domingo, 9 de septiembre de 2012

7749.- LUIS ALBERTO TABORDA




LUIS ALBERTO TABORDA
Nació en La Rioja, ARGENTINA  en 1953. Desde 1984 reside en Tinogasta de Catamarca, lugar que él eligió (y que lo eligió a él) para ejercer la docencia y muchas otras actividades de carácter cultural y de otro tipo. En el campo de lo literario, su producción hasta la fecha comprende las siguientes obras:

-Poemas, sonetos y canciones (poesía, 1986)
-Kakán (poesía, 1992)
-Cuestiones impertinentes (aforismos, 1995)
-Baúl de Letras (canciones, en co autoría con Ramón A. Sierralta, 1997)
-El desalejado (poesía, 2002)
-La quebrada del río de Arriba (relatos, 2003)
-La bala de plata y otras razones (aforismos, 2004)
-Cuaderno de Vida (poesía, 2004)

Ha participado en numerosos encuentros y jornadas literarias en la provincia y en la región. Conjuntamente con Juanita Acosta coordinó el Taller Literario Mamagasta en su ciudad de Tinogasta. Además, es editor de libros y, como si esto fuera poco, tuvo librería instalada: "Kakán Libros", también en Tinogasta. De esta enriquecedora experiencia sólo puede comentar que su efímera existencia llegó hasta diciembre de 2001. 





El oro

(Del libro Habitante de la Paradoja) 

   Sostengo en mi mano
un puñado de vainas de algarrobo.
En cada una de ellas,
en cada estuche dorado,
maduran su sueño las semillas 
Las semillas de algarrobo,
las semillas del sol,
el oro americano. 
Yo no lo sabía pero ahora lo sé:
cada pequeña semilla
es casi idéntica a otra.
Tienen la misma forma
y el mismo color
y el mismo tamaño
y hasta el mismo peso las iguala. 
Por ello, alguien,
un inglés cualquiera,
/ en el tiempo en que los ingleses
eran los dueños del mundo /
pensó que había que aprovechar
esa maravillosa constancia.
Que ese uniforme milagro
debía tener precio y medida.
Y así nació el quilate. 
En las joyerías suntuosas
de Londres o de Roma
o de París y Venecia,
minuciosos orfebres
equilibraron los platillos
para aumentar la ganancia:
de un lado oro, diamantes, gemas sin cuento
y en el otro semillas y semillas
de algarrobo. 
Hoy nosotros ya hemos olvidado
esta historia y acaso nos parezca
que tiene cierto olorcillo a fábula
y no a suceso verdadero.
Pero yo la recupero
porque creo que América es esto:
el despojo más grande del que se tenga noticia
y a la vez la riqueza más grande. 
Por eso entre mis manos
contemplo este tesoro
que no pudieron arrebatarnos:
las semillas del Taku,
las semillas del sol,
las semillas que sueñan
desde su cuna dorada
con el oro de América. 






La permuta

(Del libro Habitante de la Paradoja) 

   Permuto discurso por comida
virginidad por tibieza
acometida por bondad
celofán por césped
globalización por terruño
pintor por pintora
traje de amianto por poncho de vicuña 
Vozarrón por susurro
acomodo por dignidad
facilidad por hábito
interés por curiosidad
niño por dos niños
canto castrato por vidalita
felicidad por fuego 
Armas por aroma
seguridad por imprevisto
visita por residencia
cielo por parcela
cautela por desenfado
conformidad por vértigo
tierras raras por arcilla 
Y a toda tu tecnología de punta
por el vuelo incierto
de una mariposa blanca
   en el medio
del aire transparente 







Mi comarca

(Del libro Cuaderno de Vida) 

   Queda lejos mi comarca,
a por lo menos 1.500
kilómetros de distancia
de la vanguardia más próxima. 
Imagínate haber transpuesto
la gran llanura de Manchuria
o el desierto de los tártaros. 
Para luego surcar el nombre
de un río autóctono,
y dar con un paisaje abstracto
de piedra recortada
contra un telón azul de fondo
de profundo abismo. 
En estos parajes la poesía se reescribe
con fuerza salvaje.
No existe otra opción:
o es la palabra
o es medio millón de leguas cuadradas
en las que solo crece
una planta llamada tola. 
Ni aunque convoques a todos tus dioses
o a todos tus muertos
podrás entender lo que te digo:
aquí debemos inventar
nuestra manera de nombrar el mundo
antes que acabe el día. 
Aquí, ya dos poetas
agotan el repertorio de toda una provincia.
Y si son tres, seguro uno
habrá retirado ofendido
   su saludo
al resto del círculo áulico
por no aparecer mencionado
en la última antología
del territorio. 

No confíes incluso
en lo que te digo
dado que mis percepciones
pudieran estar ya muy dañadas
por la soledad en la que escribo
   en este lugar remoto.
Y quizá viva de ensueños o espejismos,
como aquel personaje de Kafka,
que apoyado en la cornisa de su balcón
imaginaba al mensajero del Emperador,
corriendo implacable hasta su casa. 
Sin embargo, no debo renegar
   (aún) de mi experiencia:
es más procuraré afirmarla
apelando a versos sarcásticos
   u obscenos,
a odas, a ocurrencias inefables,
aforismos, palíndromos o sonetos.
Cualquier recurso es bueno
con tal de soslayar la indiferencia. 
Habito mi sino,
   mi comarca.
El noroeste me devasta. 






El país

(Del libro Habitante de la Paradoja) 

   El país que yo tengo es éste
alto pedregoso indiferente 
El día verde a veces viene
a veces no 
Entonces debemos contentarnos
con lo que hay
en nuestra alforja de quimeras 
Un duende por aquí
un riacho impenitente por allá
un cóndor en la alta cumbre 
Y con esta poquedad
labrar la vida
la palabra 
Exornarla hasta que vuelva
otra vez la primavera 





Syrah

(para el vino de esta tierra)

En la bandera de su sombra
se cobija un dios aterciopelado y dadivoso

Su piel tiene reminiscencias
de la fragancia de la noche
en que Cristo lo probó por última vez

Nosotros lo resucitamos ahora
como sedientos apóstoles bebedores
que pretenden elevar un cauce
-entre la razón y el delirio-
para la eterna victoria del hombre y del cosmos





La permuta

(para la Celia de Guayamba)

Permuto discurso por comida
virginidad por tibieza
acometida por bondad
celofán por cesped
globalizaciòn por terruño
pintor por pintora
traje de amianto por poncho de vicuña

Vozarrón de mando por susurro
acomodo por dignidad
facilidad por hábito
interés por curiosidad
niño por dos niños
canto castrato por vidalita
felicidad por fuego

Armas por aroma
seguridad por imprevisto
visita por residencia
cielo por parcela
cautela por desenfado
conformidad por vértigo
tierras raras por arcilla

Y a toda tu tecnología de punta
por el vuelo incierto
de una mariposa blanca
en el medio
del aire transparente





La olla

(para la dueña de la olla)

Alabada sea la olla
pues en su canto cabe
el de todos nosotros
en este medio mundo proletario

Cuando baila en el fuego
al compás del primer hervor
su aliento nutricio
enardece las sangres

Somos sus hijos
después de todo somos
sus hijos
porque ella es la madre
de la furia del fulgor
del pescado los tallarines
el ponche la mazamorra
y el guiso carrero

Cuando nos vamos
/ y no siempre nos vamos
de la mejor forma o manera /
qué remota queda la olla
qué frío es el mundo
más allá de los elementos
que la concitan
Más allá del recinto de la cocina
donde los astros giran
alrededor de la receta fragante

En las manos sabias
para el aderezo
en la mirada lacrimógena
que piensa mitad en la cebolla
mitad en el hijo que anda lejos
yo encuentro todos los arcanos

Celebro poder decir estas cosas
si las callara mi poesía
no tendría sentido

Viva la olla de los entremeses!
La sacrosanta olla de la ropa sucia!
Viva la olla de mis cuarenta!
Viva la olla de mis cincuenta!
Y la que llega sin remilgos
como el perro fiel de la casa
para que en ella sopemos a la vida

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