jueves, 28 de agosto de 2014

HUGO SALAZAR TAMARÍZ [13.081]


HUGO SALAZAR TAMARÍZ 

(Cuenca, ECUADOR  1923-1999)

Poeta, narrador, dramaturgo y catedrático universitario. El crítico Hernán Rodríguez Castelo precisa: "Salazar Tamariz, incansable en su voluntad de hacer literatura de denuncia e incitación a la rebeldía, edita en 1977 Por así decirlo, que subtitula "variaciones de un mismo texto". Esas treinta y tres "sondas" no son verso y, por supuesto, son lo más antilíricas que pueda pensarse. Pero en ello mismo está su novedad dentro del cuadro de la lírica de esta tercera cuarta parte del siglo en el Ecuador: son la primera empresa radical de prosa anti-lírica (así como es anti-lírica todo un sector de la producción lírica del tiempo)." 

BIBLIOGRAFÍA:

Verso: Transparencia en el trébol (1948); Mi parcela de magia (1949); El habitante amenazado (1955); Poemas desnudos (1958); Sinfonía de los antepasados (1960); Apuntes del forastero (1963); 3 poemas (1968); Por así decirlo (1977). Teatro: La llaga (1963); La falsa muerte de un ciclista. Toque de queda. Por un plato de arroz (1969); En los tiempos de la colonia (1979). Novela: Otra historia del mismo lobo (1964); Algo es algo (1985); Diálogo de una gente intransigente (1988); El libro de las versiones (Guayaquil, 1988). Cuento: Pirañas (1996). Consta en las antologías: Muestra de poesía cuencana del siglos XX (Cuenca, 1971); Lírica ecuatoriana contemporánea (Bogotá, 1979); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990); La palabra perdurable (Quito, 1991).



Hay que extinguirlo
como a los muertos imprudentes 
pisarlo reiteradamente
como a las colillas peligrosas 
esconderlo
como a las colillas peligrosas
esconderlo
como a los parientes idiotas 
meterse en los estremos 
y buscar
deseperadamente 
un antídoto contra el hombre.

("El hombre") 




CANTO SÉPTIMO

IDENTIDAD
A FRANCISCO X. SALAZAR (Mi padre)

Mi país es de fuego domiciliado en sangre 
y en palabra;
un grito transmutado en ola
en ala
y hasta en soledad.
Es un vasto país con eucaliptos 
y dispara a los mitos del azul
su verde dialecto tropical de maraña;
tiene como hombros volcanes con anhelos nevados 
y pesadas montañas de tierra
y de impuestos;
debajo de sus hombres,
de su hierba fidelísima,
de sus gusanos,
tiene el subsuelo abriendo sus alcobas 
y también la cadena de la semilla
y de la mies,
ajenas,

y del ajeno pan en hambre propia... 
Al lado de sus seres
y sus árboles,
tiene ríos inventados por él,
dichos como en un sólo golpe de voz
y algunos,
como el Guayas
o el Esmeraldas,
en el dintel,
hojeando eternamente su marea de peces
y de barcos.
Mi país es un punto de la tierra que se volvió alarido 
entre el mar
y las rocas
y sus gentes. 
Aquí,
en el alarido,
vive su habitante transparente, 
como la buena voluntad,
opaco tal el capricho 
sentado en los recodos del alma
v en los caminos trabajados con las uñas. 
Ama el pedestal,
la pared del viento,
su techo de lluvia
y sol turnándose.
Mastica condimentos dolorosos en su historia 
y edita un diario de trabajo
con los crispados signos de los dedos; 
digiere su memoria
y sus proyectos;
gasta sus zapatos
y su sangre;
desvive su única existencia;
recoge cacao, 
arroz, 
patatas,
el llanto de los niños,
el dolor de las hembras
y el silencio del hombre;
siembra cañaduzales, 
tagua, 
mangle
y un ferviente deseo de elevarse, 
sembrándose a sí mismo,
después de las colinas
y de las tempestades.
Mi país es de fuego derramado,
de oro robado por los yanquis;
tiene árboles
y mujeres frutales,
en cada paso de su cuerpo henchido. 
Mi país es la sílaba tónica
y su acento
el habitante vibrátil, 
amenazado, 
que le viene como a pedir de boca, 
que ama la esquina de su casa,
el año de su boda,
y su pellejo sensitivo, 
tibio, 
irrenunciable. 
Es aquí,
precisamente,
donde enterraron al padre de su padre,
entre el día,
la noche
y el abuso.
En este punto celebraron todos la llegada del hijo, 
un explotado más,
un hombre puesto debajo del centavo,
pero que empujaría la justicia hacia delante. 
Aquí se besaron los novios,
más allá de los padres,
y muy cerca de un fuego que destruye su idioma. 
Este punto es sagrado
como el contorno de mí madre!
A mi país se viene con los pasos lavados, 
con el alma encima del vestido
y vestidos de hombres, 
no como cadenas de empréstitos
o misiones militares,
ni invadiendo,
atropellando el derecho de darnos gobernantes 
de acuerdo con nuestro aire,
nuestra luz, 
conciencia,
necesidad
y tiempo. 
Es un país con luz
y su tiniebla es para hombres 
que duermen no que han muerto.
Es un país de niños que han crecido como el maíz, 
las aves
o el cabello;
que cumple su palabra,
y tiene citas,
experimenta asco,
y siente hambre de cereal,
de mujer
y de justicia!
Mi país es un poco de montañas
que alcanzan para todos los altos de la tierra; 
en ellas está el grito
y en el grito nosotros,
enteros como el día! 
Mi país es la costa, 
la sierra
y su futuro,
los hijos ilegítimos
y el hombre que delinque, 
el pleito de vecinos
y el obrero apresado,
el anónimo muerto en elecciones
y el impuesto que roba la empresa imperialista; 
la hulla,
el petróleo,
la balsa liviana como el aire
y la voz alta;
el sueño de los hijos,
el recuerdo
las sienes del suicida,
el vientre repleto de las hembras,
de los barcos
y de los propósitos. 
Estamos aquí cientos de años,
subiendo la montaña 
y fabricando el día de mañana;
alimentando infamias, políticos
y engaños;
viviendo de discursos,
de congresos inútiles, 
de onerosas deudas extranjeras;
viviendo de empujones,
de llanto,
de protestas.
Pero ésta es nuestra tierra
y hasta el fuego nos toca con caricia si nace de su filo 
y crece en su corteza inundada de siglos ...
Mi país es arena en la ribera, 
un gran río en la niebla
y niebla en la primera hora 
y amenaza de niebla en el futuro;
es también vientre combado
y apretarse de manos expansivas,
y charla de mujeres al umbral de la tarde, 
y palmada cordial en las espaldas,
agua clara en el río,
en la lluvia
y en el vaso casero
y permanente.
Mi país es el lápiz,
el retrato amarillento,
las puertas que chirrían en las noches como gatos en celo 
o moribundos;
es también los pianos,
la ropa lavada,
los guijarros,
la mesa con migajas,
el paseo del domingo,
el alto madrugar del panadero, 
la sombra del árbol o del padre;
el jugo de las frutas
y sus cortezas desoladas
y el hombre que las barre, 
sorbiéndose el alba con sus necesidades apremiantes. 
Es cada nueva huelga
y los reclamos,
el salario ridículo que arde como espina 
en la yema de los dedos;
es la boca del hijo sin sustento,
sin escuela ni calzado;
el campesino sin puentes,
sin letras,
sin descanso,
sin riesgo
y sin domingos;
el empleado con su única comida
y doce bocas; 
el cargador con su ración de insultos,
encallecido de hambre;
y el chofer,
con el sueño,
de eterno copiloto.
Es un laberinto de valles
y montañas,
selvas, 
ríos, 
lagunas;
un laberinto de calles,
destinos
y marcas extranjeras
y terribles esfuerzos nacionales!
Mi país es el mar hecho montañas hacia el lado de arriba 
y hombres por el lado de adentro;
tiene aves parecidas a todos los sonidos 
y formas parecidas a todas las miradas; 
frutos como buenos consejos
y raíces tan hondas como querer ser libres!
Todo el que venga en son de guerra entrará en el rugido; 
tendrá que arremangarse para luchar
con nuestra lucha justa:
tenemos de aliado al sol
que nos alumbra desde adentro hacia afuera!

(De El habitante amenazado)






EL HOMBRE


I

Hay que pegarle al hombre 
darle duro
con algo duro 
ímprobo 
tremendo 
para que diga:
acepto
estoy conforme.
Es preciso correr hasta las llamas
y traerlas intactas
para quemarlo como a la paja
como a los colchones pestosos
como a la maleza. 
Es necesario 
imprescindible 
acudir al acero
y sobornarlo
hasta que tenga forma de cadena 
hasta que apriete
hasta que duela mucho. 
Hay que conseguir piedras
muchas piedras
de variados tamaños
todas llenas de aristas
de puntas
de heridas
para moler al hombre
cuantas veces pretenda negarse 
decir: 
no, 
¡quiero justicia!
Hay que inventarse armas 
tratados 
protocolos 
destruir
sus casas
sus hijos
sus proyectos.
El hombre es peligroso
hay que cortarle
las uñas
desnudarlo
mermar su aire
su agua
su venida.
Desde que apareció sobre la tierra 
caprichoso 
incomprensible 
tenaz
insoportable
negóse a decir: 
sí 
estoy conforme 
acepto.



II

Siempre ha estado poniéndose en pie 
gritando 
acalorándose
imprecando
y queriendo las cosas de la tierra. 
No es posible dejarlo libre
hay que amputar
no sus piernas
ni sus brazos 
sino su voluntad
su fe
su orgullo.
De qué ha valido decapitarlo 
quemarlo 
lapidarlo 
siempre reaparece intacto
exacto 
ceñudo
o tarareando.
¿No es posible crear algo más duro que la piedra 
más fuerte que el acero
más estrecho que la tumba 
más lejano que el exilio?
Si persiste en volver
inmediatamente después de la matanza 
apenas ha sido derribado
después que lo cubrieron con el suelo 
tan luego como lo hicieron trizas
es indispensable entonces
¡reunir toda la ciencia
y castigarlo!
¡Que no se vea más
en parte alguna
su huella...!
Hay que extinguirlo
como a los avestruces
tirarlo por la borda
como a los muertos imprudentes 
pisarlo reiteradamente
como a las colillas peligrosas
esconderlo
como a los parientes idiotas 
meterse en los extremos
y buscar
desesperadamente
un antídoto contra el hombre.



III

¿De dónde habrá salido este ser 
único 
en el planeta
que puede
volverse loco 
reír 
creer en dioses 
opinar 
discutir 
reclamar 
durante siglos
discurrir 
reunirse
y repetirse a cada instante?
Lo malo
anonadante
es que nadie ha conseguido
hacer que diga: 
sí 
acepto
estoy de acuerdo.
Nada lo ha detenido:
ni los dioses
ni la muralla del sonido
ni los celestes hongos infernales
ni los viajes siderales
sin peso
ni los profetas
ni la constante muerte. 
Va consiguiendo todo
poco a poco
pero todo cuanto ha querido 
y hasta lo que ha soñado
o amenazado
¿Y si
después de haber inventado algo
más total que el silencio
más duro
que él mismo 
reaparece? 
¡Este es el gran peligro
supuesto que
si vuelve
como ha de volver
nunca conseguirá nadie
que diga: 
sí 
acepto
estoy conforme...





MEMORIA

Hugo Salazar Tamariz hubiera cumplido el 2 de septiembre 90 años. Este 31 de enero de 2014 se han cumplido 15 años de su muerte.

Teniendo presente que dentro de poco en Ecuador se realizará el 18º Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes 2013, es preciso recordar que su libro Poemas desnudos, en el que se incluyen poemas como ‘El hombre’ y ‘El elogiado’, es un testimonio de su experiencia como parte de la delegación ecuatoriana que participó en 1955 en el V Festival celebrado en Varsovia, Polonia, y cuyo lema fue: “¡Por la paz y la amistad!”.

A decir del poeta Carlos Eduardo Jaramillo son “de lo mejor que se ha escrito en lengua universal contra la paz armada, en nombre de la paz esencial y solidaria”.

Este libro fue publicado en la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1958, hace 55 años, y los poemas que se incluyen son: ‘Declaración’, ‘Epístola a Neruda’, ‘Recado al compañero plural’, ‘La muerte en la paz’, ‘Oración para la niña desoída’, ‘Nosotros’, ‘El camino, Conciencia’, ‘El elogiado’, ‘El hombre’, ‘Poema por los muertos de Oswiecim’, ‘Elogio de la calle Marszalkowska’, ‘Varsovia imponderable’, ‘Carta en alta voz’, ‘Llamamiento’.



‘EL HOMBRE’ (Fragmento)

Hay que pegarle al hombre / darle duro / con algo duro/ ímprobo/ tremendo / para que diga: /sí /acepto / estoy conforme./ Es preciso correr hasta las llamas / y traerlas intactas / para quemarlo como a la paja / como a los colchones pestosos / como a la maleza. // Es necesario / imprescindible / acudir al acero / y sobornarlo / hasta que tenga forma de cadena / hasta que apriete / hasta que duela mucho. // Hay que conseguir piedras / muchas piedras / de variados tamaños / todas llenas de aristas/ de puntas / de heridas / para moler al hombre / cuantas veces pretenda negarse / decir: / no, / ¡quiero justicia! /....


Para el autor, un hecho relacionado con este poema representó quizá el más grande homenaje que pudo haber recibido, al enterarse en 1975, en el Encuentro Latinoamericano de Escritores, celebrado en Guayaquil, por medio de un escritor mexicano que el texto circuló masivamente en las manifestaciones realizadas en México en 1968. Al respecto manifestó:

“Una de las satisfacciones más intensas de mi vida me la proporcionó un amigo mexicano al informarme hace poco tiempo, que para la época trágica de la matanza de Tlatelolco por parte del gobierno de Díaz Ordáz en 1968, los estudiantes y el pueblo habían distribuido con mucho entusiasmo cerca de 15 mil ejemplares de un poema titulado ‘El hombre’, que no tenía pie de imprenta ni nombre de autor, pero que luego pude constatar que se trataba de mi trabajo publicado en el libro ‘Poemas desnudos’. Jamás pensé que mi pensamiento pudiera tener tanta proyección”.

Del poema, Hernán Rodríguez Castelo ha dicho que es “grito grave, altivo, insobornable, frente a una América Latina donde la tortura ha llegado a ser instrumento ordinario de gobierno en ciertas latitudes y los sectores oligárquicos acuden a todo para perpetuar sus privilegios”. Mientras que Rodrigo Pesantez Rodas ha opinado que es “una obra frenética y madura, acariciante por humana y desgarradora por veraz, de verso entrecortado y escalonado”.

Poemas desnudos y el libro El habitante amenazado son considerados sus dos principales obras dentro de la poesía, género en el que se dice que alcanzó sus más altos logros y le dieron la posibilidad de ubicarse como “una de la más altas cifras de la poesía nacional”, en la que “pone de relieve un virtuosismo y profundidad en la creación con una obra comprometida y orientada hacia la libertad, la justicia y la dignidad humana”.

Esperemos que el mensaje de su obra y el testimonio de su vida estén presentes en el festival que se está realizando en Ecuador; que el compromiso con las causas de libertad, justicia y paz sea para los jóvenes participantes los valores por resaltarse, así como lo fueron para Hugo Salazar Tamariz.

A criterio de otro gran poeta, Efraín Jara Idrovo, Salazar Tamariz “fue hombre de convicciones políticas radicales, se mantuvo leal con ellas y a lo largo de su vida luchó por un país donde reine la justicia y la solidaridad humana, premisas y aspiraciones que constituyen, fundamentalmente, la temática de toda su obra”.

Hugo Salazar Tamariz participó en el V Festival cuando tenía 32 años, en toda su obra y a lo largo de su vida mostró coherencia humana y política, fue hasta sus instantes finales alguien que se mantuvo al tanto de lo que sucedía en Guayaquil, en Ecuador y el mundo.

Para finalizar, quiero compartir  este texto que, si bien no aparece en el libro Poemas desnudos, también da testimonio de su participación en aquel festival celebrado en 1955, en el que hay pasajes que aún hoy son de enorme actualidad.


Hugo Salazar Tamariz

  Varsovia, 1955. Sí, Varsovia, la capital de Polonia. Allí, junto al Vístula de suave corriente tersa y apenas rumorosa. Una Varsovia que invita a ser amada entrañablemente. En la cual los restos de la barbarie nazi están todavía a la vista, diez años después de la liberación por el Ejército Rojo, pese a que se ha realizado un trabajo de reconstrucción que sólo dentro del sistema socialista es dable y real. Porque la ciudad destrozada por la crueldad hitleriana, va limpiando las abrumadoras ruinas y convirtiendo la gran urbe de Chopin en una hermosa ciudad de amplias calles y avenidas, de parques inolvidables, vastísimos, que son como el campesino en mitad del tráfico gigantesco de una capital moderna.

  Pues, sí: Varsovia en 1955. Y nosotros, hombres jóvenes de un lejano y joven país, el Ecuador, en ella. Respirando su aire fresco de verano, sintiéndonos como deslumbrados en esta vieja Europa sacrificada en las guerras de rapiña y conquista que durante milenios fraguaron y desataron los explotadores del hombre, las minorías rapaces, lúbricas y ociosas.

  Al comienzo,  en los primeros días, eran difíciles de hacerse a la idea de estar en Varsovia. De haber atravesado el anchuroso Atlántico y gran parte del continente viejo. De haber estado en países cuya economía  no lograba aún reestructurarse simplemente porque todavía los regímenes capitalistas dominaban en ellos. En cambio, desde la entrada en Checoslovaquia, todo cambiaba, el ritmo era diferente, el ambiente otro. Pese, como recalcamos, a los innúmeros problemas que la reconstrucción habían cargado sobre los hombros de pueblos que durante años de años hubieron de presentar una resistencia heroica a los invasores de su patria.

  Más, a poco ya nos íbamos ambientando. Los continuos encuentros con numerosos grupos de jóvenes que llegaban desde los puertos imaginables del planeta, vistiendo muchos el traje regional, se nos iba metiendo en el corazón y en la cabeza, con un sentido nuevo y vigoroso, amplio y de incontrastable sentido y trascendencia humanos. Fraternidad que nacía desde lo más intimo del pensamiento, supuesto que en todos los pechos latía la justicia, la cultura, el bienestar para todos cuantos habitan la rugosa y ardua corteza terrestre, además, en todas las miradas una decisión inquebrantable de entregar la vida y todos los esfuerzos de muchos años a la liberación de capas cada día más y más amplias del pueblo que, en países sometidos a métodos de explotación imperialista, colonialista, capitalista, se debaten en condiciones que repugnan los más elementales principios humanos y de convivencia civilizada.

  Y luego, desde el 31 de julio, el despliegue de espectáculos programados por el Comité Preparatorio Mundial. Espectáculos que incluyen todas las manifestaciones de la cultura y del deporte. Algo que no se puede concebir junto sino en poquísimas y contadas ocasiones. Privilegio que lograba esa juventud de 30.000 personas sólo por el hecho de que en ella había que concitar el amor supremo a la paz, a la coexistencia pacifica de los pueblos, a la visión serena de la realidad que viven los pueblos de régimen socialista que, diariamente, son víctimas de una propaganda interesada y emanada de los servicios de prensa que son apéndices de las grandes compañías financieras, bancarias y políticas de un mundo condenado a morir por el desplazamiento lógico y científico de la historia de los pueblos y la humanidad. 

  En un clima propicio a la fraternidad, a la amistad sincera, al apretón de manos que se da sin reservas, se veía, materialmente, abrirse la rosa de la paz. En las calles el espontáneo carro que entona las canciones que son patrimonio de arte de pueblos en cuyas existencia soñamos como una leyenda imposible de materializar. Esos rostros plenos de serena resolución y de filial al hombre de toda la tierra, dándose en sonrisa amplia, invitadora, fresca.

  Conciertos, exposiciones, danza, ballet, teatro, cine, los deportes y las competencias juveniles. Los encuentros entre juventudes de Asia, África, América Latina, de Europa y Norteamérica, realizados en lugares abiertos, acondicionados con un gusto exquisito y pleno de sugerencias. La esplendidez de los varsovianos y de los polacos, procurando que los jóvenes visitantes estuviesen siempre rodeados de comprensión, de afecto, de fraternidad. Siempre alguien  listo para guiar nuestros pasos por lugares donde la historia se había detenido en sus momentos “estelares”, a conducirnos a los sitios de más tierna y enorgullecedora memoria para propios y extraños.

  La ciudad abriéndose en un brazo inolvidable.

  Y, a la vez, las invitaciones para ir a los lugares donde la guerra dejó sus fantasmas aterradores, sus huellas profundas, esa sombra de vergüenza interminable, de exterminio, de ludibrio. A esas zonas donde está de pie el ejemplo para todas las generaciones de hoy y de mañana. Allí donde el hombre no puede llorar sino, apretando las manos mordiéndose los labios, sintiendo apretársele el corazón, jura que hará individual y colectivamente todo lo que esté a su alcance por no admitir el paso agresivo de los ejércitos, el estallido de las monstruosas armas nucleares, la devastación de la casa de los hombres, el asesinato de millones destinados al trabajo, a la ternura, al amor, a la vida en fin.

  Quince días del Festival de los estudiantes y la Juventud, por la Paz y la Amistad Mundiales. Quince días que periódicamente se repiten cada dos años, llamados con un toque de fraternidad insuperable a todos los jóvenes, hombres y mujeres, del mundo, a conocerse, comprenderse y respetarse. Gloriosos acontecimientos  llenos de júbilo, de encanto, de sorpresas agradables e inolvidables. Festivales que representan efectivos pasos para la consolidación de la paz en este planeta donde todavía existen fuerzas guerreristas, revanchistas y criminales, atentando contra el futuro de los hombres. Pero la paz vencerá y colmara de felicidad, de progreso, de justicia y cultura a los que vienen después, por los cuales debemos luchar encarnizadamente contra los feroces enemigos.  







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