jueves, 18 de octubre de 2012

EMMA VILLAZÓN RICHTER (8.088)




Emma Villazón Richter

(Santa Cruz, Bolivia, 1983 - 2015).- Poeta y lingüista.

Ha realizado investigaciones en torno a las lenguas originarias del Beni. Actualmente residía en la vecina Chile.

La Razón Digital / Miguel Vargas / La Paz
12:21 / 19 de agosto de 2015
La escritora cruceña Emma Villazón Richter, que hacía un doctorado en Santiago de Chile y que llegó a La Paz para participar como invitada de la Feria Internacional del Libro falleció hoy en el Hospital Agramont de El Alto. Fue internada en ese centro de emergencia el lunes después de sufrir un accidente cerebrovascular en el aeropuerto, cuando se disponía a regresar a Chile, informaron fuentes de la Cámara Departamental del Libro.

Pedro Shimose es uno de los pocos estudiosos que se han detenido en su obra, quien caloró la misma anotando: “Provista de una sólida formación literaria, su poesía, cincelada al calor de las lecturas clásicas, recuerda a Ovidio y Homero, por una parte, y a poetas de la tradición anglosajona, por otra. /…/ Desde su circunstancia, Villazón ha escrito poemas admirables sobre la condición femenina. Poesía ajena a los excesos barrocos y al vértigo de las vanguardias literarias, destila serenidad y dominio del idioma”.
Su poema titulado ‘Compulsión’, dice: “Se hacen cajas de todo tipo, / imágenes de trances, vértigo / desde edificios, el borde de los catres / donde se tuercen extranjeridad / y familia en nudo avieso. / Se hacen cajas de todo tipo, / por los encapuchados con bolsas negras / que violaron a las hijas de un padre; / para la que esperaba que alguien / bebiera de una cerveza negra en su balcón / y se lanzó al abismo, dejando un teléfono cercano. / De todo tipo se hacen cajas rabia / llamas hambre alas que se abren a-las: / poemas en los que un poco no entra”.

LIBROS

Poesía: Fábulas de una caída (Ganador del Premio ‘Petrobras’, 2007).
Lingüística: Una aproximación a la gramática de la lengua mojeña-trinitaria






AQUÍ, ENTRE FRUTOS SALVAJES

Dime ciudad,qué somos entre tus efigies de héroes y tus árboles con serpientes.
Dime tú quién eres, más allá de tu historia de sangre y furiosos jinetes.
Dime, qué hay detrás de tu paisaje de reinados, crímenes y festines.
Dime, quién sabe qué animal fui antes de recorrer tus calles presurosa.
Oh, dime ciudad, que yo entre tus hijos te miro y te miro,
y quizás todo pasar por el mundo sea así:
atarse a la imagen de una plaza con los ojos,
reconocerse parte de un olor dulce con espinas,
ser un poco de río, pradera, niño, pez y violencia.
¡Oh, ciudad de asesinos, pintura de mis recuerdos,
fundida estoy a la raíz de tu aire desconocido!
Haciéndome cargo




En algún lugar, alguien viaja hacia ti,
viaja día y noche.
Anne Carson

Trato de hacer todo con cuidado.
Se me encarga que mantenga la casa en orden
y así lo hago, primero con desesperación, luego sin pensarlo
(sin preocuparme como cuando estoy frente a la luz);
entonces barro las hojas que cubren el patio,
estiro la ropa en sogas, cocino, quito el polvo,
atiendo a los capullos de las jardineras de ladrillos:
velo su crecimiento, su raro sueño de puños cerrados.
Asumo mi tarea con sudor y culpa,
pero cuando boto las conservas vencidas por el inodoro,
me quedo allí parada por varios minutos.
Es un alivio ver cómo el agua limpia absorbe y se lleva todo.
Descanso increíblemente viendo cómo es succionado
el mal olor de nuestras vidas, y emerge de eso que parecía vómito de niño,
una espuma similar a la del mar.
Es difícil estar pendiente de la suciedad, de los restos
que dejamos en los baños, en los platos, en los pasillos,
es como estar levantando lo que el tiempo nos hace a cada minuto
en nuestra intimidad y queda con telarañas en unos rincones.
Realmente es duro, pero cuando veo esa espuma que se ha llevado
lo malo, es para mí como una canción, una que me dará fuerzas
cuando venga la noche
y no tenga otra voz
sino esa con la que contesto el teléfono.

(De: Fábulas de una caída)




Prótesis

Me alimento por mi cuenta,
abro enlatados con una mano: ¡voilà!
y limpio el piso dando saltitos en un pie.
Cualquiera diría que soy un héroe de la pantalla chica,
hijo de una voluntad hercúlea en tiempos de acero.
Pero soy un artista, dibujo con destreza ángeles arcabuceros,
les doy volumen y espíritu sin más ayudante
que una muñeca, bailarina equilibrada.
Nadie se atrevería a descoser la suficiencia
que completa mi mirada de luna voluble,
y observaría el brazo que me cuelga como florero del terror
o nota desencajada.
Fue fácil aprender a saludar de nuevo
— pasarme a la izquierda — la gente desviaba
mi lado negro, mi lado enano, mi lado
monkosh , mi caminar no natural. Los ojos
se saltaban la pérdida, el impedimento,
y yo me fui con ellos: conseguí un cómodo velo
para ocultar mi dificultad, un manto brillante
importado, suizo, y me uniformé al amor.
Con él puedo hablar, es en realidad
mi lengua adoptiva: un instrumento salvador.
Los dedos tiesos no tienen rechazo en las chicas,
con ellos cuento billetes y toco hendiduras
profundas, fronteras apasionantes
de pétalos nocturnos.
Aunque mi voz, mi voz ,
no deja de ser un simulacro.






Ese vicio con plumas

Se parten las paredes.
Podrían derrumbarse y levantarse otras,
pero lo que se hará será maquillar las rajaduras,
curarlas con la capa de un largo vigor.
Alrededor de las hendiduras, la pintura calcárea
se descama y revolotean manchas oscuras dispersas.
Probablemente estuvieron ahí formándose desde siempre.
¿Por qué se las verá tan nítidamente hoy?
¿Cuántas estaciones habrán lamido el cielo
de abajo hacia arriba para que se transparente esta visión?
Cuántas. Pasan como la acelerada secuencia de una película.
Lo raro es ese vicio calmo con plumas
de seguir aguardando un largo vigor afuera.
¿O será esto un misterio de barca que no deja su agua?





Compulsión

Se hacen cajas de todo tipo,
imágenes de trances, vértigo
desde edificios, el borde de los catres
donde se tuercen extranjeridad
y familia en nudo avieso.
Se hacen cajas de todo tipo,
por los encapuchados con bolsas negras
que violaron a las hijas de un padre;
para la que esperaba que alguien
bebiera de una cerveza negra en su balcón
y se lanzó al abismo, dejando un teléfono cercano.
De todo tipo se hacen cajas rabia
llamas hambre alas que se abren a-las:
poemas en los que un poco no entra.








Contra la imagen que le haces                     
dices que su escritorio
vuela desierto oscuro
y que no te animas a entrar en él
miras su interior :  no te convences todavía
es un escritorio vacío pero con los hilos
que tu soledad dibuja necesitada de la sombra della
mejor haz de penumbra clepsidra precipicio acuciante
medusa pasaje infinito de un dónde sin tierra
mejor haz de ella lo que fluye impiadosamente hazla mejor
di que tu mano es el tajo para la voz que tejes de la della
una que corre a un arriba dispersa y que nunca llega
grita mejor que nadie es casa o escritorio
pon su boca fuera del plato de la mesa
piérdela piérdela una dos tres mil veces
no pretendas atrapar lo que no se tiene
grita no hay ningún hogar más que el afuera:
el canto filudo de estar         sin ningún ahí 
      más que
           a    flor   del   agua





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