viernes, 12 de abril de 2013

JOSÉ CAÑUELO CALERO [9619]



José Cañuelo Calero nació en Villanueva de Córdoba en 1958. Es maestro de pedagogía terapéutica, ha sido director de varios centros educativos de Córdoba y provincia y ha coordinado diversos seminarios, planes y proyectos educativos. Empezó a escribir poemas en 1977 motivado por el premio obtenido en un concurso literario del instituto de su pueblo. Escribió crítica cultural en el periódico Villanueva y crítica cinematográfica en el Cine Club de Villanueva de Córdoba y en el Cine Club de la Universidad de Córdoba durante los años 70 y 80. Participó en las conversaciones y lecturas poéticas en el I Encuentro de escritores del norte de la provincia de Córdoba el 9 de marzo de 2002 en Peñarroya-Pueblonuevo. Fue cofundador y presidente de la Peña flamenca y literaria peñarriblense y coorganizador del primer y segundo Concurso de Cante de las Minas de Peñarroya-Pueblonuevo. En 2008 leyó sus poemas junto a Fernando Sánchez-Mayo en la sección de Versos sumados de Cosmopoética. En 2010 fue incluido en la Antología de Anónimos que publicó Cosmopoética. "El mar de los veranos" es el primer poemario que publica. Actualmente participa en la tertulia de los viernes en el bar santa marta con el Colectivo 3 que integran Fernando Sánchez, Enrique Pleguezuelo, Paquí Jiménez, Fernando Muñoz y Rafael Sierra.

Trabajo desde hace más de 24 años como maestro de pedagogía terapéutica. Mi vinculación al cineclubismo y al movimiento peñista forjó mi afición al cine clásico italiano y francés y al mairenismo y camaronismo flamenco. Un día de otoño del 2010, cuatro amigos nos desplazamos a la habitación donde se alojó Rilke en Ronda para celebrar el acto fundacional del Colectivo 3, una tertulia poética que reúne, cada viernes, a un creciente grupo de poetas y amigos en la ciudad de Córdoba. En la actualidad, antólogo la poesía neomística del poeta melariense cordobés Manuel Gahete. Fui incluido en la Antología de Anónimos (Cosmopoética, 2010) y he publicado los poemarios “El mar de los veranos” (Ediciones Depapel, 2011), “La ciudad de los ángeles” (Ediciones Depapel, 2012), finalista al Premio Solienses, y “Bajo racimos de uva roja” (La fragua de las metáforas, 2013).


Poética

Mi poesía es función del paisaje no tanto en cuanto a temas como en cuanto a gnosis. Es la inspiración del paisaje de mi infancia y juventud en el encinar de los Pedroches con su silencio profundo, su perspectiva de luz fría que confunde la percepción y aviva el pensamiento, su vida austera con cierta deriva mística, su sentido de errancia de bosque fronterizo con la patria de Don Quijote y un inexplicable anhelo del mar.

Mi poema es un palimpsesto que se reescribe continuamente sobre sus propias versiones anteriores en los márgenes de las obras poéticas fecundas. Escribo en los márgenes del paradigma poético de San Juan de la Cruz, de Góngora, del simbolismo francés, del surrealismo andaluz de Lorca, Alberti y Aleixandre, del grupo Cántico cordobés, del misticismo difuso de Juan Ramón Jiménez y José Ángel Valente y sobre todo del neomisticísmo de Manuel Gahete.
El símbolo predilecto de mi concepción estética es el de la crisálida, como metamorfosis que angeliza a la mujer y al hombre y proceso en virtud del cual lo real es transmutado por la escritura en un mundo platónico como forma de restituir su dignidad a la vida humana y a su materialidad mistérica.




Poemas



SIN TÍTULO

La noche tiene los parpados abiertos
y tú te alejas por los senderos del invierno.
Los astros ebrios miran 
y sin mirar muy adentro
llenan de horas primaverales mi búsqueda.

Huyes en círculos, en laberintos que se bifurcan.
Huyes en mí.
Huyes en mi recuerdo.
Huyes hasta un jardín gótico
que levanta las líneas de sus bóvedas sin motivo,
acaso tu fortaleza las eleva, las inunda 
de oceánica espera.

(de “La ciudad de los ángeles”, Ediciones depapel, 2012)






CAMARERA DE NIMBADA CABEZA

Debería describir las bellas flores
que coronan tu cabeza de joven ninfa
pero ese es ya un camino demasiadas veces recorrido,
y sin embargo si pudiera desvelar un pensamiento tuyo
verdaderamente delicado
más allá de las palabras circunstanciales
que dedicas a preguntar a esta hora suave de la tarde.

Y leo que en el año 1959
un poeta estaba tendido sobre la hierba 
tirando piedras al río,
entonces sería junio como ahora
y en esa época cuando yo tenía un año
acaso mi madre me tendiese bajo una encina escuchando el zumbido del campo
mientras ella extendía ropa recién lavada sobre la hierba.

Cuando pienso que ella podía estar exultante de felicidad aquel día
y que los sentimientos son más amplios que las palabras
y que ahora mi madre son sus huesos en un nicho entre dos altos cipreses, 
vuelvo a hablar de las guirnaldas que adornan tu pelo
como a una bella estatua pública
que se piensa incorruptible en el tiempo
y yo bebo el elixir de infinitud con que me sirves un agua tónica.

( de la revista “Suspiros de Artemisa”, Detorreseditores, 2012





EL MAR INTERIOR

Cierro los ojos
y recorro el malecón donde la calma aparente
vira y hace maniobras de atraque
en un silencio de barcos y orfandad del cielo.
Es la noche vacía del verano
y del pensamiento que no es lugar ni morada,
sino movimiento puro y encrespado,
como la fuerza inconducente
y sumergida del mar.

(El mar de los veranos)






PALACIO DEL CINE, ATLANTIC CITY

No la ciudad, ni la película,

ni la puesta en escena, sino el resplandor oscilante
de la proyección a carbones en el patio de butacas,

el viejo Burt espiando a Susan por la ventana
mientras se lava los pechos con limones.

No el cierre del Palacio del Cine,

ni que acaso yo sea un día el viejo que mira
salir a Susan de la ducha,

sino el océano lamiendo las costas de Atlantic City,
esta oleada, Palacio del Cine, largamente,

muy largamente, y luego, y siempre.

( Edición Anónimos del año 2008 )









Del libro de poemas "La ciudad de los ángeles"

( la serpiente )

(hace un tiempo que vivo con una serpiente en una historia de amistad con pocos temas de conversación, quemamos juntos el invierno frente al fuego, la serpiente apurando su leche y yo mi soliloquio al que siempre pone punto final su espléndida piel brillante y los extraños ojos por los que me dejo cautivar en silencio y, últimamente, al encontrarla a mi lado cuando despierto, me conmueve esa soledad de criatura castigada por revelar el conocimiento, aunque el veterinario dice que toma mis medidas para engullirme)


( regresus ad uterum )

(los árboles que se separan a mi paso, son palomas que alcanzan el vuelo de tu boca, en esta tarde que habría regresado por la oquedad de la lluvia a la grieta del ópalo que fosiliza tan extraña sonrisa, cuando en medio de nosotros, columnas, tallos y ala se ha ido girando con la gracia sucesiva del éxtasis y me ha mirado, pero Fernando leía su poema bajo el paraguas y eso me mantuvo anclado a una hilera de farolas que me condujo finalmente a tu regazo y allí fui tragado por tu amoroso hueco y me acuné en el agua nocturna y aunque ya no estés tú para pronunciar aquellas palabras a la deriva, el ovillo sigue rodando y el hilo umbilical que te agranda tanto, cuantas veces más habrá cantado al espíritu engañoso del amor)

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