martes, 30 de abril de 2013

MANUEL CUÑA NOVÁS [9714]


Manuel Cuña Novás
Manuel Cuña Novás (Pontevedra, 1 de junio de 1924 - 18 de mayo de 1992). Es un escritor y político gallego.

Nació en Pontevedra el año 1924. Pasa su primera infancia en Pontevedra hasta el periodo republicano durante el cual su familia se traslada a Ciudad Real, dónde les sorprende la guerra civil. Con el fin de la guerra, mientras el padre, escapando de la represión y el mundo de los vencedores, marcha al exilio, Manuel Cuña vuelve al patio gallego de la niñez. Comienza un nuevo tiempo. “La guerra nos había madurado prematuramente, escamoteado una infancia prohibida, cuya carencia marcaría los siguientes pasos de una vida estigmatizada por el temor y la furia contenida de un pensamiento clandestino".

Truncada la adolescencia, surge el poeta y nacen los primeros poemas. Como hitos de estos años, el matrimonio con Josefina y el nacimiento de los dos hijos, la amistad con el poeta Virgilio Nóvoa Gil, al que alejará la locura .

En 1951 viaja a Francia “cuando París todavía olía a muerte” y dónde encuentra voces desgarradas y vibrantes, que ya nunca olvidará: Sartre, Camus, Edith Piaf, Paul Eluard, ... y, con ellos, los acogidos como maestros, Holderling, Rilke, Rimbaud ...

Ya en Pontevedra, en 1952 se publica su primer libro de poemas en lengua gallega - Fabulario Novo - y, a partir de ese año escribe sus más hermosos poemas en lengua castellana, que reparte entre los amigos, deliberadamente alejado de los circuitos editoriales poéticos. 

Cuando la dictadura se acaba, vuelve la esperanza, siquiera sea por breve tiempo, cuando las palabras - libertad, pueblo, infancia .. - que habían alentado la clandestinidad contenida "ya no tenían la carga de inocencia y verdad que les había adjudicado el silencio de tantos años". 

Afiliado al Partido Socialista Obrero Español desde los primeros tiempos, miembro de Izquierda Socialista, es elegido Senador por la provincia de Pontevedra en la primera legislatura, cargo que ostentará, sucesivamente renovado, hasta su muerte en 1992.

Obra

Frauta na noite, 1947 (poemario).
Fabulario novo, 1952 (poemario).
Canto e fuga da irmandade sobor da terra e da morte, 1977 (poemario).


http://www.hipofanias.net/Fundacion/Poetas.html




I - 1945


TIERRA

hermano de la tierra ....
V. Novoa Gil

¡Oh, supremo arrebato del espacio
que en su lento proceso, las voces determina!
Más allá de la eterna recompensa
donde la tierra alcanza su comienzo
al quieto cambio de la tumba y surco,
esencia por rumor, creó el silencio.

Y ya en mi mismo, profundas convulsiones
palpitan entre ausencias y follaje,
el pensamiento ebrio y nueva el alma,
al sentido despierto, el cambio duerme.

Inquieta soledad en tránsito. Matriz
de árboles y rocas deslumbradas,
a la oculta palabra, densa carne,
¡yo soy en tí, cadáver sumergido!

Constante desnudez tu calma acecha
en el único aliento de la forma
que muere y nace para ser sin límites
y su expresión constante transfigura.

Inmenso ser; en apariencia sueño,
que su principio en el umbral incierto
engendra el porvenir sobre las tumbas
y huesos bebe del pasado adusto.

Cuando vea la carne de su esquema
mi propio nombre, nuevo de futuro,
a ese grito que engendra y es silencio,
velando el hondo sueño de la vida,
en la futura paz, recolección de losas.

!Oh, diáfana apariencia! ¡Ausencias impasibles!
Es mi muerte incesante, ¡siempre!, ¡siempre!
¡Siempre de barro y siempre carne mía!
Me pertenece el ser que nada transfigura!





MAR

¿Y tú, gran alma, esperarás un sueño?
Paul Valery

Y muere el tiempo. Desnudo mar, cuando lo eterno empiece,
vigilia del espacio, el mar en mí, su espacio permanece.
Forma y angustia pura del génesis sombrío, venciendo
lentos soles.
Diafanidad salada; un gran rumor transciende. ¡es tu poema,
Alma absoluta!; yacen
las experiencias futura en el espacio exacto,
su vaivén incesante,
sucesiva impaciencia que arriesga entre la arena
deslumbramiento íntimo,
límites reflejando,
sobre carne de espumas, sueño denso.
Mi forma incierta, puro arrepentimiento, sus ocios
acribilla,
y clama mi sed de roca su sueño de oleadas.
Cuando llegue escupiendo, la muerte, su pereza,
¡abrid!, ¡abrid mi libro!; rumor
de sueños en la orilla.
Actividad extraña sus límites prodiga
en la sublime forma de su rumor oculto.
¡Mirad!, ¡mirad mi libro!;
su página solloza sonando en el vacío.
Y cuando solo surjan esencias deslumbradas
dad a la carne sueño y al rumor hastío.






CIELO

la tercera página ya la sueño
Rainer Maria Rilke

Es mi luna de siglos. !Cuánta ignorada ausencia
al borde de la tumba, cansada confidencia!
Descorre su poema denso de azul y solo
al retroceso, levantamientos próximos,
inciertas permanencias rodando hacia el extremo
presa a la sombra y a la luz abierta
surge velando la desvelada carne.
Y verticales gritos tu calma transfigure:
si alas renacidas, auroras se convierten.
Silencio oculto hiela muerto sueño.
Cuando el principio su causa restituya
y en la penumbra, mi presencia exacta,
alerta al beso, la razón avance sus calmas diferentes,
yo mismo, yo mismo en todo respiraré mi sombra
y volará la aurora y habitará la luz
donde la entraña espera el día eterno.
Angélicas presencias, plantas de barricadas los
íntimos asuntos,
la lepra azul, azul, azul,
corroe los goznes y puertas aniquila.
¡Abrid!, abrid mi libro en su segunda página
y derramad mi sangre, mi voz iluminada en las estrellas!






LÁZARO FUI ....


                          Al Dr. José Reboredo Casas,
                          que me libró de una muerte

Lázaro fui: Oscura llama hundida
llevada por tu mano a la esperanza,
milagro de un destino que se lanza
a prolongar el vuelo de su vida.

Lázaro soy: Mi suerte repetida,
entre sombra y destello, ya no alcanza
a renovar el pan de su mudanza
para dar a mi muerte propia vida.

Seré Lázaro al fin, cansado y triste,
con una doble muerte en que se trunca
la angustia cegadora del desierto.

Y sin estar viviendo cuánto existe,
solo nada seré para ser nunca
un vivir que se acaba en estar muerto.






MI CORAZÓN EN TU MANO

A Virgilio Novoa Gil del que por años
fui escudero en su locura.


Como un volcán de heridas mi corazón reciente
recientemente abierto al sol de su ejercicio
quemándose, me arde las venas de la frente,
incendia mi edificio.
Incendia mi edificio, me agranda y me propaga
de todas mis pasiones a mi pasión primera;
ando contra corriente, y no sé que yo haga
de esta mortal hoguera.

Merodea mi huerto, acecha los rincones,
persigue y pace vida, la asusta como a cierva,
y en el sangriento surco de sus persecuciones
crece la mala hierba.

Me da un peso con alas que están llorando vuelo,
me da un fulgor callado de alas y de olas;
a veces, con las alas, me arrastro por el suelo.
No me da vuelo a solas.

Si me miro por dentro, si pregunto levanto
una viva marea de hondos y altos rumores;
y no sé si me empuja para romperme en llanto
o desgarrarme en fulgores.

Corazón que me llena, que se llena de un río
donde floto como una botella y un mensaje
que se perdió entre sombras; lo derramó, sombrío,
la sangre y su oleaje.

Por más que hago memoria y más me desespero,
por más que busco no hallo indicios de su estela;
y a pesar de que todo lo miro y considero
ya nada me consuela.

Mi juventud encuentro y es una sepultura
sobre un mar de esperanzas y esperanzas marchitas:
desaliento de cumbres, de luz y de hermosura
y de cartas escritas.

Las hondas madrugadas de los llantos perdidos,
los viajes por selvas de luz y mariposas,
y las ansias, las ansias de los relojes idos,
marchitas como rosas.

El jardín y la fuente y la estatua desnuda,
el beso aquel tan dulce, tan largo, tan sencillo;
y la luna de entonces, tan vagorosa y muda,
amanecen si brillo.

Mi juventud varada. Y están sus velas rotas;
las hojas de su otoño muertas, pisoteadas,
y de aquellas tristezas profundas y remotas
apenas queda nada.

Al corazón de entonces quiero girar mi vida,
quiero vivir la ociosa virtud de los planetas:
constantes, clamorosas, hacia el hombre encendidas
inmensidades quietas.

Habituarme al mundo, hermanarme con todo
para un clamor de olas, de alas y de manos.
Dejar de sumergirme y no averiguar modo
que aumente y dé poder a los gusanos.

Así es mi corazón. Así fue; así lo quiero,
compañero del tuyo y única la herida;
tu corazón y el mío, un sólo pasajero
por tu vida y mi vida.







LA NOCHE PERSUADIDA

Era como nosotros, y sin embargo a todos
desdecía en fervores de huesos sobre luna
por la otra luz, sencilla, del lado verdadero.

Como la luz del astro, desde su alto dominio
se preparaba justo para todo entusiasmo,
confiando a las alas su gravedad alegre.

Estaba con nosotros, y sin embargo era
como el dardo que arraiga dulcemente en el vuelo,
ofreciendo a la vida su calidad más pura.

Al dolor de ser vivo, sin cesar acosado,
sin cesar en destierro, su corazón unía,
e iba dándose libre, y era el gozo de darse.

¿Qué silencio ejemplar sobre su llanto hubo
cuando, huésped herido de la desesperanza,
apoyó su cabeza en la angustia del sueño!

Mas, ¡qué clamor celeste, cuando otra vez desnudo,
cuando sobre el vacío, cuando todo entregado,
descubrió los primeros chispazos de luz nueva!








NIÑO AÚN

No he secado aún el llanto de mis ojos
aún estoy contigo;
me siento en tu regazo como entonces.
Me veo recogiéndote a manojos
los cabellos del rezo y no consigo
apartar de su plata tristes bronces.

Aún estás junto a mí, aún tengo el fruto
de aquel niño que fui con tanta luna,
tanta escarcha temprana,
que rodea, te habla, pero en luto
como en luto el limón, pero ninguna
como a luto me sabe la manzana.

Estoy en la plazuela como un juego
tuyo y mío, asomado a la ventana;
corro, salto, me buscas y te llego
desde mi edad primera.

Aún estoy, como entonces, en la acera.
Tú pendiente a mis pasos,
aún me llamas y vuelvo a la carrera,
aún me vuelvo contigo a aquellos casos.

Aún estás presente: y me veía
tu ceguera temblando, y me llamaba
el carruaje aquel que más corría,
que siempre me cogía y me dejaba;
y la acera insegura,
y la calle mil veces sepultura
entre cuyo temblor resucitaba.

Deja correr mi llanto y mi consuelo.
Mírame como entonces, como era
pequeño entre tus brazos.
Le queda a la tristeza de aquel vuelo
que me enseñaste tú por vez primera
la renovada luz de tus regazos.

Niño aún de tus días, me he quedado
con tu ausencia dormido,
cansado de llorarme para verte.
Y aún más desamparado,
aquel antiguo mundo que he perdido
quiero darlo al cuidado de tu muerte.






PODERÍO DE LA TIERRA

Quizá mis lentos ojos no verán más el sur …”
L. Cernuda


                    ¡Airiños, airiños aires,
                    airiños da miña terra,
                    airiños, airiños aires,
                    airiños, levaime a ela!


Soñaba cuando niño, quizás mis lentos ojos
sobre la estela transitoria de las naves,
como una flecha silbadora y alígera
pasaba el horizonte y su distancia esperándome,
detrás de la fantástica orilla de mi sueño,
entre las calles nuevas de ciudades sin nombre
detenidas tan solo por el muro lentísimo del mar.

Un mar solamente, un mar como cobre derretido,
estercolero azul para tanta miseria
que ronda las trémulas cabañas;
un mar en que se hundan para siempre
las dentelladas secas de los años sin lluvia
y los bueyes que mueren repentinos
con un ojo mirando dulcemente
hacia los campos del crepúsculo.

¡Quién podrá separarme la distancia,
el lento surco de la mirada sin fondo?
¿quién para hundirme heroico
en el resplandor purísimo de un eterno naufragio,
esta música espléndida de mi sueño primero?

Entonces ....
Cerca de mí aúlla el perro de la aldea
lamiendo la dulce herida de mis sienes,
heredero del aire que abandono.

Entonces ...
Campanas, lloviznando como un viento de plumas,
y tú, mujer, tendida sobre el follaje húmedo
que cruje a mi deseo. Tentadora,
te levantas en el río de mi sangre
rastreando la huella de los besos.

Entonces ...
Mi adiós será un pañuelo blanco,
como rueda de manos huyendo lentamente
en la espuma suavísima de un agua sin retorno.

Y tras de mí se cerrará la puerta.
Y dentro, aprisionada, se quedará mi sombra,
y las lágrimas inundarán los últimos
rincones de la casa.

Y yo recordaré que allá
donde la luz es pálida promesa,
fulgor suavísimo de arcilla detenida,
fue tu carne mi vida, madre mía.
Porque tú me buscarás en el eco de mis pasos,
en la huella del aire que dio mi último beso.
Me buscarás en tus ojos cansados, doloridos,
y la ceniza apagada será como mi nombre.

Porque yo seré, no corteza ceniza, madre mía,
polvo oscuro milagrosamente detenido
por una tupida cerca de nervios y de sangre,
allá donde comienza
la ternura indefinida del retorno primero.

Y he de volver, amadas cumbres, encinas solitarias,
lentos arroyos, bosques diamantinos,
quejas de amor para mis pies desnudos.

Cuando allá alimentando un retorno cada día,
clavado por la sangre heridora de los sueños,
coléricos mis brazos batan el hierro vivo,
pasaréis por mis ojos suavemente,
lejanas transparencias, amorosos naufragios,
rumores prolongados en círculos crecientes
que estallan la corteza de mi sueño primero.






CARLOS BARRAL

Carlos:

Entre redes de espanto, sobre ácidos cristales,
entre luz invasora de azar y compromiso,
por un óxido dulce de trenes en destierro
y un alto desarrollo de manos, de actitudes,
por una sed sin término, apenas contenido
en mi abrazo maduro,
con el alma dispuesta a una misma maniobra,
te alejaste entre sombras y derribos celestes.

Y yo, permanecido, bajo una honda capa de silencio,
ajado el corazón por libres esperanzas
que me ausentan maduras, sangrantes, clamorosas,
para usos y designios y voz, indescifrables.

Pero es verdad la herida y tu y yo conocemos
del hierro apasionado la fatal mordedura,
los bosques imposibles y el alma a la intemperie.

Y tu y yo conocemos las garras de la angustia
que hostiles a las rosas y a las aguas yacentes
nos resbalan la lenta claridad de la sangre
tejiendo las dulzuras y deshilando venas.

Nos esperan urgentes distintas soledades
donde llamas embisten la verdad sin testigo
los húmedos rincones del terror revelado
y el ángel carboniza sus alas tiernamente.

Ahora que cae la noche y asfixia golpeando
el posible delito de unos peces insomnes,
ahora que se adelantan los muros del sonido
y corren las almohadas un desenlace atónito;
ahora que doy mi mano para una larga ausencia,
ahora que por la frente, los espejos y el sótano
yerra el sudor del frío,
precisamente ahora,
nos esperan urgentes distintas soledades.

En el sótano cabe y nos cabe en el vaso y en la roja pupila
la cintura enlazada como tibia serpiente,
y la garganta llena de llanto y de ceniza
y el interno cadáver que levanta hecho añicos
el aullado presagio de toda certidumbre.

Deslizábase, verde, sobre el ascua del vino
la cópula del negro bordón de las guitarras.

En el sótano cabe y nos cabe en la mano
una ira estallada por coléricos potros
que galopan ardientes corredores de lava
con las crines dispuestas a oscuras rebeliones.

Deslizábase, verde, sobre el ascua del vino
la cópula del negro bordón de las guitarras.

No tenemos el alba de elección decisiva.
Dependemos por años del interno cadáver.
Esta era la angustia.








CIUDAD DEL LIBRE TIEMPO RECORDADA ....

CIUDAD del libre tiempo recordada
estos que han sido como muertos años
Vuestras recientes amistades
y os pedí silencio de uno en uno
(aquí donde enterré a mi hermana)
Penetra aguda en mi oído
cruza como un galope de llamas por mis ojos,
y a mis manos se arrolla
la húmeda material del recuerdo.

Semillas dolorosas que surgiréis un día
Lebreles que alucinan perseguidos
las antiguas promesas a que nos destinamos.

Éramos el puro nacimiento de la aurora,
los ángeles del cerro matutino,
endureciendo la primera luz del mundo.

Temprano creció el hacha en nuestros corazones
temprano y más profundo que la raíz del alma
nosotros, prematuros y jóvenes mortales
espigas desgranadas de sangre y de ceniza.

Sois hijos de la arcilla golpeada
por una prolongada queja de vacío.

Os sorprendió la vida de repente
en una encrucijada clandestina,
os acecharon los ojos, acechaban
a vuestras manos libres.

Arcilla incandescente que prorrumpe alba
de ser al corazón desde aquí limitado
por calles, muros, rejas, estatuas; y aún
y hacia lo alto
meteoro en carne azul.









SUCESO

Mi cuerpo se ha poblado del llanto mas sombrío.
Todo el dolor del mundo se apoya en esta almohada:
la explosión de la mina, el grito del andamio,
la helada mordedura del metal y la fiebre,
las grietas de la piel, la carne viva
del vidrio y de los altos hornos.

Empapa la sangre sus cabellos, coagula
su alboroto de ramas impacientes
y siento mi sangre agrupada en la nuca.

Estalla entre sus labios un volcán de silencio
y mis labios se cierran como un fruto delirante.

Sus heridas abiertas han manado la sangre
de todas mis heridas.

Aquí, sobre este cuarto, flota un denso escalofrío,
flota el dolor prematuro de los relojes parados,
flotan las espirales de una angustia repetida.

Aquí, sobre este cuerpo cae, circula mi llanto.

Sus ojos apagados, raíces de tiniebla,
me arrastran a los vértigos, al saludo decisivo,
a una muerte, cualquiera, que ha estallado en su cuerpo,
que ha soltado sus manos a edificar el grito,
el horror de la súplica en el último instante.

El suceso se repite como un anuncio desesperado:
todos los labios callan por estos labios,
y toda la luz sangra por la tiniebla de estos ojos.

Cae sobre la tierra su corazón, su garra silenciosa,
y se queda su cuerpo, aquí, junto a mi cuerpo
como una piedra madura, como
un nido abandonado.







CANTO E FUGA DA IRMANDADE SOBOR DA TERRA E DA MORTE

Terra ceibe na espranza nembramos de xionllos
e nembramos ergueitos debruzados na herba
deica a aba do mar
arelamos a loia que devén a cotío
na luzada do abrente a terra non é certo

De diante do cabouco nun queixume sen trégola
agromecen as flairas co lecer dos degaros
malia o eixo furado da moa estarabouza
a dor do derradeiro xiro interminabre

No relanzo do berce a carón das silveiras
xogan orfos os nenos coas xiadas quiobras

Os fillos de Breogán na lareira na artesa
atópanse coa cinza de outas verbas luidas
coas códeas mofadas da broa da costume
co fondo chamamento pra o novo desarraigo

Rota eixada cravouse no cerne dos menceres
sulagouse e perdeuse nun silenzo de augamas

Inda o tempo das nais briza berces valeiros
i envellece no loito das ardigas tafegas
acougando no armario as mazáns recendentes
que uns beizos degoraran anovado recordo

Atendo a terra xira no caos é o meu desterro
e o pulo de xurdir a mais ampra eisistencia
no amor da identidade a eito estremorece
a nova servidume Breogán do teu pobo

Morte vouga agoiramos de xionllos na espranza
e agoiramos ergueitos debruzados na herba
a cabalo da anguria
agoiramos o ouvido tremelido do lobo
nos ruibéns do solpor a morte non é certo

Morte ceibe nembramos terra nosa na espranza
cando a Galicia esbullan Breogán o teu nome
e nembramos ergueitos deica a aba do mar
somentes terra alléa debece a liberdade

Verme a xermola a teima apodrecen no froito
a ardesía laboura do arfado xurdimento

Desfollamos na chaira os derradeiros sinos
cando a Galicia esbullan Breogán o teu nome
e brilan as estrelas cingues os bois a terra
non é xa non é nosa
só a irmandade perdura deica os tempos vindeiros

Inda o tempo das nais briza berces valeiros
namentras voa a loia na luzada do abrente

Atendo a terra xira no caos é o meu desterro
e o pulo de xurdir a eito estremorece
coa nova servidume Breogón do teu pobo
a loaira dos Eoas a mais ampra eisistencia

Atende o pobo os sinos da nova servidume
coa loaira das fouces e coa eixada perdidas
cando o estar é unha ausencia doendo na nembranza
deica os tempos vindeiros só a irmandade perdura

Brila a fouce inda quente das raíces dos toxos
afroando furentes labaradas insones
mais logo esmoreceran nun éxodo de espellos
que o vento debalaba na xerfa dos ronseles

A carón das fogueiras lonxe a rente das noites
xogan orfos os nenos coas murchas referencias

Verme e xermola a teima para uns beizos sen culpa
que birtaron a lei do deporvir incerto
apodrecen no froito a ardesía laboura
dun novo rexurdir aos eidos treizoados

As fouces tremelidas nas mans do desacougo
asúan tempos vougos de anguria e desamparo

Irmáns de alléa morte nas insólitas rúas
saúdan desleirados ao perigo das verbas
cando as mans non se fan a iniciada costume
cando o estar é unha ausencia doendo na nembranza

Atendo a terra xira no caos é o meu desterro
coa nova servidume Breogán do teu pobo
cando enmoven os Eoas a loaira das fouces
deica os tempos vindeiros só a irmandade perdura

Inzade a rede o día da morte non é nosa
cunha anada de verbas pra o intre derradeiro
de pé xa non é certo na aba de alén mar
irmáns de alléa morte estivadan a tebra







FIESTRA QUE CRAREAS

Fiestra que crareas
roupa do azar: bordado
o envés do meu silenzo:
na eternidade que agardo.

Lindeiro do entresono,
lenta cifra do espazo
medido nas ausencias
da eternidade que agardo.

Amorosa do límite
para unha luz de paxaro:
meu corazón presinte
a eternidade que agardo.






COMO DEITA O TEMPO

Como deita o tempo o meu segredo
do mañán para sempre
feito de onte, eterno.







Así, como siempre, ellos yerran por el caos
viviente. Tú
le darás la demencia hecha ramos de luz.

De aquí abajo, como siempre, tejen para todo
escalas. Tú
soñarás para ellos libres alas de luz.

Tiran, como siempre, ciegos, piedras al desnudo
azul. Tú
resistirás, sangrando, más alto, con tu luz.










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