viernes, 2 de mayo de 2014

ALBERTO DE OLIVEIRA [11.609]



Alberto de Oliveira

(Brasil,  Palmitaldo-Saquarema, 1859 - Nieteroi, 1937) Poeta brasileño, uno de los más genuinos del siglo XIX. Estudió primero en Nieteroi y a continuación fue estudiante de Medicina y de Farmacia en Río y posteriormente de Leyes en Sao Paulo.

Introducido en la vida pública, desempeñó varios cargos políticos y fue después profesor de Lengua y Literatura portuguesas en la escuela normal y en la escuela de arte dramático de Río. Amigo fraternal de Olavo Bilac, figuró entre los fundadores de la Academia Brasileña de Letras y fue corresponsal de la Academia de Ciencias de Lisboa.

Se dio a conocer en 1878 con unas canciones de clara inspiración romántica; pero ya en 1884 demostraba con Meridionaes haber aceptado los cánones del parnasianismo que contrastaba, sin embargo, con su naturaleza exuberante y apasionada. Siempre en esta línea, en Sonetos y poemas (1885) señala ya haber alcanzado un sólido equilibrio interior y una notable perfección externa.

Siguieron otras colecciones de versos (Versos e rimas, 1885; Poesías completas, 1900, que comprendía producciones editadas e inéditas; Poesías, segunda serie, 1911; tercera serie, 1913; cuarta serie, 1927, y Poesias escolhidas, 1933), algunas antologías y dos notables ensayos sobre el estilo en la poesía brasileña (1916) y sobre el soneto en el Brasil (1920). Fiel a los cánones de la escuela parnasiana, no fue un poeta popular, pero la tierna melancolía de sus versos y su dominio de la forma hacen de él un maestro.






¡Cayás! ¡Y recordar que Laura un día 
(¡Qué día claro! ¡Olor y esplendor era!)
me llamó para que en su compañía
los comiésemos bajo la palmera!
—¿Vamos solos?, le dije. Y la hechicera:
—¿Miedoso de ir conmigo? Y se reía.
Las trenzas se arregló, saltó ligera
de mi brazo a colgarse, y qué porfía:
—¡Corramos! —¡Sí, corramos! —¿Qué apostamos?
Y tras breve señal ahí nos largamos,
corrimos contra el viento que silbaba.
Mas atrás me quedé yendo corriendo,
porque más que la apuesta me importaba
ver su falda volar, como iba viendo.

Traducción: Ricardo Bada

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 Nota del traductor: La cajazeira es un árbol que sólo existe en Brasil, y sus frutos son los cajás, que yo convierto en cayás al traducir, por mor de la fonética.





Cajás! Não é que lembra à Laura um dia
(Que dia claro! esplende o mato e cheira!)
Chamar-me para em sua companhia
Saboreá-los sob a cajazeira!
—Vamos sós? perguntei-lhe. E a feiticeira:
—Então! tens medo de ir comigo? —E ria.
Compõe as tranças, salta-me ligeira
Ao braço, o braço no meu braço enfia.
—Uma carreira! —Uma carreira! —Aposto!
A um sinal breve dado de partida,
Corremos. Zune o vento em nosso rosto.
Mas eu me deixo atrás ficar, correndo,
Pois mais vale que a aposta da corrida
Ver-lhe as saias a voar, como vou vendo.


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Traducción de Adán Méndez


FUENTE ESCONDIDA

Entre unas piedras metida,
Rodando clara y modesta,
En medio de la selva
vive una fuente escondida.

Recelando de ser oída
Tal vez conteniendo un ay,
Casi sin queja o murmullo
Fluyendo va;

Y si es vista, recelosa,
el hilo vivo adelgaza;

y así ignorada pasa,
pasa ligera y miedosa.

Así el alma desdichada
Que ya no cree ni ama,
Un hilo de lágrimas lleva
Sin que lo vean.






DESPERTANDO

Te quiero, ven! si acaso de la neblina
Del sueño puedes deshacer sus formas,
Si no eres sueño tú, si despierto
Puedo tocarte, sombra peregrina!

Con el mismo rostro pálido y apenado,
La sonrisa triste en la boca purpurina,
Con todo eso en fin, de aparicion divina,
Irrumpe de la niebla, tierno bulto amado!

Encarnate! aparece! surge! acude!
Y el cabello de mi frente, ondeante y oscuro,
Lleno de rocíos, húmedo, sacude;

Pero si te duele pisar este funesto
Suelo espinoso que yo piso, imagen pura,
Continúa apareciéndote en mi sueño.






FETICHISMO

Hombre, en vano interrogas
A las sombras inclementes de tu vida,
Qué cielos habita Dios? Dónde esta la región bandita,
El paraíso de los creyentes y los justos?

En vano tus manos tantean temblorosa
Las entrañas de la noche vacía, infinita,
En donde grita la duda atroz, y blasfema,
Y solamente hay quejas y rechinar de dientes...

En la bóveda oscura en vano elevas
Los brazos hacia el Dios soñado, y luchas por abarcarlo;
No hay otra cosa que tinieblas...

Solamente al vacío estrechas en tus brazoa;
Y apenas, un ruido escuchas, pávido,
Que es el ruido de tus propios pasos.









DOLORA

Dizia-me a razão, antes de vel-a:
—“Não vás lá, se não queres ser sujeito
Ao seu olhar que é como o olhar da estrella...”
Fui. E agora a razão me diz: — Bem feito!”

E ardo e choro. E, ebriado de ventura,
Na propria pena que o lacera e rala,
O coração applaude-me a loucura:
— “Fizeste bem!” o coração me fala. 



(Obs. Conservamos a ortografia original, tal como aparece no cartão).

Este exemplar  faz parte de uma coleção de 16 “bilhetes postais” da coleção particular de Antonio Miranda registrada no texto Poesia em Cartão Postal Antigo.



FONTE OCULTA

Entre umas pedras metida,
Rolando clara e modesta,
No coração da floresta
Vive uma fonte escondida.

Receosa de ser ouvida,
Talvez abafando um ai,
Quase sem queixa ou murmúrio
Fluindo vai;

E de ser vista receosa,
O vivo fio adelgaça;
E assim ignorada passa,
Passa ligeira e medrosa.

Tal em alma desditosa
Que já não ama nem crê,
Se escoa um fio de lagrimas
Que ninguém vê...






ACORDANDO

Quero-te, vem! se acaso da neblina
Do sonho as formas desatar te é dado,
Se não és sonho tu, se ora acordado,
Posso tocar-te, sombra peregrina!

Com o mesmo rosto pálido e magoado,
Triste o sorriso a boca purpurina,
Com o todo, enfim, de aparição divina,
Rompe da névoa, meigo vulto amado!

Encarna-te! aparece! exurge! acode!
E em minha fronte a coma ondeante e escura,
Cheia de orvalhos, úmida, sacode;

Mas se te dói pisar este medonho
Chão de abrolhos que eu piso, imagem pura,
Torna outra vez a aparecer-me em sonho.






FETICHISMO

Homem, da vida as sombras inclementes
Interrogas em vão: — Que céus habita
Deus? Onde essa região de luz bendita,
Paraíso dos justos e dos crentes?...

Em vão tateiam tuas mãos trementes
As entranhas da noite erma, infinita,
Onde a dúvida atroz blasfema e grita,
E onde há só queixas e ranger de dentes...

A essa abóbada escura, em vão elevas
Os braços para o Deus sonhado, e lutas
Por abarcá-lo; é tudo em torno trevas...

Somente o vácuo estreitas em teus braços;
E apenas, pávido, um ruído escutas
Que é o ruído dos teus próprios passos!...







A vingança da porta

Era um hábito antigo que ele tinha:
entrar dando com a porta nos batentes
— "Que te fez esta porta?" a mulher vinha
e interrogava... Ele, cerrando os dentes:

— "Nada! Traze o jantar." — Mas à noitinha
calmava-se; feliz, os inocentes
olhos revê da filha e a cabecinha
lhe afaga, a rir, com as rudes mãos trementes.

Uma vez, ao tornar à casa, quando
erguia a aldrava, o coração lhe fala
— "Entra mais devagar..." Pára, hesitando...

Nisso nos gonzos range a velha porta,
ri-se, escancara-se. E ele vê na sala
a mulher como doida e a filha morta.



OLIVEIRA, Alberto de.  Poesias escolhidas.  Colligidas e prefaciadas por Jorge Jobim.  Rio de Janeiro: Civilização Brasileira Editora, 1933.  324 p.   13x19 cm.  Col. A.M.


Sob um salgueiro

Dorme uma flor aqui, — flor que se abria,
Que mal se abria, cândida e medrosa,
Rosa a desabrochar, botão de rosa
Cuja existência não passou de um dia.

Deixae-a em paz! A vida fugidia
Como uma sombra, a vida procellosa
Como uma vaga, a vida tormentosa,
A nossa vida não a merecia.

Em paz! em paz! A essência delicada
Do anjo gentil que este sepulcro encerra,
E' hoje orvalho... cântico... alvorada...

Sopro, aragem do céo, talvez, que o pranto
Anda a enxugar a uns olhos cá na terra,
Doces olhos de mãe, que o amavam tanto.






ALBERTO DE OLIVEIRA, um dos maiores poetas do Brasil, quase não dedicou atenção aos temas cômicos. Todavia, se o quisesse, teria enriquecido as nossas letras com admiráveis sátiras, como esta, que fez na sua adolescência:



Extraído de:

TIGRE, Bastos; SOLDON, Renato.  Musa gaiata (Antologia da Poesia Cômica Brasileira). Edição completa.  Rio de Janeiro: Editorial Unidade Limitada, 1949.            130 p   [CONSERVANDO A ORTOGRAFIA ORIGINAL]

 [poesia cômica – poesia humorística – poesia satírica ] 



                                               NOVA CARTA...

_Entra-lhe em casa quando quer,
e é uma flôr sempre, um m'mo novo
                        para a mulher;
saca do bolso uns versos, lê.
para ela ouvir. Murmura o povo,
            e êle não vê...

À mesa ajeita-se a ficar
juntinho dela. E é todo dia
o mesmo olhar ...
Olham-se apenas? Ninguém crê, 
que os viriam já (e éle lo vio,
pois nada vê).

Bôcas unidas, no jardim,
em beijo que os desvaira e inflama...
                        Só falta, em fim,
um belo dia surpreender
juntos os três, na mesma cama...
                        E êle sem vêr...





1 comentario:

  1. Aquí,
    serenata de una noche
    en la que duermen hasta las hormigas,
    a poca distancia de la gran urbe
    por la que pasa el río Turia
    todo es igual
    a lo que ocurre ya sea en Almansa
    o en el puerto de montaña de las Cabrillas.
    La bola del mundo gira
    y en su ímpetu y según la ciencia nos avisa
    la tierra se mueve y achata
    como si estuviera sobre el yunque de un herrero
    y el martillo con el que se le pega
    lo hiciera de forma concienzuda.
    Sobre esta tierra
    tan desprotegida y convertida
    en un gran basurero
    de materias inservibles para nuestras vidas
    nosotros los humanos nos amoldamos
    a fuerza de cambiarnos de camisas.
    No creo en otra cosa que no sea
    lo que toco, veo, siento y gusto
    con la lengua impregnada de saliva,
    todo lo demás me resbala
    como si fueran pompas de jabón
    sobre el suelo de una ducha.
    Volver al misterio de la palabra
    y hacerlo para cuando todavía
    hay tiempo para cambiar
    todo lo que se nos viene encima.
    Salir a la calle para lanzar al mundo otras teorías
    más reales y más humanísticas
    sin necesidad de que sean las ecuaciones y las divisiones
    por un número indeterminado de cifras
    las que marquen nuestras vidas.
    Todo es posible. Así lo niegue Dios. Así el diablo cojuelo se ría.


    Autor: José Vicente Navarro Rubio

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