martes, 16 de septiembre de 2014

VARSOVIA VIVEROS [13.349]


VARSOVIA VIVEROS  

Nació en Santiago de Chile en 1952. Profesora de Música, inició su trabajo literario el año 1976, en los Talleres “Puelche”, de la Vicaría de la Solidaridad de Santiago. Integró la Unión de Escritores Jóvenes de Chile ese mismo año  y fue antologada en “Poesía para el camino”, Ediciones de la Universidad Católica de Chile, 1977.  

Ha publicado:  Las paredes del Día (1985), Tempilcahue (1989), Des-hilvanando (1997), Relatos y dibujos de Chiloé (2001),  Aguas (2006), Lo que cuentan los Abuelos de Quemchi (2007).

Reside en Ancud desde 1978.


De  AGUAS / GOTAS


UNO

Donde confluyen vientos,
Voces temerarias arrastran aguerridas
La herida inicial.

¿Qué pudo hacer el cuerpo perturbado
    En el indeleble umbral del tiempo?

       Lluvia y más lluvias,
Las que mojan y las que sangran.
    Ojo y más ojos
      Más que caer van brotando
        Como enredadera en el silencio.
 Muerte y más muertes de los acorralados
          Habitantes primeros de la patria.





DOS

Palabras y palabras en protestas,
  Mensajes, cabildos, sentencias,
Antiguas palabras acumuladas con estertor;
                        Balbuceos
     en las planicies y bosques,
     entre montañas y nieves
     Los dolores de la tierra,
lo que quedó impregnado en el aire,
               los gritos inocentes
antes, del látigo del entendimiento
         antes, de la sangre
          Brotando por doquier.

Sólo una milésima parte de ellas
     ha de decir la verdad
la que quedó en  las raíces de los árboles
la que se acumula en la sucia memoria
       Después de los hechos.





TRES

        ¡Y qué las alas gigantes
         Se incorporen al cuerpo
         Y de las cenizas renazca
      Cantando voces milenarias
Acopladas en su garganta diluvial!.





CUATRO

Sombras que la noche remece,
Quejumbrosa mano que lleva su esperanza
Se agacha, se esconde,
se hace cristal
Para recibir el último espejismo,
El llamado tímido de los suyos
Hacia fines del siglo
Tambaleante el gesto en el fogón que se extingue
Lentamente
Mirada nada más que no se olvida
Una tan sólo
Y desplegando el lienzo memorial
Hacer de cuentas
Que en la canasta, el bulto, o la cartera
Caben todos los mundos imaginables
Para que ellos pasen a formar parte
Del ahora aquí, para siempre.





CINCO

A miles de distancias
Divagan sombras,
Son lentas muertes sus devaneos,
Devaneos del misterio,
Aguas que locuaces apagan voces igual a la mía
Tejida, estrujada,
Chacal que acecha mi escritura.

Hay un sol altivo y frío
Que se vislumbra allá lejos,
Hay una boca deslizándose toda
Anne Sexton, Delmira, Violeta  y Alfonsina.
Tantas otras que de tentación surcaron
Otros mares menos indomables.

Para no morir
Se confecciona trajes de azul eléctrico
Y le crecen alas en los dedos
Y entonces se desnuda
Se hace visible!
Se cuelga en las paredes.
Para poder estar con ellas.





SEIS

La lluvia
A veces
Fiera y revoltosa se mete en los cuerpos
Mientras sus hilos arrastran la premura del agua.
Cuando viene
Nada impide que sea su llegada
Alegre, enojona, rabiosa o en paz
Yo dejo que por el hilo conductor de su mano, hable la mía
Y me dejo acariciar por los sonidos donde escapa su voz.

Camino elegido
Desde los días aquellos, de las utopías.
Por alguna razón se rozan en los pastos nuestros labios
Brotando inalcanzables como gotas de rocío.




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