lunes, 5 de mayo de 2014

MARÍA TABARES [11.616]


María Tabares 

( Bogotá 1958, Colombia).
Poeta y narradora, cofundadora del colectivo internacional Las Poetas del Megáfono (México) y de la Comunidad del Megáfono (Colombia). Egresada de la Escuela de Escritores de México, SOGEM, ha formado parte de talleres de poesía, narrativa, dramaturgia y guión en Colombia, España y México.
En 2011 recibió el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Museo Rayo y Ediciones Embalaje, Colombia, con su libro La luz poemas de sombra.  En 2010 obtuvo el 2do lugar dentro del mismo concurso con su libro Y cae y suena y nos invade.
Como narradora ha recibido reconocimientos con su cuento Cinco minutos, 3er lugar en el Concurso Nacional de Cuento organizado por la Fundación La Cueva, Colombia, 2012, y con su novela, inédita,  Dibujo en los párpados, seleccionada finalista en el concuro internacional de Novela Corta, Mario Vargas Llosa, Perú. Finalista del concurso nacional de poesía de la UIS, 2014.
Otras publicaciones: Las Poetas del Megáfono, México, 2008; Constelación, Las poetas del Megáfono, 2011, y el cuento infantil ilustrado La tortuga feliz (libro de artista), Editorial La Diéresis, México, 2012 y Álulas, Publicación del Ángel editor, Ecuador, 2014.



En diálogo íntimo con Pablo Neruda

Hace meses  han dejado de zumbar 
las moscas en mi cabeza.
Todas parece han muerto
tras devorar ansiosas el pan sobre la mesa,
las migajas por el suelo.
Ahora, la mesa, la casa, luce limpia.
Adentro, en ella,  en la penumbra de lo apacible
los objetos poesía pura en contraluz, 
hermosos en su lugar.
Afuera, la luz tras la ventana: el jardín, el bosque, la montaña.
¿Yo? 
calma entre la sombras
quieta
muda.






Imagen de una atea

La poesía, una oración
para los no creyentes
Herta Muller


Cae la tarde en el Valle del Cauca.
360 grados de tierra verde.
360 grados de cielo arrebolado.

Un bello ojo de agua y plata,
enorme, boquiabierto.
La luz, derrumbada,
no deja espacio alguno
sin su beso.
La Tierra, una esfera de aire.

Detrás del cielo, Dios
lanza puñados de pájaros
por un hueco.
Por eso llegan de repente
-nadie sabe de dónde-
al ritmo raudo de sus alas.

Son bandadas de quince
de veinte, de cincuenta,
casi todos blancos, algunos pocos
negros.

Buscan el árbol
que para ellos hace tiempo se sembrara.
Olfatean el rastro de su propia mierda
hoja blanca sobre hoja verde,
en busca urgida del reposo.

Me pregunto ¿por qué Dios ya no los quiere?
Por qué nos los avienta
hacia la tierra cada tarde.







Imposible

Busco deshacer los pasos
comprender el recorrido,
pero la lluvia que por estos días no cesa
lo inunda todo y desaparece.

Imposible saber por dónde caminamos.
Cuál fue el infausto recorrido
que nos llevó a la nada.

Sin explicación alguna,
precarias,
veo de regreso las pisadas.
De las cuatro que fuimos
solo hay dos y una
sangra.






Mayo 15 de 2013

55 años.
Cinco años dos veces, no es más.  
Cruzo la puerta. Adentro
un patio antiguo, un jardín.
Al centro una fuente 
con un ángel en mármol blanco
corroído por el tiempo. 
El silencio existe en ese patio, la calma.
Una niña atraviesa corriendo. 
Su cabello es corto, castaño
muy delgado. Quizá tiene ocho años.
No puede verme. 
Juega ensimismada, libre, sola.
Ese patio, ese jardín, esa casa, 
son su casa.
Me reconozco. Soy yo.
Tan cerca, tan en mí, tan inalcanzable.







Transporte público

A ellas: la voz y el corazón que me antecede


Por la ventana vertiginosa cruza Europa.
Orlando y su imagen travestida en el espejo
van en el mismo tren, atraviesan siglos continentes de la mano
son dos amantes alelados escuchándose.
Hace frío.
Tras las ventanas en Bogotá los transeúntes corren
inundados de lluvia y todo luce
un poco triste.
Virgina Woolf ha muerto.
Sentada a su lado
inexistente otra mujer escribe aterida por el frío.
Es francesa. Nacida a orillas del Mekong.
Adelante va su amante
viene de Pekín,  cierra los ojos
la degüella con sus párpados de filo.
Margarita está linda la mar
hace su invitación Rubén Darío
y la Duras suelta su enorme carcajada
en este trasatlántico de lata
que navega por las calles
donde es prohibido fumar y beber
pero ella no lo supo.
Casi todos los poetas han muerto
o están lejos:
La Pavana difunta de Olga Orozco ocupa su jardín
su gata Berenice calla como un “pequeño rumor de mata que se arranca”.
“Voy por ti ahora definitivamente voy por ti”
grita Angelamaría la más enamorada
y Desdea la loca, la que estuvo hecha de carne y hueso,
sucumbe al beso más profundo por arrancarle una lágrima al sol.
En la ventana
el reloj se detiene y ensordece.
Un pájaro negro en bluyín salta adentro de la caja
grita discursos por escuchar brillar las tres monedas.

Sí, los poetas han muerto
o están lejos.

Llueve.







El amanecer

atravesó las sombras
silencioso
se coló por las ventanas
derramó amarillo en las alcobas
despertó a los niños
durmió a los insomnes
y alivió a los enfermos
matándoles la noche.






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