domingo, 17 de marzo de 2013

EMILIO GAVILANES [9463]


«La literatura son los subtítulos de la vida»

Emilio Gavilanes nació en Madrid en 1959. Estudió Geológicas y Físicas, convencido de que iba a hacer grandes aportaciones a la ciencia. Finalmente acabó licenciándose en Filología Románica, tras una “conversión” a la literatura, de la mano de una serie de escritores –Mark Twain, Stevenson, Max Brod, Thomas Mann– en los que, además de los valores literarios y emocionales previstos, encontró algo inesperado: inteligencia. Tanta como en los grandes científicos, a los que tanto admiraba.

Ha desempeñado una buena variedad de trabajos (ha sido ordenanza, ha trabajado en Correos, en un diccionario, ha dado clases de español para extranjeros y de lexicografía, ha sido librero, becario de IBM...), pero confiesa que donde más ha aprendido y más ha disfrutado ha sido en las excavaciones arqueológicas en las que ha participado.

Además de cuentos, artículos, reseñas, e incluso algún poema, en revistas, ha publicado dos novelas, La primera aventura (Seix Barral, 1991) y El bosque perdido (Seix Barral, 2000),poesía, como los haikus de Salta del agua un pez (Comares, 2011), y libros de relatos, La tabla del dos (premio NH 2004) y el último de ellos, El reino de la nada (Menoscuarto, 2011).



Salta del agua un pez, Comares. Veleta. Granada, 2.011






El viejo sirve
leche a un gato. ¿Quién
quedará solo?







Se seca el río.
Su fondo misterioso
son meras piedras.







Lata tirada
en pleno campo. Dentro
crece la hierba.







El pobre insecto
ignora estar subiendo
por el Teleno.







Un gato muerto.
Esta noche la luna
lo mira a él






Cazó un gorrión.
Siente su corazón,
tibio, en la mano.






Frente al estanque
-salta del agua un pez-
dos sillas vacías.







La niña coja                                   
–aún no sabe que es coja–           
juega y se ríe.                                                      







Sobre un coche                              
del parking subterráneo              
dos hojas secas.                         






En una grieta
la uva. Pasan los coches
sin aplastarla.                       







A un lado y otro
–tapia del cementerio–
brotan las flores.







Tarde de nieve.
Al arrancar el coche
asfalto seco.






Baño en el río.
Quieta, limpia está el agua.
Aquí se ahogó un niño.







Pica el gorrión
de la paella que alguien
ha vomitado.






Paró la lluvia.
Y la ropa tendida
sigue goteando.






1 comentario:

  1. Felicidades, Emilio, no sabes cómo me alegro de leer buenos haikus de personas que no conozco del mundo del haiku. Una verdadera sorpresa. Allá que voy a comprar tu libro.
    Un abrazo,
    José Luis

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