domingo, 30 de septiembre de 2012

7955.- ALEQS GARRIGÓZ




Aleqs Garrigóz (Puerto Vallarta, México 1986).  Autor a la fecha de una decena de títulos de poesía. Premio de Literatura Adalberto Navarro Sánchez 2005, otorgado por la Secretaria de Cultura de Jalisco. 
Empieza su carrera literaria publicando Abyección (2003). Trabajos posteriores son: Luces blancas en la noche (2004), Perturbación de la mente (2004), La promesa un poeta (2005), Los muchachos (2008), Descargas eléctricas ligeras (2009), entre otros. Premio de Literatura Adalberto Navarro Sánchez 2005, otorgado por la Secretaria de Cultura de Jalisco. En 2006 aparece incluido en la antología Nueva poesía hispanoamericana, a cargo del escritor peruano Leo Zelada. Premio de Literatura 2008 de la municipalidad de Guanajuato. Periodista cultural. Ha publicado poemas en diversos medios impresos y electrónicos de México y Latinoamérica.



TE AMO 

Se extingue el canario, se abate el bosque,
y  la niebla acaba de ofuscarnos el camino
si tu no mano no me confirma su presencia en el terror
de sobrevivir al mundo que nos acosa con manos de exterminio.
Se trastorna el tiempo y puede más que lo imposible.

A veces, a solas con el agua,
nuestra esperanza sueña o alucina.
Grandes praderas parecen murmurarnos
de ese misterio enterrado bajo tierra que es la vida;
y es como si una alta campana de cristal
anunciara el fin de la tribulación,
que El Mal ha sido lavado de la faz del universo.
Tristeza, tristeza derramada de ánforas

como un aceite oscuro y espeso.
La luna es un coagulo de leche en la noche,
las estrellas caen de debilidad
porque los árboles padecen mutismo selectivo.
No debemos seguir respirando un minuto más
un perfume que sabemos no perdurará.

Quisiera ser la enredadera, para ultrajar tu tronco,
y que si de ti me arrancaran,

de raíz fuera dañado.
O que tú te convirtieras, súbitamente, en una hoguera
para así arrojarme a tu melena

y quemarme el pecado de existir.

La garúa no bendecirá el alimento

porque el crisol de todo hechizo está quebrado.
Me recuesto en la era segada del hoy.

Todo sufre un silencio que aturde.

Los cormoranes y otras aves de luto

se posan como centinelas
en la casa que edificó nuestra autocompasión.

Y es que amar es así:
un muerto junto a otro, cenizas sobre el viento.
Y nada más.







EL PRIMO

Desde siempre, hasta siempre
hay alguien semejante a nosotros
en vigilias, pulmones, agonía.
En capacidad de exterminar… o pereza.
Alguien que nos comparte su mirada
para habitar en nosotros
y que nosotros así, le demos vida.

Es un secreto a voces que todos sabemos.

Pero si uno habla de él
se nos vuelve una loza en la espalda,
que si bien, te salva del acribillamiento,
te curva de humillaciones.




A GINA, EN SU LECHO

Abre el libro de la mariposa emparedada
y señala mi nacimiento:
tus manos estrujando mi orfandad
son mi destrucción más hermosa.

Oh bella de las muñecas que sufren,
de los jardines arrasados en lágrimas,
llévame a ese rincón de las pétreas miradas
donde mis anhelos ojivales
alcancen la gloria en su intento.

Nuestra fotografía en blanco y negro
aleteó en la cercana iglesia,
bajo la cruz, frente a la estatua del ángel.
La lluvia torrencial abría como flores
las lápidas del postrero solar.
¿Lo recuerdas tú también?

He desgranado un rosario por tu nombre,
mi hermosa distante, en su féretro de hielo.
He puesto en un cuenco mi amor,
he violentado con campanas el silencio,
he gritado hasta romper los espejos,

he dibujado en los estrechos pasillos
de las catacumbas dos corazones.

¿Hacia dónde huir? ¿A dónde?





DESDOBLAMIENTO DE DOS EN OTRO 

Estábamos juntos; unidos como hojas tiernas
en una constelación de verdores:
el nacimiento que en el vecino reconoce su querencia.
Era la plenitud nuestra única señal.
Y no necesitábamos hablar para comunicarlo.

Todo estaba así dicho:
la blandura de nuestros miembros aún en crecimiento,
el aire que jugaba en nuestras vestiduras haciéndonos reír,
una ligereza que llamábamos Primavera,
esa infancia de trinos y reflejos
y la risa, siempre la risa, como única verdad
evidente, inescrutable.
Así fue el principio.

Pero vino la rebeldía.
Quisiste traicionarme, traicionándote.
No, no era maldad. Era nuestra naturaleza.
Esto que es tuyo, yo lo rechazo.
Tu cuerpo que no es mío no sabrá darme cabida, alojamiento.
Así conocimos la intemperie, desgajados
de nuestro sustento primario, viciosos, probando cada uno
astucias de animales que acechan, que persiguen.
No. No supimos lo que hacíamos. No quisimos saber.

Pero el vínculo,
ese vínculo de los orígenes
nos hacía pensar en el otro, no como complemento ya,
sino como escoria que había de hacer a un lado,
para que el otro pudiera alzarse, lograr la claridad cielo.

Cada uno ha conocido a la vez
la hosquedad de los pequeños despojos,
la mentira como madrastra adoptiva,
el sudor del que se adelanta primero a tender la trampa.

Nuestra historia se va escribiendo día a día
con una tinta más abyecta que el lodo.
Y no sabemos cómo habrá de terminar.

Pero si uno escucha de golpe
en el fondo de la savia que transita por sus venas
-como entre sueños-  un sonido de agua que cae,
una respiración de niño entrecortada,
un murmullo apenas perceptible;
no atiende, da la espalda;
y se va.

No hay más.




POEMA 14 

Esta irrupción es una pista de luminosidad
donde volvemos a patinar de la mano,
bajo los fanales de la apreciación, con el ritmo del candor.

Vive, se revuelve aún en su torre dorada,
lo mejor de mi inclinación hacia ti:
ese sabor a delicada enfermedad,
el beso bajo el puente del último día de la adolescencia,

tu destreza salvándome de pronto de mi mismo,
mi anillo perdido y muchas veces encontrado
en el baúl que compramos a la riqueza, puesto allí por ti
con un gesto de tierna sabiduría.

No saber si volvemos a estar juntos para quedarnos
o si habrá que partir las raciones, decir adiós, viajar otra vez,
hacer la guerra y olvidar traicionando la casa, el nombre,
ese pálido fulgor que llamamos esperanza.

No se me escapa que el amor es una venda
 y que en los labios del compromiso estamos pactados.

Vienes desde tu nuevo bosque de floripondios
hasta mi epicentro en el que en trompo estaba a punto de detenerse.

Pero es menos que burbujas de jabón en el aire
todo lo que pueda tener de objeción.

Apareces y hemos de amarnos nuevamente con todas las aristas…
hasta la desgarradura.





ROSA Y AZUL

Recuerdo: estaba el jardín engalanado de grillos y estrellas 
la noche que explotó en fuegos artificiales; 
el deseo era un trompo que giraba y giraba 
en la entrepierna, más adentro de la carne; 
la piel inauguraba los chispazos fugaces 
que la conducen al extravío;
el aire era un cómplice en tu pelo. 
-Nada importaba: sólo tú y el instante.-

Todo me produce ahora lenta, espesa melancolía, 
un añorar de la pubertad compartida. 

El deseo es, ya, en este punto, 
jugar contigo a la rayuela en aquel patio de la iniciación 
con la consigna de ir perdiendo más y más pudor.. 
Que la lluvia lave para nosotros las tardes convexas, 
olorosas a ladrillo y hierbabuena, 
en las que resbalaremos vez tras vez 
para aprender la sexualidad nuevamente, 
hasta caer desmayados de fatiga 
uno sobre el otro 
ya sin miedo a nada.





LLORAR

Si a todos nos duele vivir; si a todos mata
una duda, un amor, una alegría atroz;
si la fruta se pudre y el trigo se acaba
y las rosas se agostan y el niño crece
y se vuelve ermitaño y hostil…
Quiero decir: Si a doquier que volteamos
un cadáver se trasmuta para generar más vida
y la pezuña de la bestia va hollando la flor
¿Qué somos junto al cielo que no alcanzan las ansias
o a la tierra que se abre para dar paso al magma?
¿Qué es la música que nos distrae?

—Nada. Nada valen ceremonias y concilios,
ni los bosques intrincados de los textos,
ni los empeños de la diligencia y la perseverancia ,
ni las máscaras que usamos para medir la maldad.
Sólo nos queda llorar.

Llorar hasta florecer el peñasco umbrío,
hasta que el desierto vuelva a ser mar. 
Hasta subir en una ascendente marea lacrimal
y alcanzar la luna de hueso, los astros esféricos 
girando siempre en su perfecta órbita de vidrio
y plegar a nuestro pecho el cono de una estrella azul.

Hasta que peces multicolores jueguen a nuestros pies.
Hasta hacer romper las presas, los diques, los muros 
que separan y estancan las aguas inefables de Poesía.

Hasta que la generación espontánea nos diseñe
un hermoso mundo marino de tréboles náuticos,
de algas luminosas y medusas de neón
y seamos como el delfín cósmico que tiene
memoria universal, y alas, para nadar.





PUERTO

Melancólico recinto abierto naturalmente
para recibir a la embarcación grande y pequeña;
para dar hospitalidad a los extranjeros
que traen enfermedades, costumbres extrañas
y dejan un puñado de cobre 
a las sigilosas mujeres que en el suelo
extienden sus muñecas de trapo, sus crucifijos toscos.
¡Qué algarabía de prosapias y de tránsitos!
¡Qué ruido de silbatos y grosería de marino!

Adversaria la marejada que azotará el muelle, 
desanudará las lanchas zozobrando bajo un cielo gris 
de estrepitosas y cobardes gaviotas,
dejará en las redes del paciente pescador pobre
un pez globo boquiabierto de perturbantes ojos
y un nudo de algas ponzoñosas.
Enemiga la tormenta flaqueando las palmeras,
perdiendo los humildes tejidos de los techos
en el océano como una boca voraz abierto.

Áspero este lugar de los adioses
donde los amantes ondean pañuelos blancos
y despiden los barcos que no vuelven.




DEL MAÑANA

¿A qué hablar del mañana imposible
si el hoy nos corroe con su lepra incurable?
Si el ambiente es un siempre un cúmulo de sustancias mortales 
y respiramos sólo para oxidarnos más, y más.
Si siempre, para siempre, caerá la noche sepultándonos,
matando la ilusión, arrasando la esperanza.

El es hoy que se nos va tan lentamente.
Impotentes nos rendimos al naufragio.
El hoy que toca a nuestra puerta exaltándonos,
dejando una carta vacía, abatidos los ánimos.
El hoy cayendo como gotera en el sueño,
como el cabello que se desprende 
cuando te estás peinando frente al espejo.

Porque no hay futuro.

Porque hablar de lo que vendrá
es anticiparnos a querer asir la niebla,
es señalar en el mapa un tesoro que no existe.



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