miércoles, 14 de noviembre de 2012

IRENE FRYDENBERG [8375]



Irene Frydenberg (1956, Buenos Aires, Argentina)
Parece que escribo poesía desde los 9 años, es lo que recuerdo. Con el canto no tengo mucho registro de fechas. En los hechos, comencé a estudiar canto a los 14 años y seguí haciéndolo hasta el día de hoy. Ahora también lo enseño y me encanta ver cómo las voces van destapándose y abriéndose junto con la capacidad para expresarse.

Entonces, canto y escribo desde siempre; a veces con suerte, otras no tanto, pero lo que me impulsa es la imposibilidad de dejar de hacerlo. No tengo chance y me alegra que así sea.
http://www.irenefrydenberg.com.ar/





Durmiendo

Verte dormir, digo tu pie buscando delicadísimo mi pie; digo
tu mano
apenas mis dedos yéndose.

Verte dormir, digo correr la almohada como quien echa de sí
los obstáculos;
verte dormir, digo
estar espía de tus respirares y en medio
espectadora indecisa, digo
no desear más.

Verte dormir, digo ir cayendo
arrinconarse
participar del espectáculo
y volver a pelear el sueño, digo
para que no termine el arco de tu presencia que me toca
y se emborracha.

Verte dormir, digo
es el premio que gané en una justa desconocida
que me hace batallar aún hoy
con todos mis soldados derrotados.






Dulce monotonía

No puedo contar a nadie
los idiomas de tu piel

No puedo despreocuparme
ni abandonar
                   la recordada
                                     
monotonía de tus labios







Constancia

Insiste el corazón en errar solo.
Insiste la luciérnaga.

Insiste el árbol, insiste el mar contra las cosas.
Insisten mis manos en dar forma / en desfondar.

Insisto yo
               agazapada
construida raramente y levísima de hierro.

Insiste el corazón en quedar mudo,
insiste en no darse al encuentro / ni a la fuga.







Deseo

Cómo quisiera tu regreso y que fueras el esperado:
lo que se come de a dos
para no ser más este monólogo
loco de ausencia y celibatos.

Cómo quisiera que volvieras para cuidar esa frontera centro de mí
y no ser más
este fantasma
evanescente como ola.

De: "Corte" (inédito)







a mauricio macri 

llevo el nudo de los tiempos argentinos
lo veo atado al nudo del mundo
una historia de desarrollos y ahorcamientos
donde siempre son los mismos
los dueños de la soga

no hay manía ni agresión ni multiformes
es una mirada sencilla
ávida de ver
sedienta de no quedar expuesta al hambre
una forma de señalar mentirosos

llevo en mi bolsillo la incansable gana
la sabiduría:
nada burgués termina bien para nosotros
ninguna indicación del magnate es buena para mi boca
siempre habla para él
construye para él
muestra para él
en su sinergia de mezquino
mi mano solo importa cuando el brazo es el palo que frena la rueda y la intención de desarmar su energía

ellos nos ignoran
pero saben cómo -desde sus calles arboladas-
construir un mundo para que lo creamos nuestro
nada nos pertenece si no es pagando/les
construyendo sus columnas sus menemismos
sueño a gramsci
a nuestro lennin embellecido
sueño un contorno de esta zona
paradigmas americanos indios indigentes aborígenes inmigrantes
para disolver que morimos niños en hospitales por los que nadie da un peso

no podemos con el mar de sus códigos
no tenemos las mismas palabras
no hay entendimiento
estamos en otras calles
escuchamos otras músicas
comemos otras comidas
amamos a otra gente
besamos otras madres
amamantamos a otros hijos
si el género humano fuera uno
este hecho quebraría la uniformidad

tengo gente igual a mí que es distinta
habla otra cosa
y compra reales al cafetero que tampoco se me parece
negocian monedas en su avaricia y nos matan
como si fuera legal matar la prole

ya lo dice la historia ¿qué harían sin nosotros?
¿a quién venderían sus bagatelas?
nuestro máximo problema es que les somos necesarios
como el peón
como el mediopelo
como el zapatero remendón de su memoria

tengo gente igual a mí que es distinta
habla otra cosa
esgrime su bondad y sale a matar negros
su democracia es para cuando puedan pasan por lavandina a los morochos
y yo odio y sin culpa
odio odio odio odio odio odio
-como ellos odian también y no lo dicen-
nada de malo tiene el odio cuando construye casas
cuando empuja y da fuerza a mi uña
quiero arañar como cuando supimos la verdad
y estropearía el cuello del genocida por su brutalidad y por los motivos de su tarea

digo las clases y los desclases
y digo las músicas innobles y los nobles
arcanos de un mundo mullido en oro
no proponen un comercio desleal
buscan consenso del consenso
donde la elección es entre dos opciones que abultan sólo sus cuentas
no hay lugar para nuestros codos en su mesa
no hay tren para nuestros viajes
no hay canción para nuestra molécula
todo parece necesitar la aprobación de sus muslos millonarios
y a la rastra
el mediopelo de esta emperifollada ciudad canta loas al rey de los paparulos








diarios del domingo

a distancia corta larga
leo los diarios del domingo
me place no me place

tengo un mate ahogado en la mesa
lo mismo que el recuerdo del teclado en agua
y un no hacer de mis rodillas / amortiguando

hablan me hablan los diarios del domingo
mientras lamo la tortuga de mi vida
y el llanto calciforme de mis hombros no sustenta
no levanta no legaliza
esta vejez en medio de la tarde

palabra a palabra desentraño
destrono la lateralidad de mis frontales
tengo que hacer un mutísimo silencio para entender lo que leo
trato trato trato
un acuerdo con el esfuerzo que me imprime
pero sigo siendo
para siempre hasta la tumba
en este calor de las palabras
una persona inconsistente






Rastreros

El dolor o la injusticia
la misma cosa en enredos de campestres
dueños de las mañas y las zarpas
con las que querrán ahogar -por siempre-
los bombos de la calle.

Y sedientos, mientras sedientos, se agazapan
prenden sus uñas y escarban buscando
no perder lo que de triunfo en oro creen su sangre.
No importa la muerte, ni los negros, ni los niños.
No importa la delicadísima dulzura del salario.
No importa los salvados del hambre...
ellos son, dicen son los dueños y no resignan ni miga ni bocado.

Y rastreros y muletas y aguerridos los media clase
sacan a lucir sus abanicos para darse fresco en las esquinas.
Tienen miedo.
Andan con sus ollitas de gourmetes desvalidos
abstinentes de dólar y subsidios.

Los media clase buscan parecer
parecen lo que no son
desean lo que no pueden
hablan lo que no saben
y ni siquiera son ricos...

Mientras haya el dolor o la injusticia es donde mejor se sienten:
que paguen los negros

¡para eso estamos!







otra vez perdida

perdida
otra vez perdida
no hallada
perdida y perdiendo

los días del martirio
la seducción del quedo
fortaleza del urso en su silencio
y duelo

perdida
otra vez sin nada
enredada en pasados y venas
silente y mala
la elección es siempre el calvario

perdida
otra vez perdida
no hallada
sin paso que dar
soga y muslo
grasa y ombligo
el paso
el cordón
los manuscritos
el silencio
son todo lo mismo
y repitiendo

perdida
otra vez
demente y jodida
víbora del hambre
calor de los eructos
carroña y lujos del submundo

perdida
otra vez
y no soy otra
soy la misma

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