lunes, 10 de octubre de 2016

MARTHA PADILLA [19.250]


MARTHA PADILLA 

(Pinar del Río, 1928-2004) publica en Cuba Comitiva del crepúsculo y Modos del Pan. Abandona la Isla en 1957 y en el exilio ven la luz La alborada del tigre, Los tiros del miserere, Perfil de frente, Celebrando vivir y Remedio santo. En 2005 sus herederos recopilan parte de su obra inédita en La hormiga en el cristal (Linden Lane Press-Colección Poesía). Su libro La pareja, Premio Carabela de Oro de Barcelona, permanece inédito. 


Llamadlo a secas, Hombre

Acorralado ha sido,
Mutilado en sus vísperas
En su niñez de ayer transfigurado
– Llamadlo a secas, hombre.
Su infancia era mi infancia
Sus tataguas y gatas en el techo,
De la angustía
Eran también las nuestras
– Llamadlo a secas, hombre.
¿Quién nos tomó de pronto la palabra
Conque andaba la sangre entre nativos?
¿Quién la saqueó de frutas y veleros
Y objetos desiguales de la vida?
¿Quién la violó
A la vista del cielo,
Frente al testigo oscuro y sorprendido?
Ay, ¿quién,
Quién lo llama a secas, hombre?



Gatillo

Casi a la hora de abrigar la casa
hay vocablos noctámbulos
seduciendo una vida que responde
a las tácticas nómadas del fuego.

(pasa el vivir, nombrándola)

cubana, antigua, marginal, poeta,
criatura sin otra criatura.
¿y qué?



El hijo que falta

(para Alex)

Viene a verme. Nos vemos.
Recorre la distancia inexistente
y espera en el umbral,
quieto, inquietante.

Forma creada, llega,
en su intocable realidad,
imaginada margen que lo aprende.

Me llama y me responde.

Da un paso más y paso a su espesura.
Ya damos con la esencia impenetrable,
restauramos el eco transitado
para poner en órbita la ausencia.

La cercanía es hoy un cielo abierto
poco nos queda por hacer del tiempo.

La esperanza y la nada nos subrayan.


Martha Padilla en el año 1958

La figura central en la poesía de Martha Padilla 
es el YO FEMENINO.

El YO que se habla y se cuestiona en “Cábala de lo que vendrá” (El zunzún viajero-Pliego):


Pon fin al eco en que te instalan
calla
deja
no cambies tantas veces
de mejilla, echa raíz en aire perturbado
y huye del fuego que no enciendes.


El YO que como madre, como hija y como hermana nos dice en los Poemas XXVIII y XL de Los tiros del miserere:


Mis niños huelen a manantial
de octubre, a cascada de azúcar
Hablan en su español de invernadero
con los pulgares cuajados de pájaros (...)
Le calzaron alitas sus abuelos.
Yo estaba silenciosa
Como una ola en el dintel del agua
Tú patinabas en el suelo frágil
con tu boina de niño desganado.


El YO dolido que encontramos en “Puerta de golpe” (Remedio santo):


Sin llegar a morir
la calle se moría en aquel hondo pueblo
de mi historia.


El YO inconforme del poema “Hoy”, también de Remedio santo:


Se hace lo que se puede
Se anda
como si fuéramos desandando
entre la gente buena que camina
sin ver que nos hemos ido,
sin entender que regresamos (...)
Hacer lo que se puede
cuesta mucho
y no basta.


De “Retrato del espíritu” (Perfil de frente):  


No hemos venido
a esposarnos al cuerpo de otro idioma (...)
no hemos venido a estar, sino a seguir.
Y de “Gatillo”, del mismo libro, el enfrentamiento y la rebeldía de los últimos versos:  
cubana, antigua, marginal, poeta,
criatura sin otra criatura,
¿y qué…?
 Los tiros del miserere se publica en 1972 y lleva esta cita del libro Fuera del Juego, de Heberto Padilla: “Di la Verdad/ Di al menos tu Verdad/ y después/ deja que cualquier cosa ocurra...”. Está dedicado "A los poetas y escritores verticales del mundo quienes, con su reiterada defensa, han hecho más llevadero el columpio sangrante de mi nombre: PADILLA". 

En este libro despliega Martha una magnífica metáfora de la protesta, el sarcasmo, la crítica y el inconformismo, esgrimiendo el arma demoledora de la palabra, del verso. La voz lírica es aquí de una fuerza y hondura que sólo se da en los buenos poetas.

Del Poema XXIX:  

Pero yo he demorado inútilmente
Esta ternura.
Pero yo me he quedado vestida
Bajo el rojo verano de las fieras
De sus vórtices
Sin ver cómo atraían
Los perros a mi historia.


Y unos versos del Poema XLVIII que pudieran muy bien ser míos o de cada uno de ustedes:


Desde la soledad y la distancia
Desde un país que ignora tu arco iris.





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