viernes, 25 de enero de 2013

KARIN HEES [9082]



KARIN HEES.   Struthuetten (Neunkirchen)
Alemania.



A lo largo del camino. 
Entlang des weges
Ediciones La Baragaña, 2012. 
Edición bilingüe alemán castellano. 
Traducción de la autora. Con ilustraciones de Florence Sinclair-Mahdavi.



Abrazado por los rayos del sol
caigo en ese desvergonzado abismo
de un sueño despierto.
Me implico en el remolino
de palabras e imágenes
que me atan,
me detienen
y me tiran hacia abajo.
Al despertarme
la incapacidad de moverme
como única huella.








Pies descalzos
en el asfalto quemado.
Manos buscando
en un mar de piedras.
Ojos ciegos
en la arena del tiempo.
Labios que hablan
sin decir nada.

No veo camino alguno
pero sigo andando.







Se necesitan:
relámpagos blancos
que penetren el alma
y derrumben
los oscuros muros
de la pesadilla.
Que perforen
la espiral del no
para que entre la risa.
Se ofrece:
un viaje turbulento
sin doble fondo.







Quiero correr
este camino sin fin.
Contigo,
sin ti,
pero quiero correr.






En el cielo
miles de estrellas.
En el aire de seda
el perfume embriagador
del galán de noche.
En el mar calmado
el reflejo de las luces.
En el corazón
la melodía tranquilizadora
del piano.
Las lágrimas caen,
limpiando el alma.
Finalmente: yo.







Que las luces
calientan el corazón
dicen,
pero los niños siguen temblando.
Que el aroma a condimento
promete delicias,
pero los niños ni siquiera
lloran de hambre.
Que estos días
traen la paz
dicen:

MENTIRA.








Infancia

En aquellos tiempos
jugábamos a la tormenta
cuando el cielo se oscurecía.
Cuando tronaba
huíamos cada uno
a su caseta de cartón,
lanzando gritos alegres.
Con cada relámpago
apretábamos los párpados
fingiendo temor.
En aquellos tiempos
nada era espantoso. 





Kindheit

In jener Zeit                                                      
spielten wir “Gewitter“
wenn der Himmel sich verdunkelte.
Mit jedem Donner
flüchteten wir
in unsere Hütten aus Karton,
fröhliche Schreie ausstossend.
Bei jedem Blitz
pressten wir,
Furcht vortäuschend,
die Augen zu.
In jener Zeit
war nichts erschreckend.



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