jueves, 5 de noviembre de 2015

MIRA [17.378] Poeta de Afganistán


Mira

Tan iletrado como improvisador admirable, Mira, que ni siquiera sabía leer, es uno de los poetas populares más grandes del Afganistán, y, lo que es único, un gran poeta afgano de sangre afgana. Nació en Khalil hacia 1820 y murió en Kabul, a fines del siglo XIX.

A la muerte de su padre, un afridi Kukai, al que perdió siendo muy joven, siguió a su madre, una mutriba de Khalil, música ambulante que iba de tribu en tribu, pagando con baile y canciones el pan negro y la leche con que se alimentaba. A los acordes de la retab, en la armonía de las rimas, el niño aprendió a hacer canciones. Dotado de prodigiosa memoria, no tardó en conocer el repertorio de su madre y en volverse para ella un precioso auxiliar. ¡Cuántas veces el cuadro de la infancia, de la primera juventud y de estos días de miseria negra habrán pasado ante sus ojos, cuando, al final de su vida, festejado, adulado, honrado, no se molestaba, para hacer una sola canción, por menos de cincuenta rupias (cien francos), suma fantástica para aquel país. El nabab de Peschavar que quiso escucharlo en las bodas de su hijo, le pagó regiamente quinientas rupias (mil francos), sin contar los gastos y la indemnización del viaje.

Mira pasó su vida cantando el amor. Sus poemas, coleccionadas por tradición, sólo existen en la memoria de sus discípulos. Una de las más populares, si no es que la más popular, tanto por las palabras como por la música, es "Zackmé". El autor la improvisó en Ravul Pindhi, en la entrevista, famosa en los anales del país, entre el virrey y el emir. "Zackmé" es uno de los rarísimos cantos populares que se han publicado en Asia. Aparecieron en Bombay, texto y melodía, con transcripción latina enfrente y acompañamiento de piano. Es de tal modo conocida en todo Afganistán, que a cualquier persona le basta oír un verso o una medida, para inmediatamente ponerse a cantar y a bailar. Y sin embargo "Zackmé" es un ghazal triste. 
  
  
Zackmé 
Ghazal

¡Qué afligida está mi alma! Los adioses fueron para mí como puñaladas. 
Al partir hoy, Kharo se llevó mi corazón entre sus garras, dulcemente ¡tan dulcemente! 
Y mana la sangre de mi pecho, y lucho, a pesar de todo. ¡Oh! Kharo, soy tu mendigo. 
Mi vida es sólo sufrimientos. ¡Sé mi médico, cúrame de mi mal, dulcemente, muy dulcemente! 
Tu cuello tiene algo de la manzana, tiene azúcar tu boca y son perlas tus dientes; posees 
   todas estas cosas bellas ¡oh! amada mía, 
¡Y me arrancaste el corazón! Por esto derraman lágrimas mis ojos, dulcemente, ¡muy dulcemente! 
Soy el último de tus esclavos. ¡Oh! amor mío, haz que nunca se ausente de mí tu pensamiento. 
Soy el primero de tus devotos. Mañana y noche iré a tenderme delante de tu puerta, dulcemente, ¡muy 
  dulcemente! 
El hombre que cante versos míos con el ritmo de otra canción es un ladrón. 
Cualquiera que sea el asunto de tus versos, ¡oh! Mira, canta por siempre las alabanzas 
  de Dios y procura quitarles sus medios de acción a los que te calumnian.1

1 En un país donde no se edita la poesía, y se transmite simplemente por tradición, es muy fácil para los mal intencionados vestirse con plumas de pavo. De este modo, camaradas poco escrupulosos, después de haber hecho pasar por suyas las canciones de Mira, lo acusaron de plagiario. En el último verso del Ghazal el poeta, recordando el hecho, se defiende públicamente de la acusación y se hace justicia.

A. Thalasso
Poesía de Afganistán
http://www.jornada.unam.mx/2002/03/31/sem-afganistan.html




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