lunes, 22 de diciembre de 2014

EDWIN GUZMÁN ORTIZ [14.277] Poeta de Bolivia


EDWIN GUZMÁN ORTIZ 

(Oruro, Bolivia, 1953).- Poeta y crítico de arte.
Docente universitario. Cofundador del suplemente literario ‘El Duende’ del diario ‘La Patria’.
Su libro Delirios, ha sido objeto de análisis por parte del Taller de la revista Hipótesis de Cochabamba, el mismo que concluye: “Por suerte, una mala carátula y un titulo no muy bueno no empañan el primer libro de Edwin Guzmán. No es frecuente ver una poesía tan madura y tan rigurosa”.

El segundo poemario, La trama del viento, fue estudiado por Gaby Vallejo bajo otros parámetros, quien definió: “Es una entrada triunfal a la poética boliviana, con la intensidad doliente detrás de la máscara de diablo, y con el viento andino tejiendo el cuerpo y el alma. / Edwin Guzmán ha ganado en comunicación al abandonar ese cerrado surrealismo de su primer poemario ‘De/lirios’. Hoy es menos buscador de formas oníricas y audaces y es más sabio castigando, más doliente reposado y como tal, más filósofo”.
Bajo el nombre de ‘Credo’, escribió: 

“Creo en la dicha que urden las palabras 
y en la preñada muerte que traman en el fondo. /…/
Creo en el poema 
como un sol que sangra a media noche 
como un dios inexplicablemente culpable  
como un juego interminable 
en manos perentorias. 
Nos damos en la triste tarea de cortar versos”.


LIBROS

Poesía: Delirios (1985); La trama del viento (1993); Juegos fatuos (2007).
Antología: La poesía en Oruro (coautor con Alberto Guerra, 2004).




Carnaval de Oruro - 1920

      Detrás de la máscara 
desde la procelosa germinación del mito
entre una cimbreante romería de cirios
y cánticos vesperales
de Itos, de San José, bordeando
el Pie de Gallo
vienen los danzantes.

La ciudad ausente
apenas percibe su paso
unos los miran con desdén
otros —travestidos en piedra
los ignoran
mientras
sus rostros sudorosos 
conocen su destino

Nimbados de metal, sus labios
profieren la historia crispada
de los socavones
sus ojos preñados por la oscuridad
anhelan la estrella de la mañana

La plaza no les pertenece tampoco hacen noticia en los diarios 
sin embargo su paso pesa
y tornasolado
ritma
la doble diabla de la sinrazón
Ni 

por la 6 de octubre
Ni 
por la plaza principal

Bajan

Prolongando la trama del taller artesanal
orbitando a una constelación de pinquillos
entre quenas morenas 
y sibilinas serpentinas

Bajan

Plenos de una indescifrable alegría
con un pedazo de cielo en el bolsillo
con un retazo de muerte que los sigue

Bajan 

Ausentes
de las noches venecianas
del Palais Concert
De las rutilantes prendas 
de Madam Adrien
De ese tufillo a Belle Epoque 
que exhala el Edén

Bajan los mineros
danzan los artesanos
con sus desharrapadas alas de ángel
con sus desteñidas plumas de cóndor
con sus trajinadas botas de k’oyancho
con sus astas rasgando la tarde

Bajan 

Las nubes preñadas de plomo
no pueden contra ese febrero de colores

Mientras
la tez de la prez
la ñufla fervorosa
urden la piel del carnaval 

En una entrada que no existe
danzan los danzantes
sin más testigos que sí mismos
entre escamas de lagarto
siseo de serpientes
copiosamente
amamantados por la fe
flameándose
rebautizándose
resucitándose
en el vértigo de la devoción 

Ceras y sahumerios 
ingresan al templo
mineros y veleros
cocanis y matarifes 
se prosternan
también el devoto olor del azufre

Hasta que la Patrona diga sí
hasta que la Virgen lance una señal
hasta que la escuchen hablar
hasta que la sientan bajar 
y marcharse sigilosa
junto a ellos
hacia los arcos del más allá.




Cuatro poemas del “Kuti” (Conejo) Guzmán, incluidos todos en Juegos Fatuos (Plural Editores).


Apocalipsis

Y Plop!
desaparece Dios
Plop!
Los vivos
Los ex –vivos
Plop!
Los animales
Las plantas
El mismísimo universo
¿Qué queda
ahora
sino un tufillo sacro
un olor
a azufre desaliñado?




Memoria

Pocos antes
descienden a la voz
para posarse
en estos trazos transitorios
Vividos y manoseados
por la memoria
¿Son los mismos que viví?
¿Guardan los mismos rostros?
¿Sus mismos ojos?
¿Su mismo brillo?
Eso
¿Lo indecible?
Escribir es proclamar las máscaras del olvido.





Oficio

El cuerpo es un animal borroso
Refucillo extraviado
en un texto de imposibles orillas
No habito su paz
No cultivo su luz
Apenas
Vago su tiempo
Respiro su trazo
Oficio en su saliva




Despojo

Al anochecer
Me degluto los ojos
Sorbo mi cuerpo
Me cuento los dedos
El pelo
Pliego las alas
El velamen de la piel
Una a una
Guardo las palabras
Acuesto
La lengua
Por las arterias
Torpe corre
Una luz animal
El corazón vaga
Ausente
Entre la batuta
De Dios
En el pozo del yo
Nada cabe
Más que el sonido
Del tiempo










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