viernes, 8 de agosto de 2014

WALTER CURONISY LOSTAUNAU [12.756]


Walter Curonisy Lostaunau 

(Lima, 1940 - Marrakech, 2012)
Walter Curonisy Lostaunau nació en Lima el 23 de noviembre de 1940. Reconocido poeta de su tierra a pesar de contar con sólo 3 breves poemarios, en 1977 “Poema a Allen Ginsberg“, en 1979 ”Los locos por el cielo” y en 1997 “El matrimonio sagrado”. Recién en 2008 lanza su cuarta publicación que reúne sus obras previas y agrega una cantidad importante de poemas inéditos. Este libro, “Rehenes del tiempo” inserta además algunos dibujos de su propia factura y unos otros de Ginsberg. Curonisy es considerado uno de los pioneros en el teatro, la televisión y el cine peruanos. Dada su cercanía con Allen Ginsberg durante la estadía de éste en Perú, se tejió alrededor de Curonisy una suerte de leyenda urbano-poética que de ninguna manera desdibuja la brillantez de su poesía, sino más bien, la confirma. Dada la elevada temática de rasgos religioso-filosóficos que abundan en la poética de Walter Curonisy, un halo de misticismo generado además por una abundante producción poco divulgada, fosforece en la atmósfera del autor. Ginsberg quiso experimentar en la amazonía peruana con el uso de diversas drogas nativas, aventura en la que contó con la compañía de Curonisy. Por aquel entonces, Walter tenía una relación sentimental con Raquel Jodorosky, hermana del poeta chileno Alejandro Jodorosky.


Antes de nacer
a mi madre
le resté latidos
respiración
le alteré el pulso
como el fruto venidero
resta savia al árbol
partículas nutricias
me hice deudor
contraje una deuda
eterna con ella
le carié la dentadura
le arranqué
los más jóvenes cabellos
ya era yo
una quimera enfurecida
sin haber salido de su vientre
un torbellino removiendo hojas
desafiando al universo
ojos de volcán
suavidad de lava ardiente
me dibujó en sus entrañas
desde entonces ya era yo
el águila y la serpiente
y todos los rastros
de las más nobles fieras.


Rehenes del tiempo

Parte de su obra ha sido además publicada en diversas antologías peruanas.
La actividad relacionada al teatro también ha sido intensa, habiendo codirigido con Carlos Tossi las obras “Los negros” de Jean Genet y “La granada” de Rodolfo Walsh. Actuó y dirigió la obra “El ojo de vidrio” de Joe Orton. En la década del 80 reactualizó en Huanchaco, playa de La Libertad, departamento peruano, el mito de Takaynamo, (nombre del emperador mochica-chimú bajo el mando del cual se construyó la imponente ciudadela de Chan Chan, en la actual ciudad de Trujillo, en la costa norteña del Perú) mediante un alegre festival pleno de música y danzas que recuerdan la leyenda del Takaynamo, quien, de acuerdo a dicha tradición, salió del mar, en una flota de balsas, con toda su corte y resguardado por muchos guerreros. No se sabe de dónde vino, pero llegó para fundar el imperio Chimú. Con su llegada, se habría empezado a construir Chan-Chan, la ciudadela de barro más grande del mundo y una de las mejores conservadas. Quienes visitan la ciudadela, ubicada a 30 minutos de Trujillo (capital de La Libertad), se maravillan con los imponentes muros que han superado el paso del tiempo. Además pueden conocer la impresionante Huaca de la Luna, el Complejo Arqueológico El Brujo, así como visitar el Museo a la Tumbas Reales de Sipán y alrededores de Chiclayo.
Walter Curonisy vivió en el balneario de Huanchaco junto a su esposa Elvira Roca Rey, poetisa peruana, en una suerte de exilio voluntario que ellos gustaron calificar como “sanador”. Residieron allí desde el año 1976.



Curonisy Lostaunau, en la fotografía, con su esposa Elvira Roca.

El poeta limeño Walter Curonisy Lostaunau dejó de existir el martes 12 de junio de 2012, en Marrakech, donde residía hace algunos años con su esposa Elvira Roca Rey, según informó la Casa Peruana de la Literatura (Caslit).




Jesús sale de miedo
con una vida más endeble
hacia el terror
atravesando falsedades que lo
expulsan a interiores de amargura
que ni lo acogen
a voces mugrosas de odio
a fatales primicias como
a lugares yermos
a incursiones por el espanto
a pasillos de soledad espantosa
a la demencia de una ciudad
servida a los gusanos
al dolo incruento de los pudientes
rescatados del tedio
sale a perdedor
a la carrera
con lo puesto
sale a las vísceras de la ciudad
igual que a un laberinto
y vuelta a recordar el vientre en su oscuridad.

de Coincidentia Oppositorum





La madriguera atrae como las madres
se viaja por los planetas hacia ellas
sin ningún asco se padece el viaje
la nostalgia de haber sido
un alojado en el vientre
enceguece
torna inmadura al peregrino
¿extrañar a mi madre?
¿extrañar a una muerta como a una cruz?
¿estar clavado a ese madero?
¿ser el Nazareno que busca a la Virgen?
hay una cerrada venganza
de los que no están locos
contra la locura
si todas las noches
un esqueleto odiado con su guadaña
me persigue
en el espectro de mi madre
muerta mucho antes que yo.

de Coincidentia Oppositorum






DÍPTICO DE MARFIL

I.

De todos los cantantes
el más suave
el gorrión
obra en la luz
recordando al mundo
su sentido
su canto
es alabanza para el cielo


II.

Cantos del infierno
cantados por la serpiente
el basural canta
la noche canta
humana es la serpiente
el cuerpo arde sin humor
sin humor arden las lenguas
cae el mundo en llamas
el infierno acrece su canto.

de Los locos por el cielo






El amado no es su rostro Porque el amor
la casa no es su piedra nos hace fáciles y suaves
el sueño no es el almendro leo en su piel
la vida no es la senda mi amada es agua
el vino no es la parra busco en sus aguas
el arco no es la guerra salgo al encierro
el mar no es sus destellos siguiendo el sueño

mi amada mi amada es la que espera
si no entiende la que alumbra en cualquier
acierta parte
si no sabe la más frágil en su huerta
ve
si no habla mi amado es grande
es pura porque es pequeño
si no alumbra porque se oculta
es casta nadie imagina su tesoro.

de El matrimonio sagrado







La vanidad no envejece
cae del alma a la locura
el aplauso inmerecido
es el que más aclama
el que halaga sabe ejercer
su milenario oficio
nadie se libra del Tartufo
que lo aconseja
del Yago que en el sueño lo persigue
el que bosteza ante el aplauso vulgar
y el vituperio
no está perdido
la codicia incrementa la vanidad
por eso nadie más vanidoso
que quien lo posee todo.

de Polvo cósmico







Una vida invisible
se adhiere a mi cuerpo
es una nueva piel
para entrar a la oscuridad
las personas de la noche son otras
comparten la común
conciencia del abismo
al que se vuelve todas
las noches por primera vez
el fondo del abismo atrae
como al niño un pozo profundo
en el que se refleja su rostro
que a la distancia ya no le pertenece
a la distancia ya no le pertenece a nadie
lo tienta la muerte
como una belleza ineludible
hay algo oculto en ella que lo atrae
dentre las arrugas del adulto
aparece la infancia
a reírse como en un espejo
deforme de feria
una vida invisible
se adhiere a mi cuerpo
es una nueva piel para
entrar a la oscuridad.

de Un rehén del tiempo






Ballena blanca tu cólera
está en su fase más oscura
vienes de salto en salto echando espuma
y un chorro de agua azul sobre tu cabeza
los miedosos retroceden ante ti
saben que siempre escaparás de nosotros
tras hacernos daños irreparables
cercenándonos piernas
una que otra mano mal usada
de arponero inexperto
desafiando redes
que otras criaturas de tu especie no eluden
con la rapidez que demuestras en cada cacería
haces interminable tu captura
ninguna de las horcas o de los monstruos marinos
escapa de nosotros
salvo tú ballena blanca
tu rostro horroroso se parece cada vez
más al mío
nos estamos transmutando uno en otro
los grumetes no saben a quien temer más
dicen que mi aliento a vez
es tan infernal que les recuerda al tuyo
amasijo de mar y azufre
de sustancias que hieden a fauces asesinas.

de Ahab





Una que otra palabra más
y he creado una mujer
con pedazos de mar
de noche estrellada
de ardor y furia
ahora mismo la veo
emergiendo del océano
con luna y viento en los cabellos
las razones de fuego
con que ardo para amarla
la locura salta
como un pez de fuego
de sus ojos a los míos
del saber de la demencia
y no el de la cordura
brillo en sus ojos
su sonrisa de loca
esclarece mi infierno.

La poesía es el esplender del alma
la huelo en los sonidos
la paladeo en la piel de mi hembra
mastico sus cabellos serpentinos
mi mano acaricia su cuerpo
lee su historia con la profundidad de un ciego
hurga en los secretos invisibles del paraíso.

de A Elvira Aldonza del Toboso



Los exilios de Walter Curonisy
Rodrigo Nuñez Carvallo | 03/07/2012


Escritor y pintor nacido en Lima, Perú. Estudió sociología en la Pontifice Universidad Católica del Perú y ha publicado “La comedia del desierto” (novela) y “El sembrador de huarangos” (cuentos). Dirigió la revista Umbral y vive desde siempre en Barranco. su Ultima Novela, Sueños Bárbaros, publicada por la editorial Peisa, ha sido acogida gratamente por la crítica.

Lo recuerdo en su hotel de Huanchaco entre libros y conversaciones, tomando vino con crush y viendo el mar mientras me contaba de sus aventuras en Sri Lanka, y de su eterno aprendizaje del teatro. Dormía temprano pero despertaba en las madrugadas para ponerse a leer y escribir. Elvira, su mujer ya no sabía que hacerse con tantas rumas de papel, que invadían roperos y mesas. Incluso debajo de la cama se guardaban decenas de cajas con las cuartillas del poeta.

Curonisy había tenido una juventud exagerada. A los veinte años fue actor y dirigió con Carlos Tossi una puesta memorable: Los negros de Jean Genet. También frecuentó la noche limeña de la mano de Raquel Jodorowsky y fue testigo de excepción del encuentro entre Martín

Adán y Allen Ginsberg en los alrededores del Hotel Comercio. Luego se ofreció a llevar al poeta beat a Pucallpa para probar ayahuasca.

De aquel encuentro con Ginsberg germinó su poesía reflexiva, sencilla e impía



de entre las arrugas del adulto
aparece la infancia
a reírse como en un espejo
deforme de feria
una vida invisible
se adhiere a mi cuerpo
es una nueva piel para
entrar a la oscuridad.




Después el azar y la necesidad lo llevaron a ser galán de telenovela. Actuó en Simplemente María al lado de Saby Kamalich y de Ricardo Blume, pero al poco tiempo partió a España con Elvira, su mujer. Eran los tiempos de la muerte de Franco y la movida madrileña. Allí bebió de la bohemia, de cierta opulencia intelectual a la cual renunció para volar a Oriente. En el sur de la India se acercó al teatro Kathakali, que antecede incluso a la tragedia griega, y que integra danza, música, gestos y muy pocas palabras. Luego, vivieron durante una larga temporada en las playas de Kerala y de Sri Lanka, entregados a la poesía y la contemplación.

A fines de los setenta la pareja se asentó en Huanchaco, por entonces una desvencijada y solitaria caleta trujillana. Allí fundaron un hotel llamado Caballito de Totora lleno de buen gusto y linda vista. Fue como un exilio en su propio país. Ambos detestaban la Lima cortesana, “la demencia de una ciudad servida a los gusanos” y las ligazones familares.

En Huanchaco iniciaron una labor de rescate de los wachaques donde se cultiva la totora, e impulsaron la educación de los pescadores artesanales.  Durante varias temporadas organizaron la representación mítica del rey Tacaynamo haciendo su entrada por mar a las tierras del norte. Pero sobre todo continuaron cultivando la poesía como religión de la palabra, como duro y áspero descubrimiento de la vida. Allí los conocí hace diez años. Walter caminaba con su canasta de mercado por el malecón. Lo abordé en la puerta de su hotel. Le dije que sabía que era poeta y que quería conversar con él. Nadie es poeta si no se muere antes, se justificó con ironía. Me hizo pasar y conversamos toda una tarde. Volví a los pocos días y me invitó a quedarme. Nunca me cobró, pero yo le regalaba mis dibujos que él luego enmarcaba con afecto.

Nos hicimos muy amigos. Cada vez que iba al norte me pasaba por Huanchaco y ambos me recibían con mucha alegría. Me acuerdo de los ricos desayunos y de las largas tertulias. Walter era una enciclopedia de teatro y de literatura. Me bajaba libros, me leía autores. Luego tomamos la costumbre de hacer excursiones y comer en los huariques más escondidos: Puerto Morin, Magdalena de Cao, Moche. ¿Y cuando publicarás tu obra? le pregunté un día. Nunca, replicó. Pero una mañana día me trajo un fajo de papeles y aceptó leerme algunos, y luego como colofón me enseñó unos manuscritos de Allen Ginsberg con el dibujo de un Budha, que fotocopìé inmediatamente.

En su exilio huanchaquino, los Curonisy siempre se rodearon de amigos. Cesar Calvo aterrizaba con frecuencia, y Walter a modo de venganza siempre contaba de sus tropelías por Trujillo, y hasta le compuso un verso que he olvidado, sobre cómo todos los maridos cachudos de Barranco cargaron su ataúd. Enrique Verástegui, Jorge Pimentel, el viejo Garrido Malaver, y tantos otros convirtieron ese hotel en una auténtica casa de la poesía.  Nietzscheano confeso, Walter era un hombre sabio, incisivo y mundano, jamás un moralista. Tenía la amplitud de un gran árbol. Su copa se elevaba tan alta que permitía que otras plantas se cobijaran bajo su sombra.

Poco amigo del autobombo escribió silenciosa y largamente todos los días de su vida. Pero lo publicado no debe ser sino una pequeñísima parte de su vasta producción. Finalmente en el año 2007 dio a la imprenta Rehenes en el tiempo y Lucho La Hoz lo incluyó en una antología entre las diez aves raras de la poesía peruana. Poco después Walter y Elvira vendieron todo, abandonaron Huanchaco, quemaron sus correos electrónicos y desaparecieron de la vista de sus amigos. A Walter le alcanzó la muerte en una desierta playa de Marruecos. Y como anticipándose a ese momento, seguramente le cantó a Elvira:



amiga
ignoremos el alba
no durmamos
el destino nos reserva ya
demasiado reposo
qué es el sueño sino la
imagen de la muerte
perder el cielo
es tornarse cuerdos
y la cordura deplora el corazón

© 2012, Rodrigo Nuñez Carvallo.








No hay comentarios:

Publicar un comentario