jueves, 31 de julio de 2014

TITO MANFRED [12.595]


TITO MANFRED 

Seudónimo de Tito van Battenburg
(Nacido en San Marcos de Arica, CHILE   1983) Poeta y editor chileno. Licenciado en Lenguaje y Comunicación en la Universidad de Tarapacá. Ha publicado el libro La Danse Macabre (Cinosargo Ediciones, 2010) y la plaquette Musarañas (Cinosargo Ediciones, 2010). Textos suyos han aparecido en revistas de Chile y el extranjero, como Delirium Tremens, Letras.s5, Cinosargo, Groenlandia y Mondo Kronhela, por mencionar algunas. Fue incluido en la antología de jóvenes poetas chilenos Un poema siempre será nada más que un poema (Revista Groenlandia, 2010). Ha participado en lecturas, recitales y encuentros de poesía en distintas ciudades de Chile y Perú. Leyó en el 2011 algunos de sus textos para la desaparecida radio La Nación. Ha formado parte de diversos talleres literarios, entre los que destaca el Taller de Poesía y Edición (2009), de los poetas Gladys González y Raúl Hernández. Dictó en Arica a fines de 2010 el Taller de Poesía Lyrics. Durante ese mismo año participó de la organización de La Guillotina: Primer Encuentro Tripartito de Escritores y Editoriales Independientes de Perú, Bolivia y Chile, y condujo junto a otros autores el programa radial Acné, en la radio Universidad de Tarapacá. Dirige La Liga de la Justicia Ediciones. Actualmente, se encuentra trabajando en sus próximos libros, los poemarios Fría Ciudad en Llamas y Dulce Paria.



despiertas por las mañanas
y no ves a nadie a tu lado
y te levantas a sabiendas
de que el día nada bueno te depara
pero te conformas con tu soledad
de quiltro guacho y sarnoso
solo como un perro dices
con orgullo porque crees
en la sabiduría de esas
criaturas solitarias
pues déjame decirte amigo
que no hay animal
más estúpido que un perro

y sin embargo escribes
le das duro a esas teclas
como un púgil al borde del retiro
quemando sus últimos cartuchos
sobre un cuadrilátero
que sólo supo de derrotas por nocaut
mi vida no fue un completo
desperdicio murmuras
desde la lona mientras Salieri
cuenta hasta diez con el rostro
hinchado de risa

ahora no me vengan a preguntar
de qué sirve tanta sanguijuela
dando vuelta





Dónde está Karina Paredes

Karina jugaba a corchetearse los párpados
decía estar harta de verse reflejada tan fielmente
en el charco de orina que le servía de espejo en la ruta
cuando sin ni uno regresaba a pie de la universidad

Karina jugaba a abrirse los ojos con una gillette
decía no haber visto nunca el nacimiento de una flor
que por eso no le quedaba más remedio
que hacer florecer claveles negros en sus ojos

Karina jugaba a hacerse cortes en las piernas
decía que le era necesario trazar surcos en la carne
como recordatorio de los sueños que modelaba
con plasticina azul imaginario mientras dormía

Karina jugaba a arrancarse las uñas con un alicate
decía si algún día amaneciera enterrada viva
preferiría no tener con qué rasguñar en las piedras
la canción que nunca nadie me escribió

a veces creo verla de sonámbula por la calle
arrastrando su corazón pegado a la suela del zapato
la sigo por infinitas cuadras sabiendo que no es ella
pero con la certeza de haber podido quererla tanto

de Fría ciudad en llamas (inédito)





YO, TEXTO 

«Sometimes when this place gets kind of empty
Sound of their breath fades with the light».
Under the milky way – The Church.

Muero, de miedo muero, muero de miedo... por algo.
Aferrado a la última rama de la arboleda imaginaria, tiemblo.
Yo no quiero más vida, pero qué miedo esto de morir. Y qué
mal lo hago, joder. Una vez..., pero fracasé miserablemente,
como en todas las demás cosas. Un puñado de antidepres y
una botella de aguardiente no bastan, ¡no bastan, lo sabes bien,
hierba mala! Anda, tú, quien seas, degüéllame tiernamente
mientras me coloco los audífonos, degüéllame con el cimbrar
de trece sintetizadores del ‘80.
Muero, de miedo muero, muero de miedo... por algo. Corro a
encerrarme en mi cuarto de verde mal pintado, corro a bailar
canciones imbailables en horizontal. No, no es un ataque de
epilepsia, de este modo bailo yo. No, no es un llanto de
pendejo malcriado, de este modo bailo yo.
Cierro los ojos y ya no soy yo sino tú, aquel niño obsceno con
rouge en los labios; cierro los ojos y ya no soy tú sino yo, aquel
niño obsceno con rouge en los labios; cierro los ojos y ya no soy
nadie sino todos, aquel niño obsceno con rouge en los labios.
Y aquí, afiebrado de tanto bailar canciones imbailables en
horizontal, me hallo haciendo la pantomima del artista,
articulando en silencio la jerigonza de rigor: que la nueva
poesía chilena, que el neobarroco, que el post-punk, que
Rimbaud, que las influencias y la concha de tu madre. Es
cierto, escribí un par de poemas que no fueron del todo
bodrios, pero cuán lejos estuve de ser un pequeño Dios, un
rocker de 23 pendiendo de una soga púrpura, un alcohólico
from Los Ángeles, California...
Ahora es cuando me confieso materia, me confieso texto. No
soy más que la encarnación de unos versos, el poema que a
diario escribe ella, la Poeta.






Puto Chile, es tu cielo pálidamente azulado

ésta es la Ilíada de Chile
largo y angosto falo de tierra
en donde se gesta un poema fallido
una eyaculación precoz en el ano del pueblo





Avioncito de papel surcando los cielos de Chile


I

Escribir: “pendeja,
tengo un cáncer llamado Soledad”
Escribir: “pendeja,
mastúrbame el frío litoral de mi cuerpo”
Escribir: “pendeja,
soy el hueso roído del perro salvaje de las infancias”
Escribir: “pendeja,
poesía es todo lo que quise y nunca tuve”



II

(...) por eso, porque nunca aprendí a traducir el fuego y estas escrituras son la constatación de ese fracaso, esta noche simplemente me sentaré a dibujarte con un crayón rojo el desastrado contorno de mi corazón. Luego, haré con él un avioncito de papel que haga el resto del trabajo.






No me soporto 

era marzo del año acostumbrado
y la tarde moría bajo los pliegues de tus ojos
casi incorporado al mobiliario
escuchabas a Joy Division
Ian Curtis te anestesiaba y entre líneas creías
oír su réquiem inacabado
sabías que en un jueves
ceniciento como éste nada sublime emergería
desde tu imaginación de cloaca
pero tu pluma insistió
eras algo así como un hombre-lobo
en un París agriado
un perdedor de tonalidades gris y pastel
recordabas al encantador Sebastian Cole
y comprendías que
el cine no se cansa de mentirnos
ciertamente nada tenía de
cinematográfica tu descomposición
y te odiabas tanto que habías resuelto
dejarte aplastar por la marcha de las manecillas
funerarias que ensayaban
el zumbido del tiempo detrás de cada paso
por ti abortado
quisiste desentrañar la edad del polvo
y entendiste que para ello
tendrías que escarbar
en lo más profundo de la náusea
ya era noche de marzo del año de siempre
cuando leíste en voz alta
este poema que escribiste mucho antes que yo
no era la gran cosa pero ¡eureka!
si lo recitabas a diez palabras por segundo
y con Shadowplay de fondo
el auditorio imaginario te aplaudía de pie





PULVERIZACIÓN DE LOS ÚLTIMOS PUDORES 

Y adheridos a la genitalidad de la noche, arremeten el vértigo
y el alcohol y el alcohol y el alcohol... Entonces, aunque no lo
creas, la cerveza (esa sangre constante) parece humedecer la
rotunda aridez del desierto que nace y se dilata al compás de
mis pisadas de eterno vagabundo. Mueren las formas no
enardecidas, mueren los sortilegios de media tarde, mueren
los nardos prolijamente recortados, muere la gravedad de las
cosas, mueren las espesuras, regurgita rosas sobre sí misma la
palabra comunicante, resucita por enésima vez un Cristo
Estrella del Porno embriagado por el éxtasis de montar un
caballo florecido... y yo, que persisto y recrudezco y río en el
espectáculo de mi sollozar de pajarito estrellado, simplemente
yazgo sobre la alfombra que tejí alguna vez con hilos de saliva
de ajeno carmesí. Ay, esa promesa etérea, esa predicción de
niño-cometa... Que la erre no nos exilie de nuestro lecho
descarriado.





LOVE LOVE LOVE 

«Love, love
I’d really like a small part of it
Oh love
I can’t believe the word ‘love’».
Love, love, love – The Organ.


love love love es el título de la canción / que reproduce en
colores / mi corazoncito estéreo
adhiere a mis labios la corrosión de los tuyos / haz la
reescritura / de las dimensiones de mi boca
love love love es el título de la canción / que reproduce en
colores / mi corazoncito estéreo
las cosas más dulces están hechas / de infinitos átomos de
tristeza / amoratado amorcito retorcido amor
love love love es el título de la canción / que reproduce en
colores / mi corazoncito estéreo
ya no me queda garganta ni lengua / de tanto gritar tu nombre
de afuera hacia adentro / de tanto pirquinear la fonética
amarga de alguna voz similar a la tuya
love love love es el título de la canción / que reproduce en
colores / mi corazoncito estéreo
las mañanas se suicidan se tiran del Morro / pero caen fuera
de mi caja / de galletitas que yo no sé
love love love es el título de la canción / que reproduce en
colores / mi corazoncito estéreo
la noche muere y yo me libro de las connotaciones / la noche
muere y soy tan pornográfico como puedo ser / te amo tanto
tanto pendeja mía plena de luna





ARTE PROTEICA 

Yo que soy un Dios acabronado
escribo para chuparme el pico
sellarles las fauces
y reírme de todos ellos
del rebaño psicodélico
de las perras del nuevo avant-gard
de la bastardía enmudecida
de los centauros que bien machacan
la ceniza que delinea
la aureola que corona
los hipocampos de la máquina
que teje y desteje arañas
mientras me excuso de jamás
poder salirme de mí de mí de mí
desde lo más profundo
desde la superficie del texto
en que describo los siete negrores
de mi arco iris monocromático





Momentos cruciales
Presentación del libro La danse Macabra, 
de Tito Manfred

Por Felipe Ruiz 


En estos precisos momentos, mientras nosotros nos encontramos hablando de literatura, conversando, departiendo, se vive una cruenta masacre humanitaria en Siria, y aún más, una casi inminente guerra entre Turquía y Siria en estos años ya de primavera árabe, como le hemos llamado en Occidente, casi rimbombantemente a un proceso complicado, difícil y que ha terminado con la vida de cientos de niños, mujeres y civiles. Quizás por esto mismo, la pregunta que una vez se planteara Holderlin sigue siendo cierta: ¿para qué poetas en tiempos de penuria? La respuesta desde luego no es fácil cuando el arte se vuelve un adorno vacío en las salas de exhibición, y la literatura, la imaginación, el mundo onírico, se desvanece de ipso facto ante aquello que hemos llamado la realidad.

En efecto, la realidad parece más fuerte que cualquier ficción, y mientras esto ocurre, la poesía parece estar despareciendo. Lo que desaparece desde luego no desaparece porque sí. Pero tampoco, incluso si logramos controlar, medir, evaluar el proceso de su desaparición frente ante nuestras propias narices, podemos sugerir que la poesía es siempre buena y que el solo hecho de ser buena nunca desaparecerá. Lo cierto parece ser lo contrario. Que nada garantiza la subsistencia de la poesía frente a una realidad en ruinas, que nadie tiene su futuro asegurado, ni siquiera lo que apunta hacia la belleza, el estilo, o por último, ese gesto voluntario de amor.

El libro de Tito nos recuerda eso. Es una señal de advertencia. Sin pretensiones de estilo, nos arroja un testimonio de realidad en el rostro. Odia a la poesía porque no puede dejar de escribirla. Y ama la palabra porque la palabra es un bastión donde nos atrincheramos cuando el mundo se desangra y ahí, en un rincón discreto, modesto de nuestra conciencia, ni siquiera de nuestra lengua, hablamos con nosotros con incredulidad, casi con estupefacción, sobre el por qué del dolor, del sufrimiento, de la muerte. La palabra nunca nos abandona en ese instante. Y creo que es desde ese secreto rincón de donde arranca Danse Macabra. Es un atajo de estupefacción, digo bien, un atajo antes de que devenga la transparencia de la racionalidad a ordenar todo de nuevo, a otorgar el control de los poderes, a hacernos sentir, como siempre, liberados de culpa.

En este libro están las huellas de una poesía urgente, nunca preconcebida y mucho menos meticulosa. Es por así decirlo, una poesía inmediatamente posterior al grito, al horror fulminante que nos derriba. Es inmediata y no busca, por tanto, la mediación de un aclarador, de un medio de comunicación, de un crítico. Atañe a nuestra experiencia golpeada y de golpe con la realidad. Con nuestra precariedad, en primer término, y en segundo lugar con nuestra percepción directa, con decisiones que debemos tomar en el momento, como si hubiese sido escrita en un terminal de buses, la poesía de Tito Manfred aborda el caos actual, el desorden, incluso psicológico, de nuestra realidad.

Decía en un principio que la poesía no tiene garantizada su subsistencia. Pues bien, con este libro me queda claro que la poesía debe continuar, no porque sea un acto de amor gratuito y voluntarioso, de los que hay miles, ni porque sea esencialmente buena, pensando en la maldad e injusticia del mundo. Debe continuar casi como un imperativo categórico, simplemente, porque en ese debe se esconde quizás, para nuestra seguridad, una palabra que se esconde como un deber, como un “hazlo”, como un “no lo hagas”, en esa toma de decisiones en que a veces se reduce la mudez de nuestra precaria existencia. Bienvenida pues esta reedición.




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