jueves, 31 de mayo de 2012

6936.- MARÍA MASCHERONI


María Mascheroni nació en Buenos Aires en 1958.  Es escritora y psicoanalista.  Coordinadora de “Martes intenso”, grupo de investigación imposible de explicar. Orfebre. Es integrante del Consejo editorial de Hilos editora. Fue integrante del Colectivo de Acción Poética “El pez que habla”. Coordina, además, con Dolores Etchecopar, el espacio Santo Cielo, dedicado a la poesía y aledaños. Tiene publicados varios libros de poesía, entre ellos: La inevitable curva (1997), Impaciencia de la sed (2001), Jardín (2004)y El cansancio de los hijos, (Hilos Editora, 2011).




De El cansancio de los hijos




casi lastimando
 como al papel de arroz
estrecho
el blanco espacio inquieto
para su muerte

del hombre que había en esas manos
una fragilidad antigua se apodera de a poco

la raíz dio ramas
lloran… la noche las oculta
con delicadeza

avaricia
en el día que muere














padre mío
has quedado en tumba ajena alada y animal
así estremecidos ceremonias y usos
con la generosidad de otra especie la calma parece acercarse

empecinado fuiste y tus hijos

el cuerpo de un pájaro concentra todos tus cantos
y las patas quebradas
a esta tumba -no es altar- vuelvo a llevar mis flores tardías

conozco el lugar     con mis manos fue cavado
con las manos de todos nosotros fue cavado
es que cavamos
para tener donde hincarnos    persignar
para bajar las cabezas y quedarnos sin padre

en este suelo -por dos siglos herido- cada tumba se levanta
borde piadoso y bullente de la tierra alzada

















la cosa llega a uno como caída del cielo
y se tiene siempre presente el peligro

no voy a resumir
veo carreteras saludando nuestra pequeña desgracia como a un         
                                                                                       /comienzo
y dejo a los tiempos seguir su curso, animados
permanezco en esta página convertida en camposanto
en cuna
y de pronto ya no importa y canto una alabanza en voz bajita
olvido el orden de los nacimientos me descalzo y otra vez miramos a los 
                                                                    /ojos y preparamos el vino
y empezamos la fiesta como pichones acosados de esperanza















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