martes, 9 de septiembre de 2014

JOSÉ RICARDO GARCÍA CORCUERA [13.235]


José Ricardo García Corcuera

Vive en Lima, territorio ocupado por el Estado Peruano. Tiene 23 años en el DNI. Es Estudiante de Filosofía en una universidad “X”, y practicante de Chaos Magi(k) en El Colegio Invisible. Es director de la tríada ácrata: Contra-Editorial PRIMATE, Revista PRIMATE, y Tv PRIMATE. Co-Director y Editor en el colectivo de arte urbano Ojos de Papel, poeta y escritor en el Grupo Afasia, y director de la revista interdisciplinaria Monólogo. Colabora como columnista en la revista nudista y psiconáutica Wiña. Es miembro del Círculo de Estudios y Acción Directa Anarquista PROMETEO, y de Los Invisibles. Actualmente dicta talleres gratuitos de Alquimia, Literatura Obscena, Introducción al Anarquismo, Sexualidad Libertaria y Tecnochamanismo. Ha publicado ensayos, poesía y demás bufonada, en diversas revistas especializadas, fanzines, y libros artesanales, con pseudónimos y bajo la lógica de la destrucción del autor.



El invierno me alcanzó con sus ojivas nucleares

El invierno me alcanzó con sus ojivas nucleares
calcinando el pellejo de los niños japoneses
que gritan como maricas por una nueva envoltura de su mierda - llamada humanidad
¿Te imaginas a las madres con las vaginas tan rojas como sus rostros mostrando los cráneos sin pelos?
¿O es que esto injuria algo más que tu belleza, burgués reconchatumadre?
Dime qué tan siniestro es el invierno cuando despedaza tus pies como adoquines calzando dos ojotas
Qué tan fuerte golpea el heraldo en los pulmones de las aves que migran hacia tiempos mejores - ¡Pardiez!

El invierno me ha cerrado la puerta en la cara, como un poste contra el lente, a contra natura, con todos los dientes amalgamados en una costra sagrada sobre los avisos de perros locos y de locos perros:
Todo mi holocausto se ha convertido en el chiste del comediante de Alan Moore.

"Los cigarrillos son insectos que lloran en el silencio de los haikus invisibles de otros poemas..." dijiste mientras yo pastaba tus no's

Y el invierno - en ese instante de fracaso - me ha cerrado como la combi a una ambulancia, ratera, donde todo es odio y pedos y chisme y apetito infinito de los corazones galantes y desesperados por el amor que se seca en tu acera - Tu invierno me ha cercado, me ha cercenado, me ha cenado y cementerizado.

¡Guachimanes del universo! - ¡hombres rata de conos! - ¡matriarcas de ventanas destrozadas por las pelotas de la vida! (que juega a ser niño y tarado) - ¡niños y madres calcinados de Nagazaki! - ¡anarquistas con el alma infante de una lata de atún con la fecha vencida!:

¡Sálvenme! Que el invierno me ha alcanzado, con sus ojivas nucleares.



Una Femme Fatale

Una femme fatale es un cuadro de Magrite, si Magrite fuese una pipa, si el arte - buen arte - realmente fuese una ventana hacia mi puerta, y si del hielo al fuego solo bastara - para caer como un Lucifer enamorado - un picahielos - o un Aldred Jarry disparando contra espejos para ganarse tu atención. Es decir, una femme fatale - que si fuese meloso diría como Becker "eres tú" - es en realidad el azul en el cuadro de Magrite - o cual pintor desees, y más precisamente éste, el de la pipa, que fumo muy sutilmente como indio Sioux pensando - peyote en mano - tu desnudez.




FBI

FBI revienta a puñetes la puerta de mi telo, las cadenas de sus credenciales sisean con voz de virgen ultrajada por carpinteros o ángeles que te preñan de chibolos eludiendo los orgasmos. Se deslizan como desague, por las escaleras, se filtran de los focos en forma de apagón de misios ojos luz de fuego, y se pasan la lengua a mil segundos por segundo como el motor de un auto con nitro, pensando en los monos que somos y en nuestra apacible lucha por convertir el agua de caño en bazucas de ántrax. FBI se te mete por los palos, hasta estos cuartos que hemos marcado con cabras decapitadas y ramos de flores a la pacha; nosotros, el imperio de los contraindicados, los contrabandistas, los rateros de containers, las vestales con cara de sueños de ternuras que dan miedo. FBI avanza más, te queremos cerquita. Te esperamos detrás de todos los teléfonos intervenidos por tu miedo, jovenzuelx chupa-sistema, somos los hijos no reconocidos de Dios, entrenados para hacer a un lado los objetos de la mesa y chapar con la persona que queremos, e incluso, para lanzar los órganos a las pezuñas de tus agentes, y hacerlos tropezar de cara al pavimento. FBI, anuncias el coqueado definitivo de la muerte del amor, y yo - y los últimos pendejos hackers de MilwOrm, planeamos la embestida; mil ojivas nucleares señalando tu propia base militar de esterilizaciones y malviajes. ¡Que abran las puertas de los cuartos, calatos y calatas de todo mundo, MATAD! ¡Vida o Muerte, Vida o Muerte, Vida o Muerte, Vida o Muerte, Vida o Muerte, Vida o Muerte, Vida o Muerte! Porque a tu lado o es el amor o la destrucción. Y porque FBI, tu que esperabas enfriar de un plomazo a dos enamorados, no has encontrado hombres; has encontrado dinamita.




Poema con un plagio final a Brosovich

Si su piel era un embarazo de las canciones del taxi a Magdalena del Mar, una de la FM que clandestineaba nuestro paso testigo por una relación que empezaba a ser formal, debí presentarme al trabajo de librero de 7 a 7 e invitarle con mi primer sueldo unos jugos de mercado y un planeta de flores - como si de meloso no hubiese bastado este surtido, que me costó hasta el pasaje de regreso - y ahora ya no tengo regreso a ninguna parte. Y flaca, te parecerá anecdótico, pero no me disculparé por este tráfico de Lima. Sin tanto semáforo pasando y extranjero malabarista del arte urbanito, dudo mucho que nos haya alcanzado el tiempo para la vida - alcanzado la vida digo, no seas malpensada, para saludarnos correctamente y abrirte la puerta de todos estos telos (en el sentido del griego antiguo de la palabra). Y ya luego, de nuevo, después de todas estas palabras de embustero, regreso a ti con la cantaleta de tu piel, y si tu piel fuera ésto o aquello, y si Magdalena del Mar fuese ahora el destino de este taxi, y ya no el de un puente Grau de Arequipa buscando el menú más barato y sincero, y que si vienes o que si voy o si se hace tardecito para decirte que te quiero. Y en fin, querida, todas estas mariconadas que digo siempre, y que siempre llueven - cuando digo estas palabras.





Ellas se van con el humo

El humo sube y baja por la sendas de Efeso,
textos de Sei en los suelos de tatami
se van ennegreciendo.

Ante los perros
es sin importancia,
ellos juegan y coletean,
en los arcos de los templos.

El humo sube y baja
mientras se asienta en las divinidades
que duermen dentro de los pechos desconocidos,

mujeres que acompañan,
los desvíos hacia las ciénagas,
los charcos, los estadios de fútbol una hora antes de las prácticas;
y las mujeres que se llaman a sí mismas mujeres.

Ellas siempre, dejan los inciensos encendidos frente a tu rostro.

Te convencen, mientras toses,
"vístete de fantasma, con kimono rasgado,
y vete a vivir en cada gruta sagrada;
debilítate,
que esto sí es importante para los perros"

No dejes que aquellas putas sean tu pareja,
que te amen, que te calen en lo más hondo,
del mar, del despeñe, del viento helado en un malecón;
pero que nunca te oren.

El humo sube y baja,
y tú eres el que se queda, siempre, tarde, pronto,
te apagas bajo sus piernas cerradas y amargas.

¡Inciensos malditos, del que eres la leña!

Así,
toma nota,
jovenzuelo, que te denominas jovenzuelo:
mueren los espiritus,
y dejan los hombres
desaparecer sus cuerpos bajo alguna pasión y sumisión a
un tierno ramaje.

Ahora, que eres un agonizante guardían
de un bosque seco e irrecorrible,

Mantén tu orgullo y revienta sus manos
al instante en el que depositen una ofrenda a otra víctima.

Tú, que ahora, eres humo, ¡humea como un viejo quinqué!,
hectoplasma, desde tu última celda, el mismo Tao, y las barrigas de todos los ebrios
que guardan la ternura en sus jaulas
y en sus goznes privados,

Y, cuando estés a punto de ser olvidado y perder tu nombre,
Humea por tí mismo, joven Sei hecha varón,
pues el humo ajeno,
sube y baja,
y ellas siempre,
te dejarán hecho cenizas.




El muchacho del acantilado

Era el muchacho que rociaba un poco de agua en los acantilados
chorritos pequeños de pis que bajaban
hacia la cabeza de los salmones.
En mi cuaderno de caligrafía habían oraciones:
"Los salmones vuelan en las cascadas"
"Los salmones se reproducen en el aire"
Y me preguntaba ¿Vuelan como ángeles o simplemente
saltan muy alto porque así es lo bonito?
Tenía estas preguntas en las clases
y todos se burlaron.

¡Que se jodan los salmones!
Estaba herido,
yo creía en ellos y ellos creían en mí.

Ahora ya ando mayorcito
Ahora veo vídeos de peces en la tele
y sé que los ángeles no existen
y que cuando hago pis en el acantilado
no puedo impedirles que suban hasta mí;
Ustedes casi logran que me mate.

Yo subía todos los días para verlos
Y ahora mis botas y mi sombrero y mi Pul-Lover
se han terminado enamorando de la muerte.

¡Ay qué vida la de un pescado!
No soy más un vaquero - y me da un poco de penita
confesarlo, que
Nunca gané una partida de policías y ladrones
Nunca salvé a una dama en apuros
y si la salvé se convirtió en salmón
y ahora le meo en la cabeza.

Puede que ustedes tengan los datos científicos
¡Pero yo no era idiota! Era el muchacho que amaba estar cerca del agua
el que creía comunicarse con los peces
y el que creía que la cascada era un agujero de negro
por el cual se iba a Plutón.

¿De qué color colorinche son tus ojos?
Otra pregunta que tenía en clases pero que no dije.

Ya estoy mayorcito,
y no encontraré una chica que me ame si sigo pensando
con la niñez, aunque sus ojos me hagan sentir especial.

¿Los salmones vuelan o saltan o son ángeles?
Ya no me interesa esta pregunta,
ya nadie escribe con plumón
amarillo, rojo o negro sobre los arbolitos
y sus hojas en A4.

Aún así he venido al acantilado
¡Sí, he venido al puto acantilado!
y hago pis en la cabeza de los salmones.
Dime tonto, muchacha
¡Dime tonto, Dime tonto, Dime tonto!
Pero, tal vez, si salto al precipicio, pueda demostrarle
a todo el mundo que no estaba equivocado.

http://urbanotopia.blogspot.com.es/









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