a si mismo y a otros personajes del barrio, presentando una mirada bastante melancólica pero también piadosa hacia los demás”.
Laura posee un ejemplar de “Mi ventana que da sobre la vida” que fue impreso en los talleres gráficos Méndez de nuestra ciudad,  ubicados  por aquel entonces en Roque Sáenz Peña 237, en el año 1949 (segunda edición).
Dicho libro también contiene un artículo que el diario “La Nación” de Buenos Aires publicó en 1930 sobre la obra del escritor.
Es importante que los juninenses sepamos descubrir a un Negreti más allá de los mitos y la leyenda propia del personaje, para conocer a quien supo describir, desde su particular mirada , un Junín que peleaba entre ser un pueblo de calles polvorientas y una ciudad que crecía y buscaba su futuro, de la mano de un progreso que al propio poeta le costaba asumir: “reniego de este barrio progresista y vacío / porque ya no es el mismo, porque ya no es el mío / porque ya no merece mi homenaje de amor...” (Mi antiguo barrio)



Su presencia en mi vida

Por Laura Acebal

Nací en el barrio "El Molino", patria inaugural y dichosa de mi infancia. Pertenezco a una familia trabajadora que le concedió un lugar de privilegio a la poesía y a la música de raíz popular. Espacio de expansión del espíritu que fue poblado, en primer término, por expresiones que surgían del mismo barrio, como una adhesión, sentida y tácita a aquella frase que habla de la importancia de describir primero la propia aldea para arribar a la universalidad...
Por ésto, pensar qué significa Luis B. Negreti para mí, es remontarme, inevitablemente (¿y por qué habría de evitarlo?) a mis primeros años, al recuerdo de noches de amigos y guitarras en la intimidad de nuestro hogar. A las voces, queridas y añoradas, de mi padre, Don Luis Acebal, Maíto Ceratto, Pichón Longo, Ilmar Rivero y tantos más...
A los gestos y palabras de Lita, mi dulce madre, leyendo "Por las calles del pueblo" y contándonos a Mónica, mi hermana, y a mí una anécdota de su niñez, cuando habló con Negreti, a propósito de un concurso literario en el que ella participaba. Decía que era serio y que su imagen coincidía con sus versos...
Es pensar en la Escuela 19, los actos escolares y en Irma Queiruga, una maestra inolvidable, su sobrina, hija de la hermana del poeta...
Es creer con firmeza que su mirada se detuvo, compasiva, en el niño pobre, en la costurerita, en el mendigo, en el obrero. Que sufrió por amor. Que nada de lo humano le resultó indiferente. Que valoró la verdadera amistad. Que amó a su barrio y posó sobre él sus ojos melancólicos; porque fue un hombre bueno, agradecido a Dios que, sencillamente, se atrevió a abrir una ventana que dio sobre la vida.












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