martes, 14 de agosto de 2012

ÁNGELOS SIKELIANÓS [7.399] Poeta de Grecia




Ángelos Sikelianós 

(En griego Άγγελος Σικελιανός; 28 de marzo de 1884 – 19 de junio de 1951) fue un poeta y dramaturgo griego moderno. Uno de los más importantes poetas líricos del siglo XX en Grecia; resaltaba la historia nacional, el simbolismo religioso, y la armonía universal en poemas tales como The Light-Shadowed, Prologue to Life, Mother of God, y Delphic Utterance. Sus obras teatrales incluyen Sibylla, Daedalus in Crete, Christ in Rome, The Death of Digenis, y Asklepius. Fue el primer poeta griego del siglo XX en ser propuesto candidato al Premio Nóbel de Literatura.

Sikelianós nació en Léucade, donde transcurrió su infancia. En 1900 ingresó en la Escuela de Leyes de Atenas, pero no se graduó. Los años siguientes viajó por todas partes y se comprometió con la poesía. En 1907 se casó con Eva Palmer, de origen estadounidense, quien en aquella época era estudiante de arqueología en París. Se casaron en Estados Unidos y se mudaron a Atenas en 1908. Durante ese periodo de su vida, Sikelianós entró en contacto con los intelectuales griegos, y en 1909 publicó su primer poemario, Alafroískïotos (The Light-Shadowed), en cual causó un impacto inmediato y fue reconocido por los críticos como un importante trabajo poético.
También se hizo amigo de su colega escritor Nikos Kazantzakis, y en 1914 ambos permanecieron cuarenta días en el Monte Athos, visitando los famosos monasterios del lugar y viviendo la vida de los ascetas. Al año siguiente se embarcaron en un peregrinaje a través de Grecia. Los dos escritores eran almas gemelas, pero también muy diferentes en sus respectivas perspectivas de la vida. Sikelianós fue un hombre de mundo, lleno de optimismo, y con una fe inquebrantable en sus capacidades como escritor. Kazantzakis era taciturno y con tendencia a recluirse, siempre dubitativo, y tenía, como él mismo admitía, una tendencia a enfocar la calavera detrás de la cara. Juntos, sin embargo, compartieron la preocupación mutua de intentar refinar y elevar el espíritu humano a través de ejercicios artísticos.
En mayo de 1927, con el apoyo de su esposa, Sikelianós celebró el Festival de Delfos como parte de su esfuerzo hacia el renacimiento de la «Idea Délfica». Sikelianós creía que los principios que habían modelado la civilización clásica, si eran reexaminados, podrían ofrecer independencia espiritual y serviar como medios de comunicación entre personas.
El evento consistió en concursos olímpicos, un concierto de música bizantina, una exhibición de arte folklórico así como una representación de Prometeo encadenado. Fue muy exitoso a pesar de la falta de asistencia de representantes del Estado, y se repitió al año siguiente. El renacimiento fue después abandonado permanentemente debido a los excesivos costes de organización. En honor a la memoria de Ángelos y Eva Sikelianós, el Centro Cultural Europeo de Delfos compró y restauró su casa en Delfos, la cual es hoy un Museo de Festivales Délficos.
Eva Palmer le dejó por los Estados Unidos, y Sikelianós se casó con Anna Karamani.
Durante la ocupación alemana, se convirtió en una fuente de inspiración para el pueblo griego, especialmente gracias al poema discurso que recitó en el funeral del bardo Kostis Palamas. Fue él quien compuso la carta que dirigió el arzobispo Damaskinos para salvar las vidas de los judíos griegos apelando directamente a los alemanes. La carta fue firmada por destacados ciudadanos griegos en defensa de los judíos que estaban siendo perseguidos. No existe un documento igual de protesta contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial que haya salido a la luz en cualquier otro país de Europa.
En 1949, era candidato al Premio Nóbel de Literatura. Murió trágicamente en un accidente en Atenas después de haber ingerido inadvertidamente Lysol cuando él había pedido Nujol (un medicamento) en 1951. Sobrevivió cinco días antes de morir el 19 de junio. Sikelianós tenía su casita en la isla de Salamina en el Monetario Faneromeni.




La madre de Dante: el poema más bello que se haya escrito nunca sobre el parto de una mujer. (R. Irigoyen).

              LA MADRE DE DANTE
               
               Florencia parecía desierta en su sueño
               al amanecer.
               Lejos de sus amigas, sola,
               vagaba por las calles.
               Se puso el vestido de novia de seda,
               un velo de lirios
               y caminó por las encrucijadas. Bajo los pies,
               las calles le parecieron nuevas.
               En los cerros que bañaba una brisa temprana de primavera, 
               como zumbidos lejanos, lenta y profundamente 
               doblaban, apagadas, 
               las campanas de las ermitas.
               De pronto, como si apareciera en un jardín, 
               el aire fue más blanco. 
               Un jardín con traje de novio, cargado de naranjos y manzanos, 
               de un extremo al otro.
               Atraída por su fragancia, 
               se acercó a a un alto laurel, 
               en el que un pavo real, saltando de rama en rama, 
               subía hasta la copa.
               Y alargando su cuello entre las ramas
               cargadas de bayas,
               comía una, cogía otra, y la arrojaba desde la rama
               a la tierra.
               Instintivamente, ella levantó su delantal bordado,
               en la sombra, hechizada... 
               y al instante se sintió muy pesada,
               cargada de rizadas bayas.
               Reposó un instante del esfuerzo matinal,
               envuelta en una fresca nube.
               Sus amigas esperaban junto a la cama
               para acoger al niño.



La madre de Dante
Versión original en griego:

Η ΜΑΝΑ ΤΟΥ DANTE

Η Φλωρεντία σα νάδειασε , της φάνη μέσ' στον ύπνο της,

το χάραμα ως αρχίζει,
κι από τις φιλενάδες της μακριά, τους δρόμους μοναχή
να σιγοσεργιανίζει.

Το νυφικό της φόρεμα φορώντας το μεταξωτό,
τα πέπλα τα κρινάτα,
τα σταυροδρόμια εγύριζε και στ' όνειρο της φάνταζε
καινούργια η κάθε στράτα.

Κι από τους λόφους πόλουζεν αχνό ανοιξιάτικο αυγινό,
σα μακρινά μελίσσια
αργόηχα τα καμπαναριά ξεψυχισμένα αχούσανε
βαθιά , στα ερημοκλήσια.

Και ξάφνου, ωσά να βρέθηκε σε περιβόλι ανάμεσα,
μέσα στον άσπρο αέρα,
ντυμένο στα νυφιάτικα, με νερατζιές και με μηλιές
γεμάτο, πέρα ως πέρα,

κι όπως τη σέρναν οι ευωδιές, ένα ψηλό δαφνόδεντρο
της φάνη να ζυγώνει,
που στην κορφή του ανέβαινε, σκαλί πηδώντας το σκαλί
απάνου, ένα παγόνι΄

και κείνο λύγας το λαιμό στο 'να και στ' άλλο το καλδί
δαφνόκουκα γεμάτο,
κ' ένα έτρωγε, ένα τόπαιρνε κι από τον κλώνο τόριχνε
γοργό στο χώμα κάτω,

την κεντημένη της ποδιάν εσήκωσεν αθέλητα
στον ίσκιο, μαγεμένη,-
και να , σε λίγο εβάραινεν απ' τα σγουρά δαφνόκουκα
μπροστά της φορτωμένη."

Απ' της αυγής τον κάματο, έτσι αναπαύτη μια στιγμή,

μέσ' σε δροσάτο νέφος-
και γύρα οι φιλενάδες της απ' το κρεβάτι επρόσμεναν

για να δεχτούν το βρέφος!




EN ACROCORINTO 

El crepúsculo sobre Acrocorinto 
abrasando la rojiza piedra. Del mar, 
el fragante aroma del alga empezó ahora 
a embriagar a mi delgado semental. 

Espuma sobre el freno, el blanco de su ojo 
totalmente excluído, luchó para romper 
mi fuerte apretón de las riendas 
y así saltar libremente al espacio abierto. 

¿Había llegado la hora? ¿Los ricos olores? 
¿La profunda salinidad del mar? 
¿La lejana respiración del bosque? 

Oh, fuerte soplo del Meltemi 
un poco más allá. Habría agarrado 
las riendas y la brida del mítico Pegaso.




Saludo a Nikos Kazantzakis

Mi amigo y yo en la santa montaña, por las laderas eternas
solos al amanecer
mientras se deshacian por la primera luz los hechizos
que esparcio la lluvia,

respirando profundamente veiamos hasta alla abajo
donde brillaba oculto
palido el ancho mar, y nuestra mente, como del abeto,
la poderosa copa,

se regocijaba en la completa calma, en la bendita
fragancia del monte,
y por el frescor sentiamos hasta adentro resucitado
nuestro corazón joven…

En las frentes, en las manos, sobre todos nuestros miembros,
brillaba serenamente
la sosegada fuerza que conoció la miel de la creación, 
y volviendo de nuevo

a pasar por donde libó o se amamantó en el todo
la alegría mística,
nos hacia elevar los brazos hacia un inefable culto, 
como si fuesen alas…

Magna gracia sobre él iba derramando el fornido
e irrigador manantial
de la soledad, e insomne en sus ojos negros
un alma pensante

se alegraba amplia, y sagradamente, de abrazar de día
los cielos ocultos,
y como una fuente en su hondura de abrazar en secreto
la hermosa madurez de la mente…

Alto silencio nos rodeaba como un ciclópeo muro;
Y de repente, sosegada,
Cual agua fluyente cuando sin cesar llega un susurro,
La voz de mi amigo

Sonó en mis oídos: “Hermano, bendita sea la hora
en que cogí la senda,
la odorífica senda que de la población se aleja,
y te hallé tal asceta

debajo de aquel abeto, gozando en el místico
festín de la mente,
y allí, ya juntos, nos repartimos como un pan la dicha
del cielo lleno de estrellas…”

Afrodita Urania . Prólogo, traducción y notas de Pedro Mateo. 




Anadiómene

Heme aquí.
Amanece una rosa de bienaventurada luz,
y en ella voy surgiendo con las manos tendidas;
al azul de los cielos me invita la bonanza.
Súbitamente
los terrenales vientos irrumpen en mis pechos
y me sacuden toda.
¡Oh Zeus, qué profundo es el mar,
y mis cabellos desceñidos
me pesan cual si fueran piedras!
¡Brisas, volad! ¡Oh Kimothoe, Glauca,
sostened mi torso!
Yo no soñé brotar
así, de un aliento subyugada
en los brazos del sol.

Versión de Jaime García Terrés





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